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Elementos de la Regionalización y la Influencia de la Planificación
Tabla de contenidos
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Introducción
Las tendencias
globales de los últimos años han implicado también un cambio en la política de
descentralización. El proceso de globalización y los fenómenos de integración
resultan en una serie de nuevos problemas, para cuya solución debe sumarse el
concepto local a la visión global. La descentralización permite mantener vivas
las particularidades locales, aunque no basta para reconocer las especificidades
de cada región. En un sistema descentralizado el Estado concilia diferentes
intereses regionales. En un sistema federal las regiones tienen una autonomía
ajena a consideraciones de tipo nacional o de otras áreas del mismo país. Este
esquema parecer ser el más acorde con los cambios que se avecinan.
La descentralización fue una de las iniciativas adoptadas en el proceso de
reforma institucional adelantado entre 1989 y 1999. Bajo su influencia, el
Estado experimentó importantes cambios políticos, administrativos, económicos y
territoriales, llegándose a considerar como la más importante herramienta para
transformar el agotado modelo populista y su correspondiente modelo de
desarrollo material y social (Sonntang; 1998: XVI).
El centralismo
o excesiva concentración del poder político, administrativo y jurídico en la
Administración Nacional, generó trastornos estructurales de difícil solución.
Tal fenómeno se reforzó, además por la bonanza petrolera del país, circunstancia
que permitió al Estado reafirmar y consolidar su rol fundamental en la dinámica
económica nacional, pero a la larga terminó generando problemas que impusieron
la necesidad de un cambio.
El centralismo
se proyectó también sobre la práctica partidista. En este sentido, los partidos
políticos, dado el monopolio que ejercieron sobre la participación y
representatividad, vaciaron de contenido político sustantivo la vida local,
quitándole toda razón de ser a estados y municipios por hacer de ellos simples
agentes de un poder central que se expresaba a través de las estructuras del
gobierno y de las direcciones nacionales de los más importantes partidos del
sistema.
Así las cosas,
con la descentralización se pretendió enfrentar un Estado centralista que
monopolizaba una gran cuota de poder, siendo, al mismo tiempo, una enormidad
burocrática, torpe, lente e ineficiente en el procesamiento tanto de los
problemas acumulados en el vértice de la estructura pública, como de las
demandas provenientes de la sociedad.
No obstante, la descentralización fue precedida de algunos esfuerzos reformadores previos. Desde el punto de vista administrativo, el proceso de regionalización constituyó el primer intento coherente y sistemático para desconcentrar las competencias del Poder Nacional hacia las “Regiones”. La Regionalización, por tanto, consistió en desconcentrar las competencias del Poder Nacional hacia las “Regiones” por considerarlas el nivel óptimo propicio para tal fin.
¿Qué es y qué causa la descentralización?
La
descentralización surge como una necesidad moderna que viene a sentirse como tal
recién a partir de la segunda mitad de este siglo. En cambio el centralismo y la
homogenización de la cultura fueron elementos importantes del desarrollo de
nuestros países, desde que lograron su independencia de España. A decir verdad,
ninguna persona culta y con intereses en la política y la administración habría
concebido propuestas descentralizadoras o que reconocieran y alimentaran la
legitimidad de elementos heterogéneos de la cultura y la vida nacional, por
ejemplo a comienzos des este siglo o durante las décadas de los años 30 y 40.
Hoy en día, sin embargo, una descentralización eficiente y operante es una
aspiración bastante corriente en la mayoría de los países de América Latina.
La demanda por la descentralización en el mundo, se origina en tres factores
combinados:
Las necesidades del Nuevo Orden Económico Mundial (NOEM):
El Nuevo Orden económico, parece estar caracterizado, de una parte, por la coexistencia de una alta concentración de la propiedad y el poder económico en un número reducido de empresas gigantes y un modelo de extremada descentralización en la producción (la economía difusa), en el cual la fricción del espacio está dejando de ser un obstáculo para la acumulación. En este sentido, el contrato social, característico del Estado de Bienestar, pierde toda justificación y utilidad. Asimismo, la reducción de las barreras proteccionistas, el debilitamiento de los estados nacionales es explicable tanto desde la lógica de las exigencias de la propia acumulación, como desde la consecuente lógica del Estado capitalista en un periodo de crisis.
El desarrollo de la tecnología en las áreas de comunicaciones e informática:
La rapidez de las comunicaciones y la cantidad de información que ésta puede portar es un elemento importantísimo de la vida de hoy, sólo piénsese en la posibilidad común de conectar dos computadoras que están a miles de Km. de distancia unos de otros, o bien, de la gran cantidad de aparatos que poseen microcomputadores en su interior (tales como las máquinas fotográficas modernas, sistemas de fax, fotocopiadoras, etc.), para su funcionamiento normal. Es esta instantaneidad de las comunicaciones junto con la información cuantitativa, lo que permite que el mundo capitalista y cultural, pueda tomar determinaciones desde centros de decisiones sumamente alejados de sus periferias.
Una nueva concepción ética y moral que acepta la heterogeneidad social:
El centralismo homogeneizante del pasado ha dado paso a una actitud opuesta, usualmente asociado a lo moderno o post-moderno. La década de los años 60, por ponerle un tiempo aproximado, nos trajo de golpe al mundo de los disímil, de lo heterogéneo, en la música, los estilos de vestir y de vivir, la amplia aceptación de la separación y el divorcio, la aceptación de una estética pública alrededor de lo sexual que se manifiesta en diarios, revistas, cine, TV y la música. Se ha aprendido lenta y dolorosamente a aceptar lo disímil, de manera que las inclinaciones individuales, gustos y tendencias deben ser moralmente respetados como parte de los Derechos Humanos mismos.
¿Qué tendencias empujan hoy hacia la descentralización?
Crisis de representación política del Estado moderno, en que, la creciente complejidad y diversidad de funciones y la incorporación como sujeto activo del Estado democrático, de la gran mayoría de los grupos sociales, ha dado lugar a que los mecanismos tradicionales de representación política se conviertan en cauces estrechos e insatisfactorios.
Las grandes administraciones públicas han sido modernamente objeto de una fuerte crítica de su carácter tecnocrático.
La existencia de desigualdades (renta, equipamiento, etc.) que se manifiesta en forma de desequilibrios territoriales (debido a la especialización funcional y a la segregación social en el espacio) a dado lugar a fuertes reivindicaciones de poder local o regional para llevar a cabo políticas de reequilibrio que tienden a igualar las condiciones de vida de las distintas áreas territoriales. La descentralización en este caso viene empujada desde aquellas zonas y por aquellos grupos que consideran que solo obteniendo cuotas de poder en su territorio podrán impulsar su recuperación económica y social.
En las dos últimas décadas, a medida que las nuevas tecnologías (sobre todo los medios de comunicación social) uniformizaban la difusión de productos culturales y de pautas de comportamiento, se ha ido produciendo una reacción -complementaria más que antagónica- favorable a la recuperación o construcción de las entidades locales, desde los signos y símbolos hasta las formas de vida comunitaria.
La crisis económica, a su manera, ha acentuado las tendencias descentralizadoras. Los corporatismos (sociales y territoriales) y la fragmentación social requieren un representante y un interlocutor estatal próximo y diversificado.
¿De qué forma el tema de la Descentralización se convierte en el tema de la Regionalización?
La
Descentralización transfiere la importancia de la gestión originalmente en manos
del Estado centralizado y centralizador, hacia la gestión regional.
En su
versión primera, la descentralización del modelo neo liberal, el proceso de
regionalización se desarrolla debido a la necesidad de realzar y potencializar
el rol económico de los espacios geográficos, como estrategia de desarrollo e
incorporación de estos espacios al mercado mundial, considerando a la
regionalización como un camino para descentralizar el Estado. El modelo
democratizador, por su parte, le agrega a la región un mayor papel en el
desarrollo de una práctica de participación ciudadana en la gestión regional, de
manera que se consolide y desarrolle la democracia; para que se desarrolle una
fuerte identidad regional que contribuya con su impulso a para que se promuevan
con mas eficacia medida de equidad lo mismo que soluciones más eficaces a las
injusticias sociales.
El mismo
criterio supone y propone que los actores sociales regionales deben mantenerse
bien informados de las medidas que los agentes especializados de la región están
decidiendo; que tienen la capacidad y conocimientos adecuados para
comprenderlos, y que existen canales adecuados para que esos actores tomen parte
activa en la toma de decisiones sobre materias que los involucran en la gestión
de la región.
Al tomar en cuenta estos últimos antecedentes de la regionalización, salta a la vista que el modelo descentralizador democratizante requiere de un esfuerzo de "construcción" de la cultura participativa regional. Ese esfuerzo constructivo regional debe traducirse o convertirse en una estrategia "tanto de pensamiento como de acción", que implique pasos para acercarse al modelo ideal (que además, recuérdese, implica un eje económico y otro administrativo). Tal estrategia naturalmente, debe apuntar a orientar una serie de medidas que implican cambios económicos, sociales, culturales y políticos, que acerquen a la región al modelo que se estima es el más deseable.
Descentralización y Regionalización en Venezuela
Hablar en
perspectiva histórica de la regionalización y de la descentralización, implica
recordar someramente estos aspectos clave del proceso sociohistórico
latinoamericano, vistos y analizados hasta la década de los ochenta del siglo XX
a la luz de paradigmas hoy emulados, pero que en su momento aportaron bases
teóricas significativas para un análisis crítico y transformador, hasta entonces
desconocidos por el predominio del conocimiento positivista, mediante los cuales
se llegó a la concepción de la teoría del desarrollo, la regionalización y la
descentralización, que ahora, en el escenario del neoliberalismo y de la
globalización, se reconceptualizan como propuesta para la inserción al
capitalismo sin fronteras del nuevo milenio.
Aparentemente la regionalización y la descentralización en los planes para el
desarrollo significaron en su tiempo novedosas estrategias de transformación
societal modernizantes, a partir de los estudios realizados por los científicos
sociales y técnicos al servicio de la Comisión Económica para América Latina
(CEPAL), dirigidos en su esplendor por Raúl Prebisch. El conjunto de ideas sobre
una nueva visión global del subdesarrollo concebido como el “sistema
centro-periferia”, se da a conocer inicialmente en documentos de la CEPAL como
“El desarrollo económico de América Latina y algunos de sus principales
problemas”, y el “Estudio económico de América Latina”, ambos publicados en 1949
y 1950 (Rodríguez, 1984). A partir de ese cuerpo ideológico se fue
perfeccionando el modelo teórico aplicado para impulsar el desarrollo de los
países periféricos latinoamericanos en la segunda mitad del siglo XX, siendo la
regionalización la estrategia inicial para alcanzar los objetivos propuestos.
En
Venezuela, esta transformación regionalizadora tiene antecedentes históricos
inmediatos en los pre-proyectos o primeros planes de industrias básicas,
concebidos en los días del gobierno cívico-militar provisional presidido por
Rómulo Betancourt, entre finales de 1945 y comienzos de 1948, los cuales fueron
continuados durante el breve gobierno de Rómulo Gallegos (Howard, 1984), y
ejecutados bajo el régimen militarista y dictatorial de Marcos Pérez Jiménez,
especialmente entre 1954 y 1957, impulsados entonces con la consigna ideológica
del Nuevo Ideal Nacional (Rincón, 1982). Luego, los líderes de los partidos
políticos y los candidatos presidenciales, ratificaron la imperativa
modernización societal en sus acuerdos de 1958, conocidos como Pacto de Punto
Fijo y Declaración de Principios y Programa Mínimo de Gobierno (López y Gómez,
1989).
En ese
contexto histórico de transición política aparecen en el escenario del Estado
venezolano las novedosas estrategias para la materialización de la modernización
societal, que en los primeros años de democracia puntofijista, se implementaron
con la adopción de la planificación. Primero surgió la regionalización
planificada, cuando el Petro-Estado fue un consistente e inquebrantable aparato
de dominación sustentado en la caudalosa renta fiscal petrolera; entonces, se
trataba de una regionalización básicamente para la explotación de los abundantes
recursos naturales generadores de una renta administrada y distribuida por parte
del gobierno central (Quirós, 1994). Después, con el reconocimiento y aceptación
de la crisis del modelo de desarrollo por la pérdida de dinamismo expresada en
síntomas como una balanza de pagos negativa, disminución de la inversión privada
y la aplicación de políticas contractivas (Gil, 1992), se recurrió –durante el
gobierno de Jaime Lusinchi (1984-1989)- a la magia de la regionalización
descentralizada o “Reforma de la forma federal del Estado”.
En síntesis, ante la quiebra del Estado centralizado la alternativa es la descentralización, y la regionalización se ajusta a ambas situaciones de dominación social favorables a las elites y a los poderes sociopolíticos y económicos en Venezuela, todo en búsqueda de un anhelado desarrollo económico y social que no llega y mucho menos se homologará al de los países centro..
Las
consideraciones anteriores nos muestran, en primer lugar, que en Venezuela la
tendencia hacia el centralismo es la regla, mientras que la política de
descentralización es la excepción. En tal sentido, el proceso que se cumplió en
la última década del siglo XX se hizo contra la corriente, y no tuvo continuidad
en lo que va del siglo XXI, a pesar de las declaraciones constitucionales sobre
el Estado federal descentralizado y sobre la descentralización.
En segundo lugar, que tomando como fundamento la Constitución de 1999, no siempre de manera fiel, y al amparo de los altos precios de los hidrocarburos en el mercado mundial, se ha venido configurando progresivamente un nuevo centralismo.
¿Qué es el centralismo?
¿Qué es descentralización?
¿Cuáles son los factores de la descentralización?
¿Qué tendencia que empujan hacia la descentralización?
¿De qué manera resume que la descentralización se convierta en la regionalización?
¿Cómo comenzó la transformación regionalizadora en Venezuela?
http://tomasaustin.webcindario.com/deslocal/desloc.htm
http://www.cdc.fonacit.gov.ve/cgi-win/be_alex.exe?Acceso=T052100015575/4&Nombrebd=Conicit
http://www2.bvs.org.ve/scielo.php?pid=S1315-00062002000200009&script=sci_arttext&tlng=es
http://www.saber.ula.ve/db/ssaber/Edocs/pubelectronicas/agoratrujillo/Agora8/luis_loaiza.pdf