(fragmentos) IRENE1 Mi madre fue obrera En las mañanas se vestía del color de los tejados Y en las noches leía el corazón a todos los muchachos Jamás entregó sus sueños al canto de los pájaros Ni su vida a los árboles que morían como el hombre Con el humo de las fábricas Un día La lluvia no distinguió las letras de sus manos Y la dejó como una paloma acribillada En las ventanas de la calle
2 Amó las fotografías Y los caballos que cuidaba su padre en los jardines de la iglesia Por lo que todos acariciaban su sonrisa
Pero ahora que agoniza Y se parece como nunca a los molinos abandonados de la tierra Sueña –estoy seguro- con las naranjas que plantaba De noche por el río Con el fin de poblar la oscuridad Y los ojos desesperados de sus hijos
De: Los rostros ebrios de la noche Con Martín Adán en el asilo En el desierto está la belleza hecha polvo HAFIZ en buena hora te quitaste tú que ya no tenías nada que hacer en los mercados en el corazón color caca de las ratas en los hospitales de los locos /en las camas de las putas en los hoteles de turista en buena hora te quitaste /felizmente pagaste todas tus cuentas en los bares y te fuiste un viernes santo al trocadero para no olvidarte del último polvo de tus días por eso los pordioseros y ladrones te recuerdan cuando bebías en los manicomios de la tarde con los perdidos de la nada el pisco más barato de la tierra y te quedabas como un perro tirado en las esquinas apestando peor que orines de gata masturbada pero soñando con las mejores primaveras de la luna (yo desde mi viejo cuchitril y lleno de asma te saludo y me acuerdo cuando velabas tu alma de viejo camionero en las aguas pestilentes de la pena y cuando escondías en tu negra billetera pestilente -de cocodrilo malhabido- los papeles inservibles y salvajes de tu muerte) por eso /te ruego/ no dejes caer tu sueño en las excrecencias de las charcas ni despedazar tu grito de cebolla en las uñas imperturbables del infante sin embargo sé por las miradas peligrosas de las aves que cierta vez robaste en el parque a los mendigos y te tiraste un pedo en paseo de familia mientras mirabas a las palomas sonreir entre sus nidos cuando te quisieron hacer gerente una mañana y los dejaste a todos hechos unas amapolas en su culo en las cervecerías de la esquina pero ahora que tanto hablan de ti en los periódicos háblanos de la Rosa infinita de tus versos de los duraznos achicharrados de tu insomnio de la esperanza cruda de las calles /de tu abrigo que solo sirve para ocultarte de los cumpleaños de tus hijos y de la herida horrorosa y mugrosa de tus pasos /en fin de los huevos de dios o del olvido (de tus libros) porque sabemos que tú eres más pendejo que cualquier malandrín bailando en el infierno pero como estás a punto de estirar la pata en el asilo no me queda más remedio que decirte como al viejo dylan thomas cuando agonizaba como un carnero degollado en los prostíbulos aterrorizados de los cielos: “paséate por todos los techos encandilados de la estrella y mira las pezuñas calcinadas de los burros /las palabras fatigadas de los ángeles putos de la tarde para que sepas que no hay mejor comisaría en la carroña del silencio que un buen trago de ron al pie de las entradas maravillosas del otoño donde ya no se puede amar sino a los lirios rotos del espejo anunciando los nuevos nacimientos de los ríos como esas tristes avecillas que envejecen de nostalgia entre los viejos eucaliptos atolondrados de tu pecho”
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