Vicente Yáñez Pinzón

1499 - 1514. Los Viajes Andaluces

 Julio Izquierdo Labrado,

Palos de la Frontera, Octubre de 1999.

 

A la muerte de Martín Alonso, le sucedió en el liderazgo de la familia, y de la marinería palerma, su hermano Vicente Yáñez Pinzón. El Capitán de la Niña, que no se había separado de Colón en todo el viaje, y que oportunamente le salvó tras el naufragio de la Santa María, abandonó prudente y discretamente las relaciones con el entonces triunfador y soberbio Almirante.

  En 1495 lo encontramos preparando dos carabelas, la Vicente Yáñez y la Fraila, para participar en la Armada que Alonso de Aguilar, hermano del Gran Capitán, iba a dirigir contra el Norte de África, pero sobrevienen las guerras de Nápoles y se dirigen a Italia, desde donde no retornan hasta 1498, recorriendo de paso las costas de Argel y Túnez.

  Este mismo año de 1498 la Corona, impaciente por potenciar la colonización de las Indias, decide permitir a particulares que realicen viajes de descubrimiento. El 19 de Noviembre de 1499, con cuatro carabelas, salió Vicente Yáñez del Puerto de Palos. Le acompañaban gran cantidad de parientes y amigos, entre ellos Arias Pérez, hijo primogénito de Martín Alonso, y su hermano Francisco Martín Pinzón. La importancia de este último era grande, ya que había acompañado a Colón en su tercer viaje y estaba al tanto de sus hallazgos. (Francisco fue el único, de los tres hermanos, que mantuvo contactos con el Almirante. También le acompañó en el cuarto y último, en el cual murió).

  Pasadas las Canarias, las naves de Vicente Yáñez tomaron rumbo S.O. hasta perder de vista la Estrella Polar. Por primera vez, los marinos españoles pasaban el Ecuador y se adentraban en el Hemisferio Sur. Contingencia grave, porque lógicamente no sabían guiarse por las estrellas del cielo austral. Después de sufrir un temporal, toman tierra en la costa brasileña el 26 de Enero de 1500, en la zona del actual Recife. La hostilidad de los indígenas le decide a embarcar y dirigirse hacia el N.E., por la costa de Rostro Hermoso, hasta que con asombro comprueban un día que el agua del mar se había tornado dulce. Vicente Yáñez acababa de encontrar el más caudaloso río de la Tierra: el Amazonas, y con grave riesgo decidió explorarlo adentrándose en su estuario, desde son rechazados por los indígenas.

  Costeando llegan a la isla de Trinidad, de la que tenía el monopolio comercial, como descubridor, el Almirante, así que se dirige a Puerto Rico, descubierta por Martín Alonso en 1493, y después a La Española, desde donde, al perder dos naves en unos bajíos, decide regresar a Palos.

  Este viaje, que fue el más largo e importante realizado en la época por sus resultados geográficos, que aprovecharán Américo Vespucci y Juan de la Cosa, fue en cambio un desastre económico. Sólo trajeron un regular cargamento de palo de tinte, piedras topacio, canela, animales raros, etc., de modo que fueron embargados por sus acreedores y tienen que pedir ayuda a la Corona.

  Los Reyes, el 5 de Septiembre de 1501, le nombran Capitán General y Gobernador del territorio que había descubierto, desde el Amazonas hasta Recife, en Brasil, y le conceden todas las ganancias que obtenga, siempre que colonizara por su cuenta en el plazo de un año. Como no contaba con recursos para hacerlo, perdió estos derechos.

  Tampoco realizó Yáñez el viaje que en 1505, por iniciativa de la Corona, le encomendaba encontrar el ansiado paso hacia las Islas de las Especias, en Malasia, en compañía de Vespucci, ya que las naves, una vez preparadas, fueron destinadas a la empresa de Cisneros en África.

  En 1507, Fernando el Católico le encarga de nuevo esta misión, ahora conjuntamente con Solís. Y en esta ocasión si partieron con dos carabelas desde Sanlúcar de Barrameda el 29 de Junio de 1508. Es el último viaje de Vicente Yáñez Pinzón a América. Recorrió las costas de Darién, Veragua y Paria, actuales de Venezuela, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala. Al no encontrar el paso buscado, rodean la Península de Yucatán y se adentran en el Golfo de México hasta los 23,5º de latitud Norte. Pero por motivos que se ignoran, decidieron dar por terminada la expedición y vuelven a Cádiz en Octubre de 1509. Hubo una investigación oficial en la que se ratifica a Pinzón como Capitán General y Corregidor de la isla de Puerto Rico, y que llevó a la cárcel a Solís. Lo cual parece indicar que fue él quien interrumpió el viaje.

  Por esta época se establece en Triana, y en 1513 testifica en los Pleitos Colombinos contra el Almirante con su acostumbrada moderación. En 1514, cuando contaba con más de 65 años, se le ordena acompañar a Pedrarias Dávila al Darién, pero Vicente Yáñez se encuentra enfermo y pide que se le excuse. Era el 14 de Marzo de 1514, y éste es el último documento en que se le menciona. Según su amigo , el cronista Fernández de Oviedo, Vicente Yáñez murió este mismo año con la misma discreción que vivió, sin que se sepa la fecha exacta ni el lugar donde fue enterrado, no pudiéndose descartar, dada su segura pobreza, que fuera a parar a una fosa común del cementerio trianero.

 

 

EL DESCUBRIMIENTO DEL BRASIL

POR VICENTE YÁÑEZ PINZÓN:

EL CABO DE SANTO AGOSTINHO

 

 Excmas. e Ilmas. Autoridades, Sras. y Sres., estimados amigos:

 Como ya dije el pasado 19 de Noviembre en Palos, para mí siempre es muy grato hablar de los hermanos Pinzón, pero muy especialmente en esta ocasión, en la que el descubrimiento del Brasil por Vicente Yáñez, ha propiciado, 500 años después el hermanamiento de Palos de la Frontera y el Cabo de Santo Agostinho. Un honor que aquí deseo agradecer públicamente a los organizadores de este Seminario Internacional de Historia.

 Antes de centrarnos en Vicente Yáñez Pinzón y su llegada al Cabo de Santo Agostinho, permítanme exponerles, muy brevemente, algunas consideraciones sobre Palos de la Frontera y los hermanos Pinzón, sus más ilustres hijos, porque considero que de esta forma entenderemos mejor las circunstancias y la personalidad de este gran navegante español, de este marino palermo, que hace cinco siglos, tal día como hoy, encontró el camino hacia esta hermosa tierra.

 

  1.  
  2. LA VILLA DE PALOS

 
 Palos de la Frontera se encuentra situada en el Suroeste de la Península Ibérica, concretamente en la llamada Tierra Llana de Huelva, la provincia más Occidental de Andalucía (España), fronteriza con el Sur de Portugal, en la margen izquierda del río Tinto, a cuatro kilómetros de su desembocadura en el Atlántico, cuyas aguas constituyen el límite meridional de las 4873 hectáreas de su término municipal. Sus coordenadas geográficas son 37º 8´ 24"de latitud  Norte y 6º 31´ 48" de longitud Oeste, y su altitud media es de aproximadamente 25 metros sobre el nivel del mar.

 Aunque existen vestigios de poblamiento en la zona desde el Paleolítico Superior, así como numerosas leyendas que aluden a su pasado tartésico, romano, visigótico y musulmán, Palos nace a la historia cuando Álvar Pérez de Guzmán, al que debemos considerar como verdadero padre y fundador de la villa, la recibe de Juan I de Castilla en 1379. Álvar Pérez consiguió del monarca el privilegio de eximir de cualquier impuesto real a las 50 primeras familias que se instalasen en Palos acudiendo a su iniciativa de repoblación, estableció con su legislación las bases del ordenamiento jurídico municipal y dedicó las escasas y poco fértiles tierras del término palermo al cultivo del olivo y la producción de aceite .

 Disponía Palos de una magnífica posición: sobre un cabezo de 39 metros dominaba plenamente la desembocadura del río Tinto al Atlántico, y reunía unas condiciones inmejorables como puerto interior, al resguardo del viento y de los ataques berberiscos, pero con un rápido acceso a los bancos de pesca y rutas comerciales atlántico-africanas, que la coyuntura secular hacía muy rentables y prósperas. La población siguió creciendo, abocada definitivamente al Océano, hasta alcanzar unos 2.500 habitantes, más otros 400 0 500 transeúntes que habitualmente recalaban en el puerto de la villa, en vísperas del Descubrimiento de América .

 La época dorada de Palos fue la década de 1470-1479, cuando la discordia sucesoria entre Juana la Beltraneja e Isabel la Católica desembocó en una guerra peninsular entre Castilla y Portugal. Ello supuso para Palos el respaldo real de sus incursiones a la Guinea y, en definitiva, para disputarle a los portugueses, rivales en la expansión oceánica, sus recién adquiridas colonias. Pero llegó la Paz de Alcáçovas (1479), por la que los Reyes cedieron todos los derechos sobre mares y tierras atlánticoafricanas, excepto Canarias, a Portugal. Los marinos palermos se veían así desposeídos de unas zonas pesqueras y comerciales esenciales para su subsistencia y sobre las que, con tantos esfuerzos, se habían afianzado.

 Los palermos hubieron, por una cuestión de supervivencia, de desobedecer lo pactado por sus Reyes y Portugal. Sus incursiones a Guinea, antaño alabadas, fueron entonces delictivas y objetos de castigo. Por una de estas incursiones fueron condenados a servir a la Corona, durante dos meses, con dos carabelas aparejadas a su costa. El 30 de Abril de 1492, los Reyes ordenaron que esas naves se pusieran al servicio de Colón. La Corona reducía así los gastos de la expedición y vinculaba a ella a los bravos y expertos marinos de Palos, los más aptos, según creencia general de la época, para realizar una empresa de tal envergadura. Los Reyes, para que no existiese la menor duda del carácter real de la expedición, quisieron que las naves partieran de un puerto realengo, por lo que adquirieron, a fines de Junio de 1492, la mitad de la villa de Palos perteneciente al Conde de Cifuentes por 16.400.000 maravedíes.

 Además, en el Monasterio de La Rábida, Colón encontró hospitalidad, comprensión y apoyo. Cuando su ánimo desfallecía, los franciscanos intercedieron por él en la Corte y le pusieron en contacto con los marinos palermos. Los frailes conocían bien la audacia y pericia de estos navegantes. Colón halló entre estos marinos los recursos materiales y humanos que necesitaba, hombres hábiles, valerosos y osados que, con sus carabelas, habían navegado muchas veces por las aguas atlánticas, surcando rutas hasta entonces desconocidas. Eran, sin duda alguna, los hombres que Colón buscaba. Aquellos que creen fortuita y azarosa la elección de Palos, como punto de partida de la expedición descubridora, desconocen la historia palerma.

II. LOS HERMANOS PINZÓN EN EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA.

 Entre las más destacadas familias que habitaban en Palos encontramos a los Pinzón. Una familia de origen aragonés que llegó a Andalucía procedente de Asturias, siendo su apellido, según algunos, deformación del término Espinzas o Pinzas. Para otros, en cambio, el verdadero apellido familiar sería Martín, nombre del abuelo, marinero y buzo en Palos, al que apodaron Pinzón cuando quedó ciego, ya que era muy aficionado a cantar y recordaba a los palermos a los pájaros pinzones, a los cuales cegaban para que cantaran mejor. Su hijo, también marinero e igualmente llamado Martín, fue el padre de los tres hermanos que participaron en el Descubrimiento de América: Martín Alonso, Vicente Yáñez y Francisco Martín Pinzón .
 
 Martín Alonso debió nacer mediada la década de 1440  y navegó desde niño en las carabelas palermas como grumete. Vivía en el antiguo Camino Real a la Rábida, y contrajo matrimonio con una vecina de la localidad llamada María Álvarez. Tuvieron cinco hijos. Dos varones: Arias Pérez y Juan Martín Pinzón, que participarían en varias expediciones por tierras americanas, y tres niñas : Mayor, Catalina y Leonor, la pequeña, que sufría frecuentes ataques de lo que ellos llamaban "gota coral" y nosotros epilepsia .

 Su enorme experiencia náutica y audacia le proporcionaron buenos rendimientos en sus viajes de cabotaje, llegando a tener una holgada situación económica. Tuvo embarcaciones propias en las cuales se afanaban por enrolarse los marinos de toda la comarca. Su fama y prestigio crecían gracias al éxito de sus expediciones comerciales y al valor que demostró en las armadas de guerra durante el conflicto entre Castilla y Portugal.

 Cuando el miércoles 23 de Mayo de 1492 se leyó a los vecinos de Palos la Real Provisión por la cual se les ordenaba entregar dos carabelas a Colón y partir con él en el viaje que iba a realizar por mandato de Sus Altezas, la villa acata la decisión real pero no la cumple. Los palermos no estaban dispuestos a embarcarse en tan gran aventura con un desconocido sin prestigio. La aventura, arriesgada y, sobre todo, de ganancia incierta, no presentaba grandes atractivos. La oposición y la indiferencia por el proyecto colombino debieron ser generalizados, ya que el mandamiento real implicaba suficientes razones para sembrar el descontento en el puerto palermo.

 Ésa era la situación cuando Martín Alonso Pinzón regresó de Roma de uno de sus habituales viajes comerciales. Era un hombre pudiente, diestro en el arte de navegar y de gran prestigio en la comarca. En definitiva, Pinzón poseía los atributos de los que carecía Colón, presentándose, por tanto, como el complemento ideal del futuro Almirante para realizar la expedición.

 Fueron los franciscanos de La Rábida los que pusieron en contacto al genovés con el marino palermo. En los Pleitos Colombinos, el testigo onubense Alonso Gallego recordaba haber oído decir a Colón : "Señor Martín Alonso Pinçón, vamos a este viage que, si salimos con él y Dios nos descubre tierras, yo os prometo por la Corona Real de partir con vos como un hermano". Sea cual fuere el motivo del palermo, lo cierto es que, cuando decide incorporarse a la expedición, inicia una enérgica campaña de apoyo al viaje, animando a enrolarse a los más destacados marinos de la zona. Desechó los barcos embargados por Colón, contratando navíos más adecuados, y aportó de su hacienda medio millón de maravedíes, la tercera parte de los gastos en metálico de la empresa.

 Ultimados los preparativos, el 3 de Agosto la Santa María, la Pinta y la Niña partieron del Puerto de Palos. Colón en su Diario sólo tiene palabras de elogio para Pinzón, que se muestra muy eficaz en la resolución de los problemas que van surgiendo. Así, en los primeros días de Octubre, cuando el malestar, el cansancio y los deseos de regresar, que el cauto ligur preveía, comenzaron a cundir entre los tripulantes de la Santa María, las dotes de mando y la capacidad resolutiva de Martín Alonso quedaron expuestas al abordar esta situación, que Colón no supo atajar, restableciendo la disciplina en la armada y propiciando decisivamente la continuación del viaje, cuando estaban a escasas jornadas de tierra americana.

 Hasta ese momento, las relaciones entre ambos líderes eran buenas. Circunstancia que acabará cuando, tras el Descubrimiento, el ya Almirante Colón se muestra excesivamente celoso de su gloria y privilegios. Así, al adelantarse el 21 de Noviembre Pinzón con la Pinta, separándose de las otras naves y llegando antes a la isla que buscaban, Colón no duda en hacer contra él las más graves e infundadas acusaciones. La enemistad entre ambos marinos se mantuvo ya hasta el regreso. Colón llegó a Lisboa y Martín Alonso arribó al puerto gallego de Bayona la Real. Luego ambas carabelas pusieron rumbo a Palos, en cuyo puerto entraban con unas pocas horas de diferencia el 15 de Marzo de 1493. Martín Alonso, que venía agotado y gravemente enfermo, murió a los 15 o 20 días, enterrándosele, según fue su última voluntad, con un hábito franciscano por sudario en la Iglesia del Monasterio de La Rábida, a los pies de la Virgen de los Milagros.

III. VICENTE YÁÑEZ PINZÓN

 Le sucedió en el liderazgo de la familia, y de la marinería palerma, su hermano Vicente Yáñez Pinzón. El Capitán de la Niña, que no se había separado de Colón en todo el viaje, y que oportunamente le salvó tras el naufragio de la Santa María, cuando la nao capitana, mandada por Colón, encalló en un banco de arena de La Española durante la noche de Navidad. Entonces envió el batel de la Niña y recogió a los náufragos, entre ellos al Almirante, al que ya transportaría en su nave hasta llegar a Palos.

 A pesar de todo, Colón, que le debía gran parte del éxito de su expedición y quizás también la vida, expuesta en el naufragio de Navidad y en la terrible tormenta que soportaron en las Azores durante el viaje de regreso, le hizo partícipe del rencor que sentía hacia su hermano Martín Alonso, por lo que el capitán de la Niña, aunque nunca le recriminó nada y habló siempre de Colón con la discreción y objetividad que le caracterizaban, se apartó prudentemente del Almirante, desligando su destino de un hombre que, sin duda, le había tratado, no sólo a él sino también a su familia y a su pueblo, con evidente desagradecimiento e injusticia.

Vicente Yáñez debió nacer en 1462 , por lo que era el más joven, con diferencia, de los hermanos, siendo muy probable que tomase el apellido de Rodrigo Yáñez, un alguacil de Palos que sería su padrino. La tradición en Palos señala su solar en calle de la Ribera. Desde muy niño aprendió el arte de navegar de su hermano mayor, sin duda uno de los mejores navegantes de la época, y participó desde su adolescencia, que fue tiempo de guerra, en combates y asaltos. Se casó dos veces, la primera con Teresa Rodríguez, que le dio dos hijas: Ana Rodríguez y Juana González . La segunda, al regreso de su último viaje a Yucatán, en 1509, con Ana Núñez de Trujillo, con la que convivió en Triana hasta su muerte.

 Las primeras noticias documentadas sobre Vicente Yáñez son varias denuncias sobre asaltos a naves catalanas y aragonesas que realizó, desde que tuvo sólo 15 años, entre 1477  y 1479 . Una época de guerra con Portugal en la que Palos participó activamente y que agravó su habitual escasez de trigo. Sus vecinos se quejaban de pasar hambre y las órdenes reales a varios lugares de que permitieran el abastecimiento de cereales a Palos fueron desobedecidas. Los Pinzón, asumiendo sus responsabilidades como líderes naturales de la comarca, atacaron carabelas que transportaban fundamentalmente trigo. ¿Hay que explicar las razones?

 Vicente Yáñez fue el primero en aceptar la invitación de enrolamiento de su hermano cuando Martín Alonso decide apoyar la expedición de Cristóbal Colón. Juntos  fueron visitando, casa por casa, a sus parientes, amigos y conocidos, animando a embarcarse a los más destacados marinos de la zona. Rechazaron los barcos embargados por Colón, contratando navíos más adecuados, y aportaron de su hacienda medio millón de maravedíes.

 Como capitán de la Niña sus intervenciones fueron fundamentales durante el viaje, animando a proseguir la expedición cuando hasta el propio Colón quería volverse, sofocando las protestas de los marinos de la Santa María, acudiendo al salvamento de éstos cuando la nao naufragó y trayendo al Almirante de regreso a España.

 En 1495 lo encontramos preparando dos carabelas, la Vicente Yáñez y la Fraila , para participar en la Armada que Alonso de Aguilar, hermano mayor del Gran Capitán, iba a dirigir contra el Norte de África, pero sobrevienen las guerras de Nápoles y se dirigen a Italia, desde donde no retornan hasta 1498, recorriendo de paso las costas de Argel y Túnez.
 

IV. EL DESCUBRIMIENTO DEL BRASIL

 Ese mismo año, la Corona decide permitir a particulares que realicen viajes de descubrimiento. Después de capitular en Sevilla con el todopoderoso obispo Fonseca, en nombre de los Reyes , el 19 de Noviembre de 1499, con cuatro pequeñas carabelas, por propia iniciativa y a sus expensas, salió Vicente Yáñez del Puerto de Palos. Le acompañaban gran cantidad de parientes y amigos, entre ellos, como escribano, Garcí Fernández, el famoso físico de Palos que apoyó a Colón cuando nadie lo hacía, sus sobrinos y capitanes Arias Pérez y Diego Fernández Colmenero, hijo primogénito y yerno, respectivamente, de Martín Alonso, su tío Diego Martín Pinzón con su primos Juan, Francisco y Bartolomé, los prestigiosos pilotos Juan Quintero Príncipe, Juan de Umbría, Alonso Núñez y Juan de Jerez, así como los marinos Cristóbal de Vega, García Alonso, Diego de Alfaro, Rodrigo Álvarez, Diego Prieto, Antón Fernández Colmenero, Juan Calvo, Juan de Palencia, Manuel Valdobinos, Pedro Ramírez, García Hernández  y, por supuesto, su hermano Francisco Martín Pinzón.

 El relato de este viaje aparece en varias crónicas. De ellas, las Décadas del Nuevo Mundo, escritas en 1501 por el milanés Pedro Mártir de Anglería , son las más cercanas en el tiempo y basadas en informes de testigos presenciales, entre ellos el propio Vicente Yáñez, pero, sobre todo, Diego de Lepe, el capitán palermo que hizo un viaje "gemelo" del de Pinzón, salió de Palos un mes y medio o dos meses después y siguió su rumbo hasta adelantarle en el río Amazonas. También es bastante interesante la versión del Gonzalo Fernández de Oviedo en su Historia General y Natural de las Indias , pues "conoció y trató" a Pinzón que le proporcionó muchos de los datos que narra. En cuanto a las respectivas Crónicas del padre Las Casas y Antonio de Herrera, se basan la de fray Bartolomé en Anglería y la de Herrera en el dominico .
 
 En su peculiar y florido lenguaje, Pedro Mártir de Anglería nos informa de que, pasadas las Canarias y las islas de Cabo Verde, las naves de Vicente Yáñez tomaron rumbo Sudoeste hasta perder de vista la Estrella Polar. Por primera vez, los marinos españoles pasaban el Ecuador y se adentraban en el Hemisferio Sur. Contingencia grave, porque lógicamente no sabían guiarse por las estrellas del cielo austral.

 Oviedo no relata el viaje. En cuanto a Las Casas sigue sustancialmente a Anglería, aunque con más austeras expresiones, afirmando que "tomado el camino de las Canarias y de allí a las de Cabo Verde, y salido de la de Santiago, que es una dellas, a 13 días de enero de 1500 años, tomaron la vía del Austro y después al Levante, y andadas, según dijeron, 700 leguas, perdieron el Norte y pasaron la línea equinoccial. Pasados della, tuvieron una terribilísima tormenta que pensaron perecer; anduvieron por aquella vía del Oriente o Levante otras 240 leguas". Herrera dice lo mismo, pero hace constar, cuando narra el paso de la línea equinoccial, que Vicente Yáñez fue "el primer súbdito de la Corona de Castilla y de León que la atravesó".

 Por fin, nos dice Anglería, "el 26 de enero vieron tierra desde lejos, y observando la turbiedad del agua del mar, echaron la sonda y hallaron una profundidad de 16 codos, que vulgarmente llaman brazadas. Acercáronse y desembarcaron y, habiendo permanecido allí dos días, pues no encontraron en ese tiempo hombre alguno por más que vieron huellas suyas en la playa, grabaron en los árboles y rocas próximas al litoral los nombres de los Reyes y los propios, con noticia de su llegada, y se marcharon".

 Nada más. Asombrosa la parquedad de palabras del exuberante Pedro Mártir, sobre todo comparada con la anterior parrafada y con lo que del mismo hecho dice Las Casas cuando afirma que el "26 de enero vieron tierra bien lejos; [ésta fue el cabo que agora se llama de Sant Agustín, y los portugueses la Tierra del Brasil: púsole Vicente Yáñez  entonces por nombre Cabo de Consolación]".

 El fraile sevillano insertó en su obra dos afirmaciones muy importantes: primero que el cabo al que llegó Pinzón y bautizó como Consolación era el Cabo conocido como San Agustín. Segundo que Vicente Yáñez tomó posesión de la tierra. Fray Bartolomé sigue el relato del milanés, pero no duda en completarlo con las informaciones y convicciones que ha ido recopilando en el transcurrir de los años. Para él no existía la menor duda: el Cabo de Santa María de la Consolación era el de San Agustín, primera tierra descubierta en el Brasil por Vicente Yáñez Pinzón que tomó posesión de ella.

 Ante la actitud hostil de los indígenas deciden izar las velas y seguir navegando hasta que llegaron a "otro río, pero no con suficiente profundidad para ser recorrido con las carabelas por lo cual enviaron a tierra para reconocerla cuatro esquifes de servicio con hombres armados. Éstos vieron sobre una eminencia próxima a la costa una multitud de indígenas, a quienes, enviando delante un soldado de infantería invitaron a tratar. Pareció que ellos intentaban apoderarse y llevarse consigo a nuestro hombre, pues así como éste les había arrojado para atraerlos un cascabel, ellos, desde lejos, hicieron otro tanto con un palito dorado de un codo; y al inclinarse el español para cogerlo, rodeáronlo rápidamente con ánimo de apresarlo; pero nuestro infante, protegiéndose con el escudo y la espada de que estaba armado, se defendió hasta que sus compañeros lo ayudaron con los botes".

 El triste resultado de este primer enfrentamiento cruento fueron, según todos los cronistas, 8 españoles muertos y más de una docena de heridos, siendo entre los indígenas bastante más numerosas las bajas. Los cronistas coinciden en la narración, con la matización de Oviedo, quien dice que fue una "pieza de oro labrada" lo que usaron los indios como cebo.

 De este episodio deducen algunos autores, aventuradamente, que los indígenas conocían la ambición de oro de los cristianos. En primer lugar, el "palito de oro" que, poco a poco, de cronista en cronista, pasó a ser "pieza de oro labrada" no fue recuperado, por lo que nunca sabremos si de verdad era oro o no. En segundo lugar, lo que en todo caso demostraría la ambición de los europeos por el oro no sería el que se lo lanzaran, sino que el español fuera a recogerlo, pues también los cristianos presumieron un irresistible interés de los indígenas por los cascabeles y sin embargo no les prestaron ninguna atención. Sencillamente, los cristianos lanzaron para iniciar un trueque unos objetos que para ellos no tenían valor y los indios hicieron otro tanto. Los cristianos supusieron que los cascabeles les gustarían y se equivocaron, los indígenas lanzaron un palito dorado y acertaron. La intencionalidad no queda demostrada.

 Sin embargo, este hecho, así como una cruz encontrada por la expedición de Diego de Lepe, y que según el profesor Manzano no les hubiera sorprendido tanto, ni Juan de la Cosa la hubiera reseñado en su famoso mapa, si hubieran creído que la habían colocado allí los hombres de Yáñez, son los endebles argumentos con los que este autor pone en duda que el verdadero descubridor del Brasil fuera Pinzón, y atribuya, sin más, dicho mérito a la expedición del portugués Duarte Pacheco  en 1498, que nadie sabe exactamente a dónde fue, porque las circunstancias políticas aconsejaron mantenerlo en secreto.

 Una hipótesis con la que no podemos estar de acuerdo por ser demasiado aventurada y gratuita, no sólo porque los argumentos, repetimos, son muy endebles, sino porque el secreto y el descubrimiento, no son conceptos que se lleven bien. Descubrir no es sólo llegar, es tomar posesión, grabar nombres, dejar constancia de que se ha llegado, hacer que un escribano levante acta del acontecimiento, saber con mayor o menor exactitud a dónde se ha llegado, medir, cartografiar, y, sobre todo, informar a reyes, cosmógrafos, cronistas, marinos, por citar algunos oficios, y público en general, de tal manera que las tierras a las que se ha llegado se incorporen al general conocimiento de la cultura, de la civilización que envía esa expedición. Eso es descubrir. Y eso no sucedió a partir de la llegada, si es que llegó, de Duarte Pacheco a la costa brasileña, sino de Vicente Yáñez Pinzón, único marino que merece el título de descubridor del Brasil. Título que, por cierto, no le escatimaron ni discutieron, como veremos, sus contemporáneos, ni españoles, ni portugueses.

 Tampoco nadie le disputó el título de descubridor y primer explorador del Amazonas, lugar donde tuvo lugar el enfrentamiento relatado, en la boca del Pará, y del que se marcharon entristecidos a causa de los muertos hasta llegar a lo que creyeron otro río que se encontraba a 40 leguas. En realidad, como ya afirma Oviedo en su crónica, se trataba de la otra orilla, la otra boca del inmenso Amazonas. Asombrados comprueban que el agua dulce se introduce 40 leguas en la mar, y renuevan toda el agua de sus vasijas. Decididos a investigar el secreto de un río tan poderoso se dirigen hacia él y, según Anglería, "descubrieron que desde unos grandes montes se precipitaban con gran ímpetu ríos de rápidas corrientes. Dicen que dentro de aquel piélago hay numerosas islas feraces por la riqueza de su suelo y llenas de pueblos. Cuentan que los indígenas de esta región son pacíficos y sociables , pero poco útiles para los nuestros, ya que no consiguieron de ellos ningún provecho apetecible, como oro o piedras preciosas; en vista de ello, se llevaron de allí 30 cautivos. Los indígenas llaman a dicha región Mariatambal; empero, la situada al oriente del río se dice Camamoro, y la occidental Paricora. Los indígenas indicaban que en el interior de aquella costa existía cantidad no despreciable de oro".

 Oviedo afirma categóricamente que fue Vicente Yáñez Pinzón "el primero cristiano y español que dio noticia deste grand río", al que ya denomina Marañón, nombre que también utiliza Las Casas, aunque afirma no saber quién y por qué lo bautizaron así. Además el dominico añade la sorpresa que les produjo el fenómeno del "macareo", pues estando en el río "con el gran ímpetu y fuerza del agua dulce y la de la mar que le resistía, hacían un terrible ruido y levantaba los navíos cuatro estados en alto, donde no padecieron chico peligro".

 Entretenidos en esta exploración del Amazonas, fueron sobrepasados por la expedición de Diego de Lepe, que les venía siguiendo desde Palos. Así pues, en el Amazonas concluyeron los descubrimientos, estrictamente hablando, de Pinzón por tierras brasileñas. Desde allí, nos dice Anglería, que siguieron la costa con rumbo "al occidente hacia Paria, en un espacio de 300 leguas, hasta la punta de tierra donde se pierde el polo ártico". Este punto es especialmente interesante y sobre él volveremos más adelante, al tratar sobre la polémica en torno a la situación del Cabo de Santa María de la Consolación.

 Anglería sigue informando sobre el viaje de Pinzón, su llegada al Marañón, (el Orinoco, aunque Las Casas llame así al Amazonas). Desde allí continuaron hasta Paria, donde precisamente cargaron tres mil libras de palo "brasil", uno de los pocos productos que reportaron beneficios en este viaje. Con viento noroeste navegan entre varias islas, muy fértiles pero poco pobladas por la  crueldad de los caníbales. Desembarcan en varias de ellas, descubriendo la isla de Mayo, pero los indígenas huyen. Encuentran enormes árboles y, entre ellos, un asombroso animal marsupial.

 Habían recorrido ya 600 leguas, y pasado ya por La Española, cuando en el mes de julio sufrieron una terrible tempestad, que hizo naufragar dos de las cuatro carabelas que llevaban en los bajos de Babueca, y se llevó a otra, arrancándola con violencia de sus anclas y haciéndola perderse de vista. Estaban desesperados cuando, afortunadamente, al cesar la tempestad volvió la carabela que creían perdida, tripulada por 18 hombres. "Con estas dos naves hicieron rumbo a España. Maltratados por las olas y habiendo perdido no pocos compañeros regresaron al suelo natal de Palos, junto a sus mujeres y a sus hijos, el 30 de septiembre".

 Este viaje, que fue el más largo e importante realizado en la época por sus resultados geográficos, fue en cambio un desastre económico. Pese a todo, los Reyes se mostraron muy interesados por la posesión de la inmensa costa descubierta por Pinzón, así que trataron de estimularle para que volviera a ella, por lo que el 5 de Septiembre de 1501 firmaron con él una capitulación  en la que, entre otras cosas le nombran Capitán y Gobernador de "la dicha punta de Santa María de la Consolación y seguyendo la costa fasta Rostro Fermoso, e de allí toda la costa que se corre al Norueste hasta el dicho río que vos possisteis nonbre Santa María de la Mar Dulce, con las yslas questán a la boca del dicho río, que se nonbra Mariatanbalo". Y además le concedían la sexta parte de todos los productos que se obtuvieran de aquella tierra, siempre que volviera a ella "dentro de un año, que se cuente del día de la fecha desta capitulaçión e asiento" .

 Indudablemente, los Reyes demuestran que conceden mucha importancia a los descubrimientos de Pinzón y que confían en su valía para seguir prestándoles servicios, por eso, para premiarle por lo que había conseguido, al mismo tiempo que lo animaban y ayudaban para seguir sirviéndoles, el viernes 8 de Octubre de 1501 fue nombrado caballero por el Rey Fernando el Católico en la torre de Comares de la Alhambra, el Palacio Real de Granada .

  Todo fue inútil, Vicente Yáñez Pinzón no pudo o no quiso realizar este viaje. Generalmente se suele decir que la falta de recursos del capitán palermo le impidió realizarlo. Seguramente fue así. Sin embargo, ya vimos como Yáñez podía conseguir crédito cuando era necesario, aunque fuera a muy altos intereses. Por tanto, no conviene desechar la posibilidad de que ya en fecha tan temprana dudara, a raíz de los viajes portugueses a esas costas, de la soberanía de los reyes españoles sobre ella en razón del Tratado de Tordesillas y, por consiguiente, de su facultad para otorgarle a él su gobernación.

Manzano intenta demostrar que Pinzón volvió a esas tierras por él descubiertas en 1504, en un gran esfuerzo por aclarar la confusa narración de Pedro Mártir de Anglería sobre el último viaje de Vicente Yáñez donde mezcla sus andanzas con Solís por el Golfo de México con una vuelta a las tierras halladas en 1499, en un periplo absurdo y sin sentido. ¿Para qué había de volver Pinzón al Brasil? ¿Para verificar que los cálculos de los portugueses eran correctos e informar sobre ellos a los Reyes? Esto es posible, pero la capitulación de 1501 decía que Pinzón fuera a sus expensas, corriendo con unos gastos que su penosa situación económica hacían muy gravosos, y ese esfuerzo ¿para qué? ¿Para comprobar que ni él ni España tenían derechos sobre esta tierra? ¿Navegando con tanto secreto que ninguno de sus contemporáneos se enteró? ¿Arriesgando su vida y la de su tripulación más de lo normal por llevar sólo una carabela? ¿Acaso no había anotado bien los datos en su primer viaje que tuvo que repetirlo, pasar por los mismos sitios de nuevo? Y cuando en 1513 prestó declaración, con tanta exactitud y honradez que delimitó perfectamente entre la costa que había descubierto de la que simplemente había "corrido", ya que admitía que su hallazgo correspondía a su paisano Diego de Lepe, ¿por qué no se muestra tan concreto sobre su llegada al Cabo de San Agustín, sin la más mínima referencia a que hubiera estado allí en la segunda y no en la primera vez?

 Demasiadas preguntas sin respuestas en este supuesto segundo viaje de Pinzón al Brasil, demasiadas interrogantes a partir de un relato confuso y desordenado de Pedro Mártir de Anglería. La verdad es que las andanzas de Vicente Yáñez entre 1502 y 1504 aún no están aclaradas.

 En cambio, desde la primavera de 1505 lo volvemos a encontrar en España, concretamente en la Junta de Navegantes de Toro, en la que, por una capitulación fechada el 24 de Abril se le nombró capitán y corregidor de la isla de San Juan o Puerto Rico. También participó como experto convocado por la Corona en la Junta de Navegantes de Burgos de 1508 para retomar de nuevo el tema de la búsqueda de un paso hacia las islas de las Especias. Último viaje del capitán palermo, con Solís en el que recorrieron las costas de Darién, Veragua y Paria, actuales de Venezuela, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras y Guatemala. Al no encontrar el paso buscado, rodean la Península de Yucatán y se adentran en el Golfo de México hasta los 23,5º de latitud Norte, protagonizando uno de los primeros contactos con la civilización azteca.

 Al regreso de ese viaje, Vicente Yáñez se casa por segunda vez y se establece en Triana, testificando en 1513 en los Pleitos Colombinos contra el Almirante con su acostumbrada moderación. En 1514 se le ordena acompañar a Pedrarias Dávila al Darién, pero Vicente Yáñez se encuentra enfermo y pide que se le excuse. Era el 14 de Marzo de 1514, y éste es el último documento en que se le menciona. Según su amigo, el cronista Fernández de Oviedo, Vicente Yáñez murió este mismo año, probablemente a fines de septiembre, con la misma discreción que vivió, sin que se sepa el lugar donde fue enterrado, seguramente en el cementerio de Triana. Un triste y oscuro final para el más grande de los grandes navegantes de su época.

V. EL CABO DE SAN AGUSTÍN.

 Desafortunadamente no terminaron con su muerte los intentos de relegar a Vicente Yáñez Pinzón. Hoy, cuando se van a cumplir quinientos años de su principal descubrimiento: el Brasil, conmemoración que ha propiciado el hermanamiento entre Palos de la Frontera, su pueblo natal y punto de partida de su expedición el 19 de noviembre de 1499, con el Cabo de Santo Agostinho, punto de llegada y primera tierra hallada en la costa brasileña, ya hemos visto como se debate su condición de descubridor de este inmenso territorio, basándose en endebles y confusos argumentos, discutiéndole un título que nadie le disputó en vida.

 Del mismo modo, un buen número de teorías han surgido en los últimos años poniendo en duda la identidad del Cabo de San Agustín con el Cabo de Santa María de la Consolación, el famoso punto de llegada de Pinzón al Brasil. Por ello, presentaremos algunos documentos, dejaremos hablar a los testigos que protagonizaron estos acontecimientos, aclarando algunas cuestiones, y expondremos finalmente nuestra conclusión al respecto.

 En primer lugar, contamos con el testimonio de Juan de la Cosa en su conocido mapa de 1500, inmediato a los hechos y primero donde se representan las tierras descubiertas, donde, señalando el cabo de Santa María de la Consolación, el marino de Santoña afirma que "este cavo se descubrió en año de mil y CCCCXCIX por Castilla syendo descobridor vicentiañes". Como naturalmente saben el descubrimiento fue en enero de 1500, pero los hombres de Diego de Lepe fueron los que informaron a Juan de la Cosa, y como ellos llegaron después que Yáñez hubiera descubierto supusieron que lo había hecho a finales de 1499. El dato irrefutable del mapa es el descubrimiento de Pinzón, refrendado inmediatamente por la expedición de Lepe que le seguía, que incluso llegan a afirmar que "doblaron el cabo", lo cual no tiene que ser necesariamente hacia el Sur, pues como efectivamente afirma Manzano, la vía del sur sólo la siguió un castellano en esta época: el regidor moguereño Alonso Vélez de Mendoza, pero pudieron doblarlo hacia el Norte. Así pues, tenemos confirmado el descubrimiento de Vicente Yáñez, ratificado por Lepe e "inmortalizado" por Juan de la Cosa en su mapa.

 En cuanto a los primeros Cronistas o Historiadores de Indias, como hemos visto, señalan todos de forma unánime y sin ninguna duda a Vicente Yáñez Pinzón como descubridor del Brasil. En cuanto al punto de llegada, Pedro Mártir de Anglería, con extraña parquedad considerando su habitual locuacidad, menciona el Cabo de Santa María de la Consolación. Fray Bartolomé de Las Casas identifica ya dicho cabo con el de San Agustín. Y Herrera, directamente, afirma que llegaron al Cabo de San Agustín, que antes se llamó de la Consolación.

 En los años 20 de este siglo, ya el padre Ángel Ortega advertía que había que tener cuidado con las crónicas, y se refería especialmente a la del milanés, pues su confusión de los hechos en el último viaje se estaba transmitiendo a muchos historiadores. Y sobre las declaraciones de los testigos también advierte el investigador franciscano, lo mismo que hizo miss Gould, que algunos marinos hablan de un "segundo viaje, (de Pinzón) porque cuentan el que había hecho primero con Colón" .

 Respecto a los Pleitos de Colón, cuando el Fiscal de Su Majestad Pedro Ruiz llama a declarar en 1513 a los protagonistas de estos descubrimientos les hizo la siguiente pregunta:

"PREGUNTA VI: Si saben que Vicente Yáñez Pinzón e los que con él fueron a descubrir, descubrieron hacia la parte de levante a la costa que está descubierta hasta la punta que llaman de Santa Cruz e de San Agustín, e de aquí entró en la boca del río grande donde hallaron el agua dulce que entraba en el mar, e que el Almirante ni otra persona destos reynos nunca antes descubrieron aquella costa, salvo el dicho Vicente Yáñez Pinzón por su industria, e que el dicho Vicente Yáñez no vino con el dicho Almirante cuando dice que descubrió a Paria".

 Contestaron a dicha pregunta, en Santo Domingo:

 - Juan de Jerez: "Que fue con Vicente Yáñez a descubrir la primera vez estas provincias. (...) Que lo sabe como se contiene porque iba de piloto en el dicho viaje".

- Cristóbal de Vega y Diego de Alfaro: Que lo saben, etc. porque iban en el viaje en que dicho Vicente Yáñez fue el primero en descubrir, etc.

 - Bartolomé Roldán: "Que Vicente Yáñez  fue a descubrir mes y medio o dos meses antes que Diego de Lepe y después fue el dicho Diego de Lepe en cuya compañía iba este testigo por piloto".

 - Rodrigo Álvarez y el piloto Andrés Morales confirman igualmente este descubrimiento.

 Contestaron a la misma pregunta en Sevilla:

- El propio Vicente Yáñez, avecindado en Triana, el 21 de marzo de 1513, que afirmó saber "lo contenido en esta pregunta como en ella se contiene" (...) "porque este testigo es el mismo Vicente Yáñez Pinzón e sabe e es verdad que descubrió desde el cabo de Consolación, ques en la parte de Portugal e agora se llama de Sant Agustín, e que descubrió toda la costa de luengo corriendo al occidente la quarta del norueste que ansí corre la tierra e que descubrió e halló la mar dulce que sale quarenta leguas en la mar e laguna dulce e ansímismo descubrió esta provincia que se llama Paricura e corrió la costa de luengo fasta la boca del Drago e que allí halló este testigo la nueva quel dicho don Cristóbal Colón había llegado a la dicha boca del Drago, e que pasó adelante a la Española como dicho es" .

- Juan de Umbría: "Que sabe e vido que el dicho Vicente Yáñez  Pinzón con cuatro carabelas armadas de sí e de sus parientes fueron desde el río de Saltés a descubrir, e que descubrieron 800 leguas de tierra a costa de norueste a sueste, porque este testigo era piloto del dicho Vicente Yáñez  Pinzón, e que allí hallaron agua dulce que entraba en la mar de 20 leguas, e que nunca antes que esta tierra descubriesen no había ido por allí el dicho Almirante ni otra persona destos reinos...".

 Respondieron en Palos:

 - Arias Pérez: "Que es sobrino de Vicente Yáñez e fue con él en dicho viaje por capitán".

- Diego Fernández Colmenero, casado con una hija de Martín Alonso: "Que lo sabe como en esta pregunta se contiene, porque el mismo viaje quel dicho Vicente Yáñez  Pinzón fue a descubrir lo contenido en esta pregunta, este testigo fue por capitán de un navío de los que el dicho Vicente Yáñez  llevaba, e que tomaron su derrota de las islas de Cabo Verde dende la isla del Fuego e fueron fasta que descubrieron la tierra firme, e dende allí vinieron costeando e descubriendo desde Rostro Hermoso, que le pusieron al tiempo, fasta juntar la tierra con la Paria en que hobo 800 leguas de costa, que la dicha tierra no estaba descubierta antes, e quel dicho Vicente Yáñez  y este testigo tomaron la posesión de la tierra por S. A. e cortaron muchos ramos de árboles, e en algunos principales lugares hacían cruces en señal de posesión e poniendo otras cruces de madera"

- García Fernández, físico de Palos, de probada credibilidad: "Que lo que sabe este testigo es que fue con el dicho Vicente Yáñez  Pinzón cuando se descubrió lo contenido en la dicha pregunta por escribano de S. A. e que vido quel dicho Vicente Yáñez  descubrió las costa de Paria fasta la punta de Santa Cruz y saltó en tierra con cantidad de su gente y cuatro escribanos, de cada una nao el suyo, de S. A. e en señal de posesión ficieron cruces e pusieron nombre allí donde tocaron este día Rostro Hermoso, el día que la dicha tierra se descubrió; allí estuvieron ciertos días e se partieron de allí tomando la vuelta del norueste corriendo la costa hacia la dicha Paria, e que de allí deste Rostro Hermoso se halló por los pilotos haber 750 leguas fasta la bahía de Paria, e que de allí corrieron la dicha vuelta e tocaron en un seno de dos bajos el uno de la parte del mar y el otro de la parte de tierra, e que de antes nunca había sido descubierta ni hombre la había descubierto; todo lo qual este testigo vido a vista de ojos, e que se descubrió por el dicho Vicente Yáñez Pinzón e por su buena industria e que fue lo que descubrió dende que dieron en Rostro Hermoso que fue la primera tierra hasta la Paria 750 leguas de costa según dicho de los pilotos que fueron Juan de Umbría e Juan de Jerez e otro vecino de San Juan del Puerto que este testigo no se acuerda su nombre".

- Diego Prieto, confirma lo contenido en la pregunta.

 Declararon en Huelva:

- Antón Hernández Colmenero: "Que al tiempo que el dicho Vicente Yáñez  Pinzón, e los que con él iban, fueron a descubrir, este testigo iba en el navío del dicho Vicente Yáñez  Pinzón, e vido como el dicho Vicente Yáñez e los que con él iban fueron hacia la parte de levante desde la isla de Cabo Verde, e fueron la vía de surueste entremedias del sur, y el dicho Vicente Yáñez  y los que con él iban hallaron la tierra firme, e saltó en la barca del navío donde iban y no consintió que ninguno de los que con él iban saltase en tierra salvo el dicho Vicente Yáñez  Pinzón e ciertos escribanos que iban con el dicho navío por el Rey nuestro señor, los quales saltaron con el dicho Vicente Yáñez  Pinzón en la tierra, e este testigo vido como el dicho Vicente Yáñez  Pinzón tomó la posesión de la dicha tierra firme en voz e en nombre del Rey nuestro señor".

 - García Hernández: "Que lo que sabe de esta pregunta es que lo sabe como en ella se contiene. Preguntado cómo lo sabe, dijo que porque este testigo al tiempo que Vicente Yáñez  Pinzón y los que con él iban, fueron a descubrir, este testigo fue con ellos y vido como el dicho Vicente Yáñez  descubrió él y los que con él iban facia la parte de levante a la costa que está descubierta facia la punta que llaman de Santa Cruz e de San Agustín, e que de allí vido este testigo como entró en la boca del río grande contenido en esta pregunta, donde fallaron el agua dulce, y aun este testigo dice que bebió della, el qual entra en la mar, e que sabe que al tiempo quel dicho Vicente Yáñez fue en el dicho viaje, nunca fue el Almirante ni otra persona alguna destos reynos, porque aquella costa nunca la descubrió otra persona ninguna salvo el dicho Vicente Yáñez".

 Contestaron en Lepe:

- Pedro Ramírez: "Que sabe quel dicho Vicente Yáñez Pinzón fue a descubrir y este testigo fue con él, e fueron derechamente a las islas de Antonio que son del rey de Portugal a hacer carnage, e que de allí partieron la vía del sursudeste para ir en busca de descubrir, e pensaron no hallar tierra dende en tres o cuatro meses, e al cabo de catorce días dieron en tierra firme la vía del sursudeste, e dieron en un cabo al qual pusieron nombre Rostro Hermoso...".

 - Manuel Valdobinos: "Que fue con el dicho Vicente Yáñez  Pinzón la segunda vez que fue a descubrir e que sabe e vido quel dicho Vicente Yáñez  descubrió partiendo de Cabo Verde al sursudeste e que fallaron tierra a 500 leguas, a la qual tierra no había llegado ningún navío ni estaba descubierta, e allí puso el dicho Vicente Yáñez  por nombre Rostro Hermoso, que agora diz que se llama Santa Cruz e San Agustín, y el dicho Vicente Yáñez  tomó la posesión por el Rey, y de allí corrieron al norueste fallando en el camino muchos ríos e puertos yendo costeando e dieron en un río grande fasta Paria....".

 Testigos y más testigos, hombres que estuvieron presentes en los descubrimientos, que cuentan lo que vieron "a vista de ojos", que declararon en distintos lugares y en distintas fechas a una misma pregunta, y que coinciden en lo fundamental: Vicente Yáñez Pinzón descubrió el Cabo de Santa María de la Consolación en enero de 1500 y este fue llamado luego Cabo de San Agustín. Cualquier tribunal, cualquier jurado actual no tendría dudas sobre la veracidad de unos hechos confirmados desde tan diversas perspectivas. Y así se admitió sin más durante mucho tiempo. Pero quizás esto era demasiado claro, demasiado simple, y, como se suele decir, sólo se pueden escribir diez folios sobre las certezas y mil sobre las dudas.

 Por eso tal vez, algunos historiadores empezaron a destacar las pequeñas discrepancias entre los testigos, que hablaban de memoria de unos acontecimientos que habían sucedido al menos 13 años antes, y, sobre todo, a resaltar datos de la narración caótica que Pedro Mártir de Anglería hace del supuesto segundo viaje de Pinzón a la costa brasileña, que el milanés sitúa en 1509, y en la que afirma que Vicente Yáñez llegó a los 7º de latitud Sur. Así, desde hace unas pocas décadas, no antes, y esto creo que es digno de tener en cuenta, el Cabo de Santa María de la Consolación va ascendiendo hacia el Norte por la costa brasileña.

 Primero a la zona Noroeste del actual Cabo de San Agustín, ubicándolo en Rostro Hermoso, donde Vicente Yáñez tomó posesión de la tierra, por segunda vez, la primera fue en Santa María de la Consolación sólo con los escribanos, pero en la siguiente lo hizo con asistencia de mayor número de participantes que luego recordaron este hecho. Sin embargo, Pinzón distinguió claramente al mencionar sus descubrimientos entre el Cabo de la Consolación y Rostro Hermoso, lo mismo que también los distinguieron los Reyes al capitular en 1501 con el capitán palermo.

 Y ya iniciado el debate, el famoso cabo sigue ascendiendo hasta llegar a ser identificado por algunos con el Cabo de San Roque, y éste ya se encuentra a 5º de latitud Sur. Pero ni siquiera se detuvo allí, poco a poco lo siguieron llevando hacia el Norte, y parece que se ha detenido, al menos de momento, en la Punta de Mocuripe, cerca de la actual Fortaleza, a 3º 42' de latitud Sur, donde lo coloca Max Justo Guedes , comandante de la marina brasileña, argumentando con tan buenas razones su decisión que convence al parecer a Morison, Ramos y hasta a Manzano. Por fortuna, ya no queda mucho espacio para que el Cabo de Santa María de la Consolación pueda seguir ascendiendo, porque sencillamente se nos va al hemisferio Norte.

 Recordemos que Anglería afirmaba que las carabelas de Pinzón siguieron la costa con rumbo "al occidente hacia Paria, en un espacio de 300 leguas, hasta la punta de tierra donde se pierde el polo ártico". Este punto es especialmente interesante porque, según Damiao Peres , la Polar o Estrella del Norte se divisa, o se deja de ver a los 2º 30' de latitud, y Pinzón dice haber navegado 300 leguas hasta Cabo de San Vicente, a los que podríamos añadir las 40 de anchura del Amazonas, la provincia de Camamoro y la costa de Rostro Hermoso hasta llegar al Cabo de Santa María de la Consolación. Mucha distancia para que quepa en 1º y 12', y se pueda situar dicho Cabo en la Punta de Mocuripe a 3º 42'. Aún considerando que el total de costa recorrida sea sólo de 300 leguas, para hacerlo coincidir con las 240 o 246 que navegaron las naves durante la ida después de que dejaron de ver la Estrella del Norte, serían suficientes para que no cupieran, no ya sólo en 1º y 12' sino en una mayor amplitud latitudinal.

 Considerando que 1º grado de latitud serían unas 20 leguas, si tomáramos las 300 leguas en dirección meridiana, o sea Norte - Sur, ello nos llevaría el Cabo de Santa María de la Consolación a 15º Sur, muy cerca por cierto de donde lo colocó el cartógrafo Andrés Morales en la junta de pilotos que en noviembre de 1515 se reunieron en Sevilla para determinar la posición del famoso cabo. Manzano dice que debió confundirle la información que recibió del viaje realizado al Sur del Cabo de San Agustín por la expediciones de Alonso Vélez de Mendoza y portuguesas, lo cierto es que el mapa de Morales fue el preferido por la Corona y por Fonseca, ¿a pesar del error o precisamente por él? El error era demasiado grosero para que un cartógrafo lo cometiera involuntariamente.

 Efectivamente no se puede considerar la dirección meridiana, pero es que basta con establecer las 300 leguas de costa recorrida  como hipotenusa de un triángulo imaginario, y tomar el ángulo que forma la costa brasileña con la dirección meridiana, para que cualquiera, con un simple cálculo trigonométrico, pueda comprobar que las naves de Pinzón se desplazaron de 5º a 6º de latitud hasta ver la Polar, y sumándoles los 2 grados y medios a los que antes hicimos referencia, llegamos a unas cifras que oscilan entre los 7º a los que se refiere Vicente Yáñez, cuyo carácter le hizo siempre pecar por defecto más que por exceso, y los 8 grados y medio de latitud Sur, que obviamente pasan por lo 8º que Américo Vespucci midió para este cabo y los 8º 20' del actual Cabo de Santo Agostinho. En definitiva, podemos jugar con las cifras cuanto queramos, pero lo cierto es que Vicente Yáñez Pinzón sabía muy bien lo que decía cuando afirmaba que era su cabo de Santa María de la Consolación, lugar de su llegada a Brasil, lo que luego llamaron Cabo de San Agustín.

 El propio Manzano, desde luego una verdadera autoridad en el tema e Hijo Adoptivo de Palos de la Frontera desde 1992, admite que Pinzón llegó a "un punto de la costa brasileña situado en 7º de latitud Sur, un poco por debajo del cabo de San Roque, y que bien pudo ser, -como así lo cree él-, el cabo de San Agustín ". Eso sí, lo admite para el segundo viaje de Pinzón al Brasil en 1504 que intenta demostrar. Parece como si, al adoptar la tesis de Guedes, lo que verdaderamente le interesa es utilizar esta hipótesis para distinguir entre el primer viaje, cuyo máximo avance hacia el Sur sería la Punta de Mocuripe, cerca de la actual Fortaleza, del segundo viaje, en el que afirma estar convencido de que Pinzón llegó efectivamente a Cabo de San Agustín.

 La verdad es que este hipotético segundo viaje de Vicente Yáñez al Brasil es muy confuso, porque se basa en informaciones muy enrevesadas, especialmente de Anglería, y en sibilinas interpretaciones de algunas declaraciones de testigos en los Pleitos Colombinos. Pero, pese a los encomiables esfuerzos del doctor Manzano y su gran erudición, cuando intenta describir este segundo viaje, el resultado que obtiene es un periplo sospechosamente parecido al primero. Demasiado parecido. Y nos encontramos a un Vicente Yáñez empeñado en repetir absurdamente sus acciones, como si el tiempo no hubiera transcurrido, como si no hubiera tenido que recibir ya una abundante información de otros navegantes que habían explorado ya estas costas. El resultado, pues, es un viaje hecho de retazos bastante improbable, aunque ciertamente no imposible.

 De cualquier modo, esta distinción del profesor Manzano entre el primero y el segundo viaje de Pinzón a Brasil, implica su aceptación de que el Cabo de Santa María de la Consolación no sea el Cabo de San Agustín, aunque admita que el capitán palermo llegara a éste en 1504. Entonces afirma, colocándose según dice junto a Guedes, Morison o Ramos, que el Cabo de Santa María de la Consolación es la Punta de Mocuripe. Y sin embargo... su inconsciente le traiciona, entendiendo como inconsciente el índice de topónimos de su obra , tomo I, página 605, en la que junto al nombre de Cabo de San Agustín escribe, y cito textualmente, "(también: Santa Cruz/ Consolación/ Santa María de la Consolación)". Es decir, admite la identidad de estos topónimos. ¿Pudiera ser que, ante la polémica, una el nombre del Cabo de Santa María de la Consolación con el de todos los que actualmente se disputan el serlo? No. Nada en Punta de Mocuripe, página 601. Nada en Fortaleza, página 595. Nada en Cabo de San Roque, página 606.

 En el índice onomástico, topográfico y bibliográfico del profesor Manzano los dos supuestos viajes de Vicente Yáñez Pinzón convergen de nuevo, y, por tanto, el cabo de Santa María de la Consolación, el lugar donde se inicia el descubrimiento del Brasil, vuelve a ser el Cabo de San Agustín.

 En cualquier caso, frente a las incertidumbres de estas teorías y estudios, por supuesto muy loables, de historiadores que tratan, a nuestro juicio, de hilar demasiado fino con hilos todavía muy gruesos, siempre tendremos como  referencia cierta la declaración de Vicente Yáñez Pinzón en 1513, cuando le responde al fiscal:

"que sabe lo contenido en esta pregunta como en ella se contiene, lo qual sabe porque este testigo es el mismo Vicente Yáñez  Pinzón e sabe e es verdad que descubrió desde el cabo de Consolación ques en la parte de Portugal e agora se llama de Sant Agustín..."

 Una referencia segura porque coincide con la de los marinos que le acompañaron, con los de la expedición "gemela" de Diego de Lepe, y, sobre todo, porque sólo dos causas existen para que Vicente Yáñez pudiera errar en esta afirmación: ignorancia o maldad, y ninguna de las dos son probables o creíbles cuando se conoce la personalidad del capitán palermo.

 Cuando el fiscal le interroga sobre cómo sabe  lo contenido en su pregunta dice "porque este testigo es el mismo Vicente Yáñez Pinzón". Obviamente, nadie podía pretender saber mejor que él las tierras que descubrió. Hoy, por lo visto, sí lo pretenden. Pinzón tenía una bien ganada fama de experto navegante y descubridor. Su carrera es impresionante y ni siquiera la del Almirante, al que ayudó decisivamente junto a su hermano, puede superarla. Sería muy extenso relatar la multitud de testimonios de los marinos que le trataron y reconocen su pericia y su elevado conocimiento del oficio. El propio Américo Vespucio, que en teoría le superó al ser nombrado Piloto Mayor de la Casa de la Contratación, y cuyo nombre sirvió para bautizar al continente, no duda en afirmar que Vicente Yáñez Pinzón había sido el verdadero maestro de los pilotos  de la carrera de Indias.

 Y el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo nunca le menciona sin admiración, afirmando que tenía "reputación de uno de los más diestros hombres que había entre los pilotos del Rey y de aquel tiempo". O sea, de su época, no sólo españoles, sino también extranjeros, lo cual entonces significaba especialmente portugueses. Y el testimonio de este cronista es de mayor valor porque dice "Yo le conoscí e tracté, e era uno de los hombres de la mar que yo he visto más bien hablado y que mejor entendía su arte".  Oviedo lo tenía muy claro en materia de credibilidad en los descubrimientos, y por eso alguna vez, para validar la veracidad de su relato, creyó más que suficiente decir "lo supe del mismo Vicente Yáñez, que hasta el presente no hay otro autor de tanto crédito".

 Sería descabellado pensar que, cuando Vicente Yáñez identifica el Cabo de Santa María de la Consolación con el de San Agustín, pueda confundirse por ignorancia, Él era el descubridor. El navegante con mayor experiencia, reconocido por marinos, pilotos, capitanes y cartógrafos, además de por la propia Corona que lo tuvo por experto consejero en estas materias en las Juntas de Toro y Burgos, y que, incluso cuando declina la invitación real para acompañar a Pedrarias Dávila por encontrarse enfermo, le comenta al rey que la flota va falta de pilotos y éste se dio buena prisa en transmitir a los organizadores de la expedición el consejo de Pinzón para que le pusieran remedio. Por todo ello, podemos sin dudar hacer nuestras las palabras de Oviedo y decir que en la cuestión del famoso cabo " no hay otro autor de tanto crédito".

 Ahora bien, ¿pudo Vicente Yáñez mentir? ¿Pudo equiparar el Cabo de Consolación al de San Agustín sabiendo que este dato era falso por interés propio o de su país? Menos. Si el error por desconocimiento es poco probable, la mentira en boca del que fue un joven corsario es imposible. Manzano lo refleja cuando narra el nombramiento de Caballero de Pinzón: "La singular merced de la caballería que recibe el paleño de manera directa, de manos del propio monarca, realza ante nuestros ojos la personalidad del agraciado, pues la singularidad del honor recibido revela una recia personalidad, adornada de excelentes cualidades humanas (valor bien contrastado en arriesgadas empresas de mar y tierra, amor a su patria y a sus Reyes, conducta personal intachable...)  (...) Y no es necesario dejar volar la imaginación para reconstruir la buena imagen de nuestro protagonista, porque ahí están para probarlo las sinceras y elogiosas palabras que sobre su persona pronunciaron muchos de los que le conocieron y trataron en la comarca de Palos y en la Corte: "Bicente Añes... hera persona muy onrrada"; "era muy especial onbre"; "era persona muy prençipal e muy esforçado", declaran algunos de sus coterráneos en las diferentes probanzas de los Pleitos colombinos cuando se refieren a su persona. (...)  Su recia personalidad y su hombría de bien lo destacaron siempre sobre el resto de los navegantes que en aquella época arriesgaban constantemente sus vidas y haciendas en temerarias empresas de descubrimiento de un Nuevo Mundo. Fernando el Católico fue el primero en reconocer sus relevantes méritos y le honró con la codiciadísima merced de la caballería que ennoblecía a él y a sus descendientes en una época tan poco proclive a semejantes encumbramientos de personas carentes de sangre azul".

 Pinzón además declara que el Cabo está "en la parte de Portugal", con honradez, así lo cree, y esto lo afirma dos años antes de que se reúnan los expertos para decidirlo por fin. Sabiendo que él, su descubridor, ratificaba y aceptaba que no era de su país. Nadie había perdido con ello más que él, a quien le hubiera correspondido ser Capitán y Gobernador de estas tierras. Vicente Yáñez estaba a un año de su muerte. Nunca se le encontró una falsedad en ninguna declaración, hizo afirmaciones que fueron claramente contra sus intereses, se mostró siempre exacto, no se hacía eco de rumores, y fue objetivo, estricto y moderado. A veces se ha dicho que murió pobre porque le faltó ambición, pero también puede decirse que le sobró honradez para ello. Indiscutiblemente, no podemos ni considerar la posibilidad de que expusiera un testimonio falso voluntariamente.

 Por ello, su declaración es digna del mayor crédito, Vicente Yáñez a esas alturas, cansado y enfermo, ya hacía tiempo que tenía asumida la pérdida de toda la costa brasileña que él había descubierto, nada ganaba mintiendo y no iba a empañar su prestigio fundamentado en toda una vida de honradez. Estoy completamente seguro que hoy lo que más le agradaría a Vicente Yáñez Pinzón, al que fue un joven corsario, sería que, después de todo, un colegio del Cabo de San Agustín lleve su nombre.

 
VOLVER