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"Mary
Cassatt en el Louvre", una joya del impresionismo, fue comprado por teléfono.
No pudo venderse un cuadro de Gauguin por el que pensaban obtener 20 millones
de dólares.
La
voz del rematador inglés sonó seca y solemne en la sala de subastas de Sotheby''s
consagrada a la muy anunciada subasta de arte impresionista. "Pasa" dijo
y así se esfumaron las posibilidades para la venta de "Mujeres cerca de
las palmeras", el cuadro de Paul Gauguin cuya expectativa de venta trepaba
a los 20 millones de dólares. Esta obra era la vedette de los doce cuadros
que Amalia Fortabat había dispuesto para la ocasión. El remate había arrancado
en nueve millones y medio y fue subiendo hasta once millones pero se clavó
sin comprador alguno. En ese momento, la sala poblada por una babel de millonarios,
enmudeció. Antes,
tras un sostenido duelo de compradores telefónicos, la coleccionista argentina
consiguió vender el cuadro "Mary Cassatt at the Louvre" en quince millones
de dólares. La operación se había iniciado sobre una base de nueve millones
y de ahí fue subiendo en saltos de doscientos cin cuenta mil dólares.
Los operadores Charlie y David sostuvieron un toma y daca de varios minutos
hasta que uno de los compradores telefónicos ofertó los quince millones
y se quedó con la obra. En Sotheby''s, sin embargo, esperaban que el cuadro
trepase hasta los 18 millones. Los rumores, además, adjudicaban a la millonaria
argentina un cuadro de Corot que se vendió en 600.000 dólares. Cifra baja
en el contexto del remate.
Fortabat
no estuvo presente y Sotheby''s intentó mantener esta venta en secreto,
tal vez a pedido de la propia coleccionista con quien la galería forjó
una larga relación. Fue precisamente allí donde Fortabat había comprado
estas mismas obras en los años 80.
Su
nombre salió a relucir en noviembre de 2001, cuando el New York Times
escribió un artículo sobre la empresaria. Entonces, había decidido retirar
sus obras del mercado, porque temió un bajón en los precios debido a los
atentados del 11 de septiembre. La versión de que Fortabat estaba lista
para desprenderse de importantes cuadros de su colección encendió una
ola de murmullos no sólo en Nueva York, sino también en los círculos de
arte de Londres. Así, se atribuía su desprendimiento a problemas económicos.
Los
magnates con dificultades financieras suelen ser un bocadillo de la prensa
en los Estados Unidos. En 1999, el hermano del sultán de Brunei, el príncipe
Jefri Bolkiah, debió deshacerse de una preciosa estatuilla de Degas en
las galerías de arte de Nueva York. El chisme corrió como un reguero de
pólvora en distintos medios.
En
Nueva York, el nombre de Amalia Lacroze de Fortabat no se maneja a nivel
público. Pero en los círculos donde se entretejen las lujosas tertulias
de beneficencia, su figura no pasa desapercibida.
Por
cuadros de la calidad y rareza de los que Fortabat quiso vender ayer,
su colección fue incluida entre las más importantes del mundo por la revista
Art News, hace algunos años. No en vano, otra publicación especializada,
la revista Art and Auctions, que se dedica exclusivamente al mercado de
arte en Nueva York, eligió el Gauguin para ilustrar su última tapa.
Las
ventas de arte moderno e impresionista son los más importantes remates
tanto en Sothebys como en su rival Christie''s. En esta temporada, estas
galerías esperan vender en total más de 500 millones de dólares.
Sin
embargo, esta subasta es especial. Ocurre luego de que Sotheby''s fuera
obligada a desembolsar 512 millones de dólares, por haber conspirado con
Christie''s para arreglar precios y comisiones. El ex presidente de la
galería, Alfred Taubman, fue condenado a un año y un día de prisión, mientras
que su ex jefa ejecutiva, Diana "Dede" Brooks, arrastra seis meses de
arresto domiciliario. |
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Paul
Gauguin: la estrella que no fue
En
1891, Paul Gauguin se hartó de lo "artificial y convencional" de la civilización
europea, y partió hacia los mares del sur para explorar otras culturas
y también su propia personalidad. Al poco tiempo de hacer pie en la isla
de Tahití, en el Pacífico, pintó con gran colorido y fuerza una tela que
llamó, Tahitian Women near the palms (Mujeres tahitianas junto a las palmeras).
En
la obra, aparecen dos figuras femeninas de abundante pelo negro. Pero
el propósito de Gauguin no sólo era resaltar la belleza de las mujeres
aborígenes de Tahití, sino el paisaje tropical de la isla, del cual se
había enamorado. "La representación que hace Gauguin de la topografía
montañosa de Tahití y las abundantes palmeras dominan la composición y
su monumental escala acentúa el sentido de exotismo y la reverencia que
sintió por su entorno", señala el catálogo de Sotheby''s.
En
su momento el cuadro causó sensación. Fue uno de los primeros de Gauguin
en ser exhibido en los Estados Unidos. Ocurrió en Nueva York, en 1913,
en una exposición histórica. Antes de que lo comprara Amalia Lacroze de
Fortabat había pertenecido a la colección de Edgar William y Bernice Chrysler
Garbisch, la hija de Walter Chrysler, el magnate de la industria del automóvil.
Ella misma lo vendió en Sotheby''s en 1980. Y ahora, el que iba a ser
el cuadro estrella de la subasta, no tuvo comprador. |
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ANTECEDENTES
Coleccionista internacional
A
comienzos de los 80, The New York Times revelaba la presencia de "la dama
de blanco de origen argentino" en la sala neoyorquina de Sotheby''s. Esa
noche y por diez millones de dólares, Amalia Lacroze de Fortabat se convirtió
en la dueña del que en ese momento fue el cuadro más caro del mundo: Julieta
y su niñera, del inglés Turner.
Cuando
la convertibilidad era un buen negocio para los grandes empresarios, Amalita
se convirtió en una frecuente animadora de las subastas de Christie''s
y Sotheby''s. Junto con Eduardo Costantini, se trajeron a la Argentina
muchos cuadros emblemáticos del arte latinoamericano. Varias obras europeas
millonarias, en cambio, quedaron en el departamento que la Fortabat tiene
en la "Gran Manzana".
Costantini
logró ubicar Abaporu de la brasileña Tarsila do Amaral y el Autorretrato
con Chango, de la mexicana Frida Kahlo, en el Museo de Arte Latinoamericano
de Buenos Aires (MALBA). Pero hasta ahora, la señora de Fortabat no pudo
hacer lo mismo con la Serenata romántica de Pettoruti y las Tropillas
de Fader en el museo que le había proyectado en Puerto Madero el arquitecto
uruguayo Rafael Viñoly.
Pulverizada
la convertibilidad, y cuando la recesión se ensaña especialmente con la
construcción, la empresaria del cemento llevó de nuevo sus pinturas más
caras a las salas de subasta.
Por
Marina Aizen, clarin, 9 de mayo de 2002 |
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