El mayor
inconveniente que tiene la
inversión en I+D
es su elevado riesgo,
atribuible al
hecho de que es una activi-
dad onerosa con
unos resultados impre-
visibles.
Apostar por la
inversión en tecnología
propia y no
compartir con nadie el
esfuerzo
investigador, para no repartir
las ganancias que
se obtengan de la
innovación, es un
lujo que está al alcan-
ce de muy pocas
empresas. Algunas
condiciones,
tales como el ejercicio de
un claro
liderazgo tecnológico, no nece-
sitar recursos
complementarios, mejorar
una tecnología e
innovación ya introdu-
cidas con éxito
en el pasado y dirigirse a
mercados cautivos
o a nichos muy espe-
cíficos, favorecen esta opción y tendrán,
por tanto, que
tenerse en cuenta antes
de decidir la
estrategia a seguir.
Una empresa
sentirá la necesidad de
cooperar con otra
u otras cuando no
pueda llevar a
cabo sus proyectos y
cumplir sus
previsiones tecnológicas de
manera
autónoma.
La intención de
dominar unas competen-
cias tecnológicas
y el deseo de conseguir
el control de un
monopolio tecnológico
se han
convertido, estos últimos años, en
la principal
motivación esgrimida por las
organizaciones
que formalizan acuerdos
de cooperación.
En función de las com-
petencias
tecnológicas que se pretendan
desarrollar, las
empresas elegirán una
determinada forma
de cooperación.
En este sentido,
cuando una competencia
tecnológica deje
presagiar múltiples desa-
rrollos
posteriores, una alianza será muy
apropiada. Si se
prevé que la inversión
desembocará en
una competencia tecno-
lógica lo
suficientemente importante como
para crear un
nuevo núcleo a partir del
cual se
generarán nuevas competencias,
las empresas
preconizarán la formación de
una sólida
coalición que promoverá una
integración
tecnológica. «A priori», la alian-
za podrá
desaparecer una vez alcanzado
el objetivo
fijado por las empresas asocia-
das, pero cabe
la posibilidad de que la
envergadura del
proyecto y su plantea-
miento a largo
plazo desaconseje la desin-
tegración de la
coalición y recomiende, en
cambio, su
continuación impulsando nue-
vas iniciativas
inspiradas en la coopera-
ción inicial.
Esta clase de alianza podrá
quedar
materializada en operaciones de
fusiones
parciales o en «joint-ventures».
Por el
contrario, la consecución de una
competencia
tecnológica muy puntual,
para un uso
preciso, requerirá un com-
promiso
contractual no tan fuerte y con
escaso poder
estructurante. Es el caso de
empresas que
deciden intercambiar, de
forma ocasional,
informaciones y conoci-
mientos muy
específicos. La alianza
podrá quedar
reflejada jurídicamente en
una simple
agrupación de interés econó-
mico.
La globalización
del conocimiento hace
difícil que las
organizaciones, incluso las
que tienen
grandes presupuestos para
investigación,
hagan inversiones signifi-
cativas en todas
aquellas áreas especiali-
zadas de la
tecnología que podrían afec-
tar a sus
negocios.
El entorno
económico actual fomenta la
inversión en
investigación externa y,
sobre todo,
mixta, porque las empresas
prefieren buscar
aliados dispuestos a
apoyar y
compartir el riesgo de sus ini-
ciativas que
enfrentarse solas a un vasto
mercado
caracterizado por un elevado
nivel de
turbulencia.
Aunque las
empresas tienen la posibili-
dad de invertir
en aquellas áreas tecnoló-
gicas que son
importantes para su futuro
y comprar
empresas con tecnología y
habilidades
relacionadas con su negocio
principal, las
alianzas, sin lugar a dudas,
aportan una
mayor flexibilidad, por su
facultad de
pulsar, experimentar y sacar
ventajas de los
productos, tecnologías e
ideas de una
gama más amplia de com-
pañías.
Ventajas de
las alianzas
tecnológicas
Las alianzas
estratégicas concebidas con
un objetivo
principalmente tecnológico
presentan las
siguientes ventajas:
s Reducen los
riesgos de fracaso tecno-
lógico porque se
accede a recursos tan-
gibles e
intangibles complementarios
controlados por
los diferentes socios.
s Favorecen la comunicación y la trans-
ferencia
tecnológica entre los participan-
tes dispuestos a
cooperar entre sí.
s Facilitan la
obtención de sinergias tec-
nológicas entre
los distintos miembros.
s Posibilitan la
disminución de los cos-
tes de
investigación y desarrollo imputa-
bles a cada una
de las empresas colabo-
radoras.
s Unifican
criterios y propician el esta-
blecimiento de
estándares porque se
actúa de manera
conjunta.
s Aceleran la
concepción y difusión de
las
innovaciones.
s Ayudan a
proteger de forma más efi-
caz la
competencia tecnológica conse-
guida, ya que
las empresas seguidoras
no se atreverán
a imitar y enfrentarse a
compañías que
forman un bloque poten-
te y
homogéneo.