Llegué al Sáhara
el 23 de noviembre de l973 y me evacuaron en octubre de l975, pasé
casi dos años de mi vida allí ( los dos últimos años
del Sáhara como protectorado español) y ahora aunque han
pasado casi treinta años me acuerdo perfectamente del día
que llegué. Era un día luminoso, la luz fue una de las cosas
que más me impactó, el cielo era muy azul y claro, las arenas
desde el cielo se veían naranjas, eran distintas a las que yo conocía
y eso que gracias a Dios había conocido todas las que rodean a
España. Desde el cielo divisé Villacisneros muy pequeña,
era una península que por un lado tenia el océano Atlántico
y por el otro una ría de 25 kms de ancho, la península tendría
como mucho 20 kms en su parte mas ancha y unos 5 en la más estrecha.
El pueblo era pequeño estaríamos unas cinco mil personas
contando los militares y los legionarios.
En la parte antigua estaba el barrio saharaui, que rodeaba al antiguo
fuerte, allí también estaba el destacamento de artillería,
en el centro al otro lado del fuerte había una plaza en la que
había una fuente, era gracioso ver un sitio con agua y alguna planta,
protegida del aire por unos muretes, porque otra de las cosas clásicas
de Villacisneros era el aire, siempre hacia viento, no paraba nunca, disminuía
pero no paraba. Al otro lado de la plaza estaba la residencia del Gobierno
el hospital, la misión y enfrente la Residencia de Oficiales que
daba a la ría, era un poco mi casa porque no habia muchos sitios
donde ir. En la parte nueva estaban el aeropuerto y las casas militares
y unos dos kms. estaba el tercio Alejandro Farnesio el IV de la legión.
Después ya no había nada unas playas inmensas y luego desierto.
El desierto me decepcionó,
no era lo que me habían contado o lo que se veía en las
películas, por lo menos en Villacisneros el desierto era como "los
Monegros", un pedregal con algún matojo, tenia el suelo rizado,
eso si, se notaba que en un tiempo había sido un mar, de hecho
encontramos muchos fósiles de caracolas, estrellas de mar, etc.
Lo que sí me encantó
era el sol, se veía enorme, lo mismo que la luna, las noches de
luna llena eran espectaculares, lo mismo que los amaneceres y atardeceres.
La luna además de verse más grande cuando estaba creciente
o decreciente se veía tumbada en vez de con forma de C o D.
La temperatura era agradable
unos 25º todo el año. La primera Navidad que pasamos allí
recuerdo el pino que pusieron en la Residencia, parecía que se
lo hubieran dejado sin quitar desde el año anterior, eso de estar
en mangas de camisa y en la piscina en Navidad no parecía normal,
por no menos para mí que venía de Zaragoza. Hablando de
Navidad, otra cosa que escaseaba era la fruta y la verdura, allí
no había y había que esperar a que viniera el barco (cada
quince días) y cuando llegaba desaparecía de las tiendas
nada mas ponerla a la venta. La uva había que encargarla con dos
meses y como nosotros llegamos en noviembre, nos quedamos sin uvas para
el día de Nochevieja, así que en vez de uvas tomamos bombones,
que eso sí que había para dar vender y regalar, de todo
producto europeo enlatado había, era mas difícil conseguir
lo nacional.
El agua era potable en
Villacisneros, lo que pasaba era que olía mal, debía llevar
mucho sulfuro y olía como a huevos podridos, para ducharte y guisar
servía pero no para beber porque te tiraba para atrás. Y
con esto tuve uno de mis mayores problemas, porque a mí no me gusta
el agua con gas, y la que vendían allí se llamaba "firgas"
era canaria y era como el "Vichi" catalán con mucho gas,
asi que para poder comprar agua sin gas necesitaba receta, solo la vendían
en la farmacia y por cierto entonces me costaba 100 pts. lo mismo que
una botella de Whisky JB.
La comida era toda congelada,
o enlatada, lo único fresco que había eran los huevos.
Otra cosa que recuerdo
es que nos encontrábamos muy aislados como si estuviéramos
en otro mundo, la prensa llegaba tarde, también la traía
el barco, así que cada quince días, no había teléfono,
solo se podía llamar por radio, allí el correo era una bendición,
era lo único que más o menos llegaba a tiempo. No había
televisión, sólo un cine que ponían películas
antiguas.
Las casas no tenían
más de dos pisos, no había semáforos, casi no había
coches, desde luego habia poco ruido eso sí es cierto.
Los saharauis casi todos
se dedicaban al comercio, allí había un montón de
bazares como los de Canarias o Andorra, pero no había tiendas de
ropa ni calzado, solo había una panadería (sin pasteles)
y no había pescaderías, había mucho pescado pero
te lo tenías que pescar tu. Era el deporte preferido, todos los
europeos que vivíamos en Villa teníamos una caña.
Los saharauis eran gente amable y hospitalaria, en cuanto te conocían
te invitaban a tomar el té, hacían tres clases de te el
primero era amargo, el segundo normal y el tercero muy dulce.
La verdad es que no nos relacionábamos demasiado porque nuestras
costumbres eran muy distintas. Nosotros vivimos en una casa alquilada
a saharauis en su barrio y mis vecinos lo eran. Recuerdo que no tuve ningún
problema con ellos quitando el de las pinzas de la ropa. Tengo la mala
costumbre de dejarlas puestas en el tendedero y cuando subía a
la terraza a tender me habían desaparecido, se lo decía
a la vecina y ella con cara de asombro (como si no entendiera por qué
le preguntaba) me decía "tu no las usabas" y se quedaba
tan tranquila. Me hacia gracia que no tuvieran muebles, todo eran alfombras
y cojines y dormían sobre esteras. La mayoría de los hombres
vestían con la túnica azul aunque los mas jóvenes
iban de vaqueros, los niños iban con camisetas y sin pantalones,
al primero que ví le dí un caramelo y al día siguiente
tenía un montón en la puerta, eran divertidos todo el día
jugaban en la calle. La vecina estaba siempre vigilando a siete u ocho,
le pregunte si todos eran suyos, me dijo que sólo el bebé,
que ella sólo tenía quince años. Me quede muerta,
parecía mucho mayor y además estaba casada con un hombre
que podía ser su abuelo. Las mujeres iban con el velo negro que
les tapaba media cara y no salían solas nunca, siempre iban en
pareja, se casaban muy jóvenes. El hijo del vecino que tenia un
bazar donde íbamos a comprar nos dijo que se casaba, al decirle
si estaba contento nos dijo que su futura mujer era vieja, le pregunté
¿cuantos años tiene? Me contesto que 18, yo entonces tenia
23 y le dije "pues yo te debo parecer una abuela" me contestó
-no, tu joven, tu europea. Luego la conocí y era una niña,
de vieja nada, pero son modos distintos de ver la vida y en aquel momento
me alegré de haber nacido en Europa.
Nuestra vida era muy
tranquila, sobre todo el primer año que estuvimos, el segundo empezaron
los problemas en el Aaiún y desplazaron allí a casi toda
la guarnición, en Villacisneros nos quedamos las mujeres con mi
marido y su batería que defendían el aeropuerto y aunque
seguimos haciendo lo mismo ya no podíamos salir del casco urbano
por miedo a los atentados, aunque en Villacisneros los saharauis no eran
promarroquís y nos querían, jamás se metieron ni
conmigo, ni con mis amigas ni siquiera con nuestros maridos, ellos solo
querían ser independientes pero como se estaban poniendo las cosas
a favor de Marruecos sabían que el día que nos fuéramos,
los marroquíes les invadirían y eso les gustaba menos que
nuestra presencia.
Un día mi marido
vino a casa y me dijo haz las maletas que te vas con la niña. Yo
no quería irme prefería estar viendo las cosas por mal que
fueran que estar sin noticias. Pero no tuve opción me metieron
en un Hércules junto con mis amigas y cinco horas después
aterrizamos en Zaragoza ya no he vuelto nunca por allí, me imagino
que todo estará muy distinto, no sé si ahora me gustaría
verlo.
Elena Sorribas.
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