EL ATICO

 

 Daniela recorría la casa a la que recién se habia mudado. Para ella, divorciada, y con hijos ya independientes, no podia ser mejor. Pequeña y acojedora, lejos del ruido, rodeada de árboles. El patio tenía una terraza de madera de color natural. Una pequeña acequia dejaba escuchar el ruido del agua entre las piedras, más allá, el bosque otoñal, multicolor, y pleno de hojas susurrantes.

Encendió un cigarro. Se está bien aquí, pensó, con una soledad que yo he buscado, con la quietud que por tanto tiempo traté de encontrar. Se dirigió a la sala, aún estaba llena de cajas, y objetos desparramados por doquier. Un ventanal dejaba entrar el sol blanco de la mañana entre las viejas cortinas que habian dejado los antiguos dueños. Recorrió la casa. Queria estar segura de que no estaba soñando. Abrió la puerta principal y caminó al jardín. No tenía  prisa de nada, sólo la prisa de atrapar sueños, de mirar en su interior buscando los recuerdos atesorados. Aspiró profundamente el aire frio de la mañana. Miró su casa, la suya, su refugio, su hogar de ahora en adelante.

Entró de nuevo, y recorrió las habitaciones. La única que ya estaba ordenada era su habitación. La última de la casa, con la vista al bosque, su escritorio frente a la ventana, para que el sol le diera la energía cuando se sentara a escribir. Su cama en el centro, al costado una mesita de luz y un mueble de madera clara, sobre el cual, lucían algunas fotos de sus hijos. Un vaso con hojas de color le daba un toque de alegria a todo. No tenia lujos, sólo unos cuantos muebles, ya viejos pero cómodos, que a veces le servían de lecho cuando no podía dormir y encendía el televisor.

Puso un disco compacto, muy viejo ya. Las notas tan conocidas, llenaron  la casa, la voz tan amada una vez, le llegó al alma. Lentamente dejó que las lágrimas rodaran por sus mejillas. Las dejó caer, ya nada le impedía llorar a gritos si así quería. Se sirvió un café, y encendió otro cigarro. Los recuerdos llegaban como ráfagas, muy suaves al principio, para convertirse luego en huracanes de pensamientos, de sentimientos acallados por tanto tiempo. Pensó en su vida anterior, tan plana, sin saber realmente lo que era sentirse amada como siempre soñó que debía ser el amor, hasta  el día en que él entró en su vida. Lo amó intensamente, él la amaba igual, con una entrega absoluta, se sintió mujer, plena, llena de vida, de anhelos de hacer cosas, de escribir, de salir adelante en todo lo que se propusiera. Lo habia logrado, había logrado soltar las cadenas que la ataban…pero él, no le había creído, alejándose de su vida…

Por la noche ya estaba rendida, encendió la chimenea y se sentó junto a ella en el suelo, con su inseparable taza de café y una revista sin importancia en las manos. Nada rompía el silencio de la noche. Se adormeció. Despertó sobresaltada. Había escuchado unos ruidos. Prestó más atención,  los ruidos se repetían, pareciendo pasos, no sabía distinguir de donde provenían. Sin sentir temor, se puso de pié escudriñando los rincones. No había piezas desocupadas, puesto que la casa solo se componía de la sala, la cocina, y su habitación. Miró en el baño, tocando las paredes. Luego la cocina. Nada. Solo paredes. Luego su habitación. Todo en orden. ¿ Entonces de donde venian esos ruidos ?Abrió el closet, estaba como ella lo había dejado. Miró hacia arriba, y vió una tapa en medio de esa habitacion minúscula donde colgaba su ropa, acercó una silla y se subió a ella, con fuerza empujó la tapa, ésta se abrió…

Trató de mirar que había allí dentro pero no alcanzaba. Recordó que en el garage había visto una escalera. Sin pensar dos veces la fué a buscar, nada podría impedir que supiera lo que allí había. A pesar de no haber luz, natural o eléctrica, ella veía perfectamente lo que la rodeaba en la oscuridad del ático.Desde un rincón, una niña la miraba sonriente, como queriendo hablarle. Miró asombrada su rostro, la conocía, pero no lograba saber de donde. La niña desapareció. Siguió mirando, en medio de la sala un sillón, no podia ver quien estaba allí, se acercó cautelosa. Un hombre dormía, como si siempre hubiera estado alli. Su rostro…ella lo conocia, algo se movió en su corazón, despertando sentimientos que parecían olvidados, pero que seguían latentes dentro de su alma, seguía causando en ella esa sensación que siempre la intranquilizó cuando…Su sueño era pesado, estaba intranquilo. Iba a tocarlo, sintió deseos de acariciarlo como sabia hacerlo, de hablarle, de decirle cuanto lo amaba, no pudo… desapareció tambien.

Se quedó pensando, las escenas se iban presentando de a poco, le parecía reconocer lugares, rostros, sonrisas olvidadas. Ecos de voces lejanas que decían cosas que habia oido antes…Y sombras, muchas sombras. Entonces pareció volver en sí. Vió la tenue luz que llegaba desde la mesita de luz. Bajó de nuevo, poniendo la tapa de vuelta. Entonces lo supo, al verse de nuevo sentada junto a la chimenea, con la revista sin abrir entre las manos. Eran sus recuerdos, su vida, su propia vida vacía que volvia a ella, encerrada en el ático, esperándola para darle la ultima oportunidad de ser feliz. Sin pensar que era hora de dormir, y aún sintiendo la sensación de no estar sola, se sentó frente a su escritorio y empezo a escribir su primera novela…

 Lyly

Nov-14-2001