Un cuento sin importancia...

Hola, hoy les voy a contar una historia. No sé si los soñadores somos los locos, o si los locos somos los soñadores. 
Dá igual, las dos cosas me parecen bien.
Ahora quiero preguntarles, alguna vez, se han puesto a mirar un cuadro, y han tratado de entrar en el, solo con la imaginación?  Si nunca lo hicieron, les recomiendo que alguna vez traten, es una buena manera de relajarse, y ejercitar la imaginación

Hace unos días, fuí a hacerle una visita al dentista, después del consabido tome asiento y espere que la llamemos, me fuí a sentar en un cómodo sillón. Miré a cada una de las personas que estaban allí, tratando de imaginar como serían. 
La mayoria de rostros cansados e imdiferentes, sumidas en sus pensamientos, (autómatas) Algunas leían las viejas revistas de cada sala de espera, con los últimos chisme sobre Hollywood, otras encontraban alguna comadre y empezaban a hablar; me enteré de cada cosa! Escuché que la amiga de la comadre de la peluquera, anda en amoríos con don Pepe, el del banco, y los dos son casados, aunque claro, con diferentes personas...En fin, sepa Dios quien es esa gente...pero de que lo oi, lo oi...

Algunos chiquillos iban y venían nerviosos por lo que les esperaba, aunque a decir verdad, los métodos modernos son indoloros, siempre esta esa espinita....Después de observarlos a todos, me puse a mirar las paredes. Los clásicos cuadros de una sala de dentista, niñitos sonrientes mostrando sus cepillos,  uno que otro gráfico de montañas, y un gran aviso que decía: "Si quiere sonreir confiada, visite a su dentista al menos dos veces al año...". 
Pero, no me había dado cuenta que justo en un rincón, y como escondido, habia un óleo, representando, una vieja casa de campo. Habia mucha vegetacion a su alrededor. Me gustaba el colorido, y la textura del cuadro. 
Pensé que el pintor había disfrutado pintando con todo detalle ese paisaje tan especial. Me lo quedé mirando; me dije, ¿que pasará si entro a mirar lo que hay allí? Entonces, crucé el espacio con la imaginación y me encontré en el jardín anterior de la casa. Parecía muy descuidada. 
Dí una vuelta alrededor de ella, en el patio, había un enorme olivo, y sobre sus altas ramas, cantidades de gallinas, y sus familias plumíferas. Las gallinas, como toda gallina que se precie de tal, hacían un gran escándalo, reclamando no sé que cosas, y sus hijos, tratando de conciliar el sueño. El gallo,l ver a sus gallinas todas reunidas, lo ponía nervioso, y se hacía el dormido, pero no se perdía ni un detalle, ni un chisme que contaban sus esposas.
Al ver ese espectaculo tan singular, deduje que era el atardecer. 
Caminé un poco más, y ví allí a una mujer vieja ya, desdentada, agachada sobre una arteza donde lavaba la ropa. 
Sus cabellos grises estaban atados en un moño, y su prominente barriga mojada de agua jabonosa. Cada tanto se pasaba la mano enjabonada por la frente, por la que corria el sudor del cansancio.
A pesar de ese cuadro de pobreza y cansancio físico, la mujer cantaba muy despacito una vieja canción, que a mi parecer sólo ella conocía, porque mas que canción, eran notas que parecían escapársele del alma. Yo podía verla a ella, pero no ella a mí. 
El olor a jabón era fuerte, sin embrago no era desagradable, olor a jabón de lavar, olor a olivos...
Me alejé un poco mas; pasé bajo los naranjos perfumados, sus hojas muy verdes y brillantes, cobraban vida al atardecer, no era sólo el rumor de sus hojas lo que yo, mas que ecuchar, sentía, era el rumor de pájaros que se acomodaban en sus nidos, grillos, susurros del agua que corria por la acequia, hablando con las piedras que tocaba al pasar, cantos  de la prenoche se oían por doquier.  Los  dengues, abrían a esa hora sus flores multicolores y las madreselvas cerrando las suyas que sólo se levantaban con el sol; olor a tierra, a vida, olor a jabón de lavar, olor a olivos...
Qué diferente a la selva de cemento llamada ciudad! 

Aprovechando que mi presencia pasaba inadvertida, empujé la puerta y entré a la casa. Alli habian tres niños, entre cinco y diez años. Dos niñas, las mas grandes y el pequeñito. Las niñas jugaban con una muñeca de trapo, sucia y simpática, a la que hacían hablar. 
Con unas viejas cajas habían hecho una casa para LA MUÑECA. 
El pequeño lloraba. con la carita llena de mocos y mugre. 
La mayor de las niñas se acercó a el, y le pasó una manzana. 
Santo remedio! Pero se la comió en un dos por tres, y siguió con su letanía...mamiiiiiiiii.... mamaaaaaaaaaaá, manzana y mugre, lágrimas y mocos...soledad.
Las chicas dejaron de hacerle caso y siguieron en lo suyo. Dí una mirada a lo que me rodeaba. Una vieja mesa redonda, en el centro un florero con flores secas, algunas sillas desvencijadas; en un rincón una cocina rudimentaria, y algunos trastos negros por 
el humo. Miré mas allá, y vi dos camas, muy bien tendidas y muy limpias. Las paredes de madera y barro, lucían un color que una vez fué blanco, pero que con el paso de los años, se veian resquebrajadas y sucias. Al piso que una vez debió ser de madera, le faltaban pedazos, y dejaba ver la tierra. 
Muchos cuadros viejos y desteñidos, colgaban penosamente de las paredes, como sujetos sólo por los recuerdos. 
Salí de nuevo al patio, la madre ya había terminado su faena del día, y la ropa colgada al viento, jugaba con la noche que ya caía. 
La madre se secaba las manos en su delantal, y se las pasaba por el  pelo, vio aparecer la primera estrella, y sonrió. Mañana seria otro dia, ¿o la repetición del mismo? 
Un estruendo me hizo volver la cabeza, la rama de olivo donde descansaban las plumíferas, se habia roto, y toda la comunidad se habia venido al suelo, entre gritos y plumas, las gallinas 
olvidaron una vez más su compostura, y  gallo cacareando histérico, llamaba a su familia a la tranquilidad. 

Los chiquillos salieron corriendo de la casa, y se pusieron a reir al ver la lluvia de plumas que se esparcían por todos lados. De pronto, algo me llamó la atención, álguien decía mi nombre...mi vecina me tocó el brazo, y mirándome de una manera muy rara, me dijo; ¿Usted es Teresa? Me volvi hacia ella. -Si, le respondi, ¿nos cnocemos? 
.- No, me contestó, pero hace rato que la están llamando para su turno....Miré a mi alrededor,  todos los ojos estaban fijos en mi...Les sonreí...Disculpen...Estaba distraída... Y pasé al sillón de los tormentos.

Lyly 
Enero/25/2001/