Las siete lunas



Cuenta la historia, que en un reino muy lejano, vivia un príncipe. 
Su palacio era todo de cristal, rodeado por enormes arboles, los que sólo eran un pedacito del bosque gigante que lo rodeaba. 
El rey que vivia solo, era un hombre muy triste y muy desconfiado, pensaba que todos se reian de el, y siempre queria estar vigilando.
Por ese motivo su palacio era de cristal.
Este reino era un lugar muy especial, pues en su cielo verde-azul, habian siete lunas. Cada una de las lunas eran de diferentes colores.
La mas pequeña de ellas, era de color turquesa, y le daba la luz que el rey necesitaba para pensar, pues no pensaba mucho. Siempre estaba brillando aunque fuera de dia.
La segunda luna, tenía un color rosa encendido, que le daba el color a las flores que recién nacían en la primavera. 
La tercera luna era de color violeta, le daba el color a las flores favoritas del rey, las pequeñas violetas que todos ustedes conocen, y que cubrían grandes extensiones dentro de su jardín. 
La cuarta luna, era de color verde oscuro, el color de los árboles y el pasto, como tambien el color de los tallos y las hojas de las flores. 
La quinta luna, era de color amarillo, dándole al palacio los reflejos de todas las lunas, e iluminando el colorido que lo rodeaba.
Pero, la sexta luna, tenia un color negro, que reflejaba el corazon del  príncipe, que era muy malo con la gente de su reino. Trataba muy mal a todos, y todos sus súbditos, fingían quererlo para no ser castigados por el.
El en su ceguera y egoísmo, pensaba- que bueno soy, todos me demuestran amor, aunque yo no sea capaz de querer a nadie-. Sin embargo, el príncipe evitaba mirar esta sexta luna, se sentía inquieto, pues el sabía, que sólo era el reflejo de su propio corazón. 
La séptima luna, era de color blanco, era la mas grande de todas, brillaba mas que ninguna, y tenía una pureza extraordinaria. El principe  la miraba, y no entendia por que esta luna tan blanca, le daba paz a su alma. Entonces,
se sentía arrepentido de ser malo, por unos minutos, pensaba en sus súbditos, y se sentía lleno de amor por ellos, pero cuando esos pensamientos de bondad lo ponian contento, la luna negra se cruzaba por delante de 
la luna blanca, y el príncipe  volvía a ser malo; por esa razón, la gente de su reino vivía en mucha pobreza.
Un día, el príncipe escuchó a uno de sus sirvientes hablando del Reino del Arcoiris. Este reino, según decían, era radiante de felicidad, su colorido era exquisito y el rey y la reina de él, eran personas buenas y bondadosas.
Tenían una hija bellísima, tan bella como nunca ha existido nadie, además de linda, era buena y todos la querían. La princesa caminaba por los bosques, se reunía con la gente de la aldea, y reía y cantaba con ellos. 
El príncipe de nuestra historia, al oir ésto, exigió a sus sirvientes que pusieran los mas grandes tesoros 
de su reino en grandes baúles y fueran al Reino del Arcoiris a dejarlo como un presente a los reyes. Su intención era conocer a la princesa y casarse con ella.
Como el se sabía malo, no dejó que la luna negra lo tocara, y se dedicó por completo a mirar  la luna blanca, para llenarse de bondad. Cuando se sintió seguro de que era bueno, fué a visitar el Reino del Arcoiris, y a pedir la mano de la bella princesa. 
Al ver a un príncipe  tan joven y bueno, los reyes le entregaron a su hija, la que lloró mucho por dejar a sus padres y a la gente de la aldea.
Por el camino el rey cogía flores y las ponia en el cabello de su amada, la que habia llenado por completo su corazón, y por primera vez, se sintió feliz, reía con ella, y hasta cantaba lo que ella le enseñaba.
Pero a medida que se acercaban al palacio de cristal, ya nada era tan luminoso, y hasta las flores tenían un color pálido. La princesa extrañada preguntó a su esposo la causa de la palidez de las flores y el verde tan opaco de los árboles, entonces el príncipe, cambiando la conversación, le dijo que mirara las siete lunas. La princesa miró, y sintió miedo al ver entre todas las lunas de colores, aquella luna negra que parecía oscurecer todo. 
Le pregunto a su esposo - ¿ Por que una luna negra? El príncipe de nuevo desvió la conversación, diciéndole a su esposa que debían apurarse a llegar al palacio. La princesa muy pronto olvidó el incidente, y se maravilló con la belleza del palacio de cristal.
La servidumbre la esperaba sonriente, y quedaron prendados de su belleza y bondad, ella los saludaba a todos, quedando deslumbrados con la belleza de su sonrisa, y sus gestos amables.
El príncipe entonces, sintió que la luna negra lo tocaba, pero deshechó ese pensamiento, y siguió siendo bueno y gentil. 
Asi paso el tiempo, y la princesa quiso conocer la aldea,
y sin decirle a su esposo, salió una mañana en que el príncipe había ido a otro reino.
Al ver la pobreza en que los aldeanos vivían, sintió mucha tristeza, miró los niños enfermos y de caritas tristes y pálidas. Habló con las mujeres y los hombres, les prometió que todo iba a cambiar porque ella los ayudaría. Pero en su corazón, sintió un dolor muy grande al darse cuenta
que su esposo no era bueno y noble como ella creía, sinó un ser egoista y sin sentimientos.
Todos los días y como podía, sin que su esposo se diera cuenta, se iba a la aldea a hablar con la gente y los ayudaba a levantar sus casas y a poner comida en sus mesas.
Un dia el príncipe se dió cuenta de lo que hacía su esposa, entonces se puso a mirar las lunas, pero sólo una lo llenó por completo, la luna negra, sintió que la ira y la desconfianza llenaba su corazón. Cuando la princesa volvió a palacio, el príncipe, sin decir una palabra, la mandó encerrar en una habitación, la única que no era de cristal. La princesa entonces sintió tanta tristeza y soledad,
tanta angustia por la gente que seguiría sufriendo la maldad del príncipe, que murió.
Toda la aldea lloró al saber la muerte de su amada princesa.
Cuando el prícipe quedó solo, volvio a mirar las lunas. En cada una de ellas veía el rostro de la princesa. Un dia tomó su arco, y empezo a tirar flechas a cada luna en que veia a su esposa muerta. Pero volvía a verla en la siguiente, cuando fué el turno de la luna negra, y también la vió
alli, le disparó certero. Al romper la sexta luna, sintió que su corazon se llenaba de bondad y tibieza. Entonces lloró amargamente por haber sido tan malo y egoista. Se dió cuenta entonces que estaba totalmente solo, que nadie lo quería. Empezó a ayudar a su aldeanos, hasta el último dia de su vida. Cuando la luna blanca lo iluminaba todo, el rostro de su esposa lo miraba desde alli, sonriéndole con dulzura. Ya era muy anciano, y un día murió, acompa
nado de todos los aldeanos que lloraron su muerte con verdadero dolor.
Y en las noches podian ver al rey y la reina que los miraban sonrientes desde la bella séptima luna.


Cada vez que vean que brilla la luna llena, si se fijan bien, veran en ella los rostros del príncipe y la princesa  que una vez habitaron un palacio de cristal.
Y como todos los cuentos terminan, este terminó, y es hora que me vaya, para mirar la luna, y ver al príncipe y la proncesa, como sonríen desde la luna, cuando ustedes son buenos y felices. Pasó por un zapatito roto, que
otro dia...les cuento otro.


Lyly

Septiembre-15-2002