¿Cuál es el origen de un Líder?
Por: Lic. B.A. Karin Hiebaum
Entre los profesionales del management hay una pregunta que siempre ha
suscitado cierto interés: "El líder, ¿nace o se hace?". Las respuestas en ningún caso
son uniformes. Algunos directivos apuestan por que el líder nace; otros, que se
hace; y los más, piensan que el líder es un poco de todo: nace, pero también se
hace.
Mi visión personal, sin embargo, se aparta algo de las anteriores
propuestas. Más que hacerse, al líder -en buena medida- le hacen. La educación
es el auténtico baluarte del liderazgo.
"La clásica pregunta que la gente se hace en
torno al liderazgo es ésta: el líder, ¿nace o se hace?. Puede que al plantearse
la pregunta, flote en el ambiente la idea de un liderazgo carismático, unido al
poder, a la sangre o a factores de otro orden (religiosos, familiares,
etc.)
En algunos casos incluso puede tratarse de hijos de líderes famosos,
que en alguna forma podría afirmarse que han heredado de sus padres esa
condición o, al menos, esa inclinación que puede convertirse en vocación para
ellos. Sinceramente pienso que son casos minoritarios en torno a los cuales, sobre
todo hoy en día, no cabría apoyarse la tesis de un liderazgo hereditario
como tesis dominante a la hora de explicar el fenómeno.
Los líderes en el sentido tradicional del término saltan desde la mente sin
dificultad porque son sinónimo de grandes hombres (Alejandro Magno, Julio
César, Gandhi, etc.) Más recientemente podríamos decir Einstein, John F.
Kennedy, Juan Pablo II, Gorbachov, la Madre Teresa de Calcuta, Walea, Mandela,
o unos cuantos grandes generales, deportistas o científicos. Figuras de
primer orden que ha ejercido una influencia notoria como forjadores de la
sociedad actual.
No ponemos en esa categoría personajes como Hitler, que pueden representar
un tipo de liderazgo a nuestro modo de ver deficiente en un aspecto fundamental
que son los valores, lo cual se por sí lo reduce a una influencia carismática
pero manipuladora sobre las masas. Digamos que es el liderazgo o mal llamado liderazgo
de ese tipo de hombres excepcionales en su capacidad para el mal.
Sin entrar a discutir este tipo de liderazgo, cabría afirmar que no es el
que primariamente nos interesa cuando tratamos de responder a la pregunta si el
líder nace o se hace. No estamos averiguando por los líderes que nacen o que
heredan esas características, ni aquellos que por su grandeza han ejercido una
particular influencia en las colectividades. Nos parece que encarna un
tipo de liderazgo muy digno de ser tenido en cuenta.
Pero aquí nos preguntamos más bien por un
liderazgo que tiene que ver con el grupo humano que rodea al líder, con la
comunidad en la que ejerce su influencia. Entonces la superficie para encontrar
esos líderes, se torno más amplia, porque no necesariamente se está pensando en
grandes personales de la historia o del acontecer mundial.
Para responder si el líder nace o se hace
quisiéramos preguntarnos por un liderazgo que dependa más del efecto del líder
en los seguidores que de la personalidad misma del líder o de sus condiciones
excepcionales, sin que éstas dejen de ser importantes a la hora de considerar
su actuación frente al grupo de que se trata.
Con esa idea delante, entonces la respuesta más pertinente a esa
pregunta es que el líder no nace sino que se hace. Eso quiere decir que
estamos hablando de un liderazgo accesible a muchas personas, no reservado a
una élite o a una minoría, ni a los grandes personajes a los que antes nos
referimos.
Es un liderazgo que se asume, que resulta o que aparece en la
vida de muchas personas: en la empresa, en la familia, en la escuela, en la
universidad, en la iglesia, en el gobierno, en la política. Puede tratarse
incluso de un liderazgo situacional, ligado a unas circunstancias determinadas
y a un tipo de relaciones.
Digamos que hay líderes que no sólo no nacen,
sino que no necesariamente se hacen, como fruto de un proceso deliberado de
construcción del liderazgo, sino que surgen y crecen en ciertos ambientes. Pero
sí hay otros que se lo proponen explícitamente y se hacen líderes en virtud de
las responsabilidades que asumen y de la influencia que llegan a ejercer sobre
los demás por la ejemplaridad en su conducta y por su capacidad de arrastre y
de ayuda para conseguir determinados objetivos.
Son los líderes a los que corresponde la
afirmación que hace Toynbee: Aquellas personalidades creadoras que dan siempre
respuestas exitosas a los desafíos del medio y que en razón de su integridad y
de su compromiso con el grupo son libremente seguidos por la mayoría. Nos
parece que esta definición encarna de una manera bastante aproximada la esencia
del liderazgo, sin encorsetarlo en fórmulas psicológicas.
Dentro de la tesis de que el líder se hace cabe
más una concepción democratizante y participativa del liderazgo que una
elitista. Y tiene que ver más con un líderazgo que delega en el grupo la
posibilidad de tomar las decisiones (liderazgo democrático) que con un
liderazgo autoritario (que toma las decisiones unilateralmente o que se sirve
del grupo como una disculpa para aparentar la participación)."
"El futuro está en manos de la juventud -decía un pensador español-,
pero la juventud está en manos de quien la forme". La educación en la
infancia siembra hábitos que recogen conductas rectas en la vida adulta. Una educación tejida de
valores garantiza el ejercicio de un liderazgo eficaz. Saber de valores está
bien, pero lo importante es ponerlos en práctica; y la práctica, cuanto antes
comience, mejor:
"¿Te das cuenta de que lo más importante es el comienzo de cualquier
cosa, especialmente en el caso de que sea joven y tierno? Pues es entonces
cuando toma forma y adquiere la modelación que se quiere imprimir"
(Platón). La familia es el verdadero marco de referencia de las personas. Los valores se descubren en
casa y se afianzan a lo largo de la vida.