¿Qué es Exactamente el Liderazgo?
Gonzalo Rojas S.

Cada persona practica diferentes formas de emprender actividades, en las que sin embargo hay un denominador común: siempre se termina liderando o siendo liderado. Dicho de otra manera: siempre hay algunos que conducen y otros que son conducidos.

Pero en cuanto personas individuales no podemos ser agrupadas del todo en un  esquema "conductores" conducidos", ya que no somos divisibles absolutamente. Poseemos capacidades parcialmente parecidas o comunes, mas también diferentes. Sabemos que nos desarrollamos en una doble dimensión: aprendemos y enseñamos, conducimos y somos conducidos al mismo tiempo.

Consecuentes con lo recibido, tenemos la inexcusable obligación de conducir a otros. En esta tarea habrá personas con mayores o menores dotes naturales, pero nadie es mejor o peor que otro. Una diversidad nos marca y una unidad nos caracteriza.

Los líderes son personas que, en cualquier circunstancia de la vida, afinan la relación  medio "fin" tienen una finura de tacto más agudo en el modo de comprender la relación medios y fines.

¿El líder es nato o neto? ¿Nace o se hace? Es nato, pero hay en él contenidos netos que debe desarrollar. La clave para la configuración del liderazgo es cómo sea este desarrollo. Básicamente se distinguen tres situaciones: la de aquél que tiene los dones naturales para ser líder (llegada con la gente, atractivo personal, etc.) pero que no lo logra por negligencia, por no poner en acto dichos talentos; la del que, no teniendo los dones (personalidad tímida, insegura e inconstante), logra conducir a otros sólo accidentalmente y gracias a técnicas o instrucciones sin fundamento en su naturaleza; y, finalmente, la de quien reconoce dones potencialmente recibidos y que, a través de una formación adecuada, los dirige y aprovecha correctamente. Ejemplo de este último caso es Gabriela Mistral, quien "aprendió" (esta es la palabra clave) a conducir por medio de la palabra.

En la formación para el liderazgo es necesario que cada persona conozca la calificación de su propia vida: la estructura de sus fortalezas y debilidades. Para esto es indispensable un "análisis FODA" personal, mejor llamado examen de conciencia. En este esfuerzo se descubrirá el propio carácter, las virtudes ( las "disposiciones estables que incrementan la libertad", Alejandro Llano) y, en general, las debilidades que son un riesgo pero que pueden superarse.

En definitiva, la lucha por ser un buen líder se traduce en alcanzar virtudes, sean éstas especulativas (teóricas) o prácticas. El verdadero líder logrará equilibrar las de ambas clases, en una coherencia entre lo que piensa y hace. Sin embargo, y entre las virtudes del orden práctico, el líder debe poner especial interés en las llamadas cardinales.

1)    Prudencia. El líder pone los medios oportunos y adecuados al fin que desea conseguir. Por ejemplo, y si se trata de una clase difícil, sabrá amenizar con la anécdota oportuna; o ante una pregunta compleja huirá de la pasividad y dirá "no sé; lo investigaré". El líder prudente no es agresivo, sabe persuadir y ayuda a quitar los obstáculos.

2)    Fortaleza. El líder es una persona que no cambia, o que altera el rumbo pocas veces. Pero no por porfía ciega sino porque defiende los bienes arduos, muestra horizontes difíciles y sabe resistirlos. Todo esfuerzo que no es sostenido se pierde. El líder acomete empresas difíciles, es una persona emprendedora. No es fanático, porque puede transar en lo que no es absoluto o esencial, y por lo tanto no se obstina.

3)    Templanza. El líder tiene auto dominio y es capaz de reconocer sus errores. Desde luego no es "chabacano": su misión no es bajar el nivel sino subirlo. La templanza le permite convertir la charlatanería o chabacanería en verdadera alegría. Tener temple significa también ser resistente; de acero, pero flexible; adaptable sin cambiar.

4)    Justicia. El líder da a cada uno lo que le corresponde. En el caso de la docencia, quien conduce (el profesor) sabrá mantener la distancia. Su papel será ayudar siempre, estar dispuesto siempre, mas sin transformarse en un "amigote". Pues el verdadero líder, al ejercitar la justicia, pedirá siempre más de lo que se puede dar.

Así, el líder está continuamente preguntándose qué tan fuerte, templado, justo y prudente ha sido. Y, desde luego, con quienes trabaja. Pues el líder, en definitiva, es un servidor para quien aprender a obedecer ha sido requisito esencial para saber conducir.