Arqueo Aegyptos 

 Las Moradas Para La Eternidad De Los Altos Dignatarios Del Antiguo Egipto

 

Localización: El - Qurna, Oeste de Luxor

La morada para la eternidad de Ramose 

TT 55

Ramose fue un hombre que vivió durante la XVIII Dinastía. Fue un hombre de gran saber y de fortuna, pues Ramose tuvo el honor de servir a dos grandes monarcas del Imperio Nuevo, Amen-Hotep III y su hijo Amen-Hotep IV, Ajenatón.

Junto a él, emprendió el  viaje a la inmortalidad su esposa Meritptah. Es muy probable que no tuviesen hijos. Sabemos que sus padres fueron Neby y Apuya. Su padre ya había sido un alto dignatario, pues era el Inspector de los graneros reales de la Casa del Dios, tanto en la Alto como en el Bajo Egipto. Pero Ramose fue gobernador de la ciudad de Tebas y Visir del Bajo Egipto.

La suntuosidad de su morada para la eternidad es tan solo comparable con el vacío que la ocupó, pues el trabajo se interrumpió cuando el nuevo faraón, Ajenatón, ubicó la nueva capital muy lejos de Tebas. Sin embargo, ya en los años de trabajo en su interior, nos asalta un nuevo estilo de trabajo, el conocido como Amarna.

El modelo de su morada para la eternidad es grandioso. Una vez entramos por la escalinata, una rampa nos conduce al centro de un patio amplio.  Hallamos allí una sala hipostila con treinta y dos columnas. La  práctica totalidad de la decoración se halla en este lugar. Gran cantidad de material fue robado en los años de ocupación, y se volvió a usar en otras moradas. Sin embargo, lo más bello del repertorio, continúa allí.

En este lugar, hallamos un retrato de Ramose. Junto a él, vemos también a sus padres, hermanos y cuñadas. Lo más extraordinario de estos registros son el color. Todo carece de color, excepto los ojos. Ignoramos el porqué de esta curiosidad, pero sin embargo, ello las convierte en unas de las más bellas representaciones del Antiguo Egipto.

En la siguiente pared, nos hallamos a la comitiva funeraria. Los sirvientes de Ramose, así como los amigos más cercanos, llevan objetos y enseres al interior de la morada para la eternidad. He aquí, junto a estos registros, otra obra maestra, tan solo digna de los mejores obreros reales. La escena nos muestra a un grupo de mujeres, las plañideras, cuyos desconsolados llantos se alzan hacia el cielo en señal de luto y dolor.

La siguiente escena no es menos conmovedora. Ramose y Ajenatón se hallan ante una divinidad, Maat, la cual es agraciada con ramos de flores. Seguidamente, es Ajenatón quien ofrece a Ramose una condecoración, el oro al valor. La preciada condecoración tan solo obtenida por los más valerosos hombres, cuyos servicios han sido indispensables para el buen curso del país. A continuación, tras haber recibido el galardón, una delegación de embajadores extranjeros son recibidos por Ramose.

Finalmente, vemos a una serie de sacerdotes ante los difuntos y sus seres queridos. Se refleja el contenido de las ofrendas que se deben hacer, así como quien y cuando las debe ejecutar. También podemos admirar una escena  en la que tres ritualistas se hallan purificando las estatuas de Ramose y Meritptah.

Por último, un pasillo nos conduce a otra sala con ocho columnas y a la capilla funeraria. Pero todo se quedó a medias. Ramose abandonó Tebas, y puso rumbo hacia la Ciudad del Horizonte de Atón.

Junto a Ramose, se nos presenta un trozo de la última edad dorada del Antiguo Egipto. Podemos conocer un poco más como fueron aquellos días de gloria, y como lo vivió con gozo este alto dignatario del Antiguo Egipto.

 

© 2003, Amenofhis III (Luis Gonzalez Gonzalez) amenofhis_29@hotmail.com  

Retrato de Ramose

Ramose

Los padres de Ramose

Los padres de Ramose

Rostro de una mujer invitada al banquete funerario

Una invitada al banquete funerario

 

Escena de las plañideras llorando la muerte de Ramose

Las plañideras llorando a Ramose

Escena del transporte del ajuar funerario

Transporte del ajuar funerario

-Amenofhis