Esta
es una fecha mágica dentro del mundo de la egiptología, y dentro de
la historia del hombre.
En
aquel otoño de 1922,
Carter excavó bajo los vestigios de los
Ramsés. Creía firmemente que en un nivel inferior debía hallarse el
suelo original de la XVIII Dinastía. Cuando el obrero descubrió el
peldaño, lo primero que hizo Carter fue comparar las piedras de la
escalera con la KV 55 y la de Yuya y Tuya. Era, sin duda, una escalera
de la XVIII Dinastía. Descendió por aquella milenaria escalera de
piedra, y cuando vio los sellos de la necrópolis, supo que al fin había
llegado a su destino:
Tutankhamón
En
un momento inicial, hubo instantes de incertidumbre, puesto que
había indicios de que la entrada de la morada había sido abierta y
vuelta a tapar. Carter se temió lo peor, porque a la entrada, halló
varios fragmentos de objetos que contenían los nombres de
Thutmosis III,
Amen-Hotep III en unos escarabeos. Los nombres de
Ajenatón y
Smenjkare aparecían en unas cajas de madera. La idea inicial fue que
se hallaba ante un escondrijo, pero estaba equivocado.
Quitada
la puerta, apareció ante él un corredor lleno de cascotes. Fue
necesario un gran esfuerzo y dos días de trabajo para librar el
camino. En medio de aquella montaña de escombros, Carter halló una
cabeza de un muchacho, que florecía de una flor de loto. Restos de
alfarería y demás, fue anotado íntegramente.
Al
final del corredor, aparecía una segunda puerta sellada. Howard
Carter lo tuvo claro. Tras esto, una caótica decepción ó una alegría
para la eternidad.
Practicó
la abertura famosa, e introdujo la famosa vela a través del pequeño
hueco. Carnarvon pronunció la famosa pregunta "¿Ve usted
algo?" Y Carter respondió la famosa frase "¡Si, cosas
maravillosas". Carter había triunfado. No solo había acallado
las bocas que lo tachaban de loco e iluso, sino que había dado en la
cara a Davis, quien se mofaba de él afirmando que ya no quedaba
ninguna morada intacta en el Valle; y lo más importante, descubrió
el tesoro más fabuloso jamás hallado en Egipto, y en el mundo
entero.
Tras
la segunda puerta, los excavadores hallaron una estancia de ocho
metros de largo, la antecámara. Los objetos se agolpaban entre si.
Los muros estaban desnudos, pero por doquier había sillas, muebles,
camas, tronos, carros de guerra, joyas, jarras de alabastro, cetros,
trompetas, vestidos, sandalias, objetos de aseo, y toda clase de
materiales que, algunos se habían visto tan solo en escenas, mientras
que otros eran totalmente novedosos.
Un
paso tapiado apareció al norte de la antecámara. Otra vez halló los
sellos de la necrópolis. Aquel
Anubis reposando bajo nueve enemigos,
hizo latir con fuerza el corazón de Carter. Allí, ante él,
una estatua del propio Tutankhamón custodiando su propia morada de
eternidad.
Tras
haber catalogado todos y cada uno de los objetos, en 1923 se procedió
a la apertura de la tercera puerta. La puerta sellada llevó a Carter
ante una capilla de oro puro, donde se alojaba sin duda el sarcófago
del faraón.
Howard
Carter dio una lección de arqueología. Se fotografió y anotó
cada pequeño detalle. Estaba obsesionado con la posibilidad de
estropear ó romper algún objeto que pudiese aparecer oculto. Trazó
un plan para desmontar la capilla, pero ocurrió lo peor que el inglés
podía imaginar. Lord Carnarvon falleció.
Cuando
se puso nuevamente manos a la obra, comprobó que en realidad, había
cuatro capillas encajadas unas dentro de las otras. En 1924, se
finalizó el desmonte de las capillas. Apareció el sarcófago
exterior del rey, que eran en realidad tres sarcófagos momiformes
acoplados uno dentro del otro. El primero de madera dorada, el segundo
recubierto por láminas de oro, y el tercero de oro macizo. Una
serie de incidentes provocó que Carter fuese expulsado de Egipto,
pero regresó cuando el Gobierno egipcio se dio cuenta de que nadie más
podía proseguir con aquella faraónica tarea.
El
28 de octubre de 1925, Carter abrió el tercer sarcófago, y ante él
apareció la imagen más bella que jamás habían visto sus ojos. L máscara
de oro del joven rey. Una
pequeña abertura daba acceso a lo que Carter denominó como
"anexo" donde reposaban una gran cantidad de objetos.
En
1931, los paneles de las capillas fueron al Museo de El Cairo donde
fueron montadas de nuevo. En 1932, la morada de eternidad de
Tutankhamón
estaba vacía. La historia del descubrimiento más increíble de
la historia de la arqueología había finalizado.
Afortunadamente,
Tutankhamón continúa reposado en su sarcófago, en el interior de su
morada de eternidad, bajo la protección de la Diosa de Occidente.
La
Morada de Eternidad de Tutankhamón tiene una longitud de 40
metros. La anchura del corredor es de 1.68 metros. La
altura del corredor es de 2.05 metros. La altura de
las puertas es de 1.49 y 1.50 metros.