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Arqueo Aegyptos

El Valle de los Reyes

 

Nombre

Tutankhamón

Descubierta por Howard Carter
En el año 4 de noviembre de 1922
Dinastía XVIII
Momia Aguardaba en su sarcófago sellado

Esta es una fecha mágica dentro del mundo de la egiptología, y dentro de la historia del hombre.  

En aquel otoño de 1922,  Carter excavó bajo los vestigios de los Ramsés. Creía firmemente que en un nivel inferior debía hallarse el suelo original de la XVIII Dinastía. Cuando el obrero descubrió el peldaño, lo primero que hizo Carter fue comparar las piedras de la escalera con la KV 55 y la de Yuya y Tuya. Era, sin duda, una escalera de la XVIII Dinastía. Descendió por aquella milenaria escalera de piedra, y cuando vio los sellos de la necrópolis, supo que al fin había llegado a su destino: Tutankhamón

En un momento inicial,  hubo instantes de incertidumbre, puesto que había indicios de que la entrada de la morada había sido abierta y vuelta a tapar. Carter se temió lo peor, porque a la entrada, halló varios fragmentos de objetos que contenían los nombres de Thutmosis III, Amen-Hotep III en unos escarabeos. Los nombres de Ajenatón y Smenjkare aparecían en unas cajas de madera. La idea inicial fue que se hallaba ante un escondrijo, pero estaba equivocado.

Quitada la puerta, apareció ante él un corredor lleno de cascotes. Fue necesario un gran esfuerzo y dos días de trabajo para librar el camino. En medio de aquella montaña de escombros, Carter halló una cabeza de un muchacho, que florecía de una flor de loto. Restos de alfarería y demás, fue anotado íntegramente.

Al final del corredor, aparecía una segunda puerta sellada. Howard Carter lo tuvo claro. Tras esto, una caótica decepción ó una alegría para la eternidad.

Practicó la abertura famosa, e introdujo la famosa vela a través del pequeño hueco. Carnarvon pronunció la famosa pregunta "¿Ve usted algo?" Y Carter respondió la famosa frase "¡Si, cosas maravillosas". Carter había triunfado. No solo había acallado las bocas que lo tachaban de loco e iluso, sino que había dado en la cara a Davis, quien se mofaba de él afirmando que ya no quedaba ninguna morada intacta en el Valle; y lo más importante, descubrió el tesoro más fabuloso jamás hallado en Egipto, y en el mundo entero.

Tras la segunda puerta, los excavadores hallaron una estancia de ocho metros de largo, la antecámara. Los objetos se agolpaban entre si. Los muros estaban desnudos, pero por doquier había sillas, muebles, camas, tronos, carros de guerra, joyas, jarras de alabastro, cetros, trompetas, vestidos, sandalias, objetos de aseo, y toda clase de materiales que, algunos se habían visto tan solo en escenas, mientras que otros eran totalmente novedosos.

Un paso tapiado apareció al norte de la antecámara. Otra vez halló los sellos de la necrópolis. Aquel Anubis reposando bajo nueve enemigos, hizo latir con fuerza el corazón de Carter. Allí, ante él,  una estatua del propio Tutankhamón custodiando su propia morada de eternidad.

Tras haber catalogado todos y cada uno de los objetos, en 1923 se procedió a la apertura de la tercera puerta. La puerta sellada llevó a Carter ante  una capilla de oro puro, donde se alojaba sin duda el sarcófago del faraón.

Howard Carter dio una lección de arqueología.  Se fotografió y anotó cada pequeño detalle. Estaba obsesionado con la posibilidad de estropear ó romper algún objeto que pudiese aparecer oculto. Trazó un plan para desmontar la capilla, pero ocurrió lo peor que el inglés podía imaginar. Lord Carnarvon falleció.

Cuando se puso nuevamente manos a la obra, comprobó que en realidad, había cuatro capillas encajadas unas dentro de las otras.  En 1924, se finalizó el desmonte de las capillas. Apareció el sarcófago exterior del rey, que eran en realidad tres sarcófagos momiformes acoplados uno dentro del otro. El primero de madera dorada, el segundo recubierto por láminas de oro, y el tercero de oro macizo. Una serie de incidentes provocó que Carter fuese expulsado de Egipto, pero regresó cuando el Gobierno egipcio se dio cuenta de que nadie más podía proseguir con aquella faraónica tarea.

El 28 de octubre de 1925, Carter abrió el tercer sarcófago, y ante él apareció la imagen más bella que jamás habían visto sus ojos. L máscara de oro del joven rey. Una pequeña abertura daba acceso a lo que Carter denominó como  "anexo" donde reposaban una gran cantidad de objetos.

En 1931, los paneles de las capillas fueron al Museo de El Cairo donde fueron montadas de nuevo. En 1932, la morada de eternidad de Tutankhamón estaba vacía.  La historia del descubrimiento más increíble de la historia de la arqueología había finalizado.

Afortunadamente, Tutankhamón continúa reposado en su sarcófago, en el interior de su morada de eternidad, bajo la protección de la Diosa de Occidente.

 


La Morada de Eternidad de Tutankhamón tiene una longitud de 40 metros. La anchura del corredor es de 1.68  metros. La altura del corredor es de  2.05  metros. La altura de las  puertas es de 1.49 y 1.50 metros.

 

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Vista de la capilla de oro capilla de oro

Sarcófago encerrado

carro de guerra

 
 
 
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