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Las tareas del Faraón se extienden sobre todo el Alto y el Bajo Egipto. Para que sus labores se realicen de forma que el orden prevalezca sobre las posibles alteraciones que surjan, el rey se rodeó de una serie de hombres de confianza, entre los que estaba el Visir. Desde la época pre-dinástica, ya existe este personaje, cuyo nombre en egipcio era Tjati. En la paleta de Narmer, ya podemos ver a un hombre desempeñando esta función. El Visir es el hombre más poderoso de Egipto, después del faraón. Suele ser su hombre de máxima confianza, y el monarca se reúne con él cada mañana, para organizar los asuntos del Estado. Es fácil reconocer al Tjati gracias a su vestimenta, que suele ser un vestido largo anudado con un cordel bajo el pecho. Este es su primer emblema. Como segundo símbolo, luce una figura de Maat sobre el pecho, lo que lo convierte en Juez Supremo del Tribunal de Justicia. Su signo jeroglífico es un pájaro ánade volando y piando. En los inicios de la era faraónica, este cargo correspondía a los príncipes herederos, pero alrededor de la V Dinastía, este puesto fue confiado a los más altos funcionarios del rey. Del Visir dependían muchas ramas de la administración. Normalmente, el Visir era un hombre extraordinario, y tal vez los más famosos sean Imhotep, Visir de Djeser Neterijet, Hemiunu, Visir de Jufu ó Ramose, Visir de Amen-HotepIII. Con los reinados de los gigantes de la IV Dinastía, este puesto todavía recaía en manos de los príncipes reales, pero ya entrados en la V Dinastía, vemos a Ptahshepses con este cargo, y su morada para la eternidad es realmente digna de un rey. Con la llegada del Imperio Medio, el Visir llegó a ser también legislador de algún nomo. Existen casos en los que el Visir llegó a coronarse rey. Así sucedió con Amenmhat I, que había sido Visir de Mentuhotep IV. Es muy posible que Mentuhotep falleciese sin descendencia directa, por lo que otorgó a su hombre de confianza la tarea de custodiar los cetros reales. Con la llegada del Imperio Nuevo, los títulos de Visir suelen recaer en hombres de facultades extraordinarias. Así, en la XVIII Dinastía se hizo necesario adjudicar el título de Visir del Alto Egipto y Visir del Bajo Egipto, para poder controlar mejor las dos mitades del reino. Este hecho, aunque no era novedoso, sí que era totalmente un desafío. Tan solo había ocurrido dos veces en la historia de Egipto, con Pepi II y Senwosret I. Sin embargo, con la llegada del II Período Intermedio, el título se convierte en hereditario, y el funcionario ya no suele ser tan excepcional. Normalmente, las tareas del Visir eran algo abrumadoras. Solía ser el "Inspector de los trabajos del rey" ó "Canciller del Bajo Egipto". Muchos de los visires del Antiguo Imperio, no solo representaban la justicia y el orden, sino que debían velar por el buen funcionamiento de los Santuarios Funerarios de los faraones. El Visir no tenía horario. Sus tareas se extendían más allá de las jornadas laborales. Debía escuchar a todos los jueces, dictaminar muchas sentencias derivadas de los conflictos territoriales, controlar los censos del ganado, los graneros reales, controlar el fisco, las haciendas que dependían del poder central, así como la Doble Casa del Oro y de la Plata. Dos de las tareas más laboriosas del Visir eran el censo de la población y el replanteo de las parcelas tras la inundación del Nilo. Además, su sello debía figurar en todos los documentos oficiales. Al Visir se le concedían tierras, una gran mansión con muchas habitaciones, cocineros, sirvientes, jardines con gran variedad de plantas y árboles frutales. Su vida, a pesar de esto, no era de lujo, sino de dedicación, y era por ello que apenas pasaba tiempo en su gran hacienda. A lo largo de la historia de Egipto, los visires gozaron de muchos lujos, que más bien eran ficticios, pues sus abrumadoras tareas no les dejaban apenas tiempo libre. Su constante contacto con el rey lo elevó a ser un personaje crucial para las decisiones más importantes. Eran seleccionados escrupulosamente por sus cualidades y habilidades, y el rey se fijaba, en concreto, que su rectitud fuese intachable. Esto, también ayudaba a que el visir no desease apoderarse del trono. El papel
del Visir fue muy importante para poder continuar con el sistema básico
de Egipto, que era la justicia. Gracias a sus actuaciones, algunas malas
acciones fueron evitadas, y otras sin embargo, fueron juzgadas
severamente tras su consumación inevitable.
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