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Tao del Liderazgo - Número 13

Los peligros del trabajo en equipo:
Un alegato en favor de la diversidad

En las diversas organizaciones escuchamos últimamente defensas cerradas al trabajo en equipo. Se enfatiza su impacto en la productividad, su gran potencial motivador de las personas, su aporte en la construcción de un clima favorable para alcanzar objetivos. Aunque el trabajo en equipo puede ser, efectivamente, un medio poderoso para el desarrollo de las personas y las organizaciones, interesa aclarar que su aplicación no está libre de dificultades y peligros. En ocasiones el trabajo en equipo, mal entendido, puede constituirse en una camisa de fuerza . En este artículo exploramos algunos de esos peligros y, analizamos el importante papel de la valoración de la diversidad para evitar que el colectivo grupal absorba y bloquee el desarrollo y la iniciativa de cada individuo.

No es posible constituir un efectivo trabajo en equipo sin diversidad. Basta imaginar cuánto dejaríamos de ganar en el proceso de toma de decisiones si todos los involucrados pensaran exactamente igual, tendrían las mismas opiniones y estilos de trabajo. Si todos fueran generadores de ideas con dificultad para implementarlas, el grupo viviría en las nubes; si todos fueran lógicos, prácticos o estuvieran ajustados a soluciones probadas, el equipo tendría poca capacidad para retar lo establecido e innovar. El equipo se enriquece con la variedad de estilos, opiniones y formas de ver las cosas. Además el intercambio de ideas permite nutrirnos de diversas perspectivas y, generar espacios de construcción colectiva que permita el trabajo en equipo, es decir, cuando el grupo es sólido, cuando sus integrantes se sienten libres de ser como son y de opinar lo que realmente piensan, ser más productivo que las suma de los aportes individuales que sus miembros puedan hacer por separado.

Esto no significa que la diversidad no esté exenta de conflicto. Es más, muchas veces el conflicto plantea que no vale la pena el intentar fomentar la diversidad. Muchas veces, los equipos sienten que su trabajo se acelera, se llega más rápido a conclusiones, el espacio de trabajo es más armónico, cuando todos los integrantes del equipo tienen más o menos las mismas características. Por lo general nos sentimos más cómodos entre los que piensan como nosotros y tienen nuestras costumbres. Sin embargo, debemos ser concientes de los peligros que puede presentar el trabajo en equipo cuando en éste no valora la diversidad.

Cuando en un equipo la diversidad no es fomentada, ni deseada, cuando lo que el grupo busca, por sobre todas las cosas, es mantenerse homogéneo y cohesionado es factible que se presente un fenómeno llamado "Pensamiento Grupal". Cuando se impone el pensamiento grupal lo colectivo anula o limita a lo individual, la identidad grupal reemplaza a la personal y los individuos comienzan a definirse a partir del grupo al que pertenecen. En ese contexto, el mantener un ambiente grupal armónico y confortable se torna así en la agenda oculta que tiende a suprimir cualquier forma de disentimiento, conflicto o pensamiento crítico. La diversidad se torna entonces en una amenaza para el equipo, amenaza su identidad y por lo tanto, tiende a ser bloqueada, negada o suprimida por las "buenas" o por las "malas". Decisiones muy poco sabias pueden ser puestas en práctica cuando el deseo de concordancia entre los miembros del equipo es mayor que su capacidad para tolerar o discutir puntos de vista discrepantes y para pensar críticamente en torno a sus propias decisiones.

El pensamiento grupal es un fenómeno muy común en el comportamiento de los equipos y puede adoptar alguna de las siguientes manifestaciones:

a) Presentarse como una racionalización colectiva para descartar o negar información que contradiga sus formas de actuar. Así, se encuentran "razones" para no aceptar las señales de alerta orientadas a una dirección que difiere de aquella por la que el grupo está yendo. Cambiar de rumbo cuesta, hace confrontarnos con la posibilidad de haber estado equivocados, o también de que lo realizado no necesariamente es mejor al de otros grupos o personas diferentes a nosotros. A veces el grupo puede no querer ver lo evidente.

b) El pensamiento grupal puede hacer que el grupo comience a construir estereotipos de las personas y categorice a los grupos que se le oponen de perversos, débiles, poco hábiles, etc. Estos estereotipos son alimentados con atribuciones arbitrarias orientadas a "explicar" los motivos detrás de las conductas de estas personas o grupos opositores. Es decir, si las personas que muestran discrepancias con nuestro grupo fueron categorizadas bajo el estereotipo de "poco hábiles", su oposición sería perfectamente explicable para el grupo, pues se sustentaría en el hecho de que esas personas "nos envidian, saben que nunca llegarán a ser tan exitosos como nosotros y, por lo tanto, nos quieren ver fracasar." Evidentemente, esas atribuciones son claramente falaces, cuestionan a las personas y no a sus argumentos y, por lo tanto, privan al grupo de la autocrítica, de la revisión constante de sus propias prácticas y métodos, del cuestionamiento de sus supuestos y, en suma, de la posibilidad de desarrollarse y mejorar.

c) Cuando el pensamiento grupal se antepone al pensamiento individual, surge en el equipo una necesidad desmedida por mantener el consenso, lo que ocasiona la autocensura de algunos miembros que no quieren expresar ideas u opiniones que difieran de la propuesta más aceptada aunque no estén de acuerdo con ella o tengan dudas acerca de su validez o importancia. Esto genera en los grupos una ilusión de unanimidad en la que se percibe un mayor consenso del que realmente existe. Además, esta necesidad por mantener el consenso muchas veces se refuerza con una presión directa, abierta o sutil, sobre los miembros discrepantes, lo que confirma la percepción errada de que la discrepancia y la diferencia es una forma de deslealtad. Así, nadie dice nada que contradiga el statu quo, y el grupo no se nutre de formas nuevas.

d) Finalmente, un problema grave vinculado al pensamiento grupal ocurre cuando subordinados"fieles"emprenden acciones ilegales porque piensan que por medio de ellas obtendrán resultados y complacerán al líder; o de modo más general, cuando el grupo, haciendo alarde de una mal entendida lealtad encubre ilegalidad, abuso, negligencia o mediocridad porque son parte de un equipo y por ello, deben proteger e incluso encubrir a sus compañeros de grupo. Reconocer el valor de la diversidad en el trabajo en equipo permite rescatar la individualidad, aceptar nuestra libertad para pensar diferente y para discrepar. Ser un "jugador de equipo" no significa dejar de tener en cuenta que somos diferentes y tenemos derecho a mantener nuestros principios y convicciones, a protestar cuando es necesario. Es importante no caer en el chantaje de permitir mediocridad, arbitrariedad o negligencia porque somos parte de un grupo y porque el grupo nos presiona para que sacrifiquemos nuestras convicciones en aras del "interés" de la mayoría de sus miembros o de sus miembros con mayor influencia.

Para reducir el pensamiento grupal y , así, mejorar la calidad de las decisiones grupales es importante tomar conciencia que, para crecer como seres humanos y como equipos, para seguir mejorando e intentar alcanzar nuestro potencial, debemos desafiar la tranquilidad, la conformidad y la sensación de seguridad que nos da aquello que no desafía lo que somos o lo que pensamos. El reto es entonces enfrentarnos, con humildad y apertura, a lo diferente tratando de relativizar el "así somos", tomando conciencia reflexiva de lo que nos ha hecho ser como somos y de las nuevas alternativas que podrían permitirnos ser de otra manera. Sólo al confrontar nuestras creencias más arraigadas, nuestras convicciones más profundas con otras ideas, argumentos, formas de vida o cosmovisiones distintas a las nuestras, podremos reinventarnos, emprender procesos de cambio y crecer. Sin valoración de la diversidad, sin respeto por el otro diferente, el trabajo en equipo puede convertirse en un mecanismo que lejos de fomentar el desarrollo individual contribuya a mermar el potencial de propuesta y autoafirmación de las personas. Trabajo en equipo, sí; pero cuidado con la tiranía del equipo.

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