Entornos de
colaboración participativa
Los grupos de
colaboración, trabajo o afinidad constituyen un claro ejemplo del
resultado deseado al momento de la creación de Internet. Cualquiera
haya sido la decisión marcial sobre la cual se montó la topología de
la red por excelencia, es importante distinguir que, aún en dicho
caso, el objetivo final fue el de la colaboración
participativa.
Sin embargo, en el largo proceso de la
generación de comunidades dentro y fuera de Internet, estas se han
encontrado en el escollo de la falta de herramientas diseñadas para
tal propósito.
En el mejor de los casos las herramientas
utilizadas estaban constituidas tan solo por aplicaciones disociadas
entre sí donde el usuario actuaba como integrador o vínculo
externo.
La puesta en marcha de esquemas de trabajo para
workgroups corporativos desterró, por costosos, la posibilidad de su
aplicación en modelos de economía reducida e incluso por sociedades
filantrópicas sin mayor ingreso que el caudal laboral de sus
integrantes.
Una necesidad creciente de los grupos de
interacción que se hallan disgregados geográfica y temporalmente,
obliga a la aplicación de esquemas de trabajo ajustados a rígidos
horarios donde las demoras son penalizadas con la espera más
angustiante.
Una negociación entre miembros de la misma
organización con sede en Francia y Uruguay requerirá una espera de
20 horas para poder llevar a cabo una comunicación telefónica de
cuatro horas de interacción, lapso pasado el cual el silencio
imperará durante las siguientes 20 horas. Sólo 4 horas para
interactuar con voz o incluso imagen si de una vídeo conferencia se
trata.
No es común que en el mejor de los casos se comience a
trabajar en Uruguay a las 4 de la madrugada ni pedirle a los
franceses que demoren su partida hasta las 23 horas.
Una
solución para este esquema de trabajo debería trascender el espacio
y el tiempo y permitir elaborar pautas de conducta basadas en
herramientas que por sí mismas ayuden a mejorar las vías de
comunicación de áreas remotas.
Las áreas de trabajo virtual
vienen a contribuir en la administración de recursos comunes puestos
a disposición de las personas que poseen idénticos objetivos
unas de otras.
De esta forma se ejercita un modelo que
pone de manifiesto el compartir espacio y rutas de acceso a datos
centralizados, resultados, proyectos, manuales de operación o
simples mensajes. Todo lo que pueda digitalizarse y deba por fuerza,
estar dentro de la comunidad para ser compartido por
todos.
En este esquema hasta el correo electrónico parece una
práctica pasada de moda ante la necesidad de "cerrar" filas dentro
de las comunidades antes que abrir sus datos al mundo en forma
generalizada. Máxime al abrirlos a un mundo que no los puede
comprender por carecer de idénticos objetivos.
La privacidad
de la información y el uso restrictivo de canales de arquitectura
simple pero robusta y segura obliga, a la hora de la compra a una
confrontación de precios sumamente diferentes en función del valor
que el cliente esté dispuesta a pagar por prestaciones que incluso
no ha solicitado.
Los NetRooms, sin embargo, se perfilan como
una prestación práctica, segura y a la vez económica y quienes han
utilizado sus servicios entiendes que es un producto del tipo
WYSIWYG (what you see is what you get).
Los NetRooms no son
el último paso en la escala de las necesidades de los usuarios de
Internet. No necesariamente todos los internautas deben
obligatoriamente generar comunidades, pero, para aquellos para los
cuales sea una real necesidad administrarlas, encontrarán en esta
prestación lo que hoy requieren para poder funcionar.
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