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Un hombre es lo que es su vida
Si un hombre no cambia su vida, está perdiendo el tiempo miserablemente. Uno no puede cambiar su vida, si no trabaja sobre su propia vida. Solamente es posible cambiar cuando disolvemos todos esos “Yoes” que llevamos dentro, todas esas otras personas que viven dentro de nuestra persona. Si así procedemos, veremos cómo se terminará la LEY DE RECURRENCIA para nosotros.
Lo más digno, lo más decente que tenemos en el fondo de nosotros mismos, es la esencia, la conciencia. Desgraciadamente, ésta se halla embotellada entre todos esos “Yoes”, entre todas esas otras personas que dentro de nuestra misma persona viven. Cuando nosotros quebrantemos a esos “Yoes”, entonces la conciencia quedará liberada. Una conciencia liberada puede ver, oír, tocar o palpar las grandes realidades que están más allá de la muerte.
Una conciencia liberada puede desatar las tempestades, provocar los huracanes, caminar sobre el fuego sin quemarse, etc. Una conciencia liberada es una conciencia iluminada, es la conciencia de un superhombre, es la conciencia de un Dios poderoso, con poderes terribles sobre la vida y sobre la muerte.
En el terreno de la vida práctica
ya sea en la casa, en la calle, en la escuela o en el templo, etc., podemos auto-descubrirnos. Si uno se encuentra en estado de alerta percepción, de alerta novedad, verá que, en medio de las diversas circunstancias de la vida, los defectos que llevamos escondidos afloran espontáneamente y entonces los vemos. Defecto descubierto, debe ser enjuiciado analíticamente y, una vez enjuiciado, debemos entonces desintegrarlo, reducirlo a polvareda cósmica.
Incuestionablemente, la mente no puede alterar fundamentalmente a ningún defecto. La mente puede rotularlo con distintos nombres, pasarlo de un departamento a otro, pero jamás alterarlo radicalmente. Necesitamos de un poder que sea superior a la mente. Afortunadamente ese poder existe en el fondo de cada uno de nosotros, quiero referirme en forma enfática al poder del Kundalini –palabra extraña, para muchos que jamás han leído nada sobre esoterismo o yoga, o algo por el estilo.
Dentro de cada uno de nosotros hay un fuego sagrado que puede entrar en actividad. Tal fuego, en los tiempos antiguos, fue representado por lsis, María, Adonía, Insoberta, Rea, Cibeles, Tonantzin, etc. Ese fuego es maternal, es la Divina Madre Cósmica en nosotros, es Dios Madre en el fondo más íntimo de nuestro corazón.
Si apelamos a ese fuego divinal, si apelamos a ese Kundalini de los indostanes, entonces podemos pedirle que elimine el defecto que ya hemos observado y enjuiciado previamente.
Cuando esto se cumpla, cuando toda la totalidad del “Yo” haya sido reducida a cenizas, convertida en polvareda cósmica, la esencia (la conciencia) quedará liberada y será entonces cuando gozaremos de la verdadera y auténtica felicidad; será entonces cuando en verdad conoceremos la libertad, será entonces cuando en verdad estaremos iluminados, será entonces cuando podremos experimentar, por sí mismos y en forma directa, eso que es la Verdad.
Muchas teorías se han escrito sobre la Verdad. Algunos dicen que la Verdad es aquélla, o esta otra, mas la Verdad solamente la puede experimentar aquél que ha muerto en sí mismo, aquí y ahora; la Verdad solamente es asequible a aquél que ha logrado en verdad despertar.