¿Qué seremos en el futuro?
Esta es la pregunta que nos hacemos todos a diario.
Nos pasamos la niñez y la juventud aprendiendo, estudiando y formándonos como profesionales para que, una vez acabada esta formación no tengamos un puesto de trabajo asegurado.
Cuando somos niños no somos concientes de cómo es al vida profesional y si por nosotros fuera solo habría médicos, bomberos, futbolistas o bailarinas en el mundo. Durante esa época de nuestra vida nos enseñan las cosas básicas para sobrevivir en la sociedad como leer, escribir, sumar, etc...
No es hasta que llegamos al bachiller cuando nos empezamos a dar cuenta de cómo es el mundo real. Es entonces cuando tenemos que elegir por que rama vamos a tirar, por las ciencias o por las letras. Según por lo que te decantes tu futuro profesional estará encaminado a uno u otro lado. Pero claro, en cada especialidad hay muchas opciones de elección, y es entonces cunado entramos en un gran dilema: ¿a qué me quiero dedicar en el futuro?, ¿qué es lo que me gusta?, ¿seré bueno en lo que elija?... Es una decisión muy importante y difícil ya que seguramente, condicionará toda nuestra vida, pues es esa profesión la que realizaremos hasta la jubilación.
Pongámonos en situación: con 22 años acabas la carrera, ya eres licenciado. Tienes un master que te has sacado a la vez que la carrera y hablas dos idiomas a la perfección. Además cuentas con experiencia profesional ya que durante el último año de estudios se te ha dado la oportunidad de hacer prácticas en una empresa. Has mandado tu currículum a multitud de entidades, pero en ninguna te cogen porque siempre te falta algo. Y terminas trabajando en algo que para nada tiene que ver con lo que has estado estudiando durante 4 años.
Por tanto debemos esforzarnos por ser lo mejores para que por lo menos tengamos más oportunidades de futuro en aquello que realmente nos gusta.