VIAJE AL PARAISO
Para los que no estén enterados:
Hace...poco más de una semana, (23-6-2002) saliamos de la puerta del IES Juan de Herrera un buen grupo de chavales/as integrado por miembros de los tres cuartos de la ESO. Nuestro destino, Canarias, nuestro sueño, pasarlo lo mejor posible, viviendo al 100% cada minuto, cada segundo.
Una vez en Canarias, conocimos gente tan buena como puede ser nuestro guía, Cirilo. Una gran persona, y no solo por su físico de armario, sino por la grandeza que había en su interior. Esto lo escribo yo, pero si estuviesemos aqui los 27 que componíamos la expedición seguro que estariamos escribiendo lo mismo. Cirilo, siempre dispuesto a darte el último sorbo de agua que llevara, aunque quedara la mitad de la excursion por delante, nuncha reacio a echarte una mano.
También conocimos a nuestro médico de urgencias, el gran Pepe. Dos noches se tuvo que levantar a eso de las 3 de la mañana, a hacer algún apaño de primeros auxilios. Pepe y su inseparable cámara, que guardaba los mejores momentos y las mejores instantáneas.
Aparte de conocer a estas dos grandes personas, este viaje también nos ha servido para conocernos a nosotros mismos mucho más, al gran compañerismo que ha reinado en la excursión, y sobretodo, a la humanidad existente, no eramos 27 personas separadas, eramos todos una persona. Si dicen que la unión hace la fuerza... no se equivocan en absoluto.
La 1º noche de nuestra estancia en el Puerto de La Cruz es para enmarcar. ¿Quién no ha soñado alguna vez estar en la playa, a la luz de la luna, todo lleno de antorchas, con musica tipica de canarias y con fuegos artificiales? Fue como un sueño hecho realidad. Nuestra primera excursión en serio fue al Monte de las Mercedes, estábamos como en un cuento, con las ramas que parecia que hablaban, nos encontrabámos dentro de una nube, tanto en el sentido físico, como en el mental.
Las cañadas del Teide. Paisaje marciano, de Marte para ser más exactos. Si el día anterior estábamos en una nube, el martes tocó viajar hasta el planeta rojo. Las piedras y el viento reinante no eran impedimentos para disfrutar de aquella situación.