Se emociona aún cuando alude al momento en el que le informaron de que era suyo el personaje de Sally Bowles en la versión del musical Cabaret de Sam Mendes. Todo un reto interpretar el papel que le valió un Oscar a Liza Minelli. Mi sueño se ha cumplido ya, nos comenta. Tengo toda la ilusión del mundo, esto exige lo mejor de mí y me estoy acercando con gran respeto y humildad. Subraya además la necesidad del estreno de esta producción en un momento en el que la xenofobia y la guerra continúan siendo titulares. Natalia Millán es mucho más que un rostro televisivo. La veremos en el nuevo Teatro Alcalá a partir del 15 de octubre.
Aunque se te conoce por tus trabajos en televisión, tienes una larga trayectoria en el teatro, con Adolfo Marsillach, por ejemplo... Y comenzaste justamente en el género musical.
Parece que ha llegado tu gran oportunidad, ni más ni menos que Sally Bowles en Cabaret.
Es una gran responsabilidad, todos tenemos como referente la gran interpretación de Liza Minelli en el filme de Bob Fosse.
Sí, este musical de Sam Mendes parece que es muy diferente al filme...
Sí,eso es diferente...
Sí, de hecho a Liza Minelli la rechazaron para el musical porque cantaba demasiado bien... ¿Qué hay de Natalia Millán en su composición de Sally Bowles?
¿Cuándo y por qué decidiste dedicarte a la interpretación?
¿Cómo es el trabajo con el equipo creativo de Sam Mendes?
CABARET Y SU HISTORIA Por: Esther Montero.
Natalia Millán en el sueño de su vida
Sí, hay muy poca gente que lo sepa. Cuando empecé en la serie El Súper yo ya llevaba, aunque sin papeles protagónicos, más de diez años trabajando en el teatro. A mi las cámaras me asustaban mucho. Después de ser madre paré un año y en ese tiempo pensé que era muy bonita la vida bohemia pero que tenía una familia... Lo de la televisión fue una cuestión puramente pragmática.
Era tan importante para mí Cabaret, hubiera sido tal frustración y tal tristeza que no me cogieran en este montaje que no quería presentarme a las pruebas. Si me hubieran preguntado qué personaje ansiaba más, habría dicho que el de la Minelli en Cabaret. Muchos amigos que sabían que yo había empezado haciendo musicales me animaron a que me presentara, pero yo les decía que no, que no...
Nunca se lo podré agradecer bastante. Cuando me llamaron en mayo para darme la noticia me puse a llorar como una boba... Fíjate, todavía me emociono.
Es una de mis películas favoritas, yo la vi con doce o trece años, todavía no había decidido dedicarme a esto pero empezaba a despertar a todo y me impactó muchísimo porque era un formato de musical que no tenía nada que ver con el convencional. Denunciaba una realidad social y política con la caricatura, la risa... En el casting tenías el modelo de la Minelli a fuego. Todas las actrices la imitábamos, íbamos dispuestas a hacer todos los signos de excentricidad. Los directores, sin embargo, te pedían que no hicieras nada, la consigna era que el que menos es más.
Es una propuesta muy distinta, da otra vuelta de tuerca, el peso está en la historia no en los números musicales e introduce al espectador en ese cabaret de gran sordidez, de drogas, de prostitución y de libertad sexual, lo cual es un valor positivo. El musical no pretende enmmascarar, disfrazar o dulcificar ese mundo sórdido, pretende mostrarlo tal y como es, con esa estética dura.
Era tan importante para mi Cabaret que no quería presentarme a las pruebas. Habría sido muy frustrante no ser elegida.
Bueno, la película tiene también esa parte áspera, con esas mujeres desganadas... no es tan opuesto, pero Sam Mendes es más descarnado, más realista. me relaja también que tanto en la novela de Isherwood como en el musical, Sally Bowles no es una gran cantante. Ella se siente una gran artista, busca la atención de los demás, quiere ser especial, intenta buscar lo glamuroso de la vida, es irreflexible,positiva. Se mueve en una vida de promiscuidad y de intercambio de favores, pero no es una mujer fatal ni es una prostituta calculadora y tampoco una gran artista, es la estrella del cabaret porque se acuesta con el encargado.
Ella es una mujer que se pasa la vida actuando, es muy dificil saber dónde está ese ser vulnerable, sensible, frágil e ingenuo que en realidad es. Tiene toda una capa de sofisticación infantil y hay muy pocos momentos en la función que muestre esa vulnerabilidad. Entonces, en la creación del personaje voy de fuera a dentro. Uno al final siempre parte de sus propias experiencias y sentimientos; supongo que como ella también habría en mi la necesidad de ser especial y el centro de atención cuando era adolescente y decidí dedicarme a esto.
Cuando un año después de Cabaret vi All that Jazz (Empieza el espectáculo). Salí del cine pensando que me tenía que formar en esto. Siempre tuve la necesidad de expresarme, debe de ser porque soy muy tímida. En All that Jazz pasa igual que en Cabaret, te cuentan una historia muy dura del mundo del espectáculo, no su lado más amable, pero a la vez ves toda la fuerza de la expresividad y de esa vida de entrega. Así intenté formarme de la manera más completa posible: empecé con danza y seguí a los quince años estudiando interpretación; los primeros pasos en mi vida profesional fueron en musicales.
Es fantástica su manera de trabajar, maravillosa. Te acompañan en tu búsqueda, en tu viaje, te dan todas las claves, conocen la obra desde hace años, pero a la vez tienen un gan respeto por la individualidad del intérprete y te demuestran, cada hora de ensayo, todo el conocimiento profundísimo que poseen del poceso de actoral. Es la forma de trabajo ideal en la que siempre había pensado, ¡y existe!
El Teatro Nuevo Alcalá ha reformado su patio de butacas con la intención de emular al Kit Kat Club de Cabaret, de convertirse en un café teatro con mesas circulares en las que se servirán bebidas al principio del espectáculo y en el entreacto. La ocasión lo merce. La producción de Sam Mendes cuenta con singulares antecedentes. Sally Bowles nace en 1934 de la pluma del escritor Christopher Isherwood. En su libro Historias de berlín describió a la gente que conoció en Berlín durante el apogeo nazi. Sería John van Druten quien escribiera en 1952, partiendo de este texto, la obra teatral Soy una cámara. Una década más tarde, Harold Prince revolucionó la historia colocando a Sally Bowles en un Cabaret y conviertiendo la pieza dramática en un musical (con melodías y canciones de John Kander, Fred Ebb y Joe Masteroff). en 1972 llegó la película de Bob Fosse, ganadora de ocho Osca y en 1993 Sam Mendes (director del filme American Beauty) reinventó Cabaret representándolo por vez primera en un club nocturno real. Como anécdota citaremos que la producción en Boadway se retrasó dos años al no encontrar un club idóneo, en el que el público se sentara y se sirviera comida y alcohol.
20/10/03