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Se
dice de mí
Se cuentan
muchas cosas de mí, unas ciertas y otras imaginadas. No voy a confirmarlas
ni a desmentirlas. Una vez, Claudio de Saboya, el gobernador de Provenza,
me preguntó, en vísperas de un viaje a la corte: "¿Me
acogerán sus majestades según mis méritos?"
Me limité a responderle: "Beberéis demasiado",
y él pensó que asistiría a muchos agasajos. Emprendió
el viaje y, en el embarcadero de Lyon, cayó al río y se
ahogó.
.
De lo que será mi memoria, nada sé. Ya dijo Galeotti, el
consejero de Luis XI, que nuestra ciencia no nos permite adivinar nuestro
propio destino. Galeotti había fallado en una predicción
y el rey estaba tan furioso que lo convocó a su presencia con las
peores intenciones: "¿Puedes predecir tu muerte?", le
preguntó el rey. Y Galeotti salvó su vida respondiendo:
"No sé cuándo moriré, solamente que mi muerte
ocurrirá tres días antes que la vuestra".
.
Yo sí puedo predecir que mi muerte está cercana, porque
la barrunto y porque me siento cansado. En mi epitafio escribirán:
Aquí reposan los huesos de Miguel Nostradamus, cuya pluma, casi
divina, todos juzgan digna de trazar y transmitir a los hombres, según
los influjos de los astros, los acontecimientos futuros en toda la Tierra.
Falleció en Salon de Crau, Provenza, en el año de gracia
de 1566, el día dos de julio, a los 62 años, seis meses
y 17 días. ¡Los que vengáis, no toquéis sus
cenizas y no envidiéis su reposo!
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Nacido
el 14 de diciembre de 1503, fue un hombre culto, muy distinto
de los charlatanes de su época. Predijo exactamente el
dia y lugar de su muerte: "Salon de Crau, Provenza, en
el año de gracia de 1566, el día dos de julio,
a los 62 años, seis meses y 17 días"
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Durante
la Revolución Francesa, las turbas profanaron la tumba y dispersaron
mis cenizas. Después el municipio aseguró que las había
recuperado. Hoy, algunos peregrinos curiosos acuden a contemplar mi lápida
sepulcral en la capilla de la Virgen de la Colegiata de San Lorenzo.
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Hace mucho tiempo que pasé. Nadie recuerda mis filtros de amor,
mis pomadas antiarrugas, mis remedios contra la pestilencia ni mis mermeladas
de azúcar, pero todos recuerdan mis profecías e incesantemente
se escriben libros sobre ellas, libros que intentan explicar el pasado
reciente con las cuartetas escritas por un desconocido en un pasado remoto,
libros que pretenden, también, penetrar en las tinieblas del futuro.
Juan Eslava Galán es escritor. Su última
obra, sobre la Guerra Civil, es La mula (Planeta, 2003).
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