MANIFIESTO DE MONTECRISTI
25 de Marzo de 1895
El Partido Revolucionario Cubano a Cuba: La revolución de independencia, iniciada
en Yara después de la preparación gloriosa y cruenta, ha entrado en Cuba en un
nuevo período de guerra, en virtud del orden y acuerdos del Partido
Revolucionario en el extranjero y en la isla, y de la ejemplar congregación en
él de todos los elementos consagrados al saneamiento y emancipación del país,
para bien de América y del mundo; y los representantes electos de la revolución
que hoy se confirma, reconocen y acatan su deber - sin usurpar el acento y las
declaraciones sólo propias de la majestad de la república constituida - de
repetir ante la patria que no se ha de ensangrentar sin razón ni sin justa
esperanza de triunfo, los propósitos precisos, hijos del juicio y ajenos de la
venganza, con que se ha compuesto, y llegará a su victoria racional la guerra
inextinguible que hoy lleva a los combates, en conmovedora y prudente
democracia, los elementos todos de la sociedad de Cuba.
La guerra no es, en
el concepto sereno de los que aún hoy la representan, y la revolución pública
y responsable que los eligió, el insano triunfo de un partido cubano sobre
otro, o la humillación siquiera de un grupo equivocado de cubanos; sino la
demostración solemne de la voluntad de un país harto probado en la guerra
anterior para lanzarse a la ligera en un conflicto sólo terminable por la
victoria o el sepulcro, sin causas bastantes profundas para sobreponerse a las
cobardías humanas y sus varios disfraces, y sin determinación tan respetable
por ir firmada por la muerte que debe imponer silencio a aquellos cubanos menos
venturosos que no se sienten poseídos de igual fe en las capacidades de su
pueblo ni de valor igual con que emanciparlo de su servidumbre.
La guerra no es la
tentativa caprichosa de una independencia más temible que útil, que solo tendrían
derecho a demorar o condenar los que mostrasen la virtud y el propósito de
conducirla a otra más viable y segura, y que no debe en verdad apetecer un
pueblo que no la pueda sustentar; sino el producto disciplinado de la reunión
de hombres enteros que en el reposo de la experiencia se han decidido a encarar
otra vez los peligros que conocen, y de la congregación cordial de los cubanos
de más diverso origen, convencidos de que en la conquista de la libertad se
adquieren mejor que en el abyecto abatimiento las virtudes necesarias para
mantenerla.
La guerra no es
contra el español, que, en el seguro de sus hijos y en el acatamiento de la
patria que se ganen podrá gozar respetado, y aun amado, de la libertad, que sólo
arrollará a los que le salgan, imprevisores, al camino. Ni de desorden. ajeno a
la moderación probada del espíritu de Cuba, será cuna la guerra ; ni de la
tiranía. - Los que la fomentaron, y pueden aún llevar su voz, declaran en
nombre de ella, ante la patria, su limpieza de todo odio, su indulgencia
fraternal para con los cubanos tímidos equivocados, su radical respeto al
decoro del hombre, nervio del combate y cimiento de la república ; su
certidumbre de la aptitud de la guerra para ordenarse de modo que contenga la
redención que la inspira, la relación en que un pueblo debe vivir con los demás,
y la realidad que la guerra es, - y su terminante voluntad de respetar, y hacer
que se respete al español neutral y honrado, en la guerra, después de ella, y
de ser piadosa en el arrepentimiento, e inflexible sólo con el vicio, el crimen
y la inhumanidad. En la guerra que se ha reanudado en Cuba no ve la revolución
las causas del júbilo que pudieran embargar al heroísmo irreflexivo, sino las
responsabilidades que deben preocupar a los fundadores de pueblos.
Entre Cuba en la
guerra con. la plena seguridad, inaceptable sólo a los cubanos sedentarios y
parciales, de la competencia de sus hijos para obtener el triunfo por la energía
de la revolución pensadora y magnánima, y de la capacidad de los cubanos,
cultivada en diez años primeros de fusión sublime, y en las prácticas
modernas del gobierno y el trabajo, para salvar la patria desde su raíz de los
desacomodo.; y tanteos, necesarios al principio del siglo, sin comunicaciones y
sin preparación, en las repúblicas feudales y teóricas de Hispano-América.
Punible ignorancia o alevosía fuera desconocer las causas, a menudo gloriosas y
ya generalmente redimidas, de los trastornos americanos, venidos del error de
ajustar a moldes extranjeros, de dogma incierto o mera relación a su lugar de
origen, la realidad ingenua de los países que conocían sólo de las libertades
el ansia que las conquista, y la soberanía que se gana por pelear en ellas. La
concentración de la cultura meramente literaria en las capitales, el erróneo
apego de las repúblicas a las costumbres señoriales de la colonia ; la creación
de caudillos rivales consiguiente al trato receloso e imperfecto de comarcas
apartadas; la condición rudimentaria de la única industria, agrícola y
ganadera ; y el abandono y desdén de la fecunda raza indígena en las disputas
de credo o localidad que esas causas de los trastornos en los pueblos de América,
no son, de ningún modo, los problemas de la sociedad cubana. Cuba vuelve a la
guerra con un pueblo democrático y culto, conocedor celoso de su derecho y del
ajeno; o de cultura mucho mayor, en lo más humilde de él, que las masas
llaneras o indias con que, a la voz de los héroes primados de la emancipación,
se mudaron de hatos en naciones las silenciosas colonias de América ; y en el
crucero del mundo, al servicio de la guerra, y a la fundación de la
nacionalidad le vienen a Cuba, del trabajo creador y conservador de los pueblos
más hábiles del orbe, y del propio esfuerzo en la persecución y miseria del
país, los hijos lúcidos, magnates o siervos, que de la época primera de
acomodo, ya vencida entre los componentes heterogéneos de la nación cubana,
salieron a preparar, o en la misma isla continuaron preparando, con su propio
perfeccionamiento, el de la nacionalidad a que concurren hoy con la firmeza de
sus personalidades laboriosas, y el seguro de su educación republicana. El
civismo de sus guerreros; el cultivo y benignidad de sus artesanos; el empleo
real y moderno de un número vasto de sus inteligencias y riquezas: la peculiar
moderación del campesino sazonado en el destierro y en la guerra; el trato íntimo
y diario, y rápida e inevitable uniformación de las diversas secciones del país
; la administración recíproca de las virtudes iguales entre los cubanos que de
las diferencias de la esclavitud pasaron a la hermandad del sacrificio; y la
benevolencia y aptitud creciente del liberto superiores a los raros ejemplos de
su desvío o encono, - -aseguran a Cuba, sin ilícita ilusión, un porvenir en
que las condiciones de asiento, y del trabajo inmediato de un pueblo feraz en la
república justa, excederán a las de disociación y parcialidad provenientes de
la pereza o arrogancia que la guerra a veces cría, del rencor ofensivo de una
minoría de amos caída de sus privilegios; de la censurable premura con que-
una minoría aún invisible de. libertos descontentos pudiera aspirar, ron
violación funesta del albedrío y naturaleza humanos, al respeto social que
sola y seguramente habrá de venirles de la igualdad probada en las virtudes y
talentos; y de la súbita desposesión, en gran parte de los pobladores letrados
de las ciudades, de la suntuosidad o abundancia relativa que hoy les viene de
las gabelas inmorales y fáciles de la colonia, y de los oficios que habrán de
desaparecer de la libertad. - - Un pueblo libre, en el trabajo abierto a todos,
enclavado a las bocas del universo rico e industrial, sustituirá, sin obstáculo,
y con ventaja, después de una guerra inspirada en la más pura abnegación, y
manteniendo conforme a ella, a pueblo avergonzado donde el bienestar solo se
obtiene a cambio de la complicidad expresa o tácita con la tiranía de los
extranjeros menesterosos que lo desangran y corrompen. No dudan de Cuba, ni de
sus aptitudes para obtener y gobernar su independencia los que en el heroísmo
de la muerte y en el de la fundación callada de la patria ven resplandecer de continuo,
en grandes y en pequeños, las dotes de concordia y sensatez sólo inadvertibles
para los que, fuera del alma real de su país, lo juzgan con el arrogante
concepto de sí propios, sin más poder de rebeldía y creación que el que
asoma tímidamente en la servidumbre de sus quehaceres coloniales.
De otro temor
quisiera acaso valerse hoy, so pretexto de prudencia, la cobardía; el temor
insensato, y jamás en Cuba justificado, a la raza negra. La revolución, con su
carga de mártires, y de guerreros subordinados y generosos, desmiente
indignada, como desmiente la larga prueba de la emigración, y de la tregua en
la isla, la tacha de amenaza de la raza negra con que se quisiese inicuamente
levantar por los beneficiarios del régimen de España, el miedo a la revolución.
Cubanos hay ya en Cuba de uno y otro color, olvidados para siempre, - con la
guerra emancipadora y el trabajo donde unidos se gradúan - del odio,en que los
pudo dividir la esclavitud. La novedad y aspereza de las relaciones sociales,
consiguientes a la mudanza súbita del hombre ajeno en propio, son menores que
la sincera estimación del cubano blanco por el alma igual, la afanosa cultura,
el fervor del hombre libre, y el amable carácter de su compatriota negro. Y si
a la raza le nacieran demagogos inmundos, o alma.; ávidas cuya impaciencia
propia azuzase la de su color, o en quien se convirtiera en injusticia con los
demás la piedad por los suyos, - con su agradecimiento y su cordura, y su amor
a la patria, con su convicción de la necesidad de desautorizar por la prueba
patente de la inteligencia y la virtud del cubano negro la opinión que aún
reine de su incapacidad para ellas, y con la posesión de todo lo real del
derecho humano, y el consuelo y la fuerza de la estimación de cuanto en los
cubanos blancos hay de justo y generoso, la misma raza extirparía en Cuba el
peligro negro, sin que tuviese que alzarse a él una sola mano blanca. La
revolución lo sabe, y lo proclama : la emigración lo proclama también. Allí
no tiene el cubano negro escuelas de ira como no tuvo en la guerra una sola
culpa de ensoberbecimiento indebido o de insubordinación. En sus hombres anduvo
segura la república a que no atentó jamás. Sólo los que odian al negro ven
en el negro odio; y los que con semejante miedo injusto traficasen, para
sujetar, con inapetecible oficio, las manos que pudieran erguirse a expulsar de
la tierra cubana al ocupante corruptor.
En los habitantes
españoles de Cuba, en vez de la deshonrosa ira de la primera guerra, espera
hallar la revolución, que ni lisonjea ni teme, tan afectuosa neutralidad o tan
veraz ayuda, que por ellas vendrá a ser la guerra más breve, sus desastres
menores, y más fácil y amiga la paz en que han de vivir juntos padres e hijos.
Los cubanos empezamos la guerra, y los cubanos y los españoles la terminaremos.
No nos maltraten, y no se les maltratará. Respeten, y se les respetará. Al
acero responda el acero, y la amistad a la amistad. En el pecho antillano no hay
odio; y el cubano saluda en la muerte al espáñol a quien la crueldad del
ejercicio forzoso arrancó de su casa y su terruño para venir a asesinar en
pechos de hombres la libertad que él mismo ansía. Más que saludarlo en la
muerte, quisiera la revolución acogerlo en vida ; y la república será
tranquilo hogar pará cuantos españoles de trabajo y honor gocen en ella de la
libertad y bienes que han de hallar aún por largo tiempo en la lentitud,
desidia y vicios políticos de la tierra propia. Este es el corazón de Cuba, y
así será la guerra. ¿Qué enemigos espanoles tendrá verdaderamente la
revolución'? ¿Será el ejército, republicano en mucha parte, que ha aprendido
a respetar nuestro valor, como nosotros respetamos el suyo, y más sienten
impulso a veces de unírsenos que de combatirnos? ¿Serán los quintos, educados
ya en las ideas de humanidad, contrarias a derramar sangre de sus semejantes en
provecho de un cetro inútil o una patria codiciosa, los quintos segados en la
flor de su juventud para venir a defender, contra un pueblo que los acogiera
alegres como ciudadanos libres, un trono mal sujeto. sobre la nación vendida
por sus guías, con la complicidad de sus privilegios y sus logros? ?Será la
masa, hoy humana y culta, de artesanos y dependientes, a quienes, so pretexto de
patria, arrastró ayer a la ferocidad y al crimen del interés de los españoles
acaudalados que hoy, con lo más de sus fortunas salvas en España, muestran
menos celo que aquel con que ensangrentaron la tierra de su riqueza cuando los
sorprendió en ella la guerra con toda su fortuna? ¿O serán los fundadores de
familias y de industrias cubanas, fatigados ya del fraude de España y de su
desgobierno, y como el cubano vejados y oprimidos, los que, ingratos e
imprudentes, sin miramientos por la paz de sus casas y la conservación de una
riqueza que el régimen de España amenaza más que la revolución, se revuelvan
contra la tierra que de tristes rústicos los ha hecho esposos felices, y dueños
de una prole capaz de morir sin odio por asegurar al paure sangriento de suelo
libre al fin de la discordia permanente entre el criollo y el peninsular; donde
la honrada fortuna puede mantenerse sin cohecho y desarrollo sin zozobra, y el
hijo no vea entre el beso de sus labios y la mano de sus padres la sombra
aborrecida del opresor ? ¿Que suerte elegirán los españoles : la guerra sin
tregua, confesa o disimulada, que amenaza y perturba las relaciones siempre
inquietas y violentas del país, o la paz definitiva, que jamás se conseguirá
en Cuba sino con la independencia? ¿Enconarán y ensangrentarán los españoles
arraigados en Cuba la guerra en que pueden quedar vencidos? ¿Ni con que derecho
nos odiarán los españoles, si los cubanos no los odiamos? La revolución
emplea sin miedo este lenguaje, porque el decreto de emancipar de una vez Cuba
de la ineptitud y corrupción irremediable del gobierno de España, y abrirla
franca para todos los hombres al mundo nuevo, es tan terminante como la voluntad
de mirar como a cubanos, sin tibio corazón ni amargas memorias, a los españoles
que por su pasión de libertad ayuden a conquistarla en Cuba, y a los que con su
respeto a la guerra de hoy rescaten la sangre que en la de ayer manó a sus
golpes del pecho de sus hijos.
En las formas en que
se dé la revolución, conocedora de su desinterés, no hallará sin duda
pretexto de reproche la vigilante cobardía, que en los errores formales del país
naciente, o en su poca suma visible de república, pudiese procurar razón con
que negarle la sangre que le adeuda. No tendrá el patriotismo puro causa de
temor por la dignidad y suerte futura de la patria. - La dificultad de las
guerras de independencia en América, y la de sus primeras nacionalidades, ha
estado, más que en la discordia de sus héroes y en la emulación y recelo
inherentes al hombre, en la falta oportuna de forma que a la vez contenga el espíritu
de redención que, con apoyo de ímpetus menores, promueve y nutre la guerra, -
y las prácticas necesarias a la guerra, y que ésta debe desembarazar y
sostener. En la guerra inicial se ha de hallar el país maneras tales de
gobierno que a un tiempo satisfagan la inteligencia madura y suspicaz de sus
hijos cultos, y las condiciones requeridas para la ayuda y respeto de los demás
pueblos -, y permitan, en vez de entrabar, el desarrollo pleno y término rápido
de la guerra fatalmente necesaria a la felicidad pública. Desde sus raíces se
ha de constituir la patria con formas viables, y de si propias nacidas, de modo
que un gobierno sin realidad ni sanción no la conduzca a las parcialidades o a
la tiranía. - Sin. atentar, con desordenado concepto de su deber, al uso de las
facultades íntegras de constitución, con que se ordenen y acomoden, en su
responsabilidad peculiar ante el mundo contemporáneo, liberal e impaciente, los
elementos expertos y novicios, por igual movidos de ímpetu ejecutivo y pureza
ideal, que con nobleza idéntica, y el título inexpugnable de su sangre. se
lanzan tras el alma y guía de los primeros héroes, a abrir a la humanidad una república
trabajadora; sólo es lícito al Partido Revolucionario Cubano declarar su fe en
que la revolución ha de hallar formas que le aseguren, en la unidad y vigor
indispensables a una guerra culta, el entusiasmo de los cubanos, la confianza de
los españoles y la amistad del mundo. Conocer y íijar la realidad; componer en
molde natural, la realidad de las ideas que producen o apagan los hechos, y la
de los hechos que nacen de las ideas ; ordenar la revolución del decoro, el
sacrificio y la cultura de modo que no quede el decoro de un sólo hombre
lastimado, ni el sacrificio parezca inútil a un sólo cubano, ni la revolución
inferior a la cultura del país, no a la extranjera y desautorizada cultura que
se enajena el respeto de los hombres viriles por la ineficacia de los resultados
y el contraste lastimoso entre la poquedad real y la arrogancia de sus estériles
poseedores, sino al profundo conocimiento de la labor del hombre en rescate y
sostén de su dignidad : - ésos son los deberes, y los intentos, de la revoluciún.
Ella se regirá de modo que la guerra, pujante y capaz, dé pronto casa firme a
la nueva república.
La guerra sana y
vigorosa desde el nacer con que hoy reanuda Cuba, con todas las ventajas de su
experiencia, y la victoria asegurada a ]as determinaciones finales, el esfuerzo
excelso, jamás recordado sin unión, de sus inmarcecibles héroes, no es solo
hoy el piadoso anhelo de dar vida plena al pueblo que, bajo la inmortalidad y
ocupación crecientes de un amo inepto, desmigaja o pierde su fuerza superior en
la patria sofocada o en los destierros esparcidos. Ni es la guerra él
insultante prurito de conquistar a Cuba con el sacrificio tentador, la
independencia política, que sin derecho pediría a los cubanos su brazo si con
ella no fuese la esperanza de crear una patria más a la libertad del
pensamiento, la equidad de las costumbres y la paz del trabajo. La guerra de
independencia de Cuba, nudo de haz de islas donde se ha de cruzar, en plazo de
pocos anos, el comercio de los continentes, es suceso de gran alcance humano, y
servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza
y trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aún vacilante del
mundo. Honra y conmueve pensar que cuando cae en tierra de Cuba un guerrero de
la independencia, abandonado tal vez por los pueblos incautos o indiferentes a
quienes se inmola, cae por el bien mayor del hombre, la confirmación de la república
moral en América, y la creación de un archipiélago libre donde las naciones
respetuosas derramen las riquezas que a su paso han de caer sobre el crucero del
mundo. ¡ Apenas podría creerse que con semejantes mártires, y de tal
porvenir, hubiera cubanos que atasen a Cuba a la monarquía podrida y aldeana de
España. y a su miseria inerte y viciosa!
A la revolución
cumplirá mañana el deber de explicar de nuevo al país y a las naciones las
causas locales, y de idea e interés universal, con que para el adelanto y
servicio de la humanidad reanuda el pueblo emancipador de Yara y Guáimaro una
guerra digna del respeto de sus enemigos y e1 apoyo de los pueblos, por el rígido
concepto del derecho del hombre, y su aborrecimiento de la venganza estéril y
la devastación inútil. Hoy,. al proclamar desde el umbral de la tierra
venerada el espíritu y doctrinas que produjeron y alientan la guerra entera y
humanitaria en que se une aún más el pueblo de Cuba, invencible e indivisible,
séanos lícito invocar, como guía y ayuda de nuestro pueblo, a!os magnánimos
fundadores, cuya labor renueva el país agradecido, y al honor, que ha de
impedir a los cubanos herir, de palabra o de obra, a lós que mueren por ellos.
Y al declarar así, en nombre de la patria, y deponer ante ella y ante su libre
facultad de constitución, la obra idéntica de dos generaciones, suscriben
juntos la declaración por la res- ponsabilidad común de su representación, y
en muestra de unidad y solidez de la revolución cubana, el Delegado del Partido
Revolucionario Cubano, creado para ordenar y auxiliar ]a guerra actual, y el
General en Jefe electo en él por todos los miembros activos del Ejército
Libertador.
Montecristi, 25 de Marzo de 1895.
José Martí
M. Gómez.