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Las afueras (Juan
Bonilla)
El último libro de Sergi Pàmies
22 de noviembre de 2000
Que un libro de cuentos pueda izarse al primer
puesto de la lista de libros más vendidos, es
sin duda un privilegio para el idioma en que
ese milagro se atreve a suceder. En la lista
de libros más vendidos en catalán que publica
La Vanguardia, veo que L'últim llibre de Sergi
Pàmies -que así se titula el último libro de
Sergi Pàmies- aparece en primera posición. Me
tomo una copa de vino para celebrarlo: a la
salud de Pàmies. Cuando a mediados de los 80
tuve que aprender catalán, Quim Monzó y Sergi
Pàmies me ayudaron mucho más que los discos
de Sisa y Pau Riba, que los telediarios presentados
por Mónica Huguet y Angels Barceló, que las
tardes pasadas en cafeterías del Barrio Gótico
y que los domingos pasados en el Nou Camp. Borges
decía que hay escritores que merecen que nos
enseñemos sus idiomas para no leerlos traducidos.
Yo no sé si Monzó y Pàmies pertenecen a ese
selecto grupo, pero sé que gracias a ellos me
enseñé catalán. Pàmies entró en escena en setiembre
del año 86 con un librito blanco, con unos chinos
en bicicleta dibujados en la parte superior
de la portada. El libro se titulaba T hauria
de caure la cara de vergonya (Tendría que caérsete
la cara de vergüenza) y lo componían 16 cuentos.
Eran brillantes, ácidos, divertidísimos. Conseguía
Pàmies, planteando situaciones cotidianas, arrancar
del lector una fiesta de carcajadas. Y sólo
un año después de la publicación de ese libro,
otro tomito blanco de las ediciones Quaderns
Cremá, con un tipo en la ducha en la portada:
Infecció. 13 cuentos en los que volvía Pámies
a deslumbrar a la parroquia, nuevas dosis de
imaginación, acidez, socarronería y poesía,
en ese estilo suyo conciso, alérgico a cualquier
exuberancia. El autor tenía sólo 27 años, y
por culpa suya y de Quim Monzó, ya que sus libros
me gustaban tanto, pensé que a lo mejor su editor
quería ser también el mío, así que hice fotocopias
de mis cuentos y los mandé a Quaderns Crema.
Lo curioso es que me dijeron que sí, aunque
el libro, por fortuna, se quedó en el barranco
por razones que no vienen al caso. Lo cierto
es que cuando recibí la carta del editor -uno
de los más fiables de nuestra tierra, Jaume
Vallcorba, ahí tienen los preciosos libros de
El acantilado para convencerse-, lo único que
pensé fue: qué bien, voy a editar donde el Monzó
y el Pàmies. Ahora Pàmies acaba de publicar
su cuarto libro de relatos, y para ahorrarle
problemas a los lectores le ha colocado de título
L'últim llibre de Sergi Pàmies. Son nueve cuentos,
todos ellos excelentes, algunos decididamente
inolvidables. Aquí está el Pàmies maduro y sabio
que no hace esfuerzos por arrancarnos carcajadas,
que pinta las escenas con esa destreza suya
que es capaz de imponerle melancolía a viñetas
en apariencia nada melancólicas. Hay un relato,
titulado La máquina de fer persigolles, que
es una de las cosas más tristes que uno ha leído
nunca: sin cursilería, sin regodearse en la
tristeza, como pasando de puntillas, con una
fuerza poética endiablada. Y ésa es la seña
de identidad de la prosa de Pàmies: su vigor
radica en que no hace gastos superfluos para
regodearse en sus ocurrencias o reflexiones.
Las deja fijadas con una economía envidiable.
Si fuera boxeador, sería de los que ganan -o
pierden- por K.O. en los primeros asaltos. Eso
de dar la paliza lo deja para otros. Pàmies
es también un cronista de la extrañeza de vivir
en estos tiempos que nos han tocado. Pero sus
ambiciones distan de las de un sociólogo, se
arriman a las de un poeta. A pesar de que uno
se ha reído mucho en los libros de Pàmies, no
es difícil darse cuenta de que en el fondo es
un autor con un poso de melancolía evidente.
Abundan los seres solitarios en sus cuentos,
los derrotados que ni siquiera sabían que estaban
disputando un combate, los fuera de juego que
no sabían en qué consistía el juego. En el último
y excepcional cuento de este último y excepcional
libro de Sergi Pàmies, alguien lee que la novela
ha muerto. Está en la consulta de un médico
y de repente la muerte de la novelaes un presagio
terrible de lo que le espera. Pero a pesar de
todo, nos dice, vale la pena reírse, cantar
bajo la ducha, ayudarle a abrir la puerta del
ascensor a una mujer que vuelve del supermercado
cargada de bolsas, olernos los dedos antes y
después de, charlar con los taxistas, entrar
en una tienda y probarnos ropa que no podremos
pagar, y escribir, aunque sea una novela que
se muere, aunque sea en una lengua moribunda.
No se lo pierdan. L'ùltim llibre de Sergi Pàmies
lo ha publicado Quaderns Cremá en uno de esos
elegantes y preciosos tomitos blancos, con un
motorista de colores en la portada.
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