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RADIOGRAFÍA
DE LA PRENSA EN ESTADOS UNIDOS
Más medios y menos credibilidad
El caso Jayson Blair ha hecho daño a The New York Times.
Treinta años después de que el presidente Nixon tuviera
que dimitir por el escándalo de Watergate, en el que la prensa
desempeñó un papel decisivo -en aquel caso, The Washington
Post, como poco antes había hecho The New York Times con los papeles
del Pentágono, la historia secreta de la guerra de Vietnam-, ¿cómo
está el periodismo de Estados Unidos? ¿En qué ha
cambiado la manera de informar durante estos treinta años? ¿Qué
imagen tienen los norteamericanos de los periodistas y de los medios?
En un esfuerzo de documentación
con pocos precedentes, The Project for Excellence in Journalism (PEJ),
dependiente de la Escuela de Periodismo de Columbia y financiado por la
Fundación Pew, acaba de publicar El estado de los medios de comunicación
2004. Se trata de un exhaustivo estudio en el que, además de investigaciones
y análisis propios, se recogen cientos de sondeos e informes para
hacer la gran fotografía de la información en el país
que consagra la libertad de expresión en su Primera Enmienda constitucional,
y en el que uno de los padres de la patria, el presidente Thomas Jefferson,
dejó escrito: "Si de mí dependiera y hubiera que elegir
entre tener Gobiernos sin periódicos o periódicos sin un
Gobierno, no dudaría ni un instante en preferir esto último".
(También es cierto que Jefferson escribió: "Los anuncios
contienen las únicas verdades fiables de un periódico").
¿Qué panorama se desprende
del informe? Complejo y contradictorio, según Amy Mitchell, coautora
y directora de investigación del estudio. El periodismo se encuentra
"en medio de una transformación tan importante como la que
ocurrió con el telégrafo o la televisión". "Hay
muchos elementos distintos en juego en este momento, hay convergencia
de nuevas y viejas formas de hacer periodismo y, al mismo tiempo, una
extremada fragmentación". Escribe José Manuel Calvo
en El País que esa fragmentación no impide que haya mayor
capacidad que nunca -gracias a los medios- para vivir al mismo tiempo
grandes acontecimientos como el 11-S. "Son más accesibles
los medios de calidad, pero también los medios-basura, lo trivial,
lo sectario y lo falso". Como señala el estudio, "algunos
ciudadanos están mejor informados, otros se dejan invadir por el
sensacionalismo y otros buscan noticias que confirmen las visiones preconcebidas
que se tienen".
Mitchell cree que en esta encrucijada hay
claves que se entrelazan y que tienen que ver con la mirada crítica
de los estadounidenses sobre los medios, las leyes del mercado y las decisiones
empresariales. "Como las audiencias descienden, porque hay más
medios y porque la confianza ha disminuido, es más difícil
conseguir beneficios; la competitividad ha aumentado. La respuesta que
la mayoría de las empresas ha tenido ante esta situación,
por el momento, ha sido el recorte de los recursos disponibles para los
periodistas y reporteros, y la reducción del producto. Y esto ha
contribuido a mermar aún más la audiencia y su nivel de
confianza".
Inversión
y riesgo
El panorama no es tan negro como pudiera parecer, en opinión de
Mitchell, porque "al mismo tiempo, el periodismo es hoy tremendamente
importante y las audiencias están ahí. Los jóvenes
interesados en las noticias de Internet, por ejemplo, están creciendo.
Esto puede permitir que el periodismo se salve, pero, para que ocurra
así, debe haber cambios significativos, como aumentar las inversiones
en el producto y asumir ciertos riesgos". "Quiero ser optimista;
ya hay grupos empresariales que ven las cosas como nosotros. La cuestión
es si serán capaces de convencer a suficiente gente de que estas
inversiones merecen la pena porque son a largo plazo".
Muchos medios de comunicación e
incremento en la velocidad del ciclo de noticias: éstas son las
dos características que, en opinión de los autores del estudio,
determinan que los contenidos del periodismo estadounidense del año
2004 sean más diversos que nunca, que los medios luchen con todas
las armas de promoción a su alcance en la batalla de las audiencias
y que todos trabajen bajo la presión del tiempo.
Los periódicos se enfrentan al descenso
de lectores. Económicamente, los que han sobrevivido están
en buena situación financiera. Su dilema es si invierten en la
búsqueda de nuevas audiencias o en la consolidación de las
que tienen. Aunque los diarios han introducido innovaciones, son los que
menos han cambiado a la hora de dar información.
El modelo de contar noticias de las grandes
cadenas de televisión todavía se mantiene, pero la televisión
por cable "hace cada vez menos paquetes informativos y cada vez más
entrevistas en directo e intervenciones de reporteros con escasa elaboración".
En este panorama, los periódicos explotan el hecho de tener plantillas
más grandes, una ventaja que utilizan además para alimentar
sus ediciones electrónicas y hacerlas más competitivas.
En las revistas "pierde terreno la información política
tradicional y avanzan los contenidos de estilos de vida". Y aumentan
las revistas muy especializadas.
En cuanto a las audiencias, la dispersión
es también la norma, aunque se mantienen las grandes líneas:
el 83% de los estadounidenses se informa sobre todo a través de
la televisión; el 42%, mediante los periódicos; un 19% lo
hace con la radio, y el 15%, vía Internet. Es interesante destacar
el crecimiento de Internet como fuente de información y la buena
salud de la prensa de minorías: "La circulación de
los periódicos en español se ha triplicado en la última
década hasta alcanzar 1,7 millones de ejemplares, en contraste
con la caída de un 11% de los periódicos en inglés".
La situación económica de
los medios que se basan en la información es relativamente sólida,
sobre todo en la escrita -20% de incremento de beneficios por término
medio en 2003- y en las cadenas locales de televisión y radio.
Para las televisiones generalistas, la información sigue siendo
rentable, pero los costes de cobertura de los grandes acontecimientos
han aumentado tanto -el desplazamiento de cientos de productores, cámaras
e informadores a guerras como las de Afganistán e Irak o a atentados
como el de Madrid-, que se ha notado en los beneficios de 2003. De nuevo
llama la atención a los autores del estudio el crecimiento de los
ingresos por publicidad en la prensa hispana entre 1990 y 2001: de 111
millones de dólares a 786 millones.
Internet
"empezó a doblar la esquina de la rentabilidad en 2003, aunque
los medios aún se basan en recursos tradicionales para los contenidos
y, en muchas ocasiones, para absorber los costes". "Si esta
tendencia continúa, en unos cuantos años supondrá
una contribución significativa a las arcas de las empresas",
señala el informe.
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El
caso Jayson Blair ha hecho daño a The New York Times |
Concentración
En cuanto a la propiedad, la tendencia es opuesta a la de la fragmentación
de las audiencias: crece la concentración. El Tribunal Supremo
ha defendido como línea general que la diversidad es positiva,
pero el mercado tiene sus propias leyes: "En 2004, 22 empresas representan
el 70% de la circulación diaria de periódicos; en televisión
local, las 10 empresas más fuertes controlan las 30 principales
emisoras, que llegan al 85% de toda la audiencia; en la televisión
generalista, todos los propietarios son corporaciones gigantes para las
que la televisión representa sólo una pequeña parte
de sus ingresos. También en Internet predominan las grandes empresas.
El PEJ revela que las plantillas periodísticas
son cada vez más pequeñas. "Los periódicos tienen
hoy 2.200 periodistas menos de los que tenían en 1990, cuando comenzó
la crisis de difusión" [en 1990 había 57.000 periodistas].
Hay menos diarios, aunque también hay más periodistas implicados
en tareas no directamente informativas, sino de producción. En
la televisión hay una tercera parte menos de periodistas en los
últimos 20 años, aunque el trabajo de los informativos se
ha incrementado. En la radio, el declive es aún mayor, del 44%.
Las plantillas de televisión por cable son pequeñas. En
Internet, como es obvio, se ha crecido, pero en muchas ocasiones a expensas
de los medios tradicionales. Resultado: "Más presión,
menos tiempo para trabajar en la información, más uso de
la tecnología, los recursos compartidos y la información
de segunda mano".
En esta situación, ¿se hace
mejor o peor periodismo en EE UU? Cada experto tiene su respuesta. Para
Lewis Wolfson, veterano profesional, director del centro Diálogo
con la Prensa y profesor de la Escuela de Comunicación de la American
University, "el periodismo diario, en general, es mejor" y,
"aunque la formación no ha sido muy buena en los últimos
años, la calidad de la gente que se dedica al periodismo es superior,
ha aumentado en los últimos treinta años. Creo que sabemos
mejor por qué ocurren las cosas, aunque aún no lo suficiente".
La preocupación principal de Wolfson
es que "el periodismo actual está demasiado centrado en los
sucesos, tanto los periódicos como las televisiones. Creo que a
la gente le interesa, sin duda, lo inmediato, pero también quiere
entender los porqués, y qué hace el Gobierno, qué
hacen las empresas, qué ocurre en otros lugares... en definitiva,
cosas que a la larga afectarán sus vidas".
¿Y cómo ve la gente a los
periodistas? "Se les ve como chapuceros, menos éticos, menos
cuidadosos, más sectarios, menos autocríticos sobre sus
errores y, en general, más perjudiciales para la democracia que
hace 30 años".
En concreto, entre 1985 y 2002:
- Pasan del 72% al 49% los que afirman
que se ha deteriorado la profesionalidad de los medios.
- Los que creen que los medios esconden
sus propios errores son ahora el 67%, en lugar del 13%.
- Disminuyen del 55% al 35% los que piensan
que los medios informan objetivamente sobre lo que pasa.
- Y disminuye también, del 41% al
30%, el porcentaje de los que sienten que a los medios no les importa
la gente de la que informan.
- En cambio, aumentan del 45% al 59% los
convencidos de que las empresas periodísticas tienen una orientación
política definida.
"Se confía menos en los periodistas",
confirma Lewis Wolfson, que subraya la ironía: "El periodismo
actual es mejor, porque se conocen más cosas y es más variado,
pero quizá antes se sabía mejor qué cosas se podían
hacer y qué cosas no; ahora hay quienes no respetan las exigencias
como deberían". El que eso ocurra en otros ámbitos
no debe servir de justificación, según Wolfson: "Es
cierto que el caso del periodismo no es único y que vivimos en
una sociedad en la que la ética es un problema en todas las profesiones.
Pero yo tengo la impresión de que los periodistas deberían
respetar unos estándares más elevados, porque son ellos
quienes tienen que contar qué ocurre en otras profesiones, en el
Gobierno, en las empresas. Tienen que mantener su propia credibilidad
para poder ser creíbles al hablar de todos los demás".
Inventos
y mentiras
Los casos recientes de fabricación de historias o invención
de citas -desde los más conocidos, como el del joven Jayson Blair
en The New York Times o el del reportero estrella del USA Today, Jack
Kelley, hasta otros que no han ido más allá de los círculos
locales-, "desde luego, también perjudican", cree Amy
Mitchell, "porque los que ya antes no confiaban en los medios de
comunicación encuentran ahora más motivos para justificar
su postura". También influye en el distanciamiento la polarización
de la vida política y periodística en EE UU. En todo caso,
el Centro Pew, que sigue de forma sistemática la credibilidad de
los medios, registra un continuo declive en los últimos veinte
años, con la excepción de los meses que siguieron al 11-S.
Entre 1985 y 2002 han pasado del 80% al 59% los estadounidenses que creen
que su periódico diario es "muy creíble". Las
grandes cadenas de televisión, que estaban en torno al 83% de credibilidad,
descienden al 65%.
El estudio, que sigue de cerca las orientaciones
de Andrew Kohut, director del Pew Center, en este capítulo, también
sugiere como explicación una cierta esquizofrenia en las audiencias:
"Se les pide a los medios que entretengan más, que transmitan
más sensaciones, que se atengan a un estilo más interpretativo
de noticias, y los medios lo hacen. Pero, entonces, las audiencias sienten
repugnancia y desprecian al mensajero por hacer lo que le habían
pedido que hiciera". Otra posibilidad, se añade, es que "la
actitud sobre los medios se limite a reflejar la desconfianza que, en
general, se siente hacia todas las instituciones". Un estudio distinto
apunta a la percepción de que "los medios pierden en precisión
y los periodistas sensacionalizan las noticias para vender periódicos
y progresar en sus carreras profesionales".
Huyendo de respuestas excesivamente simples,
los autores del estudio entienden que las tendencias registradas ayuden
a que aumente la desconfianza de la gente en los medios, con lo que se
crea un círculo vicioso: "Caen las audiencias; eso lleva a
recortes en las redacciones y a otras medidas, y refuerza la sospecha
de que los medios están más motivados por razones económicas
que por el servicio público". A pesar de las diferentes iniciativas
y medidas adoptadas, la desconfianza sólo se rompe cuando, como
ocurrió en los meses posteriores al 11-S, los medios se vuelcan
en una crisis, dedican todos sus esfuerzos a cubrirla con seriedad y atienden
más a los hechos que a las interpretaciones: "El país
se enfrentó a una crisis que hizo más urgente la necesidad
del periodismo".
¿Cuánto puede resistir el
periodismo si se acentúa cada vez más la desconfianza? Según
el estudio, "para invertir el declive de audiencia hará falta
un cambio básico en la prensa, que haga las noticias más
relevantes y más personalizadas, y que al tiempo demuestre a los
ciudadanos, igual que ocurrió después del 11-S, que la industria
de la comunicación está más preocupada por el bien
público de lo que creen los estadounidenses".
Las ocho tendencias en la comunicación
TRAS ANALIZAR ocho sectores -periódicos,
revistas, grandes cadenas de televisión, televisión por
cable, televisión local, Internet, radio y medios alternativos-
a partir de seis parámetros -tendencias en los contenidos, audiencias,
finanzas, propiedad de los medios, inversiones en la redacción
y actitudes públicas hacia los medios-, el Project for Excellence
in Journalism, dirigido por Tom Rosenstiel y Amy Mitchell, descubre ocho
tendencias en el panorama de la comunicación:
- Aumenta el número de medios con
audiencias que se estancan o disminuyen, "lo cual acentúa
la presión en ingresos y beneficios". Sólo se salvan
de esta tendencia "la prensa electrónica, la alternativa y
la étnica o de minorías".
- Casi todos los medios "recortan
gastos en las redacciones, tanto en la plantilla como en el tiempo dedicado
a investigar".
- Muchos medios ofrecen la materia prima
de la información como si fuera el resultado final. En la televisión
por cable y los medios electrónicos "hay una tendencia a la
información mezclada, caótica o parcial, sin síntesis
ni orden" y "noticias repetidas sin actualizaciones que las
expliquen". Como explica Mitchell, "mucha gente recibe lo que
llamaríamos información en bruto".
- Los criterios periodísticos varían
incluso dentro de cada medio: las empresas de comunicación -sobre
todo las audiovisuales-, "que quieren garantizar a sus anunciantes
mercados publicitarios no en un solo lugar, sino a través de diferentes
programas, productos o plataformas", cambian sus criterios y sus
normas éticas y publicitarias según la cadena, el programa
o la hora de emisión. Esto perturba la identificación de
marca y facilita la percepción popular de que "a los medios
les falta profesionalidad y se mueven por razones económicas y
egoístas, más que por el interés público".
- La ausencia de inversión complica
el futuro de muchos medios tradicionales. Al mantener la rentabilidad
recortando costes, hay más trabajo para menos periodistas y menos
espacio informativo y más promociones y anuncios.
- El periodismo se complementa de manera
más inevitable y menos amenazadora de lo que parecía hace
unos años. Según el estudio, "el periodismo electrónico
no sustituye a los medios tradicionales, sino que converge con ellos.
La idea de que el medio es el mensaje se verá cada vez más
superada".
-
La clave puede no ser tecnológica, sino económica. Si es
cierto, dice el PEJ, que el periodismo on line "supone nuevas oportunidades
para el periodismo tradicional, más que la mera canibalización",
el problema que puede plantearse es de ingresos, dadas sus mayores dificultades
de suscripción y publicidad. - Los que son capaces de manipular
los medios y al público parecen tener cada vez más poder
sobre los periodistas. "El poder creciente que tienen ciertas fuentes
ha estimulado una especie de periodismo de chequera, como se puede observar
en los esfuerzos de las cadenas de televisión por entrevistar a
Michael Jackson o Jessica Lynch [la soldado secuestrada y liberada en
Irak]".
Periodistadigital.com,
5 de abril de 2004
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