Boicot. Marcas y productos a evitar.

por Jim Thomas.

Actualmente hay cuatro cultivos conseguidos mediante ingeniería genética cuya presencia se permite en los alimentos del Reino Unido, además de cierto número de coadyuvantes para el procesado y de enzimas. Puede parecer una cantidad ridícula, pero dos de estos cultivos, la soja y el maíz, forman parte de casi el 80% de la comida procesada. A esto hay que sumar los numerosos usos no alimentarios de los cultivos transgénicos, como es el caso de otro cultivo muy común en nuestra vida diaria: el algodón. A continuación se describe esquematicamente algunos de los usos más comunes de estos cultivos.

Soja resistente al «Roundup» de Monsanto.

Monsanto.Hasta la fecha este es el más ubícuo de los alimentos manipulados genéticamente. Esá genéticamente diseñado para «atar» a los agricultores al uso del herbicida de Monsanto, el Roundup, y actualmente supone el 15% de la producción de soja de EE.UU. y el año que viene supondrá el 30%. La soja de Brasil, Canada, Europa y Asia está libre de manipulaciones genéticas, pero la mayor parte de la soja empleada para ingredientes es de los EE.UU., y Monsanto se ha asegurado de que la soja manipulada se mezclara con, y contaminara, las existencias de soja convencional. En la comida buscad los siguientes ingredientes: proteína de soja, TVP (proteína vegetal texturizada) proteína de soja aislada, harina de soja, lecitinas (la mayor parte tienen base de soja). Buscad también el número E322. Algunos aromas también tiene base de soja.

Productos que pueden contener soja manipulada genéticamente.

Las comidas vegetarianas han sido las primeras en ser contaminadas por la soja manipulada genéticamente: Batchelor's Beanfeast, una comida de soja precocinada producida por el gigante alimentario Unilever, es actualmente el centro de una campaña de Greenpeace, Friends of the Earth y The Genetic Engineering Network, dado que fue el primer producto, conteniendo soja transgénica, autorizado en el Reino Unido. Desde entonces Unilever también ha etiquetado Vesta Currys, otra comida precocinada, como producto que contiene soja manipulada genéticamente. Proteína de soja transgénica también termina estando en las salchichas, fideos, comidas para bebés (los productos SMA probablemente la contienen), cerveza, pan, comida de mascotas, pasteles (p.ej. Las galletas vegetales de Coop o los de Asda's Farm Stores ) y comidas congeladas (se ha descubierto que los congelados Ross contienen soja manipulada), patés (Sainsbury's tiene 23 tipos de paté y cremas que continen soja modificada) y alimentación animal. Walker's Crips han confirmado que 29 de sus marcas Smiths, Walkers, Quavers y Monster Munch pueden contener harina de soja manipulada genéticamente y proteína de soja o maíz igualmente manipulado (ver más abajo). La proteína de soja se utiliza también para tintas, adhesivos, rollos de embalaje, pinturas, plásticos e, irónicamente, pesticidas.

El aceite de soja se usa mucho más. A menudo se mezcla con otros aceites en margarinas (por ejemplo, la margarina vegetal de Coop), la mayor parte de las cuales, de todas formas, contienen lecitinas de soja (Vitalite probablemente contiene soja manipulada genéticamente, y la pasta de soja de Safeway lleva una etiqueta que dice «nuevo y mejorado» ¡desde que usa la manipulación genética!. La mayonesa, el aceite para cocinar, las pastas para sandwiches y los helados, todos pueden contener aceite de soja manipulada. El chocolate de Haägen Dazs probablemente también, así como posiblemente los sustitutivos del queso (la alternativa al queso Summer County contiene soja manipulada y es otro producto de Unilever). El aceite de soja se usa como ayuda al procesamiento, por ejemplo en la producción de algunos cereales Alpen y Ready Brek.

En cuanto a la lecitina de soja manipulada genéticamente se emplea mucho para chocolates, panadería y pastelería, margarinas y productos para adelgazar (p. ej., las bebidas Slim Fast). Los ejemplos incluyen a chocolates Nestlé y las galletas de chocolate McVitie’s. Marks & Spencer ha reconocido que utiliza soja manipulada en muchos de sus productos.

Maíz Bt (Novartis).

Novartis.El maíz modificado genéticamente también está entrando en Europa, como la soja, sin separar y a menudo sin etiquetar. Aunque este año sólo un pequeño porcentaje de la cosecha de maíz (menos del 0,5%) será producido mediante ingeniería genética, la industria sostiene que no puede separarlo. El maíz Bt produce una toxina para matar a un insecto dañino del cultivo pero que también elimina a insectos beneficiosos. Se ha criticado por parte de la autoridad francesa competente en antibióticos, que se utilice un gen que otorga resistencia a los antibióticos. Además, como en el caso de la soja, el maíz es utilizado para una gran variedad de usos (alimentarios o no), como en forma de grano en productos del tipo de fritos de maíz (Doritos, Uncles Ben's Tacos) o más frecuentemente como aceite de maíz, jarabe de maíz y almidón de maíz. Hay almidón en muchos productos, desde sopas y dulces hasta pasta de dientes. A continuación hay algunos ejemplos de productos que contienen maíz transgénico en el Reino Unido: curry vegetal y de pollo, mayonesa, potaje irlandés y aliños de ensaladas de Asda Farm Stores. Fuentes de Unilever sugieren que pueden empezar a introducir maíz transgénico en las sopas Batchelor's y en todos los demás productos que tienen. El maíz, al igual que la soja, es un producto principal para la alimentación animal, y por ello no hay duda que se introducirá en la alimentación humana indirectamente.

El Tomate FlavrSavr (Zaneca).

El tomate FlavrSavr, llamado «tomate de Troya» en 1996, fue la primera cosecha entera de cultivo transgénico que llegó a tierras del Reino Unido. Se manipula genéticamente para retrasar el proceso de putrefacción, ahorrando así costes de procesamiento.

Sainburys y Safeway lo introdujeron en latas etiquetadas de salsa de tomate, y después alegaron que había sido un éxito. Busca las latas de tomate, que son casi idénticas a las normales -sólo que más grandes y por tanto más rentables económicamente-, probablemente no notes la etiqueta hasta que la mires muy detenidamente.

Quimosina transgénica «cuajo vegetariano».

La quimosina natural viene del estomago de un ternero y se usa en la fabricación del queso. Su equivalente se produce manipulando genéticamente una bacteria. Se usa en unos cuantos «quesos vegetarianos» (por ejemplo el de Coop) y en el pasado fue recomendado por la Vegetarian Society. Sin embargo, existen cuajos no manipulados genéticamente y que tampoco son de origen animal, igualmente recomendados por la Vegetarian Society y por la Soil Association, de modo que existen alternativas para los consumidores éticos.

Algodón Bollgard Bt y algodón resistente al «Roundup» de Monsanto.

Estas dos variedades de algodón genéticamente manipulado ya componen alrededor del 50% de la cosecha de algodón de los EE.UU. El algodón de los EE.UU. se usa para pantalones vaquero, prendas de vestir y telas, asi como para la producción de aceite de semillas de algodón que puede utilizarse en latas de comida procesada o pescado (por ejemplo, las ostras ahumadas de John West).

Colza resistente al «Roundup» de Monsanto.

En Europa se ha aprobado la importación de colza manipulada genéticamente de Canadá que se usará sobre todo como aceite en margarinas, comidas cocinadas y galletas. Es realmente preocupante que ADN de colza manipulada ha sido detectado en Alemania en botes de miel canadiense producida por Clover Crest y Fuerster-Reform. Dado que alrededor de la mitad de los campos donde actualmente se experimentan cosechas manipuladas en el Reino Unido son de colza, sobre todo de Plant Genetic Systems, AgrEvo y Monsanto, es muy probable que la miel europea esté sufriendo una contaminación parecida. La Asociación de Apicultores expresó recientemente una fuerte preocupación porque piensa que los efectos de esta contaminación genética en sus abejas y en sus productos son totalmente impredicibles.

Hormonas del crecimiento bovino (BGH).

Food and Drug Administration.Al principio, Michel Taylor, Jefe de Comisión de la FDA (Food and Drug Administration de EE.UU.) persuadio a este organismo oficial de que prohibieran el etiquetado de la leche normal como «leche sin BGH».

Sin embargo, hubo grandes quejas de los consumidores. Además de esto, Monsanto intentó, pero no consiguió, que se dictara sentencia contra las compañías que sí etiquetaban su leche de esta manera (Horizon, Swiss Valley Dairy Farms y otras). Esto quiere decir que la FDA tuvo que adoptar una posición menos extrema y ahora mismo es legal etiquetar la leche normal como «sin BGH», siempre que no se haga referencia a temas de seguridad.

¡Cuidado con el etiquetado!.

Ahora mismo muy pocos de los productos que contienen ingredientes manipulados genéticamente están etiquetados y a menudo lleva mucho tiempo y hay que escribir muchas cartas para saber si tu dieta está contaminada (a lo que te suelen contestar que: «es posible que lo esté, pero no podemos saberlo»). Desde el 1 de septiembre las nuevas leyes de etiquetado europeas harán que algunos productos que llevan soja y maíz manipulados genéticamente deberán llevar etiqueta. Jeff Rooker, el responsable de Seguridad Alimentaria del Reino Unidos, ha llamado a esto «una victoria para los consumidores», cuando de hecho sólo va a servir para confundir las cosas. Con la nueva legislación alrededor del 95% de los productos que contengan soja y/o maíz manipulados genéticamente no llevarán etiquetado. Esto es así porque la ley excluye los aceites, lecitinas, almidón y aromas. También intenta establecer un límite umbral para la presencia de proteína manipulada genéticamente, por debajo del cual los productores pueden escapar del etiquetado. Unilever ha sugerido una cifra tan alta como el 10%, pero la cifra final está por determinar. El etiquetado dará una falsa sensación de seguridad. Etiquetar un problema, en este caso la contaminación genética, no lo elimina. La única manera de asegurar que se pueda elegir, y de asegurar la protección del medio ambiente, es apoyar a aquellos que evitan totalmente en sus productos los ingredientes manipulados genéticamente.

Evitar los ingredientes genéticamente manipulados.

Es fácil descorazonarse por el amplio alcance de la soja y el maíz manipulados genéticamente en los alimentos comunes, pero la industria de la biotecnología es la única que dice que la batalla ha terminado, porque quiere que la comida manipulada genéticamente se considere un hecho consumado. De hecho, muchos pequeños productores de soja en EE.UU. ofrecen productos garantizados sin manipulación genética (también llamados de «identidad preservada») y también grandes productores como Central Soya o Norgrow de Brasil y Canadá. Las compañías que usan grandes cantidades de soja también tienen la opción de encargársela a agricultores que la suministran sin manipulación. Lo mismo sucede con el máiz.

Las siguientes marcas, compañías y organismos garantizan al consumidor alimentos sin manipulación genética:

Los consumidores tienen de hecho un enorme poder para alejar a la sociedad de lo que no es sino un experimento masivo e incontrolado con sus vidas y las de sus hijos. Obviamente, es necesaria la acción a todos los niveles, y el objetivo es hacer todo lo necesario para orientar la sociedad desde una producción de comida centralizada, masiva y con transportes a larga distancia hasta un sistema más biológico, localizado y diverso. Esto no sólo garantizaría una calidad superior, sino que también eliminaría la necesidad de empaquetados superfluos en plástico, de conservantes diseñados para el transporte a través de largas distancias y, por supuesto, del transporte en si mismo, que contribuye enormemente al cambio climático. El sistema actual, justificado mediante el discurso de la «ventaja relativa», según la cual los países se van especializando en, y comercializando con, aquellas cosas que pueden producir con mayor eficacia, en realidad recibe enormes subsidios. Así lo explicó Helena Norberg-Hodge en el último número de The Ecologist [ver «See Think Global - Eat Local!. Delicious Ways to Counter Globalization». Volumen 24, número 4, 1998]. Por lo tanto, un paso vital es reconocerlo y evitar que esos subsidios supongan un énfasis en el modelo agrícola actual, químicamente intensivo y enormemente destructivo de recursos, para acercarnos a un sistema que imite más de cerca los ciclos de la naturaleza. Sólo esto puede asegurar un futuro sano para el planeta.


Jim Thomas participa en la campaña sobre «transgénicos» de Greenpeace-UK.


 

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Insistiendo en el derecho a elegir.

La situación en Naciones Unidas no es buena. En la reunión de mayo de la Comisión Codex Alimentarius de la ONU, la idea de un etiquetado obligatorio para los alimentos manipulados genéticamente fue abandonada tras recibir presiones de algunos de los representantes de gobiernos e industrias que se hallaban presentes. Codex decidió que solamente se etiquetarán los alimentos que produzcan alergias.

La única manera de dar a la gente posibilidad de elegir es seguir la pista de los ingredientes, del agricultor al transportista, al procesador y al punto de venta. Hay muchos productos de cosechas no manipuladas genéticamente, y tanto las compañías como los gobiernos han admitido que es posible segregar. El 30 de julio, en un discurso a la Cámara de los Comunes, el Encargado de Alimentación para el Reino Unido, Jeff Rooker, admitió la fuerza de la opinión de los consumidores diciendo: «ellos, [los norteamericanos] comienzan lentamente a comprender que el consumidor es diferente en Europa y en los Estados Unidos. La gente en Europa quiere saber más sobre su comida y quieren un etiquetado eficaz, que muestre los ingredientes y los modos de producción».

Sin embargo, en vez de introducir etiquetado que precise de una segregación, el gobierno espera que los fabricantes de alimentos asuman la responsabilidad de elegir, obligando a los productores norteamericanos a segregar sus cosechas. Los problemas que presenta este enfoque se ven muy claramente si se mira la respuesta de las principales asociaciones comerciales ante las imperfectas directivas europeas. Como ejemplo, la National Food Producers Association, con base en Estados Unidos, cuyos quinientos miembros controlan un 90% de las ventas de alimentos de EE.UU. Su portavoz Tim Willard dice: «esto [la directiva de la UE] va a suponer un gran estorbo para los fabricantes, y no dará realmente información importante a los consumidores... Esto se lleva a cabo por ideología disfrazada con la bandera del derecho a la información de los consumidores». Una postura similar se ha adoptado desde Grocery Manofacturers of America y desde la American Soyabean Association. Jim Hershey de la ASA tiene claro que: «queremos asegurarnos de que su régimen de etiquetado [el de la UE] no se convierte en exigencias sobre cómo manejamos las cosechas que enviamos a Europa».

Ha llegado la hora de que los gobiernos europeos alcen la voz ante las empresas de EE.UU. y de dar a los consumidores europeos lo que quieren: el derecho a saber que hay en los alimentos que compran. Es lo mínimo aceptable.