ALIMENTOS TRASNGENICOS. ESTADO ACTUAL 

transgenicos1.jpg (4183 bytes) Sin saberlo, estás comiendo transgénicos

Alimentos obtenidos por manipulación genética son: (A) los organismos que se pueden utilizar como alimento y que han sido sometidos a ingeniería genética (por ejemplo, plantas manipuladas genéticamente que se cosechan), (B) alimentos que contienen un ingrediente o aditivo derivado de un organismo sometido a ingeniería genética, o (C) alimentos que se han producido utilizando un producto auxiliar para el procesamiento (por ejemplo, enzimas) creado por medio de la ingeniería genética. Aunque sea menos preciso, resulta habitual referirse a este tipo de sustancias como alimentos transgénicos o alimentos recombinantes.. Para la introducción de genes foráneos en la planta o en el animal comestibles es necesario utilizar como herramienta lo que en ingeniería genética se llama un vector de transformación: "parásitos genéticos" como plásmidos y virus, a menudo inductores de tumores y otras enfermedades como sarcomas, leucemias... Aunque normalmente estos vectores se "mutilan" en el laboratorio para eliminar sus propiedades patógenas, se ha descrito la habilidad de estos vectores mutilados para reactivarse, pudiendo generar nuevos patógenos. Además, estos vectores llevan genes marcadores que confieren resistencia a antibióticos como la kanamicina (gen presente en el tomate transgénico de Calgene) o la ampicilina (gen presente en el maíz transgénico de Novartis), resistencias que se pueden incorporar a las poblaciones bacterianas (de nuestros intestinos, del agua o del suelo). La aparición de más cepas bacterianas patógenas resistentes a antibióticos (un problema sobre el que la OMS no deja de alertar en los últimos años) constituye un peligro para la salud pública imposible de ignorar o minimizar.

Algunos enzimas y aditivos utilizados en el procesado de los alimentos se obtienen desde hace años mediante técnicas de DNA recombinante. La quimosina, por ejemplo, enzima empleada en la fabricación del queso y obtenida originalmente del estómago de terneros, se produce ahora utilizando microrganismos en los que se ha introducido el gen correspondiente. Sin embargo, la era de los denominados "alimentos transgénicos" para el consumo humano directo se abrió el 18 de mayo de 1994, cuando la Food and Drug Administration de Estados Unidos autorizó la comercialización del primer alimento con un gen "extraño", el tomate "Flavr-Savr", obtenido por la empresa Calgene. A partir de este momento, se han obtenido cerca del centenar de vegetales con genes ajenos insertados, que se encuentran en distintas etapas de su comrecialización, desde los que representan ya un porcentaje importante de la producción total en algunos países hasta los que están pendientes de autorización.

Existen diferentes posibilidades de mejora vegetal mediante la utilización de la ingeniería genética. En el caso de los vegetales con genes antisentido, el gen insertado produce un mRNA que es complementario del mRNA del enzima cuya síntesis se quiere inhibir. Al hibridarse ambos, mRNA del enzima no produce su síntesis. En el caso de los tomates "Flavr -Savr" en enzima cuya síntesis se inhibe es la poligalacturonasa, responsable del ablandamiento y senescencia del fruto maduro. Al no ser activo, este proceso es muy lento, y los tomates pueden recogerse ya maduros y comercializarse directamente. Los tomates normales se recogen verdes y se maduran artificialmente antes de su venta con etileno, por lo que su aroma y sabor son inferiores a los madurados de forma natural. En este caso, el alimento no contiene ninguna proteína nueva. La misma técnica se ha utilizado para conseguir una soja con un aceite con alto contenido en ácido oleico (80 % o más, frente al 24% de la soja normal), inhibiendo la síntesis del enzima oleato desaturasa.

La inclusión de genes vegetales, animales o bacterianos da lugar a la síntesis de proteínas específicas. La soja resistente al herbicida glifosato, conocida con el nombre de "Roundup Ready" y producida por la empresa Monsanto contiene un gen bacteriano que codifica el enzima 5-enolpiruvil-shikimato-3-fosfato sintetasa. Este enzima participa en la síntesis de los aminoácidos aromáticos, y el propio del vegetal es inhibido por el glifosato; de ahí su acción herbicida. El bacteriano no es inhibido.

El maiz resistente al ataque de insectos contienen un gen que codifica una proteína da Bacillus thuringiensis, que tiene acción insecticida al ser capaz de unirse a receptores específicos en el tubo digestivo de deterionados insectos, interfiriendo con su proceso de alimentación y causando su muerte. la toxina no tienen ningún efecto sobre las personas ni sobre otros animales. La utilización de plantas con genes de resistencia a insectos y herbicidas permite reducir la utilización de plaguicidas y conseguir un mayor rendimiento. también se ha obtenido una colza con un aceite de elevado contenido en ácido laúrico, mediante la inserción del gen que codifica una tioesterasa de cierta especie de laurel. Los vegetales resistentes a virus se consiguen haciendo que síntetizen una proteína vírica que interfiere con la propagación normal del agente infecioso. Estos vegetales contieen proteína vírica, pero menos de la que contienen los normales cuando están severamente infectados.

Los vegetales transgénicos mas importantes para la industria alimentaria son, por el momento, la soja resistente al herbicida glifosato y el maiz resistente al taladro, un insecto. Aunque se utilice en algunos casos la harina, la utilización fundamental del maiz en relación con la alimentación humana es la obtención del almidón, y a partir de este de glucosa y de fructosa. La soja está destinada a la producción de aceite, lecitina y proteína.

Puesto que la harina de maiz, la proteína de soja y los productos elaborados con ellas contienen DNA y proteínas diferentes a la de las otras variedades de maiz, en la Unión Europea (no en los Estados Unidos) existe la obligación de mencionar su presencia en el etiquetado de los alimentos

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¿Cómo se crea una Planta Transgénica?

Una planta puede ser modificada genéticamente principalmente por dos métodos, el primero y más antiguo es la utilización de Agrobacterium tumefaciens, estabacteria fitopatogena presente en el suelo tiene la capacidad de transferir ADN de sus plasmidos (ADN circular extracromosomico)a las células vegetales. Lo que logra a través de la penetración por medio de herbicidas, introduciendo un segmento de su ADN; ( denominado ADN transferido), contenido en sus plasmidos Ti(inductor de tumores) y Ri(inductor de raíces), estos se resecuencializan para eliminar así los genes que inducían la formación de tumores y raíces, introduciendo a la vez los genes deseados, el proceso culmina con la regeneración de tejidos creando plantas completas.
El segundo metodo nace por la incapacidad de la Agrobacteruim para infectar a las plantas monocotiledoneas, gracias al acelerador de partículas la biobalística con su bombardeo demicropartículas cubiertas de ADN introduce en células vegetales los genes deseados. Para ello se utilizan microproyectiles de oro o tungsteno (inertes químicamente) disparados a velocidad supersónica atraviesan la membrana sin causar daños a la célula.

Los trangénicos enriquecen a las empresas transnacionales.

En tres años (1995 - 1998), las ventas de semillas transgénicas en el mundo aumentó en un 2000%. Esto concentra el poder económico en pocas empresas transnacionales que monopolizan la producción de semillas, desplazan la agricultura orgánica, controlan el precio de los alimentos y eliminan a los campesinos e indígenas de la producción agropecuaria tradicional, para mantener la competitividad se deben adquirir dichas semillas las que no pueden ser almacenadas, pues son estériles, lo que garantiza la compra de semilla cada año, de esta manera los agricultores dependen de las semillas producidas por las transnacionales, con esto los pequeños agricultores sin acceso a estas semillas se hacen mas pobres debido a la imposibilidad de competir comercialmente con sus productos tradicionales.

Transgénicos producen dependencia de los herbicidas e insecticidas.

Existen transgénicos que crean sus propias defensas agregándoles un gen tóxico de otro ser vivo. El supuesto objetivo es reducir la necesidad de agroquímicos, pero de hecho a ocasionado el incremento de tales químicos, debido a que estos, por estar presente toda la temporada, malezas e insectos desarrollan una resistencia hacia ellos, afectando por igual a cultivos transgénicos y tradicionales.

Riesgos para la salud.

Los alimentos transgénicos que contienen genes que confieren resistencia a antibióticos pueden provocar la transferencia de esta característica hacia bacterias existentes en el organismo humano, causando una amenaza para la salud pública. Alergias alimenticias pueden aparecer como consecuencia de la introducción de un gen extraño en los alimentos a los que se les han transferido nuevas proteínas, mientras que sustancia tóxicas existentes en cantidades inofensivas en los alimentos, pueden potenciar sus efectos.

Pérdida de la biodiversidad genética.

Las semillas creadas genéticamente eliminan a las naturales, ya que las contaminan genéticamente por medio de la polinización o el viento, mezclándose con vegetales naturales, creando especies estériles o débiles, o que contienen características de los transgénicos, que son más vulnerables a plagas o enfermedades. La contaminación genética es irreversible. Por otro lado, los cultivos transgénicos uniforman genéticamente la agricultura, y además se pueden generar supermalezas que destruyen otras plantas y animales, acelerando la erosión genética ya que se reducirán las posibilidades de adaptación de las plantas cultivadas a las variaciones climáticas y a la diversidad de los ecosistemas. Todo esto contribuye a la pérdida de la biodiversidad.


Efectos

La multinacional Monsanto, a quien España compra grandes cantidades de soja transgénica, fue multada en el Reino Unido por la falta de seguridad de sus plantaciones transgénicas.

Ya en 1996 los agricultores de EE.UU. sufrieron considerables pérdidas en la cosecha de un algodón insecticida Bt, debido probablemente a un improvisto "apagón" del gen responsable de la producción de la toxina insecticida durante una ola de calor. Este accidente afectó a unas 9000 ha de cultivo, que fueron invadidas por una auténtica plaga del insecto que las plantas transgénicas supuestamente debían controlar. En Australia, los cultivadores de algodón denunciaron problemas similares en la temporada siguiente. En la India, la situación es caótica; los agricultores están quemando campos enteros de algodón transgénicos de Monsanto.

La toxina Bt que produce la bacteria Bacillus Thuringiensis es un "insecticida natural" que desaparece del medio al poco tiempo. Esta toxina se crea cuando las esporas están formadas y sólo se activa tras la digestión parcial enzimática. En cambio, en las plantas en las que están introduciendo genes para producir esta toxina, es decir para generar su propio insecticida, la toxina está constantemente presente y afectará tanto a las especies dañinas como benignas. Estudios realizados in vitro han demostrado que la toxina Bt puede dañar los glóbulos rojos de ratas, ratones, ovejas, caballos e, incluso, humanos. La toxina Bt "no natural" persiste más en el medio y se acumula en el substrato. Además, estudios realizados en EE.UU. han demostrado ya que el taladro está adquiriendo resistencia. Esta es la razón por la que las compañías de biotecnología aconsejan a los agricultores seguir cultivando una parte del terreno con plantas no trans-génicas, para que sirvan de refugio a los insectos y evitar que se hagan resistentes.
Cosa que, por cierto, ha desconcertado mucho a los agricultores, que no entienden para qué se han hecho las modificaciones genéticas si después tienen que tomar tantas precauciones. Novartis recomienda dejar como "refugio" un 20% del terreno cultivable. Esta precaución no se está respetando en España. Los agricultores no disponen de grandes extensiones de terreno cultivable y no están dispuestos a pagar más por las semillas transgénicas y no poder sacarle el máximo rendimiento.

Respecto a esta cuestión de la resistencia de los insectos, la Comisión Europea, tras aprobar la comercialización y cultivo del maíz transgénico en Europa, indicaba que "no existía ningún problema si los insectos se volvían resistentes al Bt pues se tenían los medios habituales para combatirlos". Es decir, ¡que se seguirían utilizando productos químicos! Increíble si se tiene en cuenta que el principal argumento para su aprobación había sido la promesa de acabar con el uso de productos tóxicos.

Y mucho más evidentes resultan los objetivos de las multinacionales de la ingeniería genética, al comprobar la realidad: tres cuartas partes de los 34 millones de hectáreas dedicadas a los cultivos transgénicos en el mundo, son plantaciones resistentes a los herbicidas (que venden las mismas empresas), es decir, que están manipulados precisamente para que puedan tolerar cantidades de herbicida hasta tres veces superiores a las habituales.

La mariposa monarca
Los resultados del estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cornell (EE.UU.) publicado en la revista Nature, sobre los efectos letales de un maíz transgénico sobre las mariposas Monarca un valioso lepidóptero migratorio confirman que las 20.000 ha cultivadas en España con maíz Bt de Novartis pueden originar consecuencias catastróficas: En la cuenca mediterránea el 60% de las especies silvestres dependen de las polinizaciones de los lepidópteros.

Según la doctora Rayor, coautora del estudio sobre la mariposa monarca, "lo que es nuevo en este estudio es que hemos demostrado que las toxinas pueden flotar en el viento". Precisamente este indeseable efecto de liberación al medio ambiente de una toxina introducida genéticamente en el maíz, ha sido siempre una de las bases para pedir una moratoria a los cultivos transgénicos.

Al respecto, la doctora Margaret Melon, responsable de la prestigiosa Union of Concerned Scientists, ha declarado estos días: "Estamos ante la primera evidencia científica de que las plantas transgénicas pueden dañar a especies benignas, y es sólo la primera advertencia. Podemos encontrarnos con muchas más sorpresas desagradables


Teoría del confinamiento

El informe de la BMA señala que el peligro de polinización cruzada de especies emparentadas por semillas alteradas genéticamente es mucho mayor del admitido por las industrias. Genes transgénicos con tolerancia a un herbicida, o resistencia viral o a plagas, por ejemplo, a través de la polinización cruzada pueden insertarse en los genomas de malezas parientes, creando malezas resistentes a herbicidas, plagas y virus.

En 1995, los científicos Mellon y Risller analizaron 85 informes de pruebas de campo realizadas sobre cultivos manipulados genéticamente en EE.UU. El resultado fue que ninguno trataba el problema de las malezas. De 24 informes sobre cultivos manipulados genéticamente y que tienen especies afines en los EE.UU., 23 eran negligentes en el tema de la deriva genética. De 15 informes relativos a plantas que resistían plagas mediante un gen producto
de toxina Bt, ninguno mencionó los efectos sobre organismos no considerados como "blanco".

Los científicos concluían en su informe: "Las pruebas de campo no constituyen un registro fidedigno de seguridad, sino un ejemplo de la teoría de que 'el que no busca, no encuentra".

El temor por la posibilidad de que los genes transgénicos pasen a variedades silvestres parientes se incrementó en 1996, cuando un equipo de investigación patrocinado por el Departamento Ambiental de Ciencia y Tecnología de Dinamarca observó la transferencia de un transgén de un cultivo transgénico al genoma de una variedad silvestre pariente, algo que los críticos de los experimentos con liberación deliberada han advertido durante años y que las compañías de la biotecnología han ignorado considerándola una posibilidad remota o inexistente.

Científicos del Instituto Escocés de Investigación Agraria en Dundee han comunicado en una conferencia en la Universidad de Keele, que "se ha encontrado polen de colza a 4 km de las plantas de origen, lo que confirma que la contaminación con transgenes entre fincas vecinas se dará a gran escala. Esto pone en entredicho las medidas de seguridad actualmente requeridas por el gobierno para el ensayo a escala comercial de cultivos de variedades transgénicas, que requieren un aislamiento de 50 metros".


el ADN transgénico ingerido en alimentos se puede recombinar en el estómago y el intestino humanos, transfiriendo a las bacterias de la flora intestinal propiedades de las plantas transgénicas.

Por primera vez se comprobó experimentalmente que el ADN transgénico ingerido en alimentos se puede recombinar en el estómago y el intestino humanos, transfiriendo a las bacterias de la flora intestinal propiedades de las plantas transgénicas, como por ejemplo la resistencia a antibióticos. Esto quiere decir que al ingerir alimentos transgénicos podemos estar adquiriendo inmunidad frente a diferentes antibióticos. Y lamentablemente no lo sabremos hasta el momento de tener una enfermedad y que el antibiótico que nos receten ya no nos haga efecto.

Para hacer un organismo transgénico hay que transferir, además del gen elegido, por ejemplo resistencia a herbicidas, un gen promotor -en general proveniente de un virus- y un gen "terminador" -proveniente de bacterias o virus-. Como la operación es muy inexacta, para saber si se efectuó la transgénesis se agrega también un gen "marcador". Este marcador es en muchos casos un gen que confiere resistencia a un antibiótico. Realizada la transferencia de todo el constructo, se cultivan las células modificadas, agregando un antibiótico. Las que no mueren son transgénicas. Este marcador sigue presente en todo el proceso de crecimiento de la planta y en los alimentos que se elaboren posteriormente con ésta.

La transferencia de ADN transgénico a las bacterias del intestino en animales ya se había comprobado experimentalmente en varias otras oportunidades, por ejemplo el año pasado en ganado alimentado con forraje transgénico en la Universidad Agrícola de Wageningen, en Holanda, y por el doctor Kaatz de Alemania, en abejas que lo adquirieron por el polen de plantas transgénicas. Además, activistas y científicos responsables alertaron de este riesgo desde muchos años antes.

Sin embargo, esta es la primera vez que se hace un estudio basado en experiencias con humanos. Estas se hicieron en la Universidad de Newcastle, en el contexto de un proyecto de la Agencia de Estándares Alimentarios del Reino Unido, a su vez comisionada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de ese país. La universidad realizó el estudio con 19 voluntarios, siete de los cuales habían sufrido una colostomía, es decir, les fue extraído el colon por razones médicas. A estas personas les dieron a comer una hamburguesa que contenía soya transgénica -común, de las que se encuentran en el supermercado- y un vaso de leche malteada, también con soya transgénica agregada. Luego analizaron las materias fecales y el contenido de las bolsas de colostomía. En el caso de las bolsas, "para su sorpresa" encontraron "una proporción relativamente alta de ADN transgénico que había sobrevivido el pasaje a través del intestino delgado". No lo encontraron en las pruebas de las personas con el intestino completo. Para comprobar si se había dado una transferencia al intestino, tomaron bacterias de las bolsas de colostomía y las cultivaron, comprobando que en tres de las siete muestras las bacterias habían adquirido resistencia a herbicidas, propiedad contenida en la soya transgénica. Los responsables del estudio, al no encontrar bacterias modificadas en las personas con el intestino completo, concluyeron que el ADN transgénico se habían degradado en ese último pasaje. Una conclusión que fue cuestionada por varios científicos en Inglaterra que consideraron que la metodología de detección no fue adecuada, y más aún a la luz de que sí se han encontrado bacterias modificadas en el colon de otros mamíferos.

Según el doctor Michael Antonio, genetista molecular de la King's College Medical School, entrevistado por The Guardian, "esto ha demostrado claramente que se puede transferir ADN transgénico de plantas a las bacterias intestinales. Todos decían que eso era imposible". Agregó que aunque la metodología tuvo muchas fallas, no quita la enorme relevancia de los hallazgos que hicieron. "Quiere decir que uno puede tener genes marcadores con resistencia a antibióticos en su aparato digestivo, que pueden comprometer la resistencia a antibióticos del cuerpo. Y han mostrado que esto puede suceder en niveles muy bajos, luego de una sola comida."

La resistencia a antibióticos es actualmente un problema muy grave, según la Organización Mundial de la Salud, ya que la proliferación del uso de éstos ha llevado a generar bacterias cada vez más resistentes, e incluso a volver patógenas -capaces de provocar enfermedad- a bacterias que no lo eran. Dado que los marcadores de resistencia a antibióticos ya despertaban mucha desconfianza anteriormente, varias de las empresas que producen transgénicos han dicho que no los seguirían usando, lo cual hasta ahora no se ha cumplido. Monsanto, que vende más de 90 por ciento de las semillas transgénicas comercializadas en el mundo, recibió en 2001 una nueva patente que cubre prácticamente todos los métodos de hacer plantas modificadas que utilicen marcadores con resistencia a antibióticos.

¿Será necesario un Chernobyl genético -que quizá ya está ocurriendo con la contaminación transgénica del maíz para que las pocas empresas multinacionales que lucran con los transgénicos y los muchos gobiernos que las protegen dejen de jugar con la salud de todos?