Globalización = Imperialismo
S
i hay una palabra que define este final de siglo, ésta es globalización. La creciente interdependencia entre las economías de la mayor parte de los países refuerza cada día la hegemonía de los grandes conglomerados financieros frente a los estados y los ciudadanos. A pesar de que casi todos los gobiernos y los medios de comunicación la presentan como un horizonte de bienestar, esta nueva fase del capitalismo está profundizando las desigualdades sociales en el mundo, supone un retroceso democrático y excluye a la inmensa mayoría de la humanidad."La globalización es la característica principal del ciclo histórico inaugurado por la caída del Muro de Berlín, en noviembre de 1989, y la desaparición de la Unión Soviética, en diciembre de 1991", afirma Ignacio Ramonet, director del prestigioso periódico Le Monde Diplomatique. Dos son los principales mitos sobre la globalización. Por una parte, sus apologistas ensalzan la expansión del "libre comercio", a pesar de que las cien multinacionales más importantes controlan el 70% del comercio mundial. Por supuesto, la influencia de dichas transnacionales rebasa los límites económicos ya que, en palabras del ex secretario general de Naciones Unidas, Boutros Boutros-Ghali, "la realidad del poder mundial escapa a los Estados porque la globalización implica la emergencia de nuevos poderes que trascienden las estructuras estatales".
Los gobiernos carecen de medios para oponerse a los mercados y la mayoría de ellos asumen las políticas económicas definidas por organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) o la Organización Mundial de Comercio (OMC), que, según Ramonet, "ejercen una verdadera dictadura sobre la política de los Estados". Dichas políticas imponen la privatización de servicios públicos como la sanidad, el sistema de pensiones o la educación, el recorte del gasto social, la reducción de los salarios, la desregulación laboral en favor de los empresarios, la pérdida de derechos sociales...
Así, más de tres mil millones de personas, la mitad de la humanidad, viven con menos de dos dólares diarios, trescientos millones de niños sufren la explotación laboral y el abismo entre ricos y pobres se agranda hasta el punto de que hoy el 20% de la población con mayores ingresos acapara el 86% de los recursos mundiales, frente al 20% más pobre que debe conformarse con apenas el 0,4% de esos recursos. La catarata de datos es estremecedora: las tres personas más ricas disfrutan de una riqueza mayor que los 600 millones de personas más pobres, el patrimonio de las quince personas más enriquecidas es superior al Producto Interior Bruto de todos los países del Africa subsahariana... Desesperados ante su dramática situación, cada día miles de personas intentan sortear los muros de nuestro atrincherado y paradisíaco Primer Mundo.
Junto con la supuesta expansión del "libre comercio", el otro mito esencial de la globalización es el nacimiento de la llamada "sociedad de la información" a partir sobre todo de la espectacular difusión de Internet, que, si en 1995 sólo tenía 16 millones de usuarios en todo el mundo, en marzo de este año tenía ya 304 millones.
A finales de julio en la cumbre de Okinawa (Japón) los líderes de los siete países más ricos del mundo y Rusia acordaron intentar "exportar" la revolución tecnológica a los países empobrecidos. Sin embargo, esta loable intención parece el enésimo sarcasmo de los más poderosos ya que la inmensa mayoría de la humanidad está excluida de la revolución tecnológica y de la "sociedad de la información".
Las diferencias en el reparto de la riqueza se reproducen en el acceso a Internet y así sólo el 20% más rico de la población mundial acapara el 93,3% de los accesos a la red, frente al 20% más pobre, que apenas tiene el 0,2% de las líneas. Se calcula que el año próximo unos 700 millones de seres humanos tendrán acceso a Internet, pero de ellos sólo 7,1 millones de personas serán latinoamericanos y apenas 2,3 millones africanos.
El control del comercio, de las operaciones financieras y de la información por un reducido número de empresas occidentales también favorece la uniformización de las pautas culturales.
Así, los ciudadanos de Bangkok, Los Angeles, Rio de Janeiro o Hamburgo pueden ver prácticamente los mismos estrenos cinematográficos, comprar los mismos discos de los artistas de moda y por supuesto comer lo mismo si entran a uno de los miles de establecimientos de comida rápida.
Esta es una de las razones que explican la creciente oposición que el proceso de globalización despierta en muchos países. En Francia, por ejemplo, las movilizaciones de la Confederación Campesina han convertido a su líder, José Bové, en una de las caras más conocidas de la defensa de la identidad cultural nacional frente al impacto de la mundialización.
Para Bové y sus compañeros todas las culturas del mundo están amenazadas por el proceso de uniformización que impulsan las multinacionales de la moda, de la comida, de la música...
Estos son algunos de los rasgos del proceso de globalización económica que hoy condiciona nuestras vidas. A finales de agosto en Maputo (Mozambique) tuvo lugar un encuentro internacional en el que participaron obispos, sacerdotes, religiosos y laicos de Africa y América.
En su declaración final los asistentes constataron que "la pobreza extrema" que azota sus países "se ha agravado con la imposición del modelo neoliberal" y la mundialización. "Son los pobres quienes pagan el enriquecimiento que favorece a pocos dentro de un sistema económico sin equidad. Estos efectos negativos de la globalización nos desafían a globalizar la solidaridad". Hermann Hesse escribió en El lobo estepario:
"¿Es que hemos de prescindir de todo, de renunciar a todo espíritu, a todo afán, a toda humanidad, a dejar que siga triunfando la ambición y el dinero?"
Las contradicciones de la ONU
La ONU no tiene capacidad para regular el proceso de globalización. Debilitada por una grave crisis de financiación, sobre todo por la millonaria cantidad que le adeuda Estados Unidos, algunos de sus organismos, como la UNESCO o UNICEF, intentan paliar la pobreza, mientras que otras instituciones de su sistema, aunque autónomas, como el FMI o el BM, ligadas a los grandes intereses económicos internacionales, recomiendan las políticas que generan miseria y hambre.
También de manera paralela a la aceleración de la globalización, las distintas organizaciones regionales (Unión Europea, Mercosur...) han impulsado medidas para favorecer su convergencia económica y sus relaciones comerciales. Así, en enero del 2002 entrará en vigor la moneda única en once de los quince países de la Unión Europea. Sin embargo, el camino hacia la unidad política está trabado de obstáculos ante la apatía de la mayoría de los gobiernos, que todavían privilegian sus intereses particulares. Por ello los ciudadanos desconfían de una burocracia europea que, a excepción de un Parlamento Europeo con facultades muy restringidas, no han elegido.
La Tasa Tobin
A partir sobre todo de las masivas protestas en Seattle (Estados Unidos) durante la Asamblea General de la OMC, en diciembre, el movimiento contra la globalización neoliberal ha cobrado mucho fuerza y en muchos países ya existen grupos que denuncian sus efectos y presentan propuestas alternativas, solidarias con esa mitad de la humanidad condenada a la pobreza más extrema.
Entre éstas destaca la llamada Tasa Tobin. Su padre, el premio Nobel de Economía James Tobin, propuso ya en 1971 la creación de un impuesto que grave las inversiones especulativas. Con tan sólo un tipo del 0,05% en este impuesto universal por la solidaridad sobre las transacciones de divisas se lograrían recaudar cada año cien mil millones de dólares, cantidad muy superior a la necesaria para erradicar en apenas tres años la pobreza extrema en el mundo.
En varias ciudades del Estado Español ya funcionan los colectivos ATTAC (Asociación por una Tasación de las Transacciones Financieras para Ayuda a los Ciudadanos), principales defensores de la Tasa Tobin. Asimismo, los parlamentos de Findlandia y Canadá han aprobado su implantación y 220 eurodiputados participaron el 28 de junio en el primer encuentro en el Parlamento Europeo sobre la Tasa Tobin, debatida ya por el Congreso de Estados Unidos y por la Cámara de los Comunes británica, así como por el Senado belga. En nuestro estado un senador de Izquierda Unida acaba de proponer al Gobierno la creación de una comisión que estudie su implantación. Además, se ha creado una red de ciudades que en todo el mundo secundan esta propuesta.
Para más información podeis ir a
www.attac.org