Marxismo-leninismo y Nacionalismo

Desde varios sectores de la izquierda, siempre se han vistos como incompatibles las teorías socialistas revolucionarias con el nacionalismo, señalándose dos puntos de fricción fundamentales:

1) El interclasismo del nacionalismo frente al clasismo marxista-leninista.

2) La "unidad nacional" del nacionalismo frente a la "unidad internacional del proletariado" del marxismo-leninismo.

En mi opinión, los teóricos que supieron ver estas, en apariencia, contradicciones fueron los dos polos opuestos del marxismo-leninismo, es decir, Stalin y Trotsky, a pesar de la interesante defensa de Stalin de derecho de autodeterminación en su libro "El marxismo y la cuestión nacional", y Trotsky de la democracia obrera, donde el derecho a la autodeterminación se reconoce como un derecho democrático indiscutible.

En primer lugar, frente a todo lo que se ha escrito sobre nacionalismo, éste no es en si un concepto progresista o reaccionario sino que es algo, en principio, bastante neutro y si se quiere algo abstracto, por ello el nacionalismo ha tenido diferentes manifestaciones dependiendo de los protagonistas históricos y de la situación concreta en el que se ha desarrollado.

Desde la izquierda nacionalista se ha venido haciendo una división del nacionalismo en dos, aunque esta división tiene bastante validez, a veces no deja de ser un tanto simple y no analiza las situaciones concretas de desarrollo; esta división ha sido entre nacionalismo de liberación de carácter socialista, popular y solidario, y ejemplificados en casos como los de Vietnam, Argelia, Cuba, y demás países del "Tercer Mundo", frente al nacionalismo agresor, imperialista y xenófobo de la Alemania nazi, la Italia de Mussolini, o la España franquista.

Teniendo en cuenta la multiplicidad de factores que influyen en el nacionalismo a la hora de manifestarse habría que analizar si las contradicciones antes planteadas pueden ser superadas.

1) Clasismo frente a interclasismo.

En la mayoría de los casos, la opresión nacional no se limita a una opresión lingüística o una prohibición de aspirar a unas determinadas instituciones a la nación oprimida, sino que también se ejerce una opresión socio-económica del estado-nación opresor a la nación oprimida, todo ello amparado por el sistema capitalista. Así pues, la burguesía de la nación oprimida, en aquellos caos donde exista, se ve en la encrucijada, es decir, puede optar por pactar con los opresores, puede ser protagonista del proceso de liberación y someter al resto de las clases a su dirección, o puede ceder el protagonismo a las capas populares (clase obrera, pequeña burguesía, pequeños propietarios...). Mao Tse Tung en su programa de "Nueva Democracia" de 1940 distinguía cuatro clases revolucionarias: obreros, campesinos, pequeña burguesía y capitalistas nacionales.

Por otra parte, hay otra forma de solventar el problema mucho más sencillo: si el nacionalismo busca el bien de la nación y si la mayoría de la nación está relegada a la marginalidad, no tiene poder decisión y existe la necesidad de un modelo de desarrollo que favorezca a la mayoría social y los más débiles de la nación, lógicamente el modelo capitalista no es el más indicado para resolver los problemas sociales de la nación. Bajo esta visión, el nacionalismo no debe ser ajeno a las divisiones sociales de la nación teniendo que tomar una decisión determinada de desarrollo.

2) Nacionalismo e internacionalismo.

Siempre se ha dicho que el nacionalismo era un factor de separación de la clase obrera mundial. En este análisis tiene un gran peso el principio organizativo de toda organización marxista-leninista: el centralismo democrático, que además se tomó como modelo de organización social, es decir, un "Mundo Socialista" centralizado democráticamente.

La unidad de la clase obrera se hace necesaria cuando ésta en diferentes lugares, tiene un enemigo común al que derrotar: el capitalismo, aunque el problema del capitalismo no se presenta igual en todas partes habiendo diferencias abismales de un lugar a otro. Pues bien, una cosa es esta unidad legítima y necesaria de intereses y otra cosa es la unidad política de la clase obrera en unas instituciones o estructuras, y no es que haya que oponerse por sistema este tipo de uniones, sino que deben ser los pueblos quienes elijan libremente y por si mismos que tipo de vinculación desean tener unos con otros, y sobre qué bases y condiciones; pero sobre todo cualquier pueblo atiene derecho a disfrutar del máximo de soberanía e independencia, y por ello ser respetado.

En definitiva, la Historia ha recogido momentos memorables de pueblos que comprendieron que para construir el socialismo tenían que liberarse de la opresión nacional.

Antonio Jesús (Independencia Número 24- Enero-Marzo 1998)