LAS LOCAS NO SON LAS VACAS
por CristoboNo os equivoqueis conmigo; no soy de los que se amargan la vida pensando en los problemas de la Humanidad. Cuando surge el tema sí, por supuesto; soy tolerante como el que más, y ecologista también, y pacifista. También yo estoy a favor del aborto y en contra de la pena de muerte. En esas discusiones que surgen de vez en cuando, en casa de algún amigo o en alguna cafetería tranquila, salgo del paso como si fuese un activista de Greenpeace. Todo palabrería, por supuesto; en mi vida he movido un dedo por nadie ni pienso hacerlo. Pero algo hay que decir cuando no estas hablando de fútbol, supongo.
El otro día me vi envuelto en una de esas conversaciones "profundas" con un amigo. Todo empezó con el asunto de las vacas locas; al parecer, la ministra de sanidad se había metido en un jaleo por recomendar el caldo de cerdo.
-Esa tía no tiene ni idea -dije-. Ahora los ganaderos se quejan de que la gente no compra carne. ¿Cómo van a animarse los consumidores, si ella les mete el miedo en el cuerpo?
-¿Y tú? ¿De qué haces tú el caldo?
-Yo sigo comiendo como siempre. Filete sin nervio, y a vivir. Ahora ser carnívoro es un chollo, porque McDonald`s prácticamente te paga por comer.
Mi amigo -se llama Claudio, pero está empeñado en que le llamen Cloyo-sacudió la cabeza, desanimado.
-Tu eres idiota.
Sentí un calambre recorriéndome la espalda. La conversación había dado un giro desagradable, y me puse a la defensiva.
-A ver, genio, ¿Qué es lo correcto, según tú?
-Te puedo contar cómo reaccioné yo, si quieres. Me hice vegetariano hace cinco años, cuando empezaron a llegar noticias sobre vacas locas en Inglaterra.
-Tu siempre has sido un poco paranoico, Cloyo.
-¿A que sí? -se sonrió- Las autoridades hicieron un gran esfuerzo por tranquilizar a la gente, ¿Recuerdas? -hizo una breve pausa: yo esperé a que continuase- No había ningún motivo para preocuparse, la epidemia estaba localizada en el Reino Unido, país con el que (al parecer) no tenemos vínculos comerciales. El riesgo de contagio era mínimo, hacía falta comer sesos y ojos de vaca para contaminarse; eliminados los tejidos de riesgo, desaparecía el peligro. El origen de la epidemia estaba en los piensos fabricados con carne pulverizada; bastaba con alimentar las vacas españolas con soja, y a otra cosa, mariposa...
-La gente se creyó todo eso
-A la gente le convenía tragarse toda esa mierda. Estaban aterrorizados, y prefirieron ignorar el problema; era algo demasiado aterrador para afrontarlo. Si las autoridades hubiesen hecho sonar la voz de alarma, la gente los hubiese linchado; querían oír tranquilizadoras mentiras.
-Pero, ¿Qué sabes tú de la enfermedad? Cualquiera diría que eres médico.
-¡Razona, maldita sea!. Nos dijeron que no había NINGÚN peligro de que la encefalopatía llegase a España. Lo dijeron, aunque ahora lo nieguen; y para colmo, cuando empiezan a aparecer casos, los responsables afirman que "ya se lo esperaban". ¿No te da asco tanto cinismo?. Y hay más: La enfermedad ha saltado de las ovejas a la vaca, y de la vaca al hombre; tal vez haya ahora mismo pollos o cerdos locos, pero nadie lo investiga; todavía hoy se usan en España harinas animales para alimentar a esas especies.
-Pero se están tomando medidas...
-¿Qué medidas? La política de los gobiernos nunca ha estado encaminada a atajar la enfermedad. Si te fijas, su único objetivo ha sido desde el primer momento tranquilizar a los consumidores y salvar el mercado.
-Se están empezando a hacer análisis, Cloyo.
-Los análisis deberían haberse hecho hace DIEZ AÑOS, cuando apareció el primer caso en Alemania. Ahora mismo sabemos, con toda seguridad, que la peste está extendida por todo el continente. No puede ser de otro modo.
-Pero en España no han aparecido casos hasta el año 2000.
-¡Hasta el año 2000 se habían hecho 400 análisis, en una cabaña de millones de vacas! ¡Y aún así, en una muestra tan pequeña, se encontraron animales contaminados! El mal tiene que estar extendidísimo.
-Pero no tenían por qué haberse hecho más, nada hacía pensar...
-Por supuesto que había muchos motivos para "pensar...". La enfermedad tiene un periodo de incubación largo, y si aparecen animales enfermos en Inglaterra, nada impedía que, a lo largo de los cinco años anteriores, el contagio se hubiese extendido por toda Europa. Las autoridades españolas lo sabían perfectamente: sabían que el comercio de piensos y de reses es muy activo, que hay un trasiego constante de unos países a otros.
-Entonces, ¿Qué deberían haber hecho?
-Cerrar las fronteras a TODOS lo productos relacionados con la vaca, desde la carne al cuero, de la mantequilla a la crema hidratante. A continuación, evaluar la extensión de la peste en la cabaña ganadera del territorio español. Y por último, favorecer una investigación exhaustiva sobre la enfermedad, su contagio, su desarrollo, y tal vez su curación.
-Pero se cerraron las fronteras.
-Ese embargo fue un colador constante. Sólo Dios sabe cuántas vacas inglesas, enfermas del mal, acabaron convertidas en pienso que devoraron las nuestras (pienso barato, eso sí). No es lo mismo imponer un embargo a Irak, el malo de la película, que imponérselo a su Graciosa Majestad. Todos sabemos que, cuando Inglaterra tiene un problema, los demás tendremos que pagar por él.
Empezaba a arrepentirme de ser amigo de Cloyo. Es un tipo que te obliga a pensar aunque no quieras. Todo lo que decía sonaba desagradablemente verosímil. Siguió hablando, inexorable como un glaciar.
- Desde el primer momento supe que pasaría esto: que los gobiernos europeos intentarían esconder la mierda bajo la alfombra, que ignorarían el problema, confiando en que pasase por sí sólo. Ha funcionado otras veces, pero lo de la encefalopatía no va a desaparecer: al contrario. Y, tal y como me esperaba, ahora tengo el problema al lado de casa.
-Bueno, tú no tienes de qué preocuparte: no has comido carne, ¿Verdad? -Dije con retintín.
-No he comido carne, ni he bebido leche, ni he probado la mantequilla, el yogur, el requesón, ni las cremas dulces ni los cocidos. Pero estoy casi en tanto peligro como tú.
-¿Y eso?
Se sonrió
-Tú no lees la prensa inglesa, ¿Verdad? Mientras aquí intentaban tranquilizarnos, los ingleses afrontaban una fase más avanzada del problema, la que llegará aquí en cinco años, más o menos. Intentaban averiguar cómo se habían contagiado las víctimas, porque, naturalmete, nadie come OJOS de vaca. Una enferma, incluso, era vegetariana desde hacía doce años. Algunos decían que tal vez el contagio llegó a través de los orines
-¿QUÉ?
-Los orines de vaca se filtran a las reservas de agua. ¿No lo sabías?
Se me estaba poniendo la carne de gallina.
-Calla, Cloyo.
-Algunos dicen que no hay forma de destruír los priones, que sobreviven incluso a la incineración.
-¡Que te calles, coño!
-El riesgo era inmenso. Es imposible saber cuánto conocen las autoridades sobre el mal, pero desde luego, la prudencia aconsejaba investigar si el consumo de carne, leche o derivados era un vehículo de contagio. Lo malo es que el sector ganadero presionaba...
La cabeza empezaba a darme vueltas. Cloyo tenía razón. Es absurdo creer que sólo los sesos, los ojos, el tejido nervioso y el tramo final del intestino transmiten los priones. Recordé, entonces, haber leído que hubo que vencer una fuerte oposición para prohibir el uso industrial del recto. ¿Qué presiones se levantarían si se intentara prohibir el consumo de cualquier alimento derivado de la vaca?
-Nos han expuesto al contagio...
-Para salvar el mercado ganadero. Sí, así es. Piensan como políticos, como burócratas. Nunca lo olvides. Nunca tuvieron en mente tu salud, tu vida, sino los resultados económicos a final de año. Lo importante es ahorrarse quebraderos de cabeza. Si quieres te avanzo algo de lo que pasará en el futuro: los instrumentos quirúrgicos, en los hospitales, tendrán que ser desechables; una vez que han cortado carne contaminada, transmiten priones a cualquier paciente posterior, por mucho que desinfectes el bisturí. En Inglaterra la decisión de adquirir nuevos instrumentos fue tomada tarde y mal, bajo el clamor de la opinión pública. ¿Qué te apuestas a que aquí va a repetirse la historia?
Estuvimos callados un rato. Me había derrotado.
-¿Y qué propones tú?
-No lo sé. La historia de las vacas locas es una buena fábula para el que quiera aprender cómo funciona la sociedad europea: está podrida de arriba abajo. Esos politicastros que se sientan en nuestros parlamentos, disfrazados de "socialdemócratas" y de "democristianos" (Dios, ¿Cómo contienen la risa?), están tan lejos del pueblo como los reyes absolutos de otras épocas. La clase política no es una representación de las distintas clases sociales: es una casta aparte, un fragmento de la oligarquía dirigente...
-Bueno, Cloyo, no me empieces con tus desvaríos radicales...
-Contéstame una cosa: ¿Quién es tu representante en Madrid?¿O en Oviedo, que debería ser más importante? -callé, confundido-. No lo sabes, claro. Tú votaste un partido, no una persona. Ahora dime, ese diputado o diputada, elegido por el PP para sentarse en el escaño, ¿Mirará por tus intereses?¿Te ha preguntado alguna vez lo que quieres?
-No sé adónde quieres llegar.
-Pues está muy claro. El principio de soberanía nacional ha sido traicionado. Los parlamentarios no debaten, se limitan a votar lo que les ordenan las cúpulas de sus partidos. No vivimos en una democracia, ya que nuestros "representantes" sirven a los intereses de sus respectivos partidos antes que a los del votante.
-¿Y qué diablos tiene eso que ver con las vacas locas?
-Pero, ¿Es que no lo ves? ¿No comprendes que esos caciques, esos siervos de los grandes capitales, morirían de encefalopatía antes que luchar contra la industria alimentaria?¿Es que no comprendes que estás indefenso, que los que debieran representarte están dispuestos a contagiarte de una enfermedad mortal y encima convencerte de que lo hacen por tu bien?
-Y tú quieres la revolución, claro.
-Nooo, yo soy una persona tolerante y progresista, y estoy de acuerdo con los tertulianos de Onda Cero; vivimos en el mejor de los mundos, y el único que amenaza nuestras libertades es Xabier Arzallus.
-Ahora desbarras
-Ahora razono. Tú, y los bienpensantes como tú, deberíais apagar la tele (y la radio) de vez en cuando, y salir a la calle. Porque nuestros problemas no son el neonacismo, ni Jarrai; nuestro problema viene de que estamos en manos de una clase política corrupta e ignorante. En 1978 no empezó ningún régimen de libertades; la libertad aún tenemos que conquistarla.
-Cloyo, no va a pasar nada. Te lo digo yo.
-Ya veremos. Estamos en 2001. Espera a que avance la peste. Tal vez no pase nada, tal vez nos libremos con diez, o veinte, o treinta mil muertos. Pero si llega una verdadera peste, si los cadáveres empiezan a amontonarse en las aceras...
-¡Calla, por Dios!
-...Si eso ocurre, espero que la gente recuerde a los que hoy nos dicen que confiemos en las autoridades sanitarias, y en los certificados de veterinarios sobornados.
Han pasado tres días desde esta conversación. Tengo miedo, no me atrevo ni a cortar el pan con cuchillo, por miedo a que porte priones. Por primera vez en mi vida, me preocupo por algo. ¿Y si Cloyo tiene razón?¿Y si debiéramos dejar de confiar en el sistema?¿Y si ha llegado la hora de levantarse y emprender una nueva revolución?
¡Baaah...! Bobadas. Disculpen, voy a ver la televisión.