Beso


¡Qué sola estabas por dentro!

Cuando me asomé a tus labios 
un rojo túnel de sangre, 
oscuro y triste, se hundía
hasta el final de tu alma.

Cuando penetró mi beso, 
su calor y su luz daban 
temblores y sobresaltos 
a tu carne sorprendida.

Desde entonces los caminos 
que conducen a tu alma 
no quieres que estén desiertos.

¡Cuántas flechas, peces, pájaros, 
cuántas caricias y besos!

(De «Soledades juntas»)

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