PRIMERA ELEGÍA EN LA MUERTE DE VICENTE ALEIXANDRE

      I 
EN LA MUERTE

Lo último que dijo fue esto: «La vida es un dolor»

Ojos que vi 
tan llenos de dolor 
en el último día, cuando faltaba poco 
para morir, 
y desde el lecho 
él recordaba triste, 
lejos, muy lejos, y un poquito borroso, 
cuando con sus amigos, 
allá en su niñez, 
divirtiéndose mucho, 
inmortal aún la vida, 
iban al huerto, o al pinar, o al alto 
palpitar de la luz. 

Correr luego escondiéndose 
tras unos matorrales, 
un momento, 
por que no los llamasen 
desde la casa aún. 
«Un poco más, un poco 
más tan sólo. 
La última vez, y ya.» 
Y cuando le pusieron 
una corona como rey del mundo 
el día en que cumplía 
siete años de rey, 
siete de dueño 
de todo, el universo: el aire, el mar. 

Respiraba. Fatiga 
e imposibilidad. La vida, la corona, 
cartón pintado, alegre, 
luego el amor, la compañía 
honda, felicidad. Años sin duda, y todo fue 
un instante tan sólo: 
amarga pesadumbre 
real. 
Y ahora las lágrimas 
que no lloró jamás vinieron a sus ojos, 
resbalaban despacio 
por sus mejillas pálidas, 
humedecían la piel, 
la boca, 
y seguían bajando 
cuando estaba ya muerto. 
    Las lágrimas duraban 
más que sus ojos tristes, 
más 
que su propio dolor.
 

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