A LA PRIMAVERA, DESPUÉS DE LA MUERTE DE FILIS

No basta que en su cueva se encadene 
el uno y otro proceloso viento, 
ni que Neptuno mande a su elemento 
con el tridente azul que se serene; 

ni que Amaltea el fértil campo llene 
de fruta y flor, ni que con nuevo aliento 
al eco den las aves dulce acento, 
ni que el arroyo desatado suene. 

En vano anuncias, verde primavera, 
tu vuelta de los hombres deseada, 
triunfante del invierno triste y frío. 

Muerta Filis, el orbe nada espera, 
sino niebla espantosa, noche helada, 
sombras y susto como el pecho mío.
 

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