Podemos vivir sin el pajarito mandón



En el centro de la hostia una pestaña, 
esto afecta la sacerdote, pero no, en realidad 
nunca pareció más blanca, como el vello 
de un vientre lo empurece en designio. 


Manchas de pantera el tiempo corre
con batallas, cismas, y la cicatriz 
de Ruán : así se lo distingue 
de la tapioca eterna, de esa perfecta sopa de estrellitas, 


cada cosa en su lugar y un lugar 
para nada, el Señor como un árbol 
desparramado en el exacto número de hojas 
y la semana tiene siete días justos, quién lo discute. 


Yo. Por eso 
quédate en la hostia, pestañita, 
obliga al monaguillo a darse la vuelta 
ponte como un gran viento entre la misa. 
(Esto es un hombre : las fogatas que alzamos 
triangulando la noche, 
haciéndola de nuevo, aunque no dure.) 

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