RIMAS - X 

En tus ojos un misterio; 
en tus labios un enigma. 
Y yo fijo en tus miradas 
y extasiado en tus sonrisas.
 


RIMAS - XI 

Voy a confiarte, amada, 
uno de los secretos 
que más me martirizan. Es el caso 
que a las veces mi ceño 
tiene en un punto un mismo 
de cólera y esplín los fruncimientos. 
O callo como un mudo, 
o charlo como un necio, 
suplicando el discurso 
de burlas, carcajadas y dicterios. 
¿Que me miran? Agravio. 
¿Me han hablado? Zahiero. 
Medio loco de atar, medio sonámbulo, 
con mi poco de cuerdo. 
¡Cómo bailan, en ronda y remolino, 
por las cuatro paredes del cerebro 
repicando a compás sus consonantes, 
mil endiablados versos 
que imitan, en sus cláusulas y ritmos, 
las músicas macabras de los muertos! 
¡Y cómo se atropellan, 
para saltar a un tiempo, 
las estrofas sombrías, 
de vocablos sangrientos 
que me suele enseñar la musa pálida, 
la triste musa de los días negros! 
Yo soy así. ¡Qué se hace! ¡Boberías 
de soñador neurótico y enfermo! 
¿Quieres saber acaso 
la causa del misterio? 
Una estatua de carne 
me envenenó la vida con sus besos. 
Y tenía tus labios, lindos, rojos 
y tenía tus ojos, grandes, bellos...
 


RIMAS - XII 

¿Que no hay alma? ¡Insensatos! 
Yo la he visto: es de luz... 
(Se asoma a tus pupilas 
cuando me miras tú.) 

¿Que no hay cielo? ¡Mentira! 
¿Queréis verle? Aquí está. 
(Muestra, niña gentil, 
ese rostro sin par, 
y que de oro lo bañe 
el sol primaveral.) 

¿Que no hay Dios? ¡Qué blasfemia! 
Yo he contemplado a Dios... 
(En aquel casto y puro 
primer beso de amor, 
cuando de nuestras almas 
las nupcias consagró.) 

¿Que no hay infierno? Sí, hay... 
(Cállate, corazón, 
que esto bien por desgracia, 
lo sabemos tú y yo.)
 


RIMAS - XIV 

El ave azul del sueño 
sobre mi frente pasa: 
tengo en mi corazón la primavera 
y en mi cerebro el alba. 
Amo la luz, el pico de la tórtola, 
la rosa y la campánula, 
el labio de la virgen 
y el cuello de la garza. 
!Oh, Dios mío, Dios mío!... 
            Sé que me ama... 

Cae sobre mi espíritu 
la noche negra y trágica; 
busco el seno profundo de sus sombras 
para verter mis lágrimas. 
Sé que en el cráneo puede haber tormentas, 
abismos en el alma 
y arrugas misteriosas 
sobre las frentes pálidas. 
¡Oh, Dios mío, Dios mío!... 
            Sé que me engaña...
 


RIMAS - XV
       LO QUE YO TE DARÍA 

   Un castillo de blancas azucenas 
      donde una mano leve 
coloque entre armonías y rumores 
      rocío transparente; 
un rayo misterioso de la luna 
      empapada en el éter; 
un eco de las arpas que resuenan 
      y el corazón conmueven; 
un beso de un querube en tus mejillas; 
      algo apacible y leve, 
y escrita sobre la hoja de albo lirio, 
      una rima de Bécquer. 

 

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