Carta dirigida a Doña Celestina Nieves de Marín,
madre de Armando Marín, con quien se casara
en 1943 en segundas nupcias.
155 W.22 St. New York City
¡ Madre !,
Es con innarrable emoción que salen estas primeras palabras de una hija a una madre; ya hace tiempo amparada en mi hondo cariño y en un supremo deseo de comunión espiritual. Ha querido el destino que este primer abrazo haya sido dignificado por el grandioso día de todos los hijos y de todas las madres, día al que me he agarrado con toda intensidad para escribirle, ya que para mí hay en Ud. Conjunción de la madre ausente y de la madre presente, una en bendito recuerdo y la otra en sediente esperanza. Sea mi primer encuentro con Ud. Un sentido e inacabable beso en este primer "Día de las Madres" que nos une; y una sencilla súplica de bendición para esta hija que le ha nacido por otros mundos.
¡ Quién hubiese dicho que iba a ser en Vieques, en este mismo mes que me ha regalado una madre, hace treinta y seis años, el nacimiento de quien con desmesurada voluntad y un corazón gugante uba a lograr en mí un amor tan robusto, tan bello y santo que ha asombrado al mundo acechante, incapaz de comprender a la luz; cuando violentamente nace de entre sombras ! Porque llegué a su ármando con el alma un poco lacerada por la vida, igual que él me llegó a mí, y a fuerza más de lágrimas que de sonrisas, hemos construido una emoción sin adjetivos, capaz de la más grande puerilidad de un niño y de la más potente resolución de un hombre. Nos amamos, sencilla y bellamente, más para la humanidad que para nosotros, con la sincera comprensión más que con egoísmos, desde adentro hacia afuera, con la saludable convicción de habernos conquistado en las pequeñeces para prodigarnos en todas las bondades y en todas las excelsitudes de que es capaz todo ser humano.
Ese logro infinito de dos almas que de verdad se aman, quiero que sea Ud. la primera en sentirlo. Ud. y su compañero que para nosotros son una misma cosa. ¡ Que llegue a Uds. Nuestro sentimiento como cosa refrescante y tierna, y que haga eco en vuestros corazones, llenándolos de vida de esperanza ! En nuestros pechos, más que nunca fuertes está parte de vuestro futuro como en Uds., amorosos y santos, está todo nuestro presente.
Nunca he creído en promesas, en la promesa barata del que duda de sí mismo y que se baraja en la emoción del otro. Por lo tanto no quiero prometerle, sino simplemente decirle que su hijo en mi pecho no solamente tendrá el amor que enciende sino la tolerancia, justa y la consideración que ennoblece, sentimientos que también se enraízan en su alma para mí. Somos más que felices, alegres de vivir, de habernos encontrado, y de amarnos.
¿ Me dirá algo de él, de sus primeros pasos, de su primer travesura, de su primera lágrima ? El y Manolita siempre están recordándose de sus andanzas juntos. ¿ Verdad que siempre fué voluntarioso e independiente ? ¡ Cuánto daría porque sus ojos y sus labios me contaran todo eso !
Pronto, pronto será. La guerra no puede durar mucho más. Y nuestro primer plan será volar a Puerto Rico a abrazarlos.
Adjunto algo de mi alma. El libro irá después. ¿ Me tomará en la falda ahora ?
Besos, de Julia
Dentro de unos días le escribiré. Reciba este pequeño regalo de Armando.
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