Ramon de Campoamor
Poeta español (1817-1893)
EL TREN EXPRESO
[Fragmento del CANTO PRIMERO. La noche]
1
Habiéndome robado el albedrío
un amor tan infausto como el mío,
ya recobrados la quietud y el seso,
volvía de París en tren expreso;
y cuando estaba ajeno de cuidado,
como un pobre viajero fatigado,
para pasar bien cómodo la noche
muellemente acostado,
al arrancar el tren subió a mi coche,
seguida de una anciana,
una joven hermosa,
alta, rubia, delgada y muy graciosa,
digna de ser morena y sevillana.
II
Luego, a una voz de mando
por algún héroe de las artes dada,
empezó el tren a trepidar, andando
con un trajín de fiera encadenada.
Al dejar la estación, lanzó un gemido
la máquina, que libre se veía,
y corriendo al principio solapada
cual sierpe que sale de su nido,
ya al claro resplandor de las estrellas,
por los campos, rugiendo, parecía,
un león con melena de centellas.
III
Cuando miraba atento
aquel tren que corría como el viento,
con sonrisa impregnada de amargura
me preguntó la joven con dulzura:
-¿Sois español?- Y a su armonioso acento,
tan armonioso y puro, que aun ahora
el recordarlo sólo me embelesa,
-Soy español -la dije-; ¿y vos señora?
-Yo -dijo- soy francesa.
-Podéis -la repliqué con arrogancia-
la hermosura alabar de vuestro suelo,
pues creo, como hay Dios, que es vuestra Francia
un país tan hermoso como el cielo.
-Verdad que es el país de mis amores
el país del ingenio y de la guerra;
pero en cambio -me dijo- es vuestra tierra
la patria del honor y de las flores:
no os podéis figurar cuánto me extraña
que, al ver sus resplandores,
el sol de vuestra España
no tenga, como el de Asia, adoradores.
Y después de halagamos obsequiosos
del patrio amor el puro sentimiento,
entrambos nos quedamos silenciosos
como heridos de un mismo pensamiento.
Ramon de Campoamor
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