CONSUELO Y ANTONIO |
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Los dos amantes. Historieta sentimental. |
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PRIMERA PARTE |
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Si me prestan atención, |
madre de Dios soberano, |
¡qué lástima y qué dolor! |
¡qué joven tan desgraciada! |
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¡Ay qué lástima de moza! |
Veintidós años contaba, |
el cariño de sus padres, |
trabajadora y cristiana. |
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A la que el sol ya caía |
con el frescor de la tarde |
va a su huerto a regar |
y a traerse los tomates. |
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Coge un cubo en la mano |
y se dirige a la vega, |
a dos kilómetros del pueblo, |
aquella honrada doncella. |
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Por fin ha llegado al huerto, |
tan contenta, Virgen santa, |
para recoger su fruto |
y llevárselo a su casa. |
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Cuando sintió de cantar |
al que ella tanto adoraba, |
que venía por el camino |
con su escopeta de caza. |
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Pero antes de llegar, |
el mozo no la había visto, |
ve una perdiz volar, |
apunta y dispara el tiro. |
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Y Consuelo, en el huerto, |
detrás de una juncada, |
ella recibió en el pecho |
aquella perdigonada. |
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¡Ay, Antonio! Me has matado, |
amor de mi corazón. |
Madre de toda mí alma, |
mirando al cielo murió. |
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Y su novio que la ve, |
entre su sangre bañada, |
"Perdón te pido, amor mío, |
mi dulce prenda adorada". |
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Levántate de este suelo, |
por Dios, que me escucharás, |
no puedo ir más al pueblo |
porque soy un criminal. |
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Cuando se enteren sus padres |
de esta inocente desgracia, |
dirán que es un asesino |
que ha deshonrado su casa. |
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¡Ay, cuando se entere el pueblo! |
todos vendrán con dolor |
para ver esta doncella |
que ha matado un traidor. |
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Tanto como la quise |
y tanto como la adoraba, |
no puedo vivir sin ti, |
he cometido una infamia. |
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No quiero nada en el mundo |
sin tener felicidad, |
porque el alma de Consuelo |
con la mía se unirá. |
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Aquí me quito la vida, |
lo mismo que mi adorada, |
pero antes de morir |
quiero escribir una carta. |
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SEGUNDA PARTE |
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Madre de toda mi alma, |
padre de mi corazón, |
leed este papel, |
siquiera por compasión. |
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He matado a la mujer, |
la que yo tanto quería, |
sin darme cuenta que estaba |
dentro del huerto metida. |
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No puedo vivir sin ella, |
para mí la vida no es nada, |
los dos iremos al cielo |
con el Ángel de la Guarda. |
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Quiero que me pongan una cruz |
en este sitio que estamos, |
con el nombre de Consuelo |
y de Antonio, su adorado. |
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La que yo en este mundo |
con mi alma la adoré, |
tengo en mi pecho grabado |
el nombre de esta mujer. |
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Os pido que nos recen |
por nuestra alma, una oración, |
que descansemos en el cielo |
en los brazos del Señor. |
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Adiós mi padre querido, |
adiós mi madre adorada, |
este es el último abrazo |
que aquí su hijo les manda. |
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Y a los padres de mi novia, |
este recuerdo les mando, |
porque les maté a su hija |
pero yo también me mato. |
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No diu el nom de la impremta. Editat amb “DIEZ
QUINTAS DE MUJERES” |
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(Document
d'Adelaida Moles) |
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