EL CRIMEN DE BENICARLÓ |
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Nueva relación del horroroso crimen
cometido en el día ocho de mayo de este presente año [?]
en el pueblo de Benicarló, provincia de Castellón de la
Plana. |
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Sagrada virgen del Carmen, |
madre del verbo divino, |
amparo del que te ama, |
consuelo de los afligidos. |
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Danos luz y entendimiento |
para poder explicar |
el crimen tan horroroso |
que a todos hace llorar. |
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En el pueblo que se llama |
por nombre, Benicarló, |
ha ocurrido este crimen |
que es de grande admiración. |
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En donde habita una viuda |
de muy buenos sentimientos. |
Ésta tenía un hijo |
que ya se ganaba el sustento. |
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Su hijo aún era joven, |
catorce años tenía. |
Con su poquito jornal |
a su madre mantenía. |
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De modo es que esta viuda |
con su hijo tan amado, |
con todo el mayor cariño |
la vida iban pasando. |
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El día ocho de Mayo |
Pascual le dijo a su madre: |
"Madre, déjeme ir al cine, |
que yo no vendré muy tarde. |
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Para venir más aprisa, |
me voy sin cenar ni nada, |
y al salir ya cenaré, |
y de la cena a la cama. |
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Porque mañana he de ir |
junto con la Romería |
a la ermita de San Gregorio, |
con humildad y alegría". |
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Su madre, tan cariñosa, |
al oír esas palabras |
le dijo: "Vete y ven pronto |
que te esperaré aquí en casa". |
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Pascual se marchó corriendo |
a llamar a su amigo, |
para marcharse los dos |
con todo el mayor cariño. |
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Los dos con grande alegría |
hasta el cine se marcharon, |
los dos con grande placer |
aquel rato disfrutaron. |
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Cuando el cine concluyó |
empezaron a marchar |
directamente a sus casas, |
y al mismo tiempo, a cenar. |
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Se marcharon por la calle, |
calle de San Sebastián, |
y el despedirse los dos, |
fue a la calle de San Juan. |
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Se dieron las buenas noches. |
Pascual le dijo a Joaquín: |
"Adiós, hasta mañana, |
y vámonos a dormir". |
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Según lo dice el diario, |
al despedirse Pascual |
le dijeron unos señores |
si les quería acompañar. |
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Porque ellos se marchaban |
camino de la estación, |
y si fuera a acompañarles |
le darían gran valor. |
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Como a ese pobre infeliz |
le harían buenas razones, |
se dejó caer en las manos |
de esos verdugos traidores. |
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Lo llevaron a extramuros, |
fuera de la población, |
y le taparon la boca |
con todo el mayor rigor. |
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Los asesinos crueles, |
sin tenerle compasión, |
le hirieron con su arma |
que le llegó al corazón. |
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No manando bien la sangre |
le dieron otra más fuerte, |
y al pobrecito Pascual |
ya le ocasionó la muerte. |
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Qué tristeza y qué agonía |
la que estaría pasando |
el pobrecito Pascual, |
infeliz y desgraciado. |
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Sin tener ningún consuelo |
ni remedio para su mal |
más que la clemencia del cielo |
y viéndose ya mortal. |
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Transcurrió el día ocho |
y su madre, preguntando: |
"Quién habrá visto a mi hijo, |
por donde habrá pasado. |
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Ayer tarde se marchó |
al cine con un amigo, |
toda la noche ha pasado |
y a casa no ha venido." |
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Pasa hoy, pasa mañana |
y el hijo sin aparecer. |
Qué amargura de una madre, |
de su hijo no saber. |
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Su madre, el día entero |
llorando y muy afligida. |
"Descubrid dónde está mi hijo, |
sagrada Virgen María". |
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Pasaron tres días más |
y nadie sabía de él, |
y el día quince de Mayo |
ya se empezó a saber. |
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En una balsa de Cálig |
el niño fue aparecido. |
Lo encontró un trabajador, |
dentro de un saco metido. |
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Ese trabajador que vio |
un saco encima del agua |
con un cadáver dentro |
que los pies le asomaban. |
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Todo quedó trastornado |
al ver el saco del agua. |
Corriendo se fue a dar el parte |
de todo lo que pasaba. |
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Ese chico, dentro el saco |
unos días que allí estaba, |
sin ocuparse ninguno, |
la gente sacando agua. |
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Esa balsa de ese pueblo |
es agua muy provechosa |
para fregar la vajilla |
y lavar algo de ropa. |
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A esa balsa acudió |
mucha gente para ver |
como sacaban al niño |
y lo que habían de hacer. |
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Acudió la Guardia Civil |
y también la Autoridad |
para sacar el cadáver |
de aquella gran humedad. |
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Lo quitaron de aquel saco |
y le vieron las heridas, |
que dos eran mortales, |
las que le quitaron su vida. |
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Las tenía en el cuello, |
que pronto se desangrara, |
y marchar los malhechores, |
y nadie los encontrara. |
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Qué triste es este caso, |
es de muy grande agonía, |
matar a un inocente |
para dar a otro la vida. |
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Cuando le hicieron la autopsia |
ya no la podían hacer. |
Las heridas se veían |
y lo demás poco bien. |
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Porque ese pobre difunto |
ya estaba de algunos días |
allí mojado en el agua |
y las carnes se deshacían. |
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Después de hacerle la autopsia, |
el cadáver enterraron, |
y todos los que había allí |
todos a una vez lloraron. |
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En el pueblo de Benicarló |
están todos indignados |
contra esos malhechores |
que tanto daño han causado. |
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Que se descubra este crimen, |
Virgen santa, por piedad. |
Quien lo deba, que lo pague |
y que se aclare la verdad. |
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Por tabernas y cafés |
siempre esta conversación: |
"Que se descubra este crimen |
y cojan al malhechor". |
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No paséis ningún cuidado, |
que a poco poco se irá |
descubriéndose este crimen |
y con su vida pagará. |
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Porque ese malhechor, |
si lo llegan a coger, |
aunque pague con su vida, |
todo es de merecer. |
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A la madre del difunto |
todo el pueblo se ha apiadado, |
y le recogieron limosnas |
para que vaya pasando. |
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Su triste vida, con pena |
y lágrimas de amargura, |
la que tiene ya su hijo |
dentro de la sepultura. |
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Los vecinos de la calle |
le van mucho consolando, |
pero la pobre mujer |
todo el día está llorando. |
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Madres, las que tengáis hijos, |
tened siempre gran cuidado, |
que vayan pronto a casa |
y tenedlos a vuestro lado. |
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Estando dentro de casa |
no les vendrá ningún mal, |
y que se marchen a dormir |
en concluir de cenar. |
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Si esa pobrecita madre, |
ella lo hubiera sabido, |
el hijo de dentro de casa |
ya no hubiera salido. |
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Porque lo que ha de venir, |
del mundo nadie lo sabe, |
por mucho más que lo pienses |
a veces siempre te engañas. |
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Amados lectores míos |
que habéis leído el romance, |
ya sabéis si da compasión |
este tan furioso trance. |
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A la madre que le pasa |
hay para perder la vida, |
matar a su hijo amado, |
una pérdida tan querida. |
|
FIN |
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|
UNA SÚPLICA A LA VIRGEN DEL
REMEDIO |
|
Virgen del santo Remedio, |
con tu poderosa mano, |
que se descubra este crimen |
y que lo pague el malvado. |
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No lo pague un inocente |
sin tener culpa de nada, |
que a veces suele pasar |
por una mala palabra. |
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Todos los de Benicarló, |
dicen todos a una voz: |
"Virgen santa del Remedio, |
que descubre ese traidor". |
|
Que no pase muchos días, |
con fervor te lo pedimos, |
y entonces el pueblo entero |
esteremos agradecidos. |
|
Con vuestro amparo esperamos, |
todos llenos de humildad, |
que nos alcancen del Señor |
la Gloria en la eternidad. |
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* * * |
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Imprenta de J. Soto, Morella. |
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(Document
d'Adelaida Moles) |
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