Se
derrumbó en tres años el ahorro de los argentinos
En diciembre de ese año el conjunto de ocupados en blanco tenía
una capacidad de acumular, en promedio, $8.785 M por año. Ahora,
y pese a la recuperación de la actividad económica, apenas
pueden acumular $5.415 M. La canasta cuesta $1.798
La
economía argentina está plagada de paradojas y a diario
se agregan nuevas, como la que surge del contraste entre el abultado sobrante
de caja que muestran las cuentas del Gobierno, nunca antes visto, y la
notable pérdida de capacidad de ahorro de los trabajadores que
se desempeñan “en blanco”.
No
es novedad que, en términos de dólares, la fuerte devaluación
del peso ha licuado los ingresos de los ocupados con sueldos fijo.
Pero
sí resulta extraño que en pesos corrientes en el promedio
de las ramas de actividad, quienes se ocupan en la producción de
bienes como de servicios, luego de una notable recuperación de
la economía y de generalizados aumentos de las remuneraciones,
hoy ahorren un 38% menos que en diciembre de 2001, esto es en el peor
momento de la convertibilidad.
Este
deterioro, que explica el cambio de humor de los consumidores, al percibir
que las posibilidad de mejorar su calidad de vida, tanto por la vía
de recuperación de los salarios como de la ocupación de
la gran masa de desempleados, se van desvaneciendo, surge por un alza
del costo de vida del 47% en treinta meses frente a 31% que subieron los
sueldos.
Según
los datos del Ministerio de Economía e INDEC, en junio último
el sector formal empleaba a unos 4,88 millones de trabajadores, los cuales
percibían un ingreso medio de $1.136 por mes, que contribuían
con un 58% al total de recursos del hogar.
En
diciembre del 2001, en cambio, el total de ocupados registrados, esto
es que cumplían con las leyes de contrato de trabajo o hacían
aportes al sistema integrado de jubilaciones y pensiones, era de 4,73
millones, que recibían una remuneración promedio de 863
pesos.
De
acuerdo con la Encuesta de Gastos y Recursos de los Hogares que el INDEC
hizo en 1996 y 1997 y que sirve de base para calcular la tasa de inflación,
se estima que el ingreso medio del hogar es equivalente a 1,72 veces la
remuneración mensual del jefe de la familia, mientras que el gasto
de cada hogar absorbe un 82%. El resto se ahorra o se utiliza para cancelar
deudas.
Con
esos parámetros, y partiendo de los datos oficiales de inflación
desde diciembre de 2001 y la citada variación de los salarios,
Infobae pudo calcular que actualmente la canasta de consumo del promedio
de las familias cuesta unos 1.798 pesos por mes, mientras que el ingreso
del hogar es de $1.958, que, como se dijo, surge del salario del jefe
de $1.136 y de $822 que aportan otros medios del grupo habitacional.
Cuadro
heterogéneo
Cabe destacar que en el caso de la nómina de salarios se trata
de valores promedios, es decir, hay varios casos de empleados que cobran
menos de esos valores y también hay muchos que obtenían
mucho más.
Como
sea, no hay duda de que esta disparidad en la que el Estado, a través
del cobro de impuestos y retenciones sobre el comercio exterior, va camino
a acumular un ahorro antes del pago de intereses de la deuda de unos $28.000
M, ya que en siete meses había registrado algo más de $20.000
M entre la Nación y el conjunto de las provincias, los trabajadores
que operan dentro de la economía “blanca” han visto
debilitadas sus finanzas en más $3.370 M equivalente anual.
Y
ni que hablar de los que se desenvuelven en la informalidad, o quienes
perciben una ayuda social por parte del Estado, porque en esos casos sus
escuálidos ingresos virtualmente no se movieron en los últimos
treinta meses.
De
ahí que las recomendaciones de política económica
no debieran pasar tanto por los aumentos de salarios por decreto, sino
por generar las condiciones para que puedan expandirse todas las actividades,
para recrear un círculo virtuoso de crecimiento con inversión
que derive en subas de empleos y de remuneraciones en el campo de la formalidad.
De
lo contrario, se irá en camino de ampliación de la economía
en negro y consecuentemente de ahondar las diferencias de ingresos entre
los actores de la economía.
Por
Daniel Sticco, Infobae, 6 de septiembre de 2004
dsticco@infobae.com
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