La
eterna deuda con la educación
Por
Mariano de Vedia
Como
buen recurso de marketing, una modalidad que caracteriza a la actual gestión
educativa, el Gobierno acaba de anunciar en vísperas del Día
del Maestro un pago extra de $ 70 para los docentes de todo el país.
Se
suma a otros recientes anuncios, como la prolongación del Fondo
de Incentivo Docente, por el cual el gobierno nacional participa cada
vez más con recursos propios en el salario de los maestros, cuya
responsabilidad, según la reglamentación vigente, está
desde hace una década en manos de las provincias.
A
contrapelo de una auténtica política federal, el monto extraordinario
de $ 70, que se pagará a fines de este mes, reproduce las discutibles
condiciones del incentivo docente: una suma fija por cargo recibida por
todos los maestros, estén o no al frente del aula, independientemente
de su nivel salarial, de sus capacidades y de sus esfuerzos por mejorar
su propia formación.
El
beneficio no está acompañado de ninguna exigencia ni compromiso
alguno por parte de los docentes y las jurisdicciones por promover reformas
que permitan revertir el deterioro que se percibe en las aulas.
A
pesar de las mejoras salariales, en un año y cuatro meses de gestión,
no se avanzó aún en medidas que sustenten una real jerarquización
de la actividad docente. Sólo se queda en promesas y charlas informales
con los gremios de los maestros y en la proclamación de los discursos.
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Como
ejemplo, no despertó mucho entusiasmo entre los jóvenes
la propuesta de becar a los promedios más altos del secundario
para que sigan la carrera docente, ni está previsto en lo inmediato
encarar reformas para fortalecer la presencia de los maestros en las aulas,
mediante la modificación de normas extremadamente permisivas que
hoy rigen en los estatutos docentes de muchas jurisdicciones.
Tampoco
aparece como prioritaria la extensión de la jornada escolar, para
sostener el contacto de los niños con el aprendizaje, y falta profundizar
la aplicación de sistemas de evaluación de la calidad de
la enseñanza con instrumentos confiables e independientes del gobierno
de turno.
Mientras
están pendientes las reformas y actualizaciones de los institutos
de formación docente, y un ritmo más acelerado en la construcción
de las 700 escuelas prometidas por el Gobierno, la comunidad espera medidas
más efectivas para acortar la brecha que separa al egresado del
secundario con la universidad.
Cuando
aún no hay demostraciones de que hayan mejorado los niveles de
aprendizaje y no se conocen datos que marquen una caída de la deserción
escolar, el ministro de Educación acordó una deuda legítima
con los maestros, que no los compromete mayormente en acciones que puedan
empujarlos a hacer mejor los deberes.
Ante
el anuncio mediático de un regalo para el Día del Maestro,
presentado por el propio Gobierno como el cumplimiento de una deuda con
los docentes, a 116 años de la muerte de Sarmiento queda aún
un largo trecho por recorrer y todavía quedan profundas cuentas
pendientes con la educación.
La Nacion, 11 de septiembre de 2004 |