CHANGUI
CACERES VS. ADOLFO STUBRIN
UCR: la Convención elige entre dos líneas
La
Convención Nacional de la UCR pondrá hoy en juego dos modelos
antagónicos de reconstrucción partidaria.
¿Recuperación
de la mística alfonsinista o posalfonsinismo? El dilema de una
fuerza centenaria que en las últimas elecciones presidenciales
tocó su piso histórico —el 2%— podrá
definirse cuando se cuenten los votos de la reñida puja por la
conducción del órgano doctrinario. La Convención,
de 347 miembros, sesionará en el Comité Capital y nominará
las nuevas autoridades que actuarán hasta el 2008.
Las
candidaturas de los ex diputados por Santa Fe, Luis "Changui"
Cáceres y Adolfo Stubrin, polarizan la escena. Amigos de las paradojas,
los radicales apuestan así parte de su destino a la disputa entre
dos dirigentes del único distrito donde la UCR no presentó
su sigla en los comicios provinciales del 2003.
Unidos
por un pasado común en la Junta Coordinadora —Cáceres
como fundador y Stubrin como discípulo—, ahora encarnan las
diferencias partidarias, que se traducen en un realineamiento de las alianzas
internas.
Parado
en la socialdemocracia, Cáceres es el que pretende revivir la mística
del 83. Lo respaldan Raúl Alfonsín y varios de sus antiguos
laderos en las estratégicas provincias de Buenos Aires y Córdoba:
Leopoldo Moreau, Federico Storani y Carlos Becerra.
La
postulación de Stubrin —de perfil más bajo que su
hermano Marcelo— es parte de una movida de Angel Rozas, jefe del
Comité Nacional, para llevar al primer plano a las figuras menos
desgastadas. El plan incluiría en un futuro darle más flexibilidad
al partido para explorar alianzas a derecha e izquierda.
Para
ello, el chaqueño reconfiguró la coalición que lo
depositó en el cargo —sostenida en el alfonsinismo—
y trabó acuerdos con rivales acérrimos, tales los casos
del mendocino Roberto Iglesias, el rionegrino Pablo Verani y ex delarruistas,
con los que tantea la conformación de una nueva línea nacional.
De
hecho, el trasfondo de esta pelea es la reedición de una ya folclórica
batalla de caciques del interior profundo por desembarazarse de la tutoría
que Alfonsín y sus herederos ideológicos ejercen desde los
distritos grandes.
"Votar
a Cáceres es quedar anclados al pasado. Sin renovación,
vamos a dejar de tener entidad opositora y tanto Carrió como López
Murhpy se harán un pic-nic", le dijo Rozas a Clarín.
"La
renovación soy yo", lo desafía Cáceres. Y argumenta:
"Entre mis rivales hay unos cuantos responsables del fracaso de la
Alianza y yo en ese gobierno no estuve ni de portero. Lo que pasa es que
a Rozas no le gusta la división de poderes ni el debate que pregono".
Como
parte del agresivo pimpón, Stubrin insinúa que la lista
cacerista se refugia cerca del kirchnerismo. "Tenemos que hacer una
oposición independiente del poder", dice. Le responden que
"es el mascarón de una estrategia de Rozas para recostarse
en la derecha partidaria".
Clarin, 24 de septiembre de 2004 |