Preocupante
atomización: polémica sobre las consecuencias del fenómeno
Récord histórico de partidos políticos en el país:
hay 696
Sólo en 2003 se reconocieron 122 agrupaciones; reciben dinero del
presupuesto nacional
Asediado
por el clamor popular que estalló tras la última crisis
económica -"que se vayan todos"-, el Congreso aprobó
en 2002 una ley que facilitó la permanencia y la creación
de nuevos partidos políticos. Los resultados son sorprendentes:
sólo en el año 2003 se reconocieron 122 agrupaciones partidarias.
Es
el crecimiento más notable en lo que va de esta década,
según se señala en un informe que elaboró la Cámara
Nacional Electoral. En este momento, hay un total de 696 partidos políticos
con personalidad jurídica reconocida en el nivel federal, de los
cuales 41 son de orden nacional y los 655 restantes son distritales.
Los
especialistas, entre los que se encuentra el propio titular de la Dirección
Nacional Electoral, Alejandro Tullio, advierten que esta multiplicidad
ha inducido a una mayor fragmentación política. Otros señalan
que, paradójicamente, favoreció una mayor concentración
de poder por parte de los partidos más importantes.
No
sólo eso: también se advierte que muchos de estos "nuevos
partidos" son, en realidad, meros "sellos de goma" que
florecieron al amparo de una ley que les permite sacar tajadas del presupuesto
que la Nación destina a las fuerzas políticas que participen
en elecciones nacionales.
¿Cuánto
recibió, por ejemplo, un partido político que debutó
en las elecciones presidenciales de 2003? Las cifras varían, pero
en el caso concreto de Alianza de Cambio, que nació para postular
a presidente de la Nación a José Arcagni, percibió
154.333 pesos del Estado como parte del financiamiento para su campaña
proselitista; es la suma fija que recibieron los otros 24 partidos políticos
y alianzas que compitieron en las elecciones presidenciales de 2003.
Claro
que esa cifra de 154 mil pesos es tan sólo el piso; los partidos
con trayectoria -como la UCR y el PJ, entre otros- recibieron, además,
distintas sumas por la cantidad de votos que tuvieron en la última
elección.
Cuestión
de plata
Pero la agrupación de Arcagni no se quedó atrás:
como fue en alianza con otro partido, Unión Popular, reunieron
entre los dos poco más de 300.000 pesos, además de recibir
otros 120.000 para la impresión de boletas.
Unión
Popular, además, recibió 587 pesos por su cosecha electoral
anterior, lo que le valió para seguir en carrera y seguir recibiendo
financiamiento público. De hecho, el presupuesto destina anualmente
4000 pesos a todos los partidos políticos para su manutención.
¿Cómo
se desempeñó, finalmente, Arcagni en aquellas elecciones?
Obtuvo tan sólo el 0,33% de los votos. Y, merced a la legislación
vigente, podrá seguir recibiendo financiamiento por parte del Estado.
"El
informe de la Cámara Nacional Electoral indica dos cosas: primero,
que hay una fuerte tendencia a la fragmentación -enfatizó
el diputado Mario Negri (UCR-Córdoba), vicepresidente de la Comisión
de Asuntos Constitucionales-. Es hora de hacer un balance para ver si
la fragmentación no facilita la concentración del poder
en nuestro país. Además, habrá que evaluar si esta
proliferación de partidos obedece a un legítimo interés
ciudadano, o bien abrió la puerta a «microemprendimientos»
electorales."
Para
el legislador, "es urgente debatir este tema en el marco de la reforma
política, para que la Argentina tenga un sistema de partidos fuerte,
transparente, homogéneo, con capacidad de alternancia".
La
proliferación de partidos y, en particular, el reconocimiento de
122 agrupaciones en 2003, se generó luego de que se sancionó
la ley 25.611, aprobada en junio de 2002, que derogó una cláusula
de la norma que regula las agrupaciones partidarias. Esa cláusula
establecía la caducidad inmediata de aquellos partidos que no alcanzaran
en dos elecciones consecutivas al menos el 2% de los votos sobre el padrón
electoral.
Hasta
su derogación, esta exigencia había provocado la caducidad
de 179 partidos políticos, cifra tomada desde 1983. Según
la Cámara Nacional Electoral, este número representa el
34% del total de las caducidades.
La
cláusula sobre caducidad actuó, entonces, como un tamiz
previo a una elección, que dejaba fuera de carrera a aquellos partidos
sin demasiada representación. Ahora ese filtro no existe.
El
debate está abierto: ¿es conveniente dejar las cosas como
están en pos de facilitar la aparición de nuevas agrupaciones
políticas, aun a costa de los desvíos que puedan cometerse,
o es necesario restringir la ley?
"Es
necesario corregirla -enfatizó Tullio-. Esta multiplicidad de partidos
políticos significa una distorsión de la idea democrática.
Provoca una atomización de la política y la prueba más
clara se evidencia en la Cámara de Diputados, con 40 bloques."
Pero
para algunos legisladores la nueva legislación es positiva, ya
que denota un mayor interés ciudadano para participar en la política.
En esta línea se enrola el diputado Juan Manuel Urtubey (PJ-Salta),
titular de la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara
baja.
"Hay
que evaluar las decisiones en los momentos históricos que se toman.
Esta ley surgió a partir de la enorme crisis de representación
que estalló en 2001, y tuvo un fin noble, que fue la de facilitar
la participación política de la ciudadanía. Ese fin
se cumple y si surgen algunos «vivos», será el costo
que habrá que pagar", sostuvo.
En
la misma sintonía se expresó Adrián Pérez
(ARI-Buenos Aires). "No me parece mal que se hayan reducido las condiciones
para la creación de los partidos políticos. Es cierto, puede
haber desvíos y la aparición de agrupaciones sin demasiada
representación, pero el sistema los irá decantando y, con
el tiempo, se diluirán. Lo central, aquí, es facilitar nuevas
expresiones políticas", enfatizó.
El
caso Formosa
Si de facilitar expresiones políticas se trata, el informe de la
Cámara Nacional Electoral arroja datos interesantes.
De
los 655 partidos de distrito reconocidos, la mayoría nació
en Capital Federal (73), seguido por Buenos Aires (55) y Córdoba
(44). Pero lo llamativo es que distritos electorales muy pequeños,
como Formosa o Catamarca, siguen en la lista, con 35 y 34 partidos políticos,
respectivamente. Santa Fe, considerada la segunda provincia del país,
ocupa el octavo puesto, con 30 agrupaciones distritales. Esta creciente
fragmentación del escenario político preocupa a las organizaciones
no gubernamentales. Norberto Borzese, del Foro Social para la Transparencia
y miembro del Diálogo Argentino, cuestiona duramente la modificación
de la ley.
"Favorece
el predominio de los mismos de siempre, contribuye a la desarticulación
de la oposición y fomenta el descontrol en el manejo de los fondos
públicos que los partidos reciben para su financiamiento ordinario
y de campaña", indicó.
"Es
hora ya de impulsar cambios profundos en las estructuras partidarias,
que permitan su recuperación como espacios para el debate de ideas,
la integración y la expresión de intereses, la incorporación,
la capacitación y la formación de nuevos líderes",
reclamó Borzese.
Una
deuda pendiente, como toda la reforma política.
Por
Laura Serra, La Nacion, 26 de septiembre de 2004
Cómo
es la ley que financia los partidos
Hay fondos fijos y para las campañas
La
ley de financiamiento de los partidos políticos, aprobada en mayo
de 2002 (durante la gestión de Eduardo Duhalde), obliga al Estado
a aportar todos los años recursos para el sostenimiento de las
distintas agrupaciones partidarias.
La
norma establece dos instancias: una, el fondo partidario permanente, que,
como indica su nombre, consiste en una partida anual del presupuesto nacional
que se destina a los partidos políticos reconocidos por la Justicia.
Según indicó el titular de la Dirección Nacional
Electoral, Alejandro Tullio, esa cifra ronda los 4000 pesos anuales por
partido político. Estos recursos son destinados para su desenvolvimiento
institucional y la capacitación política que brinden.
La
segunda instancia tiene lugar antes de una elección nacional. En
este caso, el Estado otorga a los partidos políticos participantes
una suma en concepto de "aporte extraordinario para las campañas
electorales" y otra partida para colaborar en la impresión
de las boletas electorales.
El
aporte para las campañas proselitistas se distribuye de la siguiente
manera: el 30% se reparte en forma igualitaria entre todos los partidos
políticos, mientras que el 70% restante se distribuye en forma
proporcional a la cantidad de votos que el partido político o la
alianza hubiera obtenido en la última elección nacional.
¿Qué
sucede con aquellos partidos nuevos, que no hayan participado antes en
comicios nacionales?
Para
estos casos, la legislación establece un régimen especial
de adelantos de fondos por medio de un sistema de avales políticos
o contracautelas, con la obligación de que estas agrupaciones reintegren
los montos excedentes en el caso de que el caudal de votos obtenido no
alcance a cubrir el monto adelantado.
Ranking
del continente
Una
investigación del Centro de Estudios Nueva Mayoría, elaborado
con datos de la Universidad de Georgetown, muestra que en el continente
americano hay un promedio de 17 partidos nacionales reconocidos por país.
El
estudio destaca, entre las conclusiones, que es muy baja la relación
entre la cantidad de partidos nacionales reconocidos y su incidencia político-electoral.
Estados Unidos tiene 16 partidos, pero en los hechos sólo compiten
dos: Uruguay tiene 27 y participan tres; México, 20, pero compiten
tres.
La
Argentina está segunda entre los que tienen más partidos
en América, pero ello no parece haber contribuido a la gobernabilidad
ni a la articulación de un sistema político competitivo.
Diferencias
entre los expertos por el boom de agrupaciones
Para algunos es favorable, pero otros creen que hay riesgos
Aunque
admitieron que podría entorpecer la búsqueda de consensos
y hasta la gobernabilidad, diversos especialistas consultados por LA NACION
consideraron favorable la perspectiva que se abre con la proliferación
de nuevas agrupaciones políticas y consideraron la crisis de los
partidos tradicionales como la principal causa de este fenómeno.
"Si
este reverdecer de partidos se compadece con la voluntad de la gente de
poder manifestar su necesidad de expresión política, adelante",
destacó Daniel Sabsay, abogado constitucionalista y especialista
en partidos y en reforma política.
Igual
que el resto de los consultados, Sabsay identificó la aparición
de nuevas agrupaciones con la crisis de representación de los partidos
políticos tradicionales, que explotó tras la crisis institucional
de 2001.
Sin
embargo, reconoció que existe una segunda motivación. "Hay
sellos de goma, agrupaciones formadas exclusivamente como negocio, por
la franquicia que otorga el Estado a los partidos nuevos o por la intención
de algunos personajes de aparecer en los medios de comunicación",
señaló.
Con
criterio salomónico, Sabsay sostuvo que mientras el nacimiento
de partidos nuevos es útil a la sociedad como expresión
política, el exceso de agrupaciones podría no ser tan favorable
para el Gobierno, porque, según advirtió, "dificulta
la posibilidad de construir mayorías para elaborar políticas
públicas".
"Nunca
es negativo"
En opinión de Marcelo Bermolén, director de Fortalecimiento
de la Democracia de la Nación, que depende de la Jefatura de Gabinete,
"nunca puede leerse como negativo un aumento de la participación
ciudadana ni que se generen nuevos espacios para esto".
Según
el funcionario, la proliferación de partidos pone de relieve la
crisis de las agrupaciones tradicionales y desmiente la idea de que la
política no le interesa a nadie.
Sin
embargo, advirtió, igual que Sabsay, que hay que evitar que eso
"conduzca a la fragmentación, que dificulta la deliberación
y el consenso".
"El
problema no es que se formen partidos, sino que los elijan, y eso depende
de la voluntad de la gente", opinó Delia Ferreira Rubio, investigadora
del Centro de Estudios para Políticas Públicas Aplicadas
(Ceppa).
La
especialista, asesora parlamentaria en temas jurídico-institucionales,
señaló que la cantidad de fondos que corresponden a los
partidos nuevos se redujo notablemente en la nueva ley de financiamiento
político, que rige desde 2002. "El grueso de los fondos de
origen estatal se reparte en relación a los votos obtenidos",
dijo, para negar que el dinero motive la creación de nuevas agrupaciones.
Además,
denunció que existe "esquizofrenia" en el tema cuando
desde el poder "facilitan la creación de partidos, bajando
los requisitos, pero cuando se forman, protestan porque hay muchos".
Por
eso reclamó coherencia en ese aspecto y calificó de "muy
positiva para la democracia" la formación de nuevas agrupaciones.
"Es una consecuencia del reclamo de la sociedad civil", sostuvo.
La multiplicación de partidos no sirvió para renovar la
política
Por Rosendo Fraga
Para LA NACION
Las
normas que en 2002 facilitaron la creación de fuerzas políticas
no han servido, en realidad, para consolidar un sistema de partidos.
Es
así como las próximas elecciones muestran un cuadro de atomización
en la oposición que no tiene antecedentes en la historia argentina.
Primero
fueron conservadores y radicales, y después el radicalismo con
el peronismo. Pero la reciente crisis de la UCR -en la elección
presidencial de 2003 no llegó al 3% de los votos- ha dado por tierra
con el tradicional bipartidismo argentino.
Elisa
Carrió, de ARI, puede realizar una buena elección en la
Capital y ganar en este distrito; Ricardo López Murphy, de Recrear,
tiene posibilidades de hacer muy buena elección en la provincia
de Buenos Aires y convertirse en segunda fuerza, con lo que el ex ministro
de la Alianza podría ser elegido senador nacional y ubicar entre
8 y 10 diputados nacionales.
La
UCR seguramente ganará en varias de las provincias que gobierna;
el socialismo será la segunda fuerza en la ciudad de Rosario y
el Movimiento Popular Neuquino ganará nuevamente en la provincia
que viene gobernando desde hace cuatro décadas.
No
obstante, todas estas fuerzas están divididas y enfrentadas entre
sí y ninguna de ellas en la situación actual superará
el 10 o 12% de los votos en el ámbito nacional.
En
este cuadro, la unidad del justicialismo es la clave para que tanto el
presidente Kirchner como los gobernadores ganen las elecciones del año
próximo. Sólo si finalmente se divide el peronismo y se
plantea una pugna electoral entre el partido y el movimiento "transversal",
el oficialismo nacional y provincial podría ver comprometida la
elección.
*
* *
A
partir de que los sondeos han mostrado una disminución en la imagen
positiva de Kirchner y de que su apoyo no resulta suficiente para imponer
candidatos propios en el peronismo, la transversalidad ha quedado relegada
como proyecto electoral.
Es
que la unidad del justicialismo es la clave del éxito electoral
del oficialismo para el año próximo y esto establece un
interés común entre el Presidente y los gobernadores.
Aun
con una economía que se estanque en el segundo semestre del año
próximo, con lo cual aspectos como el desempleo y la pobreza empeorarán,
y sin resolver problemas como la inseguridad pública y el conflicto
piquetero, el oficialismo ganará las elecciones del año
próximo, siempre que el peronismo concurra unido y que la oposición
siga dividida como hasta ahora, lo que resulta probable.
*
* *
Es
así como la atomización y el fraccionamiento de la oposición,
en gran medida generado por la desarticulación de la UCR, muestran
que la multiplicación de fuerzas políticas no ha servido
para una renovación de la política, sino que, paradójicamente,
ha contribuido a la consolidación del PJ como partido dominante.
La
falta de una oposición con capacidad de disputar con éxito
las elecciones legislativas el año próximo hace que la clave
del resultado para Kirchner esté centrado más en la unidad
electoral del oficialismo que en la calidad de la gestión de gobierno.
El
autor es director del Centro de Estudios Nueva Mayoría
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