Decretos:
un vicio reiterado
Un
reciente informe publicado por LA NACION señaló que, en
sus primeros 15 meses de gobierno, el presidente Néstor Kirchner
ha recurrido a 105 decretos, de los cuales 75 son de necesidad y urgencia,
mientras que en igual período sólo presentó 95 proyectos
de leyes. De esta manera, el primer mandatario está abusando del
mismo vicio que tanto se les ha criticado a sus antecesores en el cargo
y empleando algo que debería ser un remedio de excepción
como un procedimiento que parece ir sustituyendo a las mayorías
parlamentarias, con el consecuente deterioro de las instituciones de la
República.
En
función de las estadísticas, puede conjeturarse que el doctor
Kirchner se encamina a batir el récord de Carlos Menem, quien a
lo largo de los diez años y medio de sus dos períodos presidenciales
emitió algo más de 500 decretos de necesidad y urgencia.
El
hecho comentado da cuenta de la generación de una perversa cultura
que tiende a convertir al propio Poder Ejecutivo en una suerte de Poder
Legislativo alternativo.
A
través de los distintos gobiernos de los últimos tiempos,
se advierte con claridad que esa tendencia se ve agravada por otro triste
dato de la realidad: salvo raras excepciones, a menudo los decretos dictados
por el Poder Ejecutivo no son ni necesarios ni urgentes. Son apenas una
simple forma de esquivar al Congreso y de evitar el seguimiento de la
vía ordinaria para la sanción de las leyes.
Mas
si se trata de buscar responsables por esta irregular situación,
no sólo habría que cargar responsabilidades en la acción
de quienes ocuparon en los últimos años el Poder Ejecutivo,
sino también analizar la ya inexcusable demora del Poder Legislativo
-¡nada menos que diez años!- para reglamentar los decretos
de necesidad y urgencia.
La
historia argentina reciente permitió, en abierta contradicción
con lo establecido por la Constitución nacional de 1853-60, que
el presidente de la Nación dictara actos legislativos por medio
de tres modalidades: decretos de necesidad y urgencia, decretos delegados
y la promulgación parcial de leyes.
La
Constitución de 1994 incorporó a su texto esos tres instrumentos,
pero tan sólo como remedios de excepción. La propia letra
constitucional le prohíbe al primer mandatario la utilización
de esas tres herramientas, bajo pena de nulidad absoluta. Unicamente podrá
el jefe del Estado recurrir a ellas en forma excepcional y dentro de un
sistema de controles que impida su uso abusivo y que debería estar
a cargo de una comisión bicameral del Congreso, según lo
establece el artículo 99 de la Constitución.
Sin
embargo, el Poder Legislativo, incumpliendo lo dispuesto por la reforma
constitucional de 1994, nunca aprobó una ley que estableciera la
creación de la comisión parlamentaria que debería
abocarse a controlar los decretos de necesidad y urgencia.
La
falta de acuerdo entre oficialismo y oposición, y el desinterés
de los gobiernos de turno en que se apruebe esa reglamentación,
han generado aquella inexplicable postergación.
De
esta manera, los decretos de necesidad y urgencia se han convertido, más
que en un irregular instrumento legislativo, en una adicción de
nuestros gobernantes.
Debe
sumarse a este hecho la permanente tendencia a prorrogar facultades delegadas
por el Congreso al Poder Ejecutivo -los vulgarmente denominados "superpoderes"-,
al igual que distintas medidas adoptadas por decreto con el pretexto de
la emergencia económica, tales como la doble indemnización
laboral.
Es
de esperar que el poder político advierta el grave mal que se les
está haciendo a nuestras instituciones, ya que se está perdiendo
una parte importante del sistema democrático que tanto nos ha costado
conseguir.
La Nacion, 12 de septiembre de 2004
Diez
años sin controles
Entre decretos de necesidad y urgencia, decretos
por delegación legislativa y vetos parciales, el Poder Ejecutivo
impulsó, desde 1994 hasta hoy, un total de 533 iniciativas, con
lo que evitó así su tratamiento en el Congreso.
Este cálculo fue realizado por el diputado
nacional Alberto Natale (Demócrata Progresista-Santa Fe). "Estas
533 leyes de la Nación son resultantes del arbitrio exclusivo del
poder presidencial, que sustrae al órgano legislativo su potestad
específica, atribuyéndosela a sí mismo", advirtió
el legislador, que es integrante de la Comisión de Asuntos Constitucionales.
"El Congreso sigue sin sancionar la ley que
manda la Constitución Nacional para regular los alcances de los
decretos de necesidad y urgencia, lo mismo que en relación con
la delegación", agregó Natale, en diálogo con
LA NACION.
Para el diputado demoprogresista, "las mayorías
gubernamentales nunca han facilitado su discusión y aprobación.
El vacío legal es aprovechado por el Poder Ejecutivo para legislar
a su gusto".
Vetos
Además de los decretos de necesidad y urgencia y de la legislación
delegada, el Poder Ejecutivo apela con cierta frecuencia a los vetos totales
o parciales de leyes aprobadas por el Congreso.
Ante un veto presidencial, los legisladores tienen
la posibilidad de insistir en el texto original del proyecto aprobado,
pero para ello necesitan mayorías agravadas, lo que dificulta el
trámite.
"Después
de la reforma de la Constitución Nacional, en 1994, el vicio de
vetar leyes se generalizó. En el último decenio se contabilizan
103 leyes que fueron parcialmente vetadas por el Poder Ejecutivo, sobre
las cuales insistió el Congreso sólo once veces. En resumen,
92 normas legislativas -la diferencia entre unas y otras- que quedaron
redactadas como quiso el presidente", indicó Natale.
La Nacion, 8 de septiembre de 2004
La
relación con el Congreso: una tendencia que se consolida Utiliza
Kirchner más decretos que leyes
De los 200 mensajes que envió al Congreso, 105 son decretos y 95,
proyectos legislativos; duras críticas de la oposición
Sólo
la mitad de las iniciativas es sobre políticas de gobierno
Lo mismo ocurrió durante la gestión de Duhalde
No se creó la comisión bicameral de control
Los
decretos constituyen la herramienta predilecta del gobierno de Néstor
Kirchner. Este dato se desprende del total de mensajes que envió
al Congreso, donde predominan los decretos antes que los proyectos de
ley. Esto confirma una tendencia que se remonta, por lo menos, al estallido
de la emergencia económica, a principios de esta década.
De
los 200 mensajes que el Gobierno remitió al Congreso hasta el 20
del mes último, 105 corresponden a decretos (donde prevalecen los
de necesidad y urgencia -DNU- y de legislación delegada), mientras
que los restantes 95 son proyectos de ley. Así se refleja en un
trabajo que realizó el diputado Mario Negri (UCR-Córdoba),
miembro de la Comisión de Asuntos Constitucionales.
El
ex presidente Eduardo Duhalde, que asumió la presidencia en enero
de 2002 -ni bien se descerrajó el caos económico-, también
apeló en mayor medida a los decretos. En efecto, durante su primer
año de gestión emitió 125 (103 de los cuales son
DNU) y otros 100 son proyectos de ley. Estas cifras se revelan en un informe
que realizó Wenceslao Wernicke, de la agencia FOIA, especializada
en información parlamentaria.
El
problema no son sólo los decretos, advierte Negri, sino el tipo
de proyectos de ley que se envían al Congreso. En este sentido,
detalla que de las 95 iniciativas presentadas por Kirchner, 40 se refieren
a tratados y acuerdos internacionales y a pedidos de salida o ingreso
de tropas en el país. "Sólo la mitad de los proyectos
se refiere estrictamente al trazado de políticas públicas",
afirma.
Las
estadísticas demuestran cómo el Poder Ejecutivo, merced
a los decretos, ha ido ejerciendo facultades propias del Congreso. Injusto
sería cargar las culpas sólo en el gobierno central; en
rigor, ha sido el Poder Legislativo el que accedió a delegar en
el Ejecutivo algunas de sus atribuciones, la mayoría de las veces
en virtud de las dificultades económicas.
Pero,
a juicio de la oposición, el oficialismo hace uso y abuso de esas
facultades cuando no tendría necesidad de hacerlo, ya que goza
de mayoría en ambas cámaras parlamentarias. El peligro,
advierten las distintas voces, es que el atajo de los decretos atenta
contra la división de poderes.
"Vaciar
de facultades al Congreso no fortalece a ningún poder. Bajo la
apariencia de «celeridad» en la gestión, lo que se
construye en cambio es discrecionalidad y el consecuente peligro de arbitrariedad
en el ejercicio del poder", alertó el diputado Negri.
Distintos
caminos
Son variadas las formas en que el Poder Ejecutivo ha absorbido competencias
que son propias del Congreso. Las más significativas son, por una
parte, los DNU y, por otra, las leyes de emergencia que delegan facultades
del Congreso al Ejecutivo.
Estas
prácticas "excepcionales" fueron motivo de un arduo debate
durante la reforma constitucional de 1994. Los convencionales instituyeron
dos formas de limitar ambas prácticas. Para los DNU, dispuso la
creación de una Comisión Bicameral Permanente destinada
a analizarlos y aprobarlos. Para los decretos de legislación delegada
se estableció un plazo para su análisis y ratificación
en la cláusula octava de la Carta Magna. Ninguno de los dos mandatos
constitucionales fue reglamentado aún.
La
responsabilidad por esta demora no sólo le cabe al justicialismo,
sino también a los miembros de la Alianza que, durante su paso
por el poder, tampoco accedieron a limitar estas facultades.
"A
lo largo de estos últimos años el Poder Ejecutivo ha soslayado
al Congreso, y el oficialismo parlamentario de turno ha sido complaciente
con esa actitud -remarca el diputado Alberto Natale (demócrata
progresista-Santa Fe)-. La consecuencia es visible: el equilibrio de poderes
está roto."
Claro
que ésta no es la visión del PJ. "Nuestro país
ha tenido desde siempre una marcada tradición presidencialista
-argumentó Juan Manuel Urtubey (Salta), titular de la Comisión
de Asuntos Constitucionales-. No creo que eso haya generado un progresivo
debilitamiento del Congreso. Además, si el Poder Ejecutivo hace
uso de determinadas facultades, es porque la ley se lo permite."
Queja
opositora
Claro que el límite entre el uso y el abuso se vulnera en demasiadas
oportunidades, advierten en la oposición. En lo que va de su gestión,
Kirchner emitió 75 DNU, algunos de los cuales fueron severamente
cuestionados. Como el decreto 917, que aumentó en 4300 millones
de pesos el gasto público, sin previa consulta al Congreso. O aquel
que facultó al Ministerio del Interior a entregar subsidios "a
personas físicas y jurídicas (...) que se dediquen a la
atención de la necesidad de la población". Ese fue
el decreto 1192 de diciembre último.
"El
uso de DNU se ha convertido en una tendencia creciente en los últimos
años. El Congreso se ha convertido en una mera escribanía
del Poder Ejecutivo", ironizó Eduardo Macaluse (ARI-Buenos
Aires).
En
cuanto a legislación delegada, el Poder Ejecutivo se hizo de importantes
atribuciones legislativas -por ejemplo, en lo que hace a renegociación
de contratos con las empresas de servicios públicos- durante la
gestión de Duhalde, con la sanción de la ley de emergencia
económica. Kirchner obtuvo su prórroga por un año
más, y ahora la pedirá por segunda vez. Argumentará,
otra vez, que persiste la emergencia económica.
Habrá
que ver si logrará convencer a los legisladores, dada la importante
recuperación económica de la cual el propio Gobierno se
vanagloria.
Por Laura Serra, La
Nacion, 8 de septiembre de 2004
"Hay
un Congreso débil que no debate"
Lo advierte el diputado Roggero, del PJ
El
ex jefe de la bancada justicialista dice que hay ciertos gestos autoritarios
del Gobierno
Cree que el peronismo debe definir políticas de Estado con la oposición
Tiene
una visión crítica del Gobierno y del lugar que el Presidente
le otorga al Congreso. Sostiene abiertamente que Kirchner tiene ciertas
actitudes autoritarias y que ello ha derivado en un fuerte debilitamiento
del Poder Legislativo. También admite que entre sus pares del justicialismo
hoy prevalece el temor a pensar distinto de la Casa Rosada.
Por
ello, el diputado Humberto Roggero (PJ-Córdoba) cree que hace falta
un debate "urgente" para definir una estrategia de país
a largo plazo y no quedar atados a lo coyuntural.
A
casi dos años de haber regresado de la embajada argentina en Roma,
el ex jefe del bloque de diputados del PJ rompe un silencio que se había
impuesto para evitar enfrentarse con Kirchner. Lo hace con ánimo
de abrir un debate. Desde su despacho, advirtió a LA NACION que
"hay una visión reduccionista del Congreso que debilita la
institución y fomenta un fuerte presidencialismo funcional a los
intereses del mercado".
-¿Cree,
como dijo Alfonsín, que habrá un golpe de la derecha?
-No,
descreo absolutamente de este planteo. Es irracional. no me gustan las
teorías conspirativas insólitas.
-¿Puede
ser que este tipo de expresiones responda a una falta de propuestas de
la oposición o a una falta de iniciativa del Gobierno?
-Creo
que en el país se discute quién hace la agenda. Si es el
Gobierno, los piqueteros o Blumberg. Es una agenda ciclotímica.
Pero al Gobierno le cuesta armar una agenda estable, de temas estratégicos.
-¿Al
Gobierno le falta claridad de estrategias a largo plazo?
-Venimos
de permanentes emergencias y por ello cuesta definir temas estratégicos
para el futuro. Por eso hay una falta de claridad del rol de la Argentina
en el mundo y sobre su modelo de producción. Falta armar una agenda
de políticas de Estado; si no, caemos en agendas de coyunturas.
-¿Eso
es porque el Gobierno no busca el diálogo?
-La
falta de diálogo es entre todos: la oposición con el Gobierno,
los legisladores con el Gobierno y la oposición misma entre sí.
-Bueno,
ustedes, desde el Congreso, tampoco plantearon la posibilidad de abrir
este diálogo...
-Puede
ser, pero se va agudizando en el tiempo un esquema de presidencialismo
muy fuerte con enormes facultades delegadas por el Congreso, que vienen
de la época de Cavallo, y todo ello generó un presidencialismo
muy fuerte y un Congreso muy débil. Esto quita capacidad de debate
y de decisión. Y cuando el Congreso delega facultades corre el
poder de decisión a otro lado. Es muy difícil que el Congreso
pueda tener éxito si no recupera su poder de decisión. Y
ello también implica recuperar el equilibrio entre el mercado y
la política.
-Desde
el Gobierno parecería que se quiere dar prioridad al Estado cuando
hace menos de cinco años se dio poder al mercado.
-Es
peligroso para un país cuando se parte de posiciones cambiantes
permanentes. No ayuda a marcar políticas de Estado. Hay que dar
el debate para definir cuál es el rol que le queremos dar al Estado.
Cuando el Estado pierde este rumbo entra en un ciclo pendular. Ingresa
en el ultraliberalismo o en el ultraestatismo.
-Pero
en los 90 el PJ acompañó el proceso de privatizaciones...
-Es
verdad, por eso el peronismo debe encontrar su punto de equilibrio. No
sólo debe dedicarse a la ingeniería electoralista. Debe
existir un debate a fondo respecto de si se va a reestatizar o se va a
reprivatizar...
-¿Y
en este debate el Congreso no ha quedado a un lado?
-Sí,
hemos quedado a un lado. El Congreso se ha transformado en un apéndice
en el cual todo el mundo le echa la culpa de lo que pasa y no participa
de las decisiones. El peronismo es el que debe redefinir esto y abrir
la agenda. En caso contrario, estará sumergido en una crisis dramática.
Para ello debemos tener en claro que no es malo pensar distinto. Los pensamientos
únicos son peligrosos.
-¿Cree
que desde el Gobierno se generó el clima para el debate?
-No,
no hay clima para esto, pero hay que generarlo. Independientemente de
que el Presidente sea o no personalista, lo que hay que tener en claro
es el marco para definir cómo se refundan las reglas de juego siguiendo
el ejemplo de arriba hacia abajo.
-¿Se
define como duhaldista, menemista o delasotista?
-Soy
peronista. Nunca fui un hombre de la línea de Kirchner, pero tampoco
lo fui de Menem. Tengo lealtad, no obsecuencia. Eso no sirve. El Presidente
necesita de un Congreso fuerte que sea una herramienta fundamental en
la pelea que se quiera dar. Un Congreso débil, como el que tenemos,
termina siendo útil a este esquema de debilidad entre economía
y Estado.
-¿Observa
una concepción autoritaria del poder en Kirchner?
-Hay
gestos de diálogo y a veces también de autoritarismo.
-¿Hay
una visión prebendaria del Gobierno hacia el Congreso?
-El
reclamo de los legisladores es legítimo. Pero una cosa es defender
los intereses de las provincias y otra cosa es ser delegados. El delegado
recibe órdenes y no piensa. No me parece justo ser delegado y extorsionador.
Eso debilita el sistema institucional.
Por Martín Dinatale, La Nacion, 8 de septiembre
de 2004
Duras
críticas del líder de Recrear "Ahora, la emergencia
es permanente"
López Murphy volvió a cuestionar el uso de decretos por
parte del Presidente
El
líder de Recrear, Ricardo López Murphy, criticó ayer
el "uso cotidiano de los decretos de necesidad y urgencia" de
parte del Presidente al sostener que "la emergencia con Kirchner
es permanente" y exigió "a la actual mayoría en
el Senado que no demore el proyecto de Ricardo Gómez Diez para
reglamentar la comisión bicameral de decretos de necesidad y urgencia".
Al
lanzar el primer número de la revista partidaria Aleph Político,
López Murphy advirtió que "no es posible que se siga
gobernando la República usando y abusando de los decretos de necesidad
y urgencia".
Al
elogiar la iniciativa de Gómez Diez (Renovador-Salta), que fue
su compañero de fórmula en las elecciones de 2003, el líder
de Recrear denunció que el gobierno de Kirchner "roza permanentemente
el artículo 29 de la Constitución nacional", que establece
que "el Congreso no puede conceder al Poder Ejecutivo nacional, ni
a las Legislaturas provinciales o a los gobernadores de provincias, facultades
extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones
o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los
argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta
naturaleza llevan consigo una nulidad insanable y sujetarán a los
que los formulen, consientan o firmen a la responsabilidad y pena de los
infames traidores a la Patria".
López
Murphy aprovechó el amplio auditorio que fue a escucharlo al Hotel
Crillón (hubo una concurrencia cercana a las 200 personas), para
confirmar que será candidato a senador nacional por Buenos Aires
y que "se viene un tiempo de oposición firme, decidida y terminante.
El tiempo de la indulgencia se terminó".
Enojado
y sin nombrarlo, le reiteró al líder de Compromiso para
el Cambio, Mauricio Macri, sus límites para establecer una alianza
electoral: "O se está con la coalición Duhalde-Kirchner
o se está en el proyecto alternativo, pero no se puede estar con
un pie en cada lado".
Reclamos
para la elección
También le anunció al Gobierno las condiciones que espera
para las elecciones legislativas: fecha única de comicios en todo
el país, voto electrónico, eliminación de la ley
de lemas y creación de una oficina electoral independiente. Sobre
este último punto se permitió una humorada al aclarar que
la idea de separar del Ministerio del Interior la dependencia de fiscalización
electoral "no es un prejuicio porque esté Aníbal Fernández",
con quien ha tenido fuertes cruces verbales.
También
se mostró en contra de la propuesta de Juan Carlos Blumberg de
eliminar las listas sábana y de que durante la gestión de
Kirchner se reforme el régimen político. "No puede
hacerse bajo un Gobierno tan inescrupuloso porque (cualquier distrito)
podría convertirse en Santa Cruz o en Santiago del Estero, donde
el 95 por ciento de las bancas son del oficialismo", indicó.
En
un discurso pleno de cuestionamiento hacia la gestión kirchnerista,
que calificó varias veces de "hegemónica", López
Murphy calificó de "intolerables" los índices
de pobreza y advirtió que "se sabe perfectamente cuál
es la visión del Gobierno sobre el plazo del crecimiento. En 2024
vamos a bajar los índices de pobreza. O sea que ellos necesitarán
20 años para volver a las cifras que tenía Menem. Es intolerable".
Además
de López Murphy, también presentaron la revista, que será
bimestral, el profesor en economía Roberto Cortés Conde;
los directores de Aleph Político, Victoria Ana Cassels y Martín
Lutufyan, y el representante en la Argentina de la Fundación Friedrich
Naumann, Helgue Freudendorff, que contribuyó a solventar la primera
edición de la publicación, cuyo tema central es la situación
de la educación argentina y la propuesta de Recrear. |