EL
ESTANCAMIENTO DE LA PRODUCCION INDUSTRIAL NO ES UN BUEN AUGURIO
Desempleo: números que se mantienen y preocupan
A
la elevada tasa se suma el achatamiento salarial de los que tienen empleo.
El
desempleo habría aumentado en el segundo trimestre de este año,
en coincidencia con los menores registros económicos en ese mismo
período. Es un dato a tener muy en cuenta porque implica un alza
por encima de los elevados niveles de desocupación que ya tiene
la Argentina.
En
el primer trimestre el mantenimiento de la tasa de desempleo (se achicó
del 14,5 por ciento al 14,4%) pretendió ser justificado por razones
estacionales, ya que abarcaba meses de verano, donde toda la actividad
se resiente.
Ahora,
para el segundo trimestre, el argumento es la crisis energética,
que habría inhibido a las empresas a tomar más personal.
Para
el tercer trimestre, seguramente aparecerá otro argumento porque
los datos de producción industrial siguen en la meseta. Parecería,
así, que el 14 o 15% sería una tasa de desempleo inflexible
a la baja y habría que acostumbrarse a vivir en medio de una afligente
desocupación.
Sin
embargo, y de manera reiterada, el Gobierno sostiene que se inauguró
en el país un nuevo modelo productivo que lleva consigo la creación
de nuevos empleos, esos que reclaman los jóvenes y los que están
a la espera desde hace tiempo.
La
realidad contrasta con ese optimismo. Porque los mismos datos oficiales
marcan los límites de ese modelo. Es que a las tasas de desempleo
superiores al 14% (si se consideran como desocupados a los beneficiarios
del Plan Jefas y Jefes de Hogar treparía al 19 o 20%) se agrega
una baja calidad y una escasa remuneración de los que ya están
ocupados.
Con
un ingreso medio de 600 pesos, la Argentina no tiene, de ninguna manera,
una perspectiva de progreso social. Y con casi la mitad de los asalariados
"en negro" el retroceso como sociedad es contundente. En junio
pasado el ministro de Economía, Roberto Lavagna, admitió
que para cubrir las expectativas de la población era necesario
crear 2 millones de puestos nuevos de trabajo.
Este
problema, el de la solución de la desesperanza con más empleo,
es muy complejo.
La
reciente elevación del salario mínimo a 450 pesos parecería
ir en la dirección correcta. Pero fuera de ese retoque, el Gobierno
no estaría dispuesto a adoptar medidas adicionales de mejora de
los sueldos.
El
superávit fiscal tendría otro destino, como pagar los vencimientos
de la deuda con el FMI, que el propio Gobierno reconoce que entorpece
la normalización de la Argentina.
La
mejora del sueldo mínimo sin la modificación del resto de
las escalas lleva a un inexorable achatamiento de los salarios. Lo mismo
pasa con las jubilaciones. De ser un piso, el haber mínimo cada
día se convierte más en el ingreso efectivo de gran parte
de la población.
Clarin, 13 de septiembre de 2004 |