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Según
Economía, hay 2,5 millones menos de pobres
Son datos del primer trimestre, sobre un año atrás; los
indigentes son 3,4 millones menos
Lavagna se anticipó a los datos del Indec, que se darán
en septiembre
La pobreza afecta a 15,49 millones de personas, el 46% de la población
urbana
En el pico de la crisis era el 55 por ciento
En forma sorpresiva, y pese a que la difusión de datos de la situación
social por parte del Instituto Nacional de Estadística y Censos
(Indec) está prevista para septiembre, el ministro de Economía,
Roberto Lavagna -de quien, curiosamente, depende el organismo oficial
de estadísticas-, anunció ayer que, según una estimación
de la cartera, son 15.490.000 las personas que sufren la pobreza en nuestro
país, y de ellas 5.481.000 son indigentes, lo que significa que
no pueden siquiera procurarse la alimentación necesaria. Las cifras
representan el 46% y el 16,3%, respectivamente, de los 33.680.000 habitantes
de las zonas urbanas.
De acuerdo con esos datos, en el primer trimestre
de este año la cantidad de indigentes se redujo en 3.408.000 personas
respecto de igual período de 2003. De la pobreza pudieron escapar,
al menos según las estadísticas, 2.506.000 personas en el
último año, en tanto que el número de quienes sufren
ese problema cayó en 2.749.000 si se toma como punto de partida
octubre de 2002, cuando la pobreza alcanzó el récord del
55% de la población. La indigencia, en tanto, tuvo su punto máximo
en el primer y segundo trimestre de 2003, con una tasa del 26,7%, según
los índices "corregidos" por Economía.
Con respecto al cuarto trimestre de 2003, el número
de indigentes cayó en 649.000 y el de pobres, en 903.000 personas.
Metodología
Las cifras fueron calculadas sobre la base de los resultados de la Encuesta
Permanente de Hogares (EPH) que realizó el Indec durante el primer
trimestre de este año. Según explicó a LA NACION
el director Nacional de Coordinación de Políticas Macroeconómicas,
José Luis Maia, la metodología incluyó un ejercicio
de distribución de pagos del plan social que no fueron captados
por aquella encuesta.
Ocurre que el relevamiento oficial, extendidos
sus resultados al total urbano -el trabajo de campo se hace en 31 conglomerados-,
detectó a 1.260.000 beneficiarios del plan Jefes y Jefas de Hogar,
cuando se sabe que se pagaron en el período 1.791.000 subsidios.
El trabajo "asignó" esos 530.000 pagos mensuales de $
150 cada uno a hogares que no registraban ingreso alguno, en primer lugar,
y el excedente a las familias con menores recursos.
Con ayuda de ese mecanismo pueden haberse registrado
algunas salidas de hogares de la situación de indigencia o de pobreza,
aunque vale aclarar que, en el informe del Ministerio se hicieron los
mismos cálculos para todos los períodos, desde octubre de
2002. En aquel momento, los beneficiarios del plan social y el índice
de captación por parte de la encuesta eran similares a los niveles
actuales. Por eso esa "asignación" estadística
de los subsidios no afecta las comparaciones.
Según Maia, si directamente no existiera
el plan social del Gobierno, los indigentes serían 7.400.000, un
35% más que los registrados, en tanto que el número de pobres
subiría un 2,6%, para llegar a las 15.900.000 personas. En rigor,
no necesariamente un hogar en el que el jefe cobra la asignación
social se salva de ser indigente, porque es probable que la familia necesite
de mayores ingresos que el monto percibido para no estar en la marginalidad.
Los límites de la indigencia y de la pobreza
se definen por el valor de dos conjuntos de productos: el primero es la
canasta básica alimentaria, que en el primer trimestre de este
año tuvo un valor de $ 106 para un adulto varón habitante
del área metropolitana; el segundo es una canasta que suma otros
productos y servicios básicos, además de los alimentos,
y cuyo valor fue de $ 232,14.
Esos montos varían en función del
sexo y la edad de la persona, condiciones que definen necesidades diferentes.
En el caso de una familia integrada por un matrimonio joven (35 años
él, 31 años ella), una hija de 8 años y un hijo de
5 años, el ingreso mínimo es de $ 327,50 para no ser un
hogar indigente, en tanto que para estar a salvo de la pobreza, deberían
contar con, al menos, $ 717,70 por mes.
Esos valores tuvieron, en el segundo trimestre
del año, un incremento de alrededor del 0,6% en cada caso.
Con respecto a los datos de la EPH que presentará
el Indec, el 17 de septiembre próximo se conocerán los índices
de pobreza e indigencia del primer semestre de este año. A diferencia
de lo que presentó ayer Lavagna, el organismo de estadísticas,
a partir de la nueva metodología que utiliza para medir el desempleo,
estima estas variables para períodos de seis y no de tres meses.
Por eso, desde ya, los valores no serán iguales a los difundidos
ayer, al margen de que la metodología utilizada no es idéntica.
De hecho, la pobreza medida por el Indec había
arrojado una tasa del 57,5% en octubre de 2002, por arriba del índice
"corregido" del 55% que presentó Economía. Y la
indigencia, que para el ministerio fue en aquel momento del 25,8%, el
Indec la había estimado en el 27,5 por ciento.
No es la primera vez que Lavagna presenta estimaciones
diferentes -en este caso, en rigor, se anticipó- a las del Indec.
El año pasado, cuando sobre la base de la encuesta de mayo la pobreza
había comenzado a ceder, para la cartera económica el número
de pobres que habían dejado de serlo duplicaba al estimado por
el Instituto.
Por Silvia Stang, La Nacion, 28 de julio de 2004
Pobreza
Cifras con un sentido político
Lavagna elaboró sus propios índices
La decisión del ministro de Economía, Roberto Lavagna, de
difundir ayer los números que indican una reducción en los
niveles de pobreza tiene una explicación económica y otra
política.
Los técnicos del Palacio de Hacienda detectaron
una mejora efectiva en los niveles de ingreso, lo que permitió
difundir un ejercicio trimestral previo a los datos del primer semestre
que publicará el Instituto Nacional de Estadística y Censos
(Indec) en septiembre. Sobre la base de este cálculo, Lavagna y
el presidente Néstor Kirchner decidieron que era conveniente no
demorar la difusión de los datos positivos, frente a las críticas
de algunos sectores por las políticas de distribución del
ingreso y a la tensión con los piqueteros.
"Se ha instalado en las últimas semanas
la idea de que el Gobierno no hizo nada para mejorar la distribución
del ingreso y que en 2003 ésta empeoró, cuando los datos
preliminares muestran una mejora en los deciles y en los quintiles",
indicó a LA NACION una calificada fuente del Palacio de Hacienda.
Además, el Gobierno considera que exhibir una baja en los índices
de pobreza e indigencia -a pesar de que todavía se mantengan en
niveles muy altos- es una buena herramienta para combatir el discurso
de los dirigentes piqueteros.
Contrapunto con el Central
En forma paralela, Economía quedó envuelto en otra polémica
de cifras: la que se refiere a los pronósticos de crecimiento que
maneja Lavagna frente a las del Banco Central. Lavagna aumentó
hace pocas semanas su proyección del 5,5 al 6% anual, y dio a entender
que el 8% estimado por la entidad que conduce Alfonso Prat-Gay podría
estar basado en "una hipótesis alegre".
Lavagna tiene una razón muy clara para
ser más "prudente", según sus palabras: las cifras
de crecimiento influyen sobre las metas que se negocian con el FMI y los
acreedores. Si el país admite que crece más, será
presionado para pagar más. La entidad monetaria, aclaran en Economía,
no tiene la misma restricción y por lo tanto puede difundir sus
cifras sin temor. Más aun, dicen que podría haber "algún
interés político" por parte de la conducción
del BCRA para exhibir cifras optimistas, ya que se acerca el proceso de
elección de autoridades en septiembre.
El Central refuta con contundencia estas acusaciones
y aclara que Economía no debería pretender tener el monopolio
de las proyecciones económicas oficiales. Es bueno que un país
que se guía de hecho por un sistema de metas de inflación
tenga un banco central confiable, agregan.
Por lo bajo, los técnicos de Lavagna afirman
que el crecimiento de este año rondará entre el 7 y el 8%.
"Todo dependerá del segundo trimestre: al Central le da un
alza del 0,6% desestacionalizado, y nosotros creemos que será menor",
sostienen.
Entre los analistas privados, Roberto Frenkel,
del Cedes, consideró "lógico" que el ministro
"subestime" el crecimiento para negociar mejor con los bonistas,
aunque opinó que este año es muy posible crecer un 8%. Desde
el CEMA, Carlos Rodríguez consideró que es más probable
crecer un 6% y destacó que "no hay elementos inmediatos para
prever una crisis". "De todos modos, en la Argentina las crisis
se gestan en dos días", remató el economista liberal.
Por Martín Kanenguiser, La Nacion, 28 de
julio de 2004
Un
problema de largo plazo
Advertencias de los analistas; sorpresa por los datos de Lavagna
Más allá del alivio de la crisis social estimado por el
Ministerio de Economía, los analistas coinciden en que el problema
de la pobreza requiere del largo plazo para alcanzar niveles más
aceptables.
Según
estimó Ernesto Kritz, titular de la Sociedad de Estudios Laborales
(SEL), la economía debería crecer entre el 6 y el 6,5% anual
en promedio hasta 2010 para llegar entonces a un índice de pobreza
del 20%, siempre que se mantengan estables los precios y que siga el plan
social.
Kritz
consideró que la metodología usada por Economía "no
parece disparatada", en tanto analizó que, en la evolución
reciente de las variables, se observan dos efectos. En primer lugar, la
caída de la indigencia desde octubre de 2002 se explica "casi
totalmente por creación de empleo informal", ya que el número
de beneficiarios de subsidios sociales no varió, y tampoco cambió
mucho el valor de las canastas de bienes.
En
segundo lugar, consideró que en la mejora de la situación
de los pobres no indigentes influyó también la aparición
de nuevas fuentes de trabajo, pero también los decretos de aumentos
salariales.
Artemio
López, titular de la consultora Equis, calculó que, extrapolando
los datos de Economía a la población total -incluyendo la
población rural-, la pobreza afecta a 17,15 millones y la indigencia,
a 5,97 millones de personas. Según el consultor, la reducción
de la pobreza se desaceleraría en los próximos meses, en
tanto, según advirtió, crece la brecha entre ricos y pobres,
porque el crecimiento no derrama sus beneficios para todos por igual.
Para
el economista Osvaldo Giordano, del Instituto para el Desarrollo Social
Argentino (Idesa), la baja del índice de pobreza no es tan considerable
en relación con la evolución que tuvo la actividad, algo
que adjudicó a la alta incidencia de la economía informal,
donde los salarios nunca se recuperaron tras la devaluación. Según
los datos del Instituto, el salario en negro representa el 35% del ingreso
de quien está en blanco; en 2001 esa relación era del 44
por ciento.
Por
su parte, un trabajo del Ieral -donde recibieron con "sorpresa"
los datos de Economía, que usa una metodología "no
comparable" con la del Indec- advierte que el segundo trimestre del
año no mostraría una mejora como la registrada en los tres
primeros meses del año.
Según
se apunta, en el primer trimestre hubo ingresos estacionales, como el
pago del medio aguinaldo, de asignaciones familiares anuales y de vacaciones,
entre otros conceptos. El Ieral estimó que, para volver a los índices
de pobreza de 1998, ya elevados, debería crecerse a un 6% real
durante los próximos 9 años.
La Nacion, 28 de julio de 2004
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