La
marcha de la economía
Analistas
y empresarios consideran que la Argentina se ha recuperado bien, pero
que ahora faltan inversiones para continuar creciendo
El país terminará el año con un nivel de inversión
cercano al 18,5% de su PBI, aún por debajo de lo registrado en
los 90; en las empresas creen que las oportunidades para hacer desembolsos
están en los sectores de alimentos, agroindustria, construcción
y productos exportables, y que la salida del default facilitará
las cosas
Una
frase, oída casi al pasar por LA NACION de parte del máximo
representante argentino de una multinacional con años de operaciones
en el país, sirve acaso para describir la preocupación del
establishment sobre el actual escenario de inversiones en la Argentina.
El ejecutivo recordaba el reciente encuentro entre el presidente Néstor
Kirchner y el N° 1 de Repsol YPF, el español Alfonso Cortina.
"Es
increíble -decía-, que Cortina se haya cruzado desde Madrid
a Nueva York para anunciar apenas 100 millones de dólares, una
cifra que muestra que nadie invierte nada".
Se
trata, sin dudas, de una de las grandes cuestiones pendientes de una Argentina
que crecerá este año alrededor de un 7%, un repunte superior
al esperado por los analistas y por el propio Gobierno.
Lo
expuso con detalle Gustavo Cañonero, jefe de investigaciones económicas
del Deutsche Bank (Nueva York), durante una reciente presentación
ante empresarios de IDEA, la semana pasada. "La debilidad fundamental
sigue siendo la baja inversión", dijo el economista argentino,
y mostró datos que exhibían que el desembolso bruto fijo
sobre el PBI sería este año del 18,5%, todavía por
debajo del 21,7% que se alcanzó en 1997.
Durante
el primer trimestre del año, último dato disponible oficial,
la inversión bruta fija fue del 17% sobre el producto, un número
comparable, en la serie histórica, con el año 1987.
Cañonero
cree que este problema incidirá de tal modo en el crecimiento que,
aun saliendo del default, la Argentina no podrá aspirar a expandirse
a más del 3% durante los próximos años.
"¿Es
mediocre? -se preguntó y se contestó a sí mismo-.
Yo creo que sí. En una sociedad que ha perdido tanto en los últimos
años, sigue siendo un horizonte mediocre. Quiere decir que los
argentinos nos resignamos a pensar que el ingreso per cápita que
tuvimos alguna vez no va a volver por muchísimos años. Y
eso es bastante mediocre".
Para
no caer en el escepticismo, lo primero que hay que decir es que la inversión
está creciendo en la Argentina. La gran duda es si ese ritmo alcanza
para acompañar al alza en la actividad económica. Un informe
de la Escuela de Economía y Negocios de la Universidad Nacional
de San Martín indica que los desembolsos anunciados para el primer
semestre del año próximo en el país corresponden
a la industria alimenticia (el 41% de ellos), la refinación de
petróleo (el 25%), las industrias metálicas básicas
(el 19%) y la industria automotriz (el 9 por ciento).
Dónde
se invierte
El texto habla de anuncios de Cargill (unos 200 millones de dólares),
Molinos (US$ 80 millones) y Aceitera General Deheza (US$ 60 millones),
pero objeta que quienes más deberían estar invirtiendo deberían
ser aquellos sectores que superan el 80% del límite de su capacidad
instalada. Este segmento incluye a textiles, papel y cartón, refinerías
de petróleo y siderurgia entre otros.
El
mismo informe concluye en que los montos no alcanzan: a pesar de que,
después dos años muy malos, el flujo de inversiones se recuperó
en 2004 gracias al crecimiento de las importaciones de máquinas
y equipos, los montos desembolsados por las empresas sólo han servido,
en la mayoría de los casos, para reponer el desgaste de ese equipamiento.
“No son suficientes para reducir el desempleo ni incrementar significativamente
el superávit fiscal”, argumenta.
Los
encargados de hacerlo
¿Cómo lo ven los empresarios? Aunque depende de cada sector,
en algunas compañías planean desembolsos.
“¿Dónde
cree que se puede invertir?”, le preguntó LA NACION a Pablo
Devoto, presidente de Nestlé, y el empresario contestó que
había tres rubros en los que la firma estaba analizando hacerlo,
pero que esperaría terminar este año con buenas ventas para
concretarlas: leche en polvo, alimentos para mascotas y distribución
de helados.
“Estamos
haciendo los estudios. Depende, más que nada, de que repunte el
consumo, de que nos vaya bien este año. La inversión está
atada al consumo”, dijo.
Devoto
considera que la leche en polvo tiene ventajas competitivas y será
muy rentable en el corto plazo, y que los alimentos para perros y los
helados están en un muy buen momento comercial.
No
se hace fácil llegar al cabal pensamiento de los ejecutivos. Por
dos razones: por un lado, porque todos son conscientes del peso de sus
palabras y no quieren generar un contexto inapropiado; por otro, porque
la mayoría tiene un respeto pasmoso hacia el humor y el carácter
presidencial. Hace algunas semanas, LA NACION le preguntó al presidente
de una importante cámara industrial cuál había sido
la época en que su sector había recibido la mayor cantidad
de inversiones. “En los 90 –contestó el empresario–,
pero no lo ponga así, tan directamente, porque me van a destrozar.”
El
alemán Horst Paulmann, titular de Cencosud, grupo controlante de
Jumbo, Easy y Unicenter, es otro que quiere invertir. Prevé destinar
150 millones de dólares en los próximos días a un
megacentro comercial que se inaugurará en Rosario.
“¿Cree
que en la Argentina hay inversión?”, fue la pregunta, y el
alemán respondió con ironía y entre sonrisas: “Nosotros
sí estamos invirtiendo. Pero creo que lo que estamos haciendo es
una hazaña. Somos la excepción”.
Los
empresarios afirman que la oportunidad para hacerlo está, más
que nada, y al menos por el momento, en los sectores exportables. “La
agroindustria y algunos rubros industriales son quienes mayores posibilidades
tienen –dice Amadeo Vázquez, presidente de Telecom–.
Creo que la sustitución de importaciones ya está madura
y es necesario que inviertan aquellos que están cerca del tope
de la capacidad instalada.”
Vázquez
afirma, sin embargo, que la Argentina está en una tendencia positiva,
y que lo que deben hacer los empresarios es aportes de capital para acompañar
el proceso de crecimiento. Además, que las compañías
de servicios públicos han hecho, en los últimos años,
cuantiosos desembolsos que les permiten tener una situación consolidada.
“Ocurre –continúa el ejecutivo–, que aunque la
inversión se recuperó, está en niveles análogos
a la amortización de capital”.
Aquí
se llega entonces a una parte clave del problema: en la Argentina suele
ocurrir que quienes tuvieron mayores ganancias son los más reticentes
a los desembolsos. Así lo entiende un trabajo del Ieral, de la
Fundación Mediterránea. “En los sectores en los que
más aumento de la rentabilidad hubo, y donde más interés
lógicamente debería existir para invertir, es donde al mismo
tiempo existe la necesidad de invertir”.
Esto
se complica más porque las actividades que menos lo hacen son,
curiosamente, y por su reciente crecimiento, las que más cerca
están del límite de su potencial.
El
mismo informe cita una encuesta del Centro de Estudios Bonaerense: sólo
un 18 por ciento de las nuevas inversiones corresponde a industrias que
están trabajando por encima del 75% de su capacidad instalada.
El
trabajo, elaborado sobre la base de datos del Indec, muestra tres costados
significativos:
Por
un lado, hay sectores que están muy cerca del tope de su capacidad
instalada, pero tienen poca participación en la inversión
industrial. Pueden citarse, como ejemplo, los textiles.
El
segundo son aquellas industrias cuyos desembolsos son grandes, pero que
se ubican muy por debajo de su capacidad instalada. Es el caso de los
automóviles.
Y
emerge una tercera franja comprendida por aquellas empresas que, si bien
están están cerca del tope de producción, continúan
invirtiendo fuerte. La industria metálica básica, y el papel
y el cartón, entre otros.
La
conclusión es que sólo invierten las actividades que son
sustentables. “Pero siempre en la medida en que ese sector sea viable”,
dijo Inés Butler, investigadora de la Fundación Mediterránea.
Hay
analistas que ven en el actual escenario otro elemento para inquietarse:
gran parte de la recuperación que tuvo la inversión este
año se debe a obras de construcción. “No está
mal, pero no es lo que más necesitamos”, dice el economista
Luis Secco.
Secco
afirma que los desembolsos se han reactivado bastante después de
tres años de inversión neta negativa. “Nos estábamos
comiendo el stock de capital –afirma– [y] haber terminado
con ese proceso es algo positivo.”
Pero
“positivo” no quiere decir, ni mucho menos, ‘suficiente
para reducir la pobreza’. “Se necesita crecer sobre la base
de la inversión. Eso va a dar ganancias y, cuando hay productividad,
sube el salario real. Es el único modo de que baje la pobreza,
teniendo en cuenta que muchos pobres tienen trabajo, pero sueldos bajos.”
Aunque,
según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec),
los más beneficiados en estos tiempos son los bienes transables,
también comienzan a emerger, muy de a poco, y a medida que se consolidan
la estabilidad y el consumo, desembolsos en algunos servicios públicos.
Miguel
Gutiérrez, director de Telefónica, afirma que su empresa
se comprometió a una inversión de 2000 millones de pesos
para los próximos tres años en el país.
José
Dapena, profesor de Economía y Finanzas de la Universidad del Cema,
cree que es una tendencia que puede incrementarse. “Algunas empresas
están activando nuevamente sus planes de inversión. El mercado
de telecomunicaciones es un caso. Hay compañías telefónicas
que tienen previsto dar aumento de sueldos a sus trabajadores, y eso es
consistente con un desarrollo de inversión.”
Con
el flujo de caja
Afirma
Dapena que, por estar saneadas, estas firmas pueden capturar nuevos fondos.
Se observa de un modo más evidente en el mercado interno, con los
teléfonos celulares. “También la inversión
publicitaria, la más volátil por naturaleza, está
aumentando mucho en este sector y en otros”, agregó.
Sin
embargo, ante la falta de financiamiento, la mayor parte de los actuales
desembolsos se hace con el flujo de caja. Por eso, algunos pronósticos
afirman que el panorama de inversión mejorará significativamente
después de la salida del default.
Con
respecto al ingreso de capitales y la inversión extranjera, Luciano
Laspina, director de la consultora MacroVisión opina que la percepción
en el exterior es que Argentina es un país jurídicamente
inestable.
“Cambiar
esa imagen llevará algún tiempo, no necesariamente para
atraer inversión financiera de corto plazo que responde rápidamente
y también se va rápidamente, pero sí para atraer
inversión extranjera directa. Hoy la percepción es que las
empresas buscan reducir su exposición al riesgo argentino, y no
ampliarla. La reputación de un país es algo que requiere
mucho más esfuerzo que una macroeconomía ordenada”,
concluye.
Por
Francisco Olivera, con la colaboracion de Laura Ferrarese, La Nacion,
3 de octubre de 2004
Tres
posturas para crecer
Gustavo
Cañonero
La debilidad sigue siendo la inversión. En una sociedad que ha
perdido tanto en los últimos años, crecer al 3% anual en
el futuro es un horizonte mediocre. Quiere decir que los argentinos nos
resignamos a pensar que el ingreso per cápita que tuvimos alguna
vez no va a cambiar por muchísimos años”.
Luis
Secco
“Se necesita crecer sobre la base de la inversión. Eso va
a dar ganancias y, cuando hay productividad, sube el salario real. Es
el único modo de que baje la pobreza, teniendo en cuenta que muchos
pobres tienen trabajo, pero sueldos bajos”.
Horst
Paulmann
Cencosud, el grupo que conduce, desembolsará US$ 150 millones.
“Nosotros sí estamos invirtiendo. Pero creo que lo que estamos
haciendo es una hazaña. Somos la excepción”. |