Un
chico casi anónimo
Por Evangelina Himitian
CARMEN DE PATAGONES.– Junior es un chico tímido, introvertido,
que viste de negro y le gusta el rock. La descripción es vaga,
demasiado vaga para provenir de compañeros de colegio, de club
y de vecinos que compartieron años con él.
Lo
más increíble es que el chico transitara por la vida con
tal anonimato en una pequeña ciudad. Pero dicen los que mejor lo
conocen que detrás de esa personalidad cerrada Junior se acostumbró
a ser el constante objeto de burlas y commentarios, además de tímido
y retraído, él es "distinto".
"Los
problemas empezaron cuando se cambió de colegio, a principios de
año", cuenta José Quiroga, de 15 años, que es
vecino y amigo del chico. Antes él iba la escuela 14 Mariano Zamborini,
pero cuando terminó el noveno año, tuvo que buscar otro
colegio. Lo mismo que su amigo Dante. "Entonces empezó a vestirse
distinto, siempre de negro y con ropa grande y a escuchar rock pesado",
dice.
"El
contaba que Ponce [el chico al que le disparó] siempre lo cargaba
por cómo se viste y por la música que escucha. Desde que
se cambió de colegio, se hizo fanático de Marilyn Manson.
Antes escuchaba cumbia. Damas Gratis, Pibes Chorros, Metaguacha y eso",
asegura Agustín Olivares, que es compañero de curso. "Dante
era el único que lo alentaba. Siempre le decía: «Vos
sos el rey»", cuenta José.
El
tema de la música se convirtió en una cuestión central
en su mala relación con algunos compañeros. "Era una
pavada, pero Junior y Dante son los únicos que no van a Cocoa y
no escuchan cumbia", asegura José.
Cocoa
es un boliche al que concurre la mayoría de los adolescentes de
Carmen de Patagones, aunque está en Viedma.
Los
chicos dicen que Evangelina, una de las asesinadas, tenía un grupo
de amigas con las que siempre salía. "Era del club de fans
de Cocoa. Junior nunca iba. Por ahí, por eso le tomó bronca",
especula Daniel Milaf, de 18 años, que es vecino de Junior desde
que se mudó a esa casa, hace diez años.
Los
amigos abren grandes los ojos y menean la cabeza cuando se les pregunta
qué piensan que puede haber desencadenado tal furia. El sólo
juega al fútbol. Cuando llega del colegio, si no se va al club,
patea con su hermano de 11 años en el patio de la casa. Si no,
va a jugar al potrero que hay en la manzana de al lado. Y puede pasar
así toda la tarde. A eso de las ocho vuelve a la casa.
Los
amigos cuentan que Dante a veces vuelve del colegio con él. Y que
es el único compañero que lo visita en su casa, del barrio
la 99. Es una zona con unas pocas casas, que guardan un mismo estilo,
como las hechas dentro de un mismo plan de vivienda.
José
piensa en las causas y ensaya una respuesta. Dice que hace una semana
en el colegio [él va a otro] el profesor de derechos humanos les
proyectó una película: Bowling for Columbine. "La pasaron
el lunes de la semana pasada. El profesor dijo que era para hablarnos
de la violencia en las escuelas. Mostraba cosas que habían pasado
en un colegio de Estados Unidos, con chicos violentos", cuenta.
Daniel
dice que también en su curso la proyectaron. "La dieron en
todos los colegios. Pero como estaba en inglés, yo no entendí
nada porque había que leer y las letritas pasaban rápido.
Sólo mirábamos las imágenes."
En
el colegio de Junior también la pasaron, asegura Agustín
Olivares, el compañero. Pero Agustín ese día no fue,
de modo que no sabe si Junior la vio.
Los
padres de Francisco, por ejemplo -que vive en la calle Namuncurá
al 400 y va al mismo año que Junior, pero a distinto curso de la
misma escuela- dicen que se había hablado de que iban a ver esa
película.
"Yo
estoy seguro de que ese día que pasaron la película, Junior
fue y pienso que eso le dio una idea. Porque estaba Marilyn Manson",
aventura José Quiroga.
Ayer,
la casa de Junior estaba cerrada. En la puerta de rejas sobresale un escudo
del CABJ. Es que el chico comparte con su padre el fanatismo por Boca.
Cynthia
Sañico, tiene 18 años y va al 2° B del mismo colegio.
El martes había llegado a las 7 en punto. Estaba esperando en el
patio cuando a eso de las 7.15 lo vio entrar a Junior, vestido con pantalones
anchos y un camperón verde, varios talles más grande. "No
se le veían las manos. Cuando pasó, unos chicos se rieron
y dijeron: «Mirá cómo se vino vestido». Entonces
él se encerró en el baño. Nunca hacía eso.
Siempre pasaba directo al aula, donde lo iba a buscar Dante y recién
entonces salían a formar. Pero se quedó en el baño
por 15 minutos. Yo pienso que fue entonces cuando cargó el arma.
Y juntó más bronca. En la fila, los chicos se siguieron
riendo. Después nos fuimos a las aulas. Y apenas entramos, escuchamos
el estruendo. Corrimos al aula de al lado y los chicos ya se desangraban.
La Nacion, 30 de septiembre de 2004
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