A
un mes del tiroteo en la escuela Patagones intenta sanar sus heridas Según
los heridos y sus familiares, es difícil seguir adelante CARMEN DE PATAGONES.- Sobre la tumba, donde hay tres ramos de claveles, Berta Meliqueo de Miranda llora. No tiene consuelo. "Nadie me la va a devolver, esto no tiene solución", murmura, como buscando una respuesta que le rehúye. Hace un mes, su nieta Evangelina, junto con otros dos chicos, en la Escuela Media N° 2 Islas Malvinas, murió bajo las balas disparadas por un compañero de primer año. De 64 años, esta mujer inválida, que tuvo que criar a Evangelina y a las dos hermanas, huérfanas de padre y abandonadas por su madre, sufre en silencio. Como casi todos aquí. "Estamos destruidos, esto nos partió el corazón a nosotros y a todos; nuestra comunidad está rota, quebrada, llena de grietas, estamos mal, pero muy mal", enfatizó Tomás Ponce, el padre de Federico, otro de los chicos muertos. Con una misa y una marcha al río con velas, familiares de las víctimas y la comunidad toda de esta ciudad, a unos 1000 kilómetros al sur de la Capital, recordarán lo ocurrido en la escuela en la que murió, además de Federico y Evangelina, Sandra Núñez. Aquella mañana -el 28 de septiembre último- cuando Junior, de 15 años, disparó, de pie frente a sus compañeros de primero B, el arma reglamentaria que le había quitado a su padre, un suboficial de Prefectura Naval, también hirió a otros cinco chicos. E inauguró un capítulo sobre las masacres escolares en el país. El hecho, que enlutó a este pueblo de 28 mil habitantes, dejó secuelas difíciles de borrar. "Tenemos que conseguir rescatar un aprendizaje de esta tragedia que nos dejó una profunda herida: todos somos un poco responsables de lo que ocurre a nuestro alrededor", reflexionó el párroco Emilio Barasich, que hoy presidirá la misa. Para Barasich, "la lección debe servirnos para trabajar en la prevención". Y agregó: "Los educadores, los padres, todos tenemos que estar siempre presentes con los chicos". "Yo me acuerdo de todos los detalles", dijo Natalia Salomón, que resultó herida. "Estaba de espaldas al pizarrón y, en eso, sentí como un fuego en el brazo y se me nubló la vista", rememoró. "Lo que pasó ya está, ahora hay que seguir para adelante", sostuvo Pablo Saldías, que fue el más grave de los alumnos heridos. Pablo, que prefiere no hablar de aquel día, recibe clases en su casa, ya que aún debe guardar reposo. Miedos, fobias, trastornos en el sueño, retracciones son algunos de los síntomas detectados por los equipos de psicólogos en chicos, padres y docentes del colegio. En la escuela, cuatro docentes, incluida la regente, pidieron licencia tras la tragedia. La Dirección General de Cultura y Educación tuvo que reforzar el plantel de profesores. A medida que pasaban los días, los padres comenzaron a presionar para que Dante, el mejor amigo de Junior, se alejara del grupo. Sospechaban que sabía de antemano lo que ocurriría. Hasta llegaron a plantear que varios de los chicos dejarían de asistir a clases si no abandonaba la escuela. Al fin, Dante se terminó yendo de la ciudad, agobiado por las presiones. "Todavía todo está muy caliente, es muy doloroso, pero estamos evolucionando, poco a poco", dijo el intendente local, Ricardo Curetti, quien reconoció la necesidad de trabajar más en actividades para jóvenes. Con
el tiempo, Daniel Leonardi, papá de Nicolás, otro de los
heridos en el aula, pudo ensayar una respuesta a esa pregunta que aquí
se hacen todos y que busca las razones de la masacre: "Los mató
porque ellos eran felices. Algo que él no podía conseguir".
A
UN MES DE LA TRAGEDIA DE CARMEN DE PATAGONES: PABLO SALDIAS, DE 15 AÑOS,
RECIBIO TRES BALAZOS Y SE RECUPERA Le tuvieron que extirpar el bazo y el riñón izquierdo. Tiene 67 puntos de sutura. Volvió a dormir en el cuarto de su madre y no quiere estar solo ni un minuto. Y dice que no irá nunca más a un colegio. Pablo Saldías es el chico que sobrevivió por poco a los disparos de Junior. Perdió el riñón izquierdo y el bazo, sufrió una lesión en el diafragma y quedó con un pulmón afectado para siempre. Cada vez que se mire desnudo en un espejo recordará el horror de aquella mañana: tiene 67 puntos de sutura en diferentes partes de su cuerpo. Antes del ataque era un adolescente que le gustaba demostrar valor. Ahora parece haber retrocedido a su infancia: tiene miedo de dormir solo y de quedarse en casa sin compañía. Hoy, hace un mes exacto, Junior —un compañero de Pablo— descargó la pistola 9 milímetros de su papá —un suboficial de la Prefectura Naval— en un aula de la escuela Islas Malvinas, de Carmen de Patagones. Tres alumnos murieron. Otros cinco sufrieron diferentes heridas y, entre ellos, Pablo Saldías fue el que estuvo más grave. Hace un par de semanas le dieron el alta. Recién el domingo pasado salió por primera vez de su casa. Fue con su hermana Agustina, de 18 años, su mamá Claudia y el marido de la mujer, Daniel, a los dos cementerios en los que están enterrados sus compañeros muertos (Sandra Núñez, Evangelina Miranda y Federico Ponce). "Era la primera vez que iba al cementerio y quiso que lleváramos flores a las tumbas de sus tres amigos. La verdad es que no lloró. Yo sí lagrimeé: dolía ver es esfuerzo que hacia para no quebrarse", cuenta la mamá a Clarín. Desde el living de la casa, se ve la cocina. Hay una mesa con un juego de sillas alrededor, una tevé amurada a la pared y un sofá con una manta marrón encima. Abajo de esa frazada está Pablo, tapado de pies a cabeza. "Sí, parece que no hubiera nadie. Lo que pasa —dice Claudia— es que Pablo ahora es piel y huesos. Imaginate que mide 1,70 y está pesando 43 kilos. Perdió muchos kilos mientras estuvo internado". El chico se pasa casi todo el día tirado en ese sofá. Es que aún está muy débil y, a causa de la pérdida del bazo, tiene las defensas muy bajas. Es más: ayer empezaron a ponerle una serie de vacunas que le permitirán recuperar a pleno su sistema inmunológico. Eso sí, durante los próximos 20 días deberá quedarse encerrado en su casa y llevar siempre puesto un barbijo. Y sólo tener contacto con los tres miembros de su familia. En los primeros días después del alta se la pasó recordando que había sucedido el pasado 28 de octubre. Ahora ya no habla más del tema con su familia. Sólo lo hace ocasionalmente con Natalia, la psicóloga que lo visita dos veces por semana. A la noche duerme mal y casi todas las mañanas amanece "enchinchado". Aunque tiene su propio dormitorio, Pablo ahora duerme en el cuarto de su madre. "Le tuvimos que poner su cama pegada a la nuestra. No quiere que las camas estén separadas ni un milímetro", explica la mamá. Y agrega: "También tiene miedo de quedarse solo en la casa. Ahora siempre hay alguien con él. Yo, por ejemplo, ya casi nunca salgo de casa". Venciendo el pudor propio de la adolescencia, Pablo acepta que lo bañe su mamá. Es que a causa de las lesiones que sufrió no consigue levantar los brazos. El pibe todavía duerme cuando suena el timbre: es Dora, la profesora de Sociales que va tres veces por semana —lunes, miércoles y viernes, entre las 10 y las 12— a darle clases particulares. La idea es que el chico no pierda el año. "Apenas salió del hospital, Pablo decía que no quería volver a su escuela. Pero ahora dice que no quiere ir a ninguna", señala Claudia, antes de pegar tres gritos para despertar a su hijo. Pablo parece contento de que haya llegado la profesora. Se sienta a la mesa y empieza una clase sobre distribución mundial de la población. Impresiona verlo: parece aún más flaco de lo que había dicho su mamá. Tiene el pelo revuelto y con unos claritos. Sonríe y saluda. Pero prefiere no hablar con Clarín. Mientras se recupera, goza de una serie de privilegios. El primero es que come a la carta. La mamá explica: "Está tan flaquito que todos los días le pregunto qué quiere almorzar o cenar. Y le preparo lo que pide". Segundo privilegio: el domingo pasado conoció a la mujer de sus sueños, Julieta Prandi. La modelo vino a un desfile y aceptó sacarse fotos con el chico. Cuando se recupere sus padres le prometieron llevarlo a la Bombonera a ver a Boca. También le juraron que harán todo lo posible para cumplirle con otro berretín: viajar a Bariloche y hospedarse en el hotel Llao Llao. Hoy,
a las 19, en la escuela Islas Malvinas habrá una misa en memoria
de los chicos que murieron hace un mes. Y a las 20 se realizará
una marcha. A Pablo le gustaría ir, pero no podrá. Su mamá
tampoco: "Me parece que no me entendiste bien. Yo no puedo ni ir
a la esquina de tanto miedo que tiene Pablo de quedarse solo".
A
la espera de pericias
A UN MES DE LA TRAGEDIA DE CARMEN DE PATAGONES:
COMO ES UN DIA DE CLASES EN LA ESCUELA ISLAS MALVINAS Aunque ya pasó un mes de la tragedia, los compañeros de Junior siguen sin poder retomar del todo la vida que hacían. Muchos, por ejemplo, duermen muy mal a la noche. Por eso, en vez de entrar al colegio a las 7.30 como el resto de los alumnos, ingresan después de las 8.10. De los 29 alumnos que iban a ese curso hace un mes, ayer fueron 22. Uno, Junior, sigue detenido, tres están muertos y dos —Pablo Saldías y Natalia Salomón— siguen convalescientes en sus casas. Otro estudiante, Dante (era el mejor amigo de Junior) abandonó Carmen de Patagones y se mudó a Buenos Aires. A la escuela no va desde el jueves pasado. Según las autoridades del colegio, todavía sus padres no hicieron trámite alguno para pasarlo a otro distrito. Por reglamento de la escuela, los varones pueden ir vestidos como quieran. Las chicas, en cambio, deben usar guardapolvo. Varias de las alumnas, sin embargo, ayer no lo tenían puesto. ¿La razón? El que tenían se les manchó con sangre y todavía no les compraron uno nuevo. Antes, en los recreos, era común que alguno de los alumnos fuera a la dirección y pusiera algún CD de cumbia o rock. Ahora, sólo se escucha música romántica. El aula donde ocurrió la masacre sigue cerrada. Los únicos que tienen la llave son los alumnos del primero B, quienes ahora cursan en lo que antes era la sala de arte. Cada tanto van a su antigua aula y se quedan allí conversando. Ayer, en la primera clase, tuvieron Salud y Adolescencia. Después vinieron las clases de matemática, física y tecnología. A las 11, la psicóloga Diana Jerez fue al aula y estuvo un rato reunida con los chicos. Aunque esos encuentros son habituales, el de ayer fue más extenso a causa de que hoy se cumple el primer mes de la masacre. En la escuela, está programado para las 7.30 izar la bandera a media asta y que vaya el obispo de Viedma a hablarles a los alumnos de todos los cursos antes de que entren a clase. Los del primera B, a esa hora, aún estarán en sus casas. Llegarán 40 minutos después, directo para la clase de Matemáticas. MAÑANA
SE CUMPLE UN MES DE LA TRAGEDIA A un mes de la tragedia de Carmen de Patagones, familiares de las víctimas se quejaron ayer porque la jueza del caso no les da información sobre las medidas tomadas en el expediente, y no les toma declaración a los chicos que comenzaron a recordar detalles de la matanza. "Hay chicos que ahora, un mes después, quieren declarar porque se están acordando de cosas y sin embargo la jueza no apareció más por Patagones", se quejó Tomás Ponce, el padre de Federico, uno de los tres chicos muertos a tiros por un compañero. Los familiares de las otras dos víctimas, Sandra Núñez y Evangelina Miranda, coincidieron con Ponce en que a un mes de la masacre necesitan respuestas sobre lo que sucedió y quieren saber cuál es la situación del adolescente que disparó contra sus hijos en plena clase. "Queremos explicaciones, saber si lo que ocurrió fue sólo un ataque de locura o un hecho premeditado", dijo la madre de Núñez. El 28 de setiembre, Rafael S. del 1º B del Polimodal de la Escuela 202 "Islas Malvinas" vació una 9 milímetros en el aula llena de compañeros. Tres chicos murieron en el acto (Federico Ponce, Sandra Núñez y Evangelina Miranda), y otros cinco sufrieron heridas, tres de ellos de gravedad. "Sólo sabemos —continuó Ponce— que un chico llamado Junior, con el arma de su padre, un suboficial de la Prefectura, desintegró tres familias y dejó heridas muy profundas en otras y en toda la comunidad de Patagones". Las familias de los tres chicos esperan que la jueza de menores de Bahía Blanca, Alicia Ramallo, cumpla con lo que prometió, y disponga el traslado del joven agresor a un instituto de menores. "Es la magistrada quien tiene que venir a darnos explicaciones, porque solamente ella tiene reunidas todas las piezas del caso" dijo el padre de Federico. "Después del día de la tragedia nunca más habló con nosotros", añadió. "Ese mismo día antes de entregarnos los cadáveres, la jueza nos dijo: 'Tengo que hacer cumplir la ley y me comprometo a que mientras yo esté en el juzgado y hasta que cumpla los 21 años Junior estará internado en un instituto de menores', pero no sabemos si cumplió con su palabra", agregó. En el juzgado de Bahía Blanca donde tiene su despacho la jueza Ramallo reina el hermetismo. La jueza impuso un estricto secreto de sumario, al punto de que ni los empleados que la rodean atiendan los insistentes llamados de los medios de comunicación. El último contacto que tuvo la jueza Ramallo con la prensa fue durante una conferencia que brindó en la Defensoría de Bahía Blanca en el que relató cómo fueron los hechos y las primeras pericias realizadas al detenido. El papá de Federico, que murió alcanzado por una bala en el pecho disparada a no más de tres metros por Junior, también criticó a la Prefectura. "Ellos protegen al padre. Si el hecho hubiese pasado al revés, con uno de mis hijos, yo estaría preso desde el primer momento", afirmó. El prefecto Néstor López, jefe de la dependencia de Prefectura Naval en Patagones, donde el padre de Junior prestaba servicios, sostuvo que la institución "está tan afligida como toda la comuni dad. Lo que pasó no pudo ser previsto por nuestro hombre —agregó—, ya que el arma estaba guardada en un armario y el chico la sacó sin permiso". El prefecto negó las versiones que circularon en los últimos días en torno a que el agresor había sido llevado a Misiones junto a su familia y aseguró que continúa alojado en dependencias de esa fuerza de seguridad. "Junior sigue alojado en una dependencia de Prefectura en Bahía Blanca, por orden de la jueza Ramallo y sus padres, que están en otro lugar y lo visitan sólo cuando el chico lo pide", aclaró. López
desmintió también que el padre de Junior le haya enseñado
a su hijo a disparar con esa arma de guerra. "El muchacho nunca asistió
a una práctica en el tiro federal", insistió. EN
UNA ESCUELA DE SAN LUIS San Luis fue el nuevo escenario de un episodio de violencia escolar. Aunque, esta vez, el protagonista fue el papá de un alumno de la escuela número 175 "General San Martín", de esa capital provincial, quien golpeó a dos compañeros de su hijo que lo habían amenazado previamente. La información suministrada por las autoridades educativas puntanas fue muy escueta y estuvo a cargo de la responsable del programa de educación provincial, Ana María Abrahin, quien prohibió a los docentes y directivos de la escuela que dieran a la prensa más precisiones sobre la identidad de los menores ni otros detalles de lo sucedido. Simplemente dijo que el lunes, a la hora en que los chicos abandonaban la escuela San Martín, el padre de un estudiante de 8º grado ingresó corriendo al colegio, entró al aula luego de empujar violentamente la puerta, persiguió y golpeó al presunto atacante de su hijo. Otro chico implicado en el hecho logró escapar y esconderse en otro salón, para ponerse a salvo. Abrahin dijo que, en su carrera, el padre llegó a atropellar a un docente y hasta tomó a otra por la ropa, mientras gritaba haciéndolos responsables de lo que pudiera pasarle a su hijo. Mientras intentaban calmarlo, las autoridades dieron aviso a la policía, quienes concurrieron al lugar y procedieron a desalojar al hombre por la fuerza. Una vez calmado, el agresor dijo que uno de los jóvenes habría sacado de entre sus ropas "una sevillana o cortaplumas y trató de herirme. Por eso tuve que golpearlo", adujo. Según la funcionaria, todo comenzó cuando el hijo del agresor fue amenazado por tres compañeros —todos ellos de entre 14 y 15 años— en momentos en que estaba a punto de ingresar en un cybercafé. El chico dio inmediato aviso a sus padres ya que, aparentemente, no era la primera vez que recibía amenazas de estos jóvenes, quienes ya lo habían golpeado y presionado para que les entregara sus zapatillas. Las
autoridades dijeron que los dos alumnos acusados de intimidación
no volverán a clase "hasta que, acompañados por sus
padres, aclaren lo sucedido". Tampoco retornó el chico agredido,
cuyas padres decidieron cambiarlo de escuela. EL
ATACANTE TIENE 13 AÑOS Un chico de octavo año del polimodal de una escuela santafesina fue apuñalado por un compañero a la salida del establecimiento. Si bien la herida fue leve, el cuchillo se detuvo a centímetros del pulmón. La Policía no informó sobre detenciones, pero el agresor está identificado. El hecho ocurrió el viernes cerca del mediodía en la esquina de Martín Zapata y Santiago de Chile, donde funciona el Instituto Privado Técnico Nº 8122 Nuestra Señora de Lourdes, ubicado en el populoso barrio Barranquitas, en el noroeste de Santa Fe. José A. de 14 años, alumno regular del establecimiento, al que concurren diariamente unos 2.500 estudiantes, se encontraba junto a otros compañeros cuando, comenzaron a insultarse con otro grupo del que formaba parte el agresor de 13 años de edad, compañero de aula y uno de los 42 alumnos que integran esa división. El atacante usó un puñal de monte. Según relató el director de la escuela, José Di Bártolo, a Clarín, José a pesar de la herida, regresó al establecimiento y fue atendido por el Regente Coordinador, que llamó a sus padres y a una ambulancia que lo trasladó al hospital de emergencias, José Cullen. Los médicos que asistieron al adolescente le diagnosticaron herida de arma blanca en el abdomen, debajo de la parrilla intercostal derecha. Luego de recibir varios puntos de sutura, José fue dado de alta. La vicedirectora del establecimiento, turno mañana, Cristina Espinoza, dijo que se interiorizaron por la salud del joven y que habían sido informadas acerca de que la lesión no revestía gravedad. Asimismo, aseguró que se había iniciado una investigación interna para determinar los motivos que desencadenaron el violento episodio. El director del instituto dijo que en 30 años de funcionamiento, éste es el primer caso de violencia que ocurre en el lugar y señaló que pese a la gravedad de lo ocurrido esto es sólo un reflejo más de la violencia que se genera en la sociedad. Por
su parte la madre de José, Angélica F., quien vive en una
humilde vivienda del barrio Villa Hipódromo (considerado como una
zona violenta) dijo estar indignada por la actitud de los responsables
de la escuela que no acompañaron a su hijo al hospital, ni preguntaron
durante el fin de semana por su estado de salud. El agresor concurrió
ayer con sus padres a la escuela y fue entrevistado por los directivos
que analizan la sanción que le aplicarán. VENGANZA
EN COMODORO RIVADAVIA Un alumno de polimodal mandó quemar el automóvil de una docente porque lo desaprobó en una materia. El alumno envió a tres jóvenes quienes incendiaron el vehículo. Después, fueron capturados por la policía y confesaron que actuaron "por encargo". El hecho fue confirmado a Clarín por el Jefe de la Unidad Regional de Comodoro Rivadavia Daniel Aquirre. Y ocurrió en el Colegio Universitario Patagónico que funciona en el cuarto piso de la Universidad Nacional San Juan Bosco. El alumno tiene 17 años. Y cursa el tercer año del polimodal. Descontento porque la contadora y docente Mirta Noemí Giri le puso una nota baja con la que no aprobaba la materia, encargó la venganza. Aunque los motivos trascendieron ahora, el incendio intencional se produjo el 8 de octubre a las 11 en el patio de estacionamiento de la Universidad. En ese momento el lugar estaba lleno de gente. Tres jóvenes rompieron un vidrio lateral de un Renault Clío propiedad de Giri. Arrojaron combustible en su interior y después con un fósforo le prendieron fuego. El auto quedó totalmente destruido. El incendio fue sofocado por propietarios de otros vehículos estacionados cerca y por los bomberos. Los jóvenes fueron observados por alumnos y profesores y otras personas que esperaban el colectivo urbano que tiene parada frente a la casa de estudios. Enseguida hicieron la denuncia y dieron datos sobre los autores. La policía logró detenerlos a las pocas horas. "Los tres fueron detenidos en el barrio Castelli. Y enseguida se estableció que no eran alumnos del Colegio Universitario Patagónico", dijo Aguirre. Dos de ellos tienen 17 años y el restante 15. Este último fue retirado por sus padres de la comisaría. Y los otros dos declararon ante una jueza de menores. Allí se comprobó que habían actuado "por encargo". Y aunque no dieron a conocer el nombre de quien los había contactado, la Policía logró identificarlo. Al
colegio concurren alumnos pertenecientes a familias con buena posición
económica. Incluso, muchos son hijos de profesionales y docentes
vinculados con la entidad. Llevó las investigaciones la seccional
General Mosconi, de la ciudad de Comodoro Rivadavia. INICIATIVA
PARA EL CICLO 2005 La propuesta, que tiene también el apoyo de la Red Solidaria, y se enmarca en el Parlamento de Escuelas por la Paz y la Cultura de la Solidaridad, consiste en llevar adelante dos encuentros de características diferentes. El primero, que se extenderá desde el 5 al 11 de noviembre, se hará en cada una de las provincias. El segundo se realizará el 26 de noviembre en Buenos Aires y contará con la presencia de los "delegados" de todo el interior. La
intención será que los chicos definan 10 actividades concretas
para responder a la violencia actual y que estas conclusiones se conviertan
en el programa de trabajo para el ciclo 2005. Carmen
de Patagones LA PLATA, 22 OCT (AIBA) En las próximas horas Dante, el mejor amigo de Junior -el chico de 15 años que mató a tres de sus compañeros en el aula del 1° B de la Escuela de Enseñanza Media N° 2- dejará la ciudad junto a su familia, según indicó a la prensa Ricardo Curetti, intendente de Carmen de Patagones. Según trascendió, desde el 28 de septiembre último, cuando ocurrió la tragedia en la escuela, varios padres pidieron con insistencia que Dante fuera separado del grupo. De acuerdo con un seguimiento realizado por los psicólogos que intervienen en el caso, había chicos que le temían. El miércoles a la noche, media docena de padres habían advertido a las autoridades educativas: "Si Dante sigue yendo a clases, nuestros hijos no van más". Al parecer, fue la gota que colmó el vaso. "Entiendo que hay una decisión de la madre de sacar al chico de este ambiente, donde un grupo de compañeros lo aislaban, y pese a que otros lo apoyaban, había una carga muy fuerte sobre él", explicó Curetti, quien dijo que la información que manejaba al respecto era "extraoficial". Una versión no confirmada por el Tribunal de Menores de Bahía Blanca, a cargo de Alicia Ramallo, indicaba ayer que se habría dispuesto un operativo para incluir al menor y su familia en un programa similar al de testigos protegidos, para mantener su identidad en reserva en el nuevo destino asignado. La amistad de Dante con Junior, destacada por todos los chicos y por sus padres, alimentó las sospechas sobre su participación en el hecho. "Ellos casi no se comunicaban con el resto. Se hablaban mutuamente en inglés, les gustaba la música metálica y hacer dibujos diabólicos con cruces invertidas y esas cosas", contó Belén, una adolescente que cursó varios años de la escuela primaria con Junior. Los testimonios de los chicos indicaron que Dante había sido el único chico que no se tiró al piso cuando Junior comenzó a disparar. Luego, fue quien se abalanzó sobre su amigo para arrebatarle el arma, según él mismo contó ante sus compañeros en la primera reunión luego de la tragedia. A Dante lo perturbaron sus comparendos judiciales. Tuvo dos que incluyeron pericias psiquiátricas y declaraciones. "Las veces que fue al juzgado, cuando volvió tuvo que recibir asistencia porque estaba muy deprimido", reveló una fuente de la dirección de Escuelas. Anoche trascendió que, en primer lugar, la familia se trasladaría a la casa de unos parientes. En las últimas reuniones entre los padres y las autoridades educativas también hubo otros pedidos. El
horror de Patagones La
tragedia en la escuela de Carmen de Patagones Desde que el 28 de septiembre último cuando ocurrió la tragedia en la escuela, varios padres pidieron con insistencia que Dante fuera separado del grupo. Es que, según el seguimiento realizado por los psicólogos que intervienen en el caso, había chicos que le temían. Anteanoche, media docena de padres habían advertido a las autoridades educativas: "Si Dante sigue yendo a clases, nuestros hijos no van más". Al parecer, fue la gota que colmó el vaso. "Entiendo que hay una decisión de la madre de sacar al chico de este ambiente, donde un grupo de compañeros lo aislaban, y pese a que otros lo apoyaban, había una carga muy fuerte sobre él", explicó ayer Ricardo Curetti, intendente de Carmen de Patagones. Curetti dijo que la información que manejaba al respecto era "extraoficial". Anoche varios padres consultados por LA NACION, que pidieron reserva de sus identidades, también corroboraron el dato. "Lo van a trasladar y creo que interviene la Justicia", indicó uno de ellos. Como
testigos protegidos La amistad de Dante con Junior, destacada por todos los chicos y por sus padres, alimentó las sospechas sobre su participación en el hecho. Ambos compartían el gusto de escuchar a Marilyn Manson y solían vestir con colores oscuros, recordó Talía, una de sus compañeras de 1° B. "Ellos casi no se comunicaban con el resto. Se hablaban mutuamente en inglés, les gustaba la música metálica y hacer dibujos diabólicos con cruces invertidas y esas cosas", contó Belén, una adolescente que cursó varios años de la escuela primaria con Junior. Los testimonios de los chicos indicaron que Dante había sido el único chico que no se tiró al piso cuando Junior comenzó a disparar. Luego, fue quien se abalanzó sobre su amigo para arrebatarle el arma, según él mismo contó ante sus compañeros en la primera reunión luego de la tragedia. A Dante lo perturbaron sus comparendos judiciales. Tuvo dos que incluyeron pericias psiquiátricas y declaraciones. "Las veces que fue al juzgado, cuando volvió tuvo que recibir asistencia porque estaba muy deprimido", reveló una fuente de la Dirección de Escuelas. Anoche trascendió que, en primer lugar, la familia se trasladaría a la casa de unos parientes. En las últimas reuniones entre los padres y las autoridades educativas también hubo otros pedidos. Profesionales
cuestionados "Los psicólogos tienen que salir del aula porque los chicos sienten mucha presión", señaló Tomás Ponce, papá de Federico, uno de los chicos muertos en la masacre. Como se dijo, en la reunión realizada anteanoche, los padres advirtieron que varios de los chicos dejarían de ir a la escuela si los pedidos no se cumplían. Incluso, mencionaron a la psiquiatra Diana Jerez, del Hospital Artémides Zatti de Viedma, como la profesional que ellos aceptarían para que siguiera trabajando con los chicos. Por Pablo Morosi, La Nacion, 22 de octubre de 2004 Amenaza
de muerte |
|||||||||
|
|||||||||
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |