La
vida del chico que se convirtió en una máquina asesina
Una radiografía a fondo sobre el menor que provocó la masacre
en la escuela de Carmen de Patagones
La
tragedia que protagonizó el martes a la mañana en Carmen
de Patagones, cuando mató a tres compañeros de escuela e
hirió a otros cinco, no cambió en nada el carácter
del chico de 15 años que ahora permanece alojado en una dependencia
de la Prefectura Naval en Ingeniero White. Con el mismo recelo que tienen
los encargados de custodiarlo para evitar que intente provocarse algún
daño, el menor se cuida de dar algún indicio, al menos de
manera voluntaria, que permita encontrar una respuesta a la pregunta que
desvela a los investigadores: ¿Por qué?
Su
carácter introvertido y sus silencios permanentes son el mejor
murallón que construyó para que nadie sepa hoy, ni siquiera
mínimamente, qué fue lo que lo llevó a actuar de
la manera en que lo hizo. Se sabe tan poco qué piensa este chico
que a lo único que se apela para tratar de encontrar una explicación
a tanta violencia es, precisamente, su falta de diálogo y comunicación,
su fanatismo por el músico Marilyn Manson -cultor del rock satánico-
y su fascinación por vestirse con ropa de color negro. Parece muy
poco -en realidad es nada- para entender por qué este adolescente
se convirtió de la noche a la mañana en un asesino.
SU
HISTORIA
Hijo de padres misioneros, que llegaron hace casi dos décadas a
Carmen de Patagones y tiempo después se radicaron en el barrio
"La 99" -ubicado justo frente al cementerio en el que ahora
descansan los restos de dos de las tres víctimas del martes pasado-,
el adolescente compartía la habitación de la modesta casa
con su único hermano, cuatro años más chico.
Su
primer paso escolar en la ciudad de poco más de 25 mil habitantes
que lo vio crecer en silencio y casi sin amigos lo dio en el jardín
de infantes 905 de Villa Lynch. Luego hizo la EGB en la escuela 14, ubicada
a media cuadra de su casa, y este año había comenzado el
Polimodal en la Media 2.
De
su padre, un suboficial que trabaja en el museo de la Subprefectura de
Carmen de Patagones, heredó el fanatismo por Boca Juniors. Ese
fanatismo quedó grabado en el portón de rejas gris de la
casa, donde un escudo con las iniciales del club de sus amores recibe
al que llega a ese lugar.
Fue
también de su padre que heredó la pasión por la práctica
activa del fútbol. Primero jugó en Deportivo Patagones,
popularmente conocido como "El Depo", y luego lo hizo en el
club Jorge Newbery. En ambos casos se destacó como arquero, aunque
en algunas ocasiones también se desempeñó -y lo hizo
"muy bien", según cuentan los que lo vieron jugar- como
marcador de punta izquierdo.
UN
PADRE SEVERO
Pero en la vida de este chico no hay solamente buenos recuerdos a la hora
de hablar de su padre. Probablemente su formación en una fuerza
de seguridad le haya hecho pensar que debía ser rígido con
sus hijos, llegando a extremos de probable autoritarismo. Aunque era "muy
buen alumno", de acuerdo con lo que dijeron tanto sus compañeros
como docentes de la escuela Media 2 "Islas Malvinas", no fueron
pocas las veces que el adolescente tuvo que quedarse encerrado en su casa
porque había sacado una mala nota.
Ese
era el "castigo" al que, según sus conocidos -porque
en realidad no tenía amigos, salvo un chico que había conocido
este año en la escuela en la que cursaba el primer año del
Polimodal- lo sometía su padre, aún a sabiendas de que el
precio que le estaba haciendo pagar a su hijo era demasiado elevado, ya
que era conciente de que el menor no tendría problemas para mejorar
su rendimiento escolar.
Cuentan
que en una de esas ocasiones en que se vio impedido de salir de su casa,
el chico perdió la oportunidad de ponerse de novio con una adolescente
que le gustaba y con la que había quedado en encontrarse para hacer
realidad el sueño del primer beso.
SIN
NINGUNA NOVIA
Ese fue un golpe muy duro para el adolescente, porque hasta ese momento
no le había ido bien con las chicas. Había intentado en
un par de oportunidades tener alguna novia, pero la suerte no lo acompañó.
Uno de esos fracasos de amor adolescente lo hizo amagar con un suicidio.
Fue hace dos años en Las Grutas, en la provincia de Río
Negro, donde, según el relato de dos menores que estaban con él
ese día, el "no" de una chica "lo puso loco"
y lo llevó a pensar en la posibilidad de quitarse la vida arrojándose
al mar.
Este
año, ya en el 1º B de la Media 2, también conocida
como "Islas Malvinas", hizo otras referencias al suicidio. Pero
la mención no fue oral, como aquélla vez en la que amenazó
con quitarse la vida por un amor no correspondido, sino escrita: "Lo
más sensato que podemos hacer los hombres es suicidarnos";
"Si alguien encontró el sentido de la vida, por favor escríbalo
aquí", anotó, con lápiz negro, en su pupitre.
La
rigidez de su padre hizo que el chico se viera impedido, además,
de ir con su equipo de fútbol a jugar partidos fuera de Carmen
de Patagones o de salir a bailar a Cocoa, el boliche de Viedma que se
convirtió en una cita obligada para los adolescentes durante los
fines de semana.
SIEMPRE
CALLADO
Su carácter introvertido y la falta de comunicación con
los pibes de su edad con los que compartía varias horas, ya fuera
estudiando o jugando al fútbol, fue una constante a lo largo de
su vida. Una adolescente que fue su compañera en el jardín
de infantes y luego compartió con él la EGB en la escuela
14 recordó que "siempre fue un chico que no hablaba con nadie;
estaba todo el tiempo callado".
Esos
silencios y esa falta de diálogo no estaban reservados exclusivamente
al ambiente externo. Por el contrario, en su propio hogar tampoco se destacaba
por ser un chico demasiado expresivo y demostrativo. Una mujer que vive
al lado de la casa que la familia ocupa en "La 99" -y durante
años se encargó de cuidar al hermano del adolescente mientras
sus padres iban a trabajar- recordó que el menor tenía serios
problemas de comunicación con parte de su familia.
La
mujer contó que cuando ella dejó de cuidar al más
chico de la familia, el adolescente que protagonizó la tragedia
del martes pasado iba con frecuencia a su casa, pero eso cambió
radicalmente un día, cuando su padre le prohibió seguir
yendo porque, según afirmó, tenía que "estar
más tiempo con el hermano".
La
intención del padre era que el chico tuviera una relación
más estrecha con su hermano menor, con quien apenas hablaba y,
en cambio, peleaba demasiado.
Los
problemas de comunicación del adolescente se potenciaron cuando
inició el Polimodal y no logró romper el cerco que le impidió
hacer amigos entre los alumnos del 1º B de la escuela "Islas
Malvinas".
UNA
LUZ DE ALERTA
Su actitud casi autista hizo que en los primeros meses de este año
las autoridades de la escuela decidieran dar intervención al gabinete
psicopedagógico para trabajar con el chico y con su familia y analizar,
básicamente, su "carácter retraído y la timidez
que presentaba para establecer relaciones con sus compañeros".
Pero
-afirman en la escuela- el tratamiento fue interrumpido abruptamente por
la familia, y el chico siguió asistiendo a clase sin modificar
sus hábitos.
El
único que parece haber podido derribar el murallón que el
adolescente construyó para tornar infructuoso cualquier intento
por conocer detalles de su vida, fue un chico al que muchos de los habitantes
de Carmen de Patagones le atribuyen cierta influencia en algunos cambios
de hábitos y conductas del menor, sobre todo en sus gustos musicales.
Sería
ese amigo el que hizo que el adolescente dejara de escuchar cumbia y pasara
a convertirse en un fanático de Marilyn Manson. Era el único
alumno del 1º B con el que hablaba. Y lo hacían en inglés,
para evitar que el resto de los estudiantes se enterara del contenido
de esas conversaciones.
BROMAS
Y CARGADAS
Aunque nadie en Carmen de Patagones quiere hablar del caso, los problemas
de personalidad del chico se habrían acentuado desde que comenzó
a cursar este año en la Media 2. Es que no son pocos los conocidos
del barrio "La 99" o los compañeros de fútbol
que aseguran que el adolescente era blanco permanente de bromas por parte
de algunos estudiantes. Y presumen que sería ése el motivo
por el cual eligió la escuela, y no otro lugar, para consumar la
matanza.
En
los encuentros que mantuvo con la jueza de Bahía Blanca que investiga
su caso no se mostró muy distinto a como actuaba hasta el martes.
Habló muy poco y no mostró ningún signo de violencia
en sus respuestas. Pidió ayuda -"cúrenme, no quiero
ser así", dijo, dejando entrever que cree que su reacción
fue producto de alguna enfermedad- y recién luego de dos días
aceptó recibir a sus padres y su hermano.
Durante
su encierro en una comisaría de Bahía Blanca, adonde fue
trasladado en primera instancia, el menor no lloró en ninguna ocasión,
no habló con las personas encargadas de su custodia y durmió
la mayor parte del tiempo. La misma actitud asumió desde que fue
alojado en una dependencia de la Prefectura Naval en Ingeniero White.
En ninguno de los dos casos fue medicado por los psiquiatras que lo atendieron.
Más allá del pedido de ayuda para curarse, aparenta estar
lejos de sentirse atormentado por lo que hizo hace seis días.
El Dia, La Plata, 3 de octubre de 2004
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