Patagones,
después de la tragedia: las consecuencias sufridas por los estudiantes
Los chicos viven con trastornos y fobias
Los compañeros de Junior, el joven que mató a tres alumnos
de su curso, tienen la idea de que lo ocurrido puede repetirse
Las
secuelas también alcanzan a padres y a docentes
Temen que suceda lo mismo en otra escuela
Piden que se hagan cambios drásticos para todos los colegios
CARMEN DE PATAGONES.- La idea de que vuelva a pasar una masacre y los
fantasmas del fatídico 28 de septiembre expresados, entre otras
cosas, en trastornos en el sueño, retracción o fobias diversas
son los principales síntomas que presentan varios de los chicos
sobrevivientes de la matanza ocurrida en la Escuela Media N° 2 Islas
Malvinas, de esta ciudad, donde un alumno de 15 años mató
a tres compañeros e hirió a otros cinco dentro del aula
en la que se aprestaban a tomar una clase de derechos humanos.
Pero las secuelas también
alcanzan a sus padres, a los docentes y a muchos de los alumnos de otros
cursos de ese establecimiento, de acuerdo con los informes preliminares
realizados por los equipos de psicólogos que trabajan sobre los
sectores más afectados de esta comunidad.
Según los especialistas, "la
tarea de asistencia, contención y acompañamiento permanente
se extenderá por lo menos hasta el fin del ciclo lectivo y, a partir
de entonces, evaluaremos cómo seguir", aseguró la subdirectora
de Educación General Básica (EGB), Lilian Armentano, encargada
de coordinar a los distintos grupos de profesionales.
"¿Cómo no voy
a tener miedo? Yo ya no me siento seguro cuando mi hijo va a la escuela",
dijo Daniel Leonardi, padre de Nicolás, uno de los cinco heridos
por las balas de la Browning calibre 9 milímetros que empuñaba
Junior. Nicolás sufrió heridas en el pecho, en el hombro
y el brazo izquierdos. Fue el primero en ser dado de alta y, también,
el primero de los heridos que decidió regresar al colegio. Como
todos los adolescentes que vivieron la trágica experiencia, se
encuentra bajo tratamiento psicológico grupal e individual. "Le
cuesta dormir y cuando lo hace, quiere que estemos cerca de él",
confió su padre.
Situaciones similares son narradas
por otros padres que aseguran que en sus vidas todo cambió y que
hoy temen por sus hijos. Muchos de ellos siguen desconfiando de Dante,
el mejor amigo de Junior. Sospechan que él sabía de antemano
lo que haría su amigo; él lo niega. Por ello, su situación
resulta verdaderamente delicada. Pese a que los compañeros ya parecen
haberlo integrado, algunos padres insisten en pedir que sea separado del
curso. Uno de ellos, Marcelo Ancella, está convencido de que "lo
mejor que le puede pasar a ese chico es que sea separado y reciba atención
adecuada. Hasta ahora nadie nos ha podido asegurar que ese chico no es
un peligro para los demás".
Cartas
de aliento
Cargado con una carpeta repleta de cartas de aliento enviadas desde distintos
puntos del país, Tomás Ponce, el padre de Federico, uno
de los tres chicos muertos, cree que es indispensable "apoyar"
a los alumnos de 1° B. Su principal temor es que la ayuda recibida
hasta ahora desde el Estado se desvanezca con el paso del tiempo.
"Necesitamos cambios drásticos
para todos los colegios del país, no sólo en Patagones,
porque algo igual puede ocurrir en cualquier otro lugar."
Aquí son muchos los que piensan
lo mismo. Sólo en los próximos días se conocerá
un primer informe integral sobre la situación, a casi tres semanas
de ocurrido el hecho, elaborado por funcionarios de la provincia de Buenos
Aires y la municipalidad local, que dará cuenta de los avances
en la intervención profesional.
Armentano estimó que "los
chicos presentan una mayor reacción, flexibilidad y capacidad de
adaptación; en tanto, para los adultos es más difícil
sobreponerse, se trata de personalidades más estructuradas".
Según los profesionales que
asistieron en un primer momento a los alumnos de 1° B, "la clase
se dividió claramente en un grupo activo, dispuesto a reconstruir
lo ocurrido y a buscar respuestas, y otro, retraído, silencioso
y temeroso", se limitó a decir el psiquiatra Pablo Joelson,
quien trabajó con este curso los primeros diez días.
En general, se evaluó como
"muy positiva" la reacción de los adolescentes de querer
regresar a la escuela. Cuando el establecimiento fue reabierto, a seis
días de la masacre, asistieron 17 de los 29 que conforman el curso.
De hecho, el primer gran objetivo trazado por las autoridades era el retorno
a la escuela. En las primeras dos semanas luego del hecho, el presentismo
osciló entre el 80 y el 90 por ciento de los 400 alumnos del turno
mañana.
La suerte de la segunda meta propuesta
por las autoridades podrá observarse a partir de mañana,
cuando los chicos de 1° B comiencen a recibir contenidos curriculares,
que fueron adaptados a la difícil situación.
Para el intendente local, Ricardo
Curetti (PJ), "es muy pronto" para evaluaciones. No obstante,
consideró que luego de la tragedia se produjo "un despertar
de la comunidad sobre sus propias necesidades y, especialmente, las de
sus adolescentes".
El jefe comunal, que reconoció
como "insuficiente la oferta deportiva y cultural que les ofrecemos
a los chicos", reveló que desde el día de la tragedia
lo persigue una misma pregunta que lo atormenta: "¿Dónde
estábamos?"
Por Pablo Morosi, La Nacion, 17 de octubre de 2004
Opiniones
Daniel Leonardi
"Cómo no voy a tener miedo. Yo ya no me siento seguro cuando
mi hijo va a la escuela. Le cuesta dormir y cuando lo hace, quiere que
estemos cerca de él."
Ricardo Curetti
"Luego de la tragedia, se produjo un despertar de la comunidad sobre
sus propias necesidades y, especialmente, las de sus adolescentes".
El intendente local sostuvo que es "muy pronto" para hacer evaluaciones
sobre lo sucedido.
Tomás Ponce
"Necesitamos cambios drásticos para todos los colegios del
país, no sólo en Patagones, porque algo similar puede ocurrir
en cualquier otro lugar del país."
Marcelo Ancella
"Lo mejor que le puede pasar a ese chico [por Dante, el mejor amigo
de Junior] es que sea separado y reciba una atención adecuada.
Hasta ahora, nadie nos ha podido asegurar que el chico no es un peligro
para los demás."
En
Salta, otro menor armado
SALTA.- Madres de alumnos del colegio 2 de Abril, que funciona en el sector
sur de esta ciudad, denunciaron que un estudiante de 15 años que
cursa el 9° año de EGB acudió con un revólver
calibre 22 al establecimiento, según les habían relatado
sus hijos. Pero el menor fue detenido por orden de la jueza de menores
N° 2, Silvia Bustos Rallé, acusado de tentativa de homicidio
por un hecho ocurrido fuera del establecimiento.
Este caso se conoció ayer,
cuando la misma jueza dispuso la libertad del alumno de sexto año
de la escuela de la localidad de Cachi que, el viernes último,
efectuó disparos en el aula.
Lo hizo luego de tomarle declaración
informativa y cambiar la carátula de tentativa de homicidio por
la de tenencia de arma. El chico fue entregado a sus padres, pero deberá
permanecer en esta capital para la realización de estudios psicológicos
y el tratamiento que se indique para determinar las causas de su conducta.
En
tanto, el otro menor, que sí permanece detenido en la capital,
tiene dos denuncias en su contra; una de ellas señala que mientras
iba en una motocicleta disparó contra dos alumnos, aunque no llegó
a herirlos. Y protagonizó, con tres compañeros del polimodal,
una pelea en el colegio, hecho por el que los tres alumnos mayores fueron
suspendidos, pero él no.
La Nacion, 14 de octubre de 2004
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Mañana
será la prueba de fuego: los compañeros de los
chicos muertos volverán a clases
Foto: Hernán Zenteno
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Entre las ganas de volver y el temor
Pablo Saldías, el herido más grave, dice que Junior apuntó
directo a los cuerpos
CARMEN DE PATAGONES (De un enviado
especial).- "Junior apuntó directamente a los cuerpos. Tiró
a pegar", aseguró Pablo Saldías, el chico que resultó
más gravemente herido en la masacre de la escuela Islas Malvinas
el 28 de septiembre último.
Durante una entrevista concedida
a LA NACION en el living de su casa, el chico, cuyo proceso de recuperación
física total demandará por lo menos 40 días más,
contó que en él conviven las ganas de estar con sus compañeros
y el temor de volver al colegio.
Las
lesiones
Pablo recibió tres impactos de bala en el cuerpo, que le estropearon
un riñón y el bazo. También los disparos le alcanzaron
un pulmón. En la operación soportó más de
40 puntos de sutura.
Durante tres días estuvo inconsciente,
en coma farmacológico y auxiliado por un respirador artificial.
Luego de quince días fue dado de alta del Hospital Artémides
Zatti, en Viedma, y retornó a su hogar en Patagones.
-¿Qué pasó en
el aula?
-No sé. Yo estaba hablando
con Federico [Ponce, uno de los alumnos muertos] cuando vi que Junior
había sacado un arma. Como otros compañeros, pensé
que era de juguete. Pero cuando empezó a tirar, vi las caras de
pánico de mis compañeros y ahí entendí que
no se trataba de una broma.
-Al recibir los impactos, ¿perdiste
el conocimiento?
-No, pero no podía moverme.
Un preceptor se dio cuenta de que estaba vivo y me sacaron.
-¿Cómo es Junior?
-No hablaba con nadie. Es tímido.
Yo no tenía mucha relación, sólo "hola"
y "chau".
-¿Pensás que tuvo intención
de matar a sus compañeros?
-Sí. Junior apuntó
directamente a los cuerpos. Tiró a pegar.
-¿Por qué crees que
lo hizo?
-No sé. Es un problema de
él.
-¿Tenés ganas de regresar
a la escuela?
-...No
sé. Me da cosa volver a... entrar... Igual, tengo ganas de estar
con mis amigos, con mis compañeros. De todas formas, los médicos
me dieron quince días de reposo absoluto y después un mes
más hasta que pueda hacer vida normal.
La Nacion, 17 de octubre de 2004
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Pablo
habla lento y se recupera bien de las numerosas heridas
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La
masacre en Carmen de Patagones
El aula de la tragedia se convirtió en un santuario
Los compañeros de Junior decidieron mantenerla cerrada
Se reúnen allí en grupos para conversar o escuchar música
Graffiti y poemas que adornan toda la escuela recuerdan a las víctimas
Hoy podría volver al colegio una de las chicas heridas
CARMEN DE PATAGONES.– Delante del pizarrón están las
pancartas con los rostros de los tres chicos muertos en la masacre; debajo,
una bandera reza: "Justicia y respeto".
En el aula del 1° B de la escuela
Islas Malvinas, hoy convertida en una suerte de santuario, los graffiti
que tapizan las paredes, los pupitres y el piso exhiben, a la vez, y con
crudeza, impotencia y desconsuelo.
"El aula está cerrada
y los chicos del curso son los que tienen la llave. Ellos van, cada tanto,
por grupos. Allí conversan o escuchan música. Está
en ellos hacer lo que quieran con ese espacio del que se apropiaron. Será
un lugar exclusivo de ellos", contó a LA NACION la directora
del colegio, Adriana Goicoechea, quien informó que el lunes próximo
los alumnos de ese curso "comenzarán a recibir contenidos
curriculares adaptados a la traumática situación que atravesaron".
Los alumnos del 1° B ocupan ahora
un aula contigua a la del lugar donde ocurrió la tragedia.
Según comentaban ayer algunos
docentes, hoy podría incorporarse a las clases Natalia Salomón,
una de las chicas heridas. Ya lo hicieron Nicolás Leonardi y, anteayer,
Cintia Casasola. En tanto, Pablo Saldías y Rodrigo Torres, que
presentan heridas más graves, "volverán en cuanto ellos
y los médicos lo deseen", dijo la directora.
Sin embargo, Saldías que el
domingo último volvió a su casa tras 13 días de internación,
respondió con un largo "no sé", cuando LA NACION
preguntó por sus deseos de volver al aula. De todas formas, el
chico debe mantener reposo durante unos 40 días más, según
explicó la doctora Silvia Ocampos, directora del hospital Ecay
de esta ciudad.
En tanto, Goicoechea afirmó
que los heridos en la tragedia recibirán "un tratamiento pedagógico
diferenciado que no los exceptúa de ser evaluados y cumplir los
requisitos para aprobar el año, porque esto hace a su dignidad
como personas".
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La puerta y las ventanas del salón en el que el 28 del mes último
Junior vació el cargador de la Browning calibre 9 milímetros
de su padre sobre sus compañeros están tapiadas para evitar
miradas desde el exterior.
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"Los chicos consideran que ése es su lugar y quieren que sirva
para recordar lo ocurrido", dijo la directora.
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"Un supuesto compañero nos arrancó la razón
de la existencia. Hoy, por suerte, estamos unidos y con fuerza para seguir
adelante", reza un escrito con lápiz pegado en la puerta.
Más arriba otro cartel dice: "Santuario". Allí
los chicos exhiben su enojo contra Junior y los docentes, y exaltan la
memoria de los compañeros fallecidos, Federico Ponce, Evangelina
Miranda y Sandra Núñez.
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Pero el impacto por lo ocurrido se extiende, en realidad, a todo el establecimiento
donde permanentemente se suceden reuniones de los equipos de asistencia
psicológica con padres y docentes.
Trastornos
del sueño
"Los temores porque la tragedia vuelva a ocurrir y los trastornos
para conciliar el sueño son los principales síntomas que
hemos visto en estos días", comentó Lilian Armentado,
coordinadora de los equipos de la Dirección General de Cultura
y Educación. De todas formas, los especialistas creen que el primer
objetivo se cumplió: hacer que los chicos regresen a la escuela.
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En todos los pasillos y las aulas del establecimiento hay carteles y pintadas
con planteos, imputaciones y pedidos. Puede leerse: "La culpa no
es del rock"; "A los medios: violencia es mentir" y "Todos
fuimos heridos". En el recreo, los parlantes saturan un tema del
grupo de rock Bersuit Vergarabat. Los chicos hablan entre sí; algunas
parejas se toman de la mano; unos pocos charlan con los auxiliares. Casi
nadie ríe.
En
una pared cerca de la secretaría, también hay poemas escritos
por los alumnos: "Sombras extrañas/que van y vienen/gritos
de alguien/que a lo lejos se sienten/ espantos del hecho/ no hay más
que decir/una parábola llega a su fin/un cuarto oscuro/nos muestra
la vida/de aquellos jóvenes/ que todavía respiran/no hay
nada malo/hay que enfrentarlo/pues esto/ hay que superarlo", dice
uno firmado por "9° A".
Por
Pablo Morosi, 15 de octubre de 2004
La
madre de una alumna hirió a otra con un vidrio
MAR DEL PLATA.– Las amenazas
que cruzaron tres alumnas dentro de un aula no quedaron en el aire. Apenas
salieron de la escuela, se trenzaron a golpes. La riña terminó
con una de ellas con cortes en la cara y mano, que le produjo con un vidrio
la madre de una de sus agresoras. La adolescente herida, de 13 años,
fue derivada a un centro asistencial, con lesiones leves y superficiales.
La autora de las lastimaduras, María Adriana Gonzaga, de 35 años,
fue aprehendida y trasladada hasta la comisaría 3a.
Los
incidentes ocurrieron frente a la Escuela Municipal N° 8, en el barrio
Villa Lourdes, cerca del puerto. Los inconvenientes comenzaron por la
mañana, dentro del aula. "Te voy a matar", amenazó
una. "Te espero a la salida", retrucó la otra. Se fueron
a las manos cuando habían abandonado el establecimiento. Gonzaga,
que estaba esperando a su hija en la vereda, tomó un trozo de vidrio
y le produjo cortes en el rostro y en la mano izquierda a la otra contendiente.
La madre de la lesionada aseguró que a su hija "la agarraron
entre dos madres y ocho chicos". Liliana Orellano, secretaria de
la escuela, dijo: "Hubo incidentes, pero únicamente fuera
del establecimiento".
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El
aula donde ocurrió la tragedia, convertida en un santuario,
está con llave por decisión de los alumnos
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